La
plaza de Bolívar, ahora, la plaza de las y los indignados.
¡Constituyente Ya!
- Se trata como
bien lo caracterizó el alcalde Petro en su histórico discurso en una
abarrotada Plaza de Bolívar auto convocada la tarde del 9 de diciembre,
de que la destitución comporta un Golpe de Estado. Que a su vez
expresa la decisión –fiel a su tradición- de la fracción hegemónica
del Establecimiento, de hacer valer a como de lugar –motosierras si es
el caso, ahora más aséptica- su concepción fascista de la
sociedad. La cual tiene como eje, la exclusión del diferente y de la
diferencia. Es decir, discursos y declamaciones de por medio, una concepción totalitaria del poder
que reclama el monopolio de su ejercicio. Y esta exclusividad, como
muy bien lo referenció históricamente el alcalde Petro, combinando
todas las formas de lucha en la medida que sea necesario. En este caso,
la manipulación de la norma, la burda instrumentación de la
Constitución para tomar decisiones ilegítimas, vestidas de legalidad.
En cuanto a los antecedentes de la decisión, no es dato de poca importancia el que su sentido ya era debatido en muchos medios. Por qué? Precisamente porque se tenía y tiene como cosa cierta dentro de la concepción del Estado neoliberal cuya naturaleza es ser excluyente y por lo mismo con tendencia totalitaria, el no aceptar que en su seno haya disidencias. Que existan visiones distintas de la economía y de ese Estado como agenciador del bien común, en particular de las mayorías desposeídas. Esto es una herejía inadmisible. Y para eso están las “fuerzas del orden” que controlan y reprimen la insatisfacción social, los Parlamentos que hacen las leyes legalizadoras del modelo y los Alejandros Ordóñez que fulminan política y jurídicamente al disidente. Con el agravante en el caso de este funcionario, que su ideología extremista lo hacía ver a Gustavo Petro, hombre como el que más honrado en su compromiso con la paz y la civilidad, a la manera de un guerrillero ateo y comunista. Sin necesidad de que fuera ninguna de las tres cosas.
- El debate que la
anterior interpretación de la sanción disciplinaria ha generado y que
es el punto de vista de la ciudadanía que no por nada se volcó
espontáneamente a la Plaza de Bolívar este 9 de diciembre en
solidaridad con su Alcalde y repudio a la alcaldada del Procurador –en
realidad mucho más que esto porque pese a todo Ordóñez no es un
ignorante-, sin perjuicio de otra razón igualmente poderosa y más fina
jurídicamente. Se trata, y no en balde lo gritaban multitud de pequeños
carteles que portaban los manifestantes, de que a las luces del
mandato constitucional –art- 3º- que consagró la soberanía popular,
carece de toda razón y validez que un funcionario elegido por el pueblo
–alrededor de setecientos treinta mil votos-, pueda ser revocada esa
clara y contundente expresión de soberanía popular, por la decisión de
una sola persona. Que además, no ha sido elegida popularmente, sino
nombrada. De modo que si el Procurador General tenía esa legitimidad en
la normatividad vigente al amparo de la Constitución de 1986 cuando
regía el concepto de “soberanía nacional” y los alcaldes no eran elegidos popularmente, hoy, cuando cambió ese concepto de soberanía para radicarla en el pueblo, pero para mayor abundamiento de razones, los
alcaldes son elegidos por el voto popular, ha desaparecido la
autoridad del Procurador para destituirlos. Es lo que se llama inconstitucionalidad sobreviniente; cuando una norma constitucional al amparo de una Carta, deja de serlo al promulgarse otra.
- Admiración
produce la reacción del alcalde Petro ante su destitución. Leyó con
inteligencia el momento. Tomó lecciones de la historia. Recordó la
Plaza Tahir en El Cairo. Calibró la correlación de fuerzas y al tiempo
que vio la abismal desventaja que tenía frente a un Establecimiento
todo en contra –encabezado por un presidente sinuoso-, percibió el
abrumador respaldo popular de que gozaba. Y se apoyó en éste. Llamó al
pueblo, y le dijo: “Voy hasta donde Uds. quieran”. Y le plantó
cara al agravio: recogió el guante y llamó a constituir un gran
movimiento social de Indignados que se tome las plazas del país en
particular la de Bolívar en Bogotá, para decirle al despotismo
gobernante: ¡No pasarán!
(*) Luz Marina López Espinosa es integrante de la Alianza de Medios por la Paz.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Publicado en:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178012
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