Los organismos con los ojos puestos en la crisis europea.
El organismo avanza subterráneamente con un
proyecto que daría un nuevo marco legal a la reestructuración de deudas
que garantice mecanismos como las Cláusulas de Acción Colectiva, que
aislarían a los holdouts. Los motivos y los efectos.
Hace pocos días el influyente y bien informado diario económico y
financiero The New York Times publicó un artículo (ver facsímil)
titulado "IMF Shifts Its Approach to Bailouts" cuya traducción reza "El
FMI cambia su enfoque sobre los rescates".
Allí, el autor de la nota asegura que "el FMI está presionando en
favor de un plan que impondría pérdidas inciales a los tenedores de
bonos la próxima vez que un país de la zona euro pida un rescate". Uno
de los supuestos objetivos, dice el artículo, es "aliviar los rigores de
la austeridad al estilo alemán". Llama la atención que el artículo
mencionado no haya generado repercusiones en los medios locales.
No sólo porque, si bien no menciona a la Argentina en ninguno de
los párrafos, el conflicto de nuestro país con los fondos buitre subyace
todo el texto (en julio de este año, el FMI buscó presentarse como
amicus curiae de la Argentina en el juicio con los fondos buitre y no lo
hizo por falta de apoyo del gobierno norteamericano), sino también
porque sí ha generado gran revuelo al interior del propio Fondo
Monetario Internacional.
La salida del artículo no parece ser inocente. Existe un disputa en
los Estados Unidos, en función de un nuevo paradigma en la política de
reestructuraciones de deudas soberanas que promueve el FMI y que lo
enfrenta con los acreedores de la banca alemana y con representates de
los lobbies financieros de los propios Estados Unidos. De hecho, el
editorialista del NYT asegura que a la oposición de Alemania se han
sumado voces disidentes dentro del propio Tesoro norteamericano. Sin
embargo, fuentes del mercado con acceso a información confiable, que
prefirieron no ser mencionadas, confiaron a Tiempo Argentino que "hay
mucha gente en el Tesoro que está saludando la idea".
De hecho, el segundo del FMI y ex funcionario del Tesoro, el
abogado David Lipton, es un ferviente defensor de esa política, tal como
lo manifestó en un reciente seminario realizado en el marco de la
Asamblea Anual del FMI, donde señalara que: "Las últimas
reestructuraciones y los juicios de Argentina en curso actualmente en
Nueva York han puesto de manifiesto ciertas limitaciones del actual
enfoque contractual. Estamos examinando maneras de fortalecer las
cláusulas de acción colectiva para hacerlas más robustas de cara a los
potenciales holdouts." señaló entonces.
Christine Lagarde, directora del FMI, en su discurso realizado en
aquella Asamblea Anual del FMI en el Tokio International Forum, fue muy
elocuente al decir que "una lección que se desprende de la historia, es
que la reducción de la deuda pública es muy difícil sin crecimiento. La
elevada deuda, a su vez, hace que sea más difícil conseguir el
crecimiento". Ya en los documentos previos a la Asamblea, el FMI se
había adelantado a esas posiciones al reconocer que sus análisis habían
verificado una "correlación negativa" entre las políticas de ajuste
alentadas para resolver la crisis fiscal y de deuda de los países y el
crecimiento y el empleo.
El pasado jueves en una conferencia de prensa, el vocero del FMI,
Gerry Rice, aseguró que "el análisis de la experiencia reciente muestra
que las reestructuraciones han sido demasiado pequeñas y han llegado
demasiado tarde, impidiendo la recuperación económica, desalentando la
inversión y creando las condiciones para que los acreedores privados se
retiren y dejen la carga sobre los acreedores oficiales y los
contribuyentes". En la misma conferencia, Rice, saludó los avances de la
Argentina en lo que hace a las presentaciones sobre el nuevo IPCNu y el
cálculo del PBI y saludó el dialogo "constructivo que se ha establecido
con las autoridades del país".
La insistencia sobre el punto indica que el horizonte de la crisis
europea ha puesto sobre le tapete nuevamente la ausencia de una
institucionalidad para la reestructuración de deudas soberanas y, por lo
tanto, establecer las coordenadas del mapa que establece ganadores y
perdedores.
Con fecha del 26 de abril de este año, el organismo presentó un
paper titulado "Reestructuración de la deuda soberana: la evolución
reciente y las implicaciones para el marco jurídico y normativo del
fondo". Ya en su introducción, asegura que "el litigio en curso contra
Argentina podría tener implicaciones generalizadas para futuras
reestructuraciones de deuda soberana, mediante el aumento de influencia
de acreedores de exclusión".
Una de las preocupaciones que destaca el documento es la de evitar
que "el uso de los recursos del fondo sea simplemente el de sacar de
apuros a los acreedores privados". El objetivo que perseguiría el Fondo,
en definitiva, es que las pérdidas resultantes de futuras
reestructuraciones se distribuyan entre lo tenedores privados, banqueros
e inversores por un lado y los contribuyentes y asalariados por el
otro.
Se trata de reflotar en otros términos y en un contexto mundial
sensiblemente diferente lo que en su momento, inspirada por el default
en la Argentina, no consiguió Anne Krueger cuando propuso su Mecanismo
de Reestructuración de Deuda Soberana (SDRM). Ella pretendía generar un
mecanismo estatutario que reglamentara los procesos de quiebra soberanos
de un modo equivalente al que rige para las quiebras de empresas
privadas.
En aquel entonces, no lo consiguió, porque los grandes lobbies
financieros prefirieron dejar las resoluciones de los diferendos en
manos del mercado, donde los actores más pesados se benefician haciendo
uso de los mayores márgenes de discrecionalidad. Por eso, la creación de
una nueva institucionalidad implicaría un golpe al accionar de los
fondos buitre, que se verían obligados, por ejemplo, a aceptar ofertas
que contaran con el consenso de una parte considerable de los tenedores
de bonos.
En definitiva, se trata de que, paradójicamente, los buitres se
avengan a las reglas del mercado que son las que, a su turno, pautaron
las tasas de interés de riesgo con las que ellos mismos se beneficarían
al adquirir los títulos. La ausencia de una institucionalidad para las
reestructuraciones les garantiza a los buitres un accionar que, en
rigor, es un factor de distorsión para el mercado y, además, como
demuestra potencialmente el caso argentino, les confiere un margen
legal, incluso, para provocar una disrupción del flujo regular de pagos
de los bonistas que han aceptado las condiciones mayoritarias de un
canje.
Las mismas fuentes consultadas por Tiempo aseguraron que las
recientes reacciones, y la salida del artículo en el reconocido diario,
resultan del hecho de que, entre bastidores, se han empezado a conformar
los equipos de trabajo para redactar documentos asociados al proyecto
general delineado por el paper del 26 de abril, que reglamentarían las
condiciones de los préstamos, cómo deben realizarse en este contexto los
análisis de sustentabilidad, cómo el FMI puede seguir prestando y qué
exigencias puede realizar en este contexto.
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/12/15/economia-114521-el-giro-antibuitres-que-impulsa-el-fmi-podria-favorecer-a-la-argentina.php
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