Una cita tras otra. Apertura informativa. Y del diálogo político. Lo que pasó. Lo que viene.
A fuerza de una agenda frenética basada en un cóctel de señales e
iniciativas, y recostado en la confianza que recibió de la presidenta
Cristina Fernández, el jefe de Gabinete Jorge "Coqui" Capitanich
revolucionó en diez días la gestión del gobierno, hackeó el núcleo duro
del estilo del kirchnerismo y le arrebató a la oposición parte de los
ejes centrales de la agenda política que habían consolidado durante la
campaña electoral.
En la puerta de la Sala de Periodistas, una cruz de cinta adhesiva
marca en el piso el lugar en el que todas las mañanas se para el jefe de
Gabinete para hablar con los medios. Con una entrega diaria de
medialunas y café, convenció a los periodistas de que la charla sea
temprano. A las 8 de la mañana.
A pesar de que a veces sus respuestas son escuetas o siguen el
guión programado de cualquier dirigente político, Capitanich logró en
sus primeros días al frente del cargo imponer la agenda política del día
y recuperó parte de la iniciativa que la administración kirchnerista
había perdido, tras los resultados de octubre y durante la licencia
médica de la presidenta. Sin embargo, en el área de Comunicación hay
opiniones encontradas. "No siempre hay algo que anunciar o contar",
explican.
La iniciativa de Capitanich tuvo correlato en otras áreas de
gobierno. Varios voceros y responsables de prensa fueron instruidos en
los últimos días a atender los requerimientos de los medios –y sin
distinguir empresas periodísticas– y a redoblar los esfuerzos para
informar sobre la gestión.
Con esa misma velocidad, su equipo redecoró en pocas horas el
despacho donde se darían las reuniones más importantes de la semana.
Católico practicante, eligió decorar las paredes con fotos en las que se
lo ve junto al Papa en la audiencia que compartieron, en mayo pasado,
en el Vaticano. Además, trajo de su ex despacho en Resistencia imágenes
religiosas. También eligió fotos junto a sus hijas, María Guillermina y
Jorgelina Ema.
La agenda de Capitanich, que absorbió la rutina que compartían su
antecesor en el cargo, Juan Manuel Abal Medina, y la jefa de Estado, es
frenética. El ritmo se explica en parte por la intención oficial de
retomar la iniciativa política. Pero también obedece a la necesidad real
de apuntalar la gestión en áreas del gobierno que habían quedado
paralizadas o relegadas durante la campaña electoral. El primero en
hacer explícito el cambio fue el ministro de Interior y Transporte,
Florencio Randazzo. "Estamos en una nueva etapa del gobierno: abonando y
redoblando la apuesta en aquellas cosas que se hicieron muy bien y
corrigiendo aquellas que no hicimos tan bien", señaló.
Desde que llegó a la Jefatura de Gabinete, el chaqueño recibió a
siete gobernadores: Maurice Closs (Misiones), Martín Buzzi (Chubut),
Eduardo Fellener (Jujuy), Lucía Corpacci (Catamarca), Francisco Pérez
(Mendoza), Luis Beder Herrera (La Rioja) y Jorge Sapag (Neuquén). Con
ellos estableció una agenda de prioridades y les prometió dejar un
puente tendido para los requerimientos cotidianos que puedan tener. Los
gobernadores coincidieron en la necesidad de garantizar mayor promoción
para las economías regionales y buscarán negociar una prórroga en el
desendeudamiento con la Nación para alivianar 2014.
También invitó a los opositores Mauricio Macri (CABA) y Antonio
Bonfatti (Santa Fe), quienes visitarán la Casa Rosada en los próximos
días. Se reunió con el ministro de Salud, Juan Manzur; el de Economía,
Axel Kicillof; con el de Educación, Alberto Sileoni; el de Ciencia y
Tecnología, Lino Barañao; el de Trabajo, Carlos Tomada; y el de Defensa,
Agustín Rossi. Capitanich busca avanzar en un pacto económico social
con la CGT que lidera Antonio Caló, la CTA que capitanea Hugo Yasky y
las cámaras empresarias.
Además de coordinar esfuerzos con seis gobernadores para dinamizar
la venta de terrenos en el marco del plan Pro.Cre.Ar, el jefe de
Gabinete visitó el Congreso. Allí se reunió con los titulares del
bloque oficialista Miguel Ángel Pichetto (Senado) y Juliana Di Tullio
(Diputados), y con el presidente de la Cámara baja, Julián Domínguez. En
lo que constituyó todo un dato político, entabló un novedoso diálogo
con los referentes de los bloques opositores, a los que prometió que
será mensual.
La rutina no frenó ni por el feriado por el Día de la Soberanía
Nacional ni por su cumpleaños número 49, el jueves pasado. La gestión
tampoco se detiene el fin de semana: ayer se reunió con el flamante
titular de la Sedronar, el cura Juan Carlos Molina, y hoy viajará a
Santiago del Estero para presenciar la elección del futuro gobernador
(ver página 19). La faena suele terminar en Olivos, donde recibe
instrucciones de la presidenta e informa resultados de su gestión.
Algunos funcionarios entienden que Capitanich adoptó el
comportamiento de un primer ministro europeo. Él apela al artículo 100
de la Constitución, que delegó en el jefe de Gabinete la "administración
general del país”. A pesar de la dimensión de la tarea, es consciente
de que el camino que podría llevarlo a ser el candidato K en 2015 es
largo y sinuoso. Mientras tanto, pretende darle forma y contenido a un
cargo que nunca, a excepción del período en que lo ocupó Alberto
Fernández, había sido ejercido en plenitud. "Yo no he sido electo por la
voluntad popular, soy un humilde jefe de Gabinete elegido por la
presidenta", dice a quien quiera escucharlo.
El dato
Humildad. Capitanich dice ser "un humilde jefe de Gabinete elegido por la presidenta" Cristina.
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