Hace más de dos milenios los griegos desarrollaron la democracia. En las polis, pequeñas ciudades estado habitadas por unos pocos miles de habitantes, la gente se reunía en el Ágora –una especie de plaza- para discutir los problemas “políticos”, es decir los problemas de la comunidad, y decidía como solucionarlos mediante el voto.
Los griegos no elegían representantes como hacemos nosotros : ellos decidían si se hacía o no, esto o aquello. Eran democracias directas, lo que era posible por la pequeña magnitud de esas comunidades.
La actividad “política” en estas ciudades-estado era continua, por lo que surgió la costumbre de pagarle el día de trabajo a aquellos ciudadanos que descuidaban su actividad laboral para ocuparse de los asuntos de la comunidad. La gente rica, argumentaban los griegos, podía ocuparse todo el tiempo del gobierno de la ciudad dejando sus asuntos en manos de empleados o esclavos. Los pobres , en cambio, no podían hacerlo ; por eso debía compensársele el día a aquellos que lo dedicaban a la polis. Como herencia de ese sistema le pagamos un sueldo a nuestros legisladores, y los hacemos por los mismos motivos que los griegos
Por supuesto que estas “democracias” griegas no eran perfectas : la griega era una sociedad esclavista. Incluso en Atenas, la cuna de la democracia, se calcula que la mitad de la población eran esclavos. Pero, pese a sus imperfecciones, la democracia ateniense nos sirvió de modelo cuando, a partir de la Revolución Francesa, los seres humanos comenzamos a pensar de nuevo en una democracia.
La democracia fue un sueño que creció y maduró lentamente, ya que en los regímenes liberales del siglo XIX se les negaba el derecho al voto a muchas personas debido a su posición económica, a su nivel cultural, a su sexo o al color de su piel. La democracia también debió enfrentar, a lo largo del siglo XX, la amenaza de sistemas totalitarios que la negaban, que la combatían, que vulneraban sus fundamentos.
Pero mientras defendíamos a la democracia de los poderes políticos, nos descuidamos de otro tipo de poderes. Nos olvidamos que, en una sociedad capitalista, el poder político es uno sólo de los poderes entre tantos otros poderes, los poderes económico-financieros concentrados, que cien años atrás no tenían ni una fracción del poder que alcanzaron en nuestro siglo XXI.
Los argentinos del 2011 ya nos hemos olvidado del “riesgo país”, del “nerviosismo de los mercados”, de los “planes de ajuste” que llegaban en los portafolios de los Virreyes enviados por el FMI …
Nosotros lo hemos casi olvidado, pero lo vemos todo el tiempo en los países europeos : en Grecia, la cuna de la democracia, el premier Papandreu, después de aplicar un ajuste salvaje, quiso someter el segundo ajuste que le exigía el FMI y la Unión Europea al voto popular. Nunca se llegó a celebrar dicho plebiscito pues fue persuadido por el poder económico de no realizarlo y a renunciar, para ser reemplazado por un tecnócrata vinculado al poder financiero … Miles de griegos protestan en las calles desde hace meses, pero eso a nadie le importa. La democracia se transformó en Grecia en una tecnocracia…
Lo vemos en Italia , donde el detestable Berlusconi dejó el poder en manos de otro tecnócrata, vinculado al mismo grupo financiero que el nuevo premier heleno …
Lo vemos en Estados Unidos, donde el gobierno ha gastado millones para salvar … a los bancos… El mismo gobierno que no logra gastar una pequeña fracción de ese dinero en reconstruir las fuentes de trabajo que esos bancos “rescatados” destruyeron con sus manejos. Y luego reprime a los indignados que pretenden terminar con el poder financiero de Wall Street, que pretenden que la democracia vuelva a ser del “pueblo”…
Los políticos “democráticos” del Primer Mundo responden a un único soberano : el poder financiero concentrado. Y utilizan a los poderes mediáticos oligopólicos como espadas intelectuales para lograr apoyo a sus políticas de ajuste. Cuando esas políticas se tornan insostenibles, incluso con el apoyo mediático, los políticos se hacen a un lado y le dejan el trabajo sucio a los tecnócratas, que no dependen del voto popular. Los tanques han sido reemplazados por elegantes profesionales de saco y corbata.
En aquellos países, la democracia se ha tornado una farsa ; hoy es en realidad una plutocracia desembozada donde “los mercados” son los únicos ciudadanos cuya opinión valoran los políticos.
Nosotros, en Latinoamericana en general, y en Argentina en particular, vivimos otra realidad. Vivimos en una democracia “a la antigua”, donde el gobierno pretende ejercer el poder que los ciudadanos le dieron al votarlo. Donde el gobierno pretende someter a los poderes económicos al “Imperio de la Ley”, porque aún cree en ese principio básico de la igualdad de todos ante la ley…
En estas situaciones tan “atípicas” de Latinoamérica y Argentina , donde los gobiernos siguen pensando que sus representados son los ciudadanos, donde siguen creyendo que ese puñado de empresarios y financistas que controlan “los mercados” son ciudadanos comunes y corrientes como son los otros (como somos nosotros, las personas comunes), esos poderes no han desaparecido. Por el contrario, esos poderes siguen ejerciendo un rol muy preocupante.
Los poderes económicos concentrados conspiran, generan rumores y corridas. Sus socios de los poderes mediáticos concentrados expanden los rumores, utilizan sus redes informativas que abarcan toda la gama de posibilidades comunicacionales para instalar los temas en la población común, para generar miedo y desconfianza.
Lo vimos claramente en la Argentina del 2008-09, cuando se produjeron el conflicto por el control de la renta diferencial agraria y el voto no positivo del pequeño señor Cobos …
Lo vemos claramente en Argentina en estas últimas semanas del 2011, donde un gobierno reelegido por el 54% de la población es hostigado todo el tiempo por problemáticas distorsionadas, más inventadas que reales. Vemos como cada medida que se toma o se deja de tomar se transforma en el preanuncio del Armaggedon, del fin del mundo, que ya no profetiza la Pitonisa, Elisa Carrió, debido a su demasiado evidente desprestigio.
No sólo no importa el 54% alcanzado por el gobierno. Tampoco importa que el candidato que salió segundo fuera el opositor menos “crispado”. Que el tercero fuera un candidato que alternó posturas hipercríticas con otras conciliadoras. Que el cuarto fuera alguien que hizo una campaña “positiva”, destacando lo que pensaba hacer en caso de ganar pero sin tirar bombas al gobierno. Y menos aún importa que los opositores más furibundos hayan salido quinto, sexto y séptimo, con modestísimas cantidades de votos.
“Con el 54% no alcanza”, dijo hace poco el periodista Enrique Masllorens. Tampoco hubiera alcanzado con un 60, un 70, un 80 o un 90% de los votos. Porque a los “mercados” no les interesan los votos. Porque a los grupos mediáticos concentrados tampoco les interesan. Ellos son los dueños de la verdad. Ellos ejercieron el poder durante décadas, y lo siguen ejerciendo en los países más poderosos. Y esos poderes ilimitados, no sometidos a ninguna regla constitucional, no van a resignarse a perder ese poder que consideran “suyo”…
La democracia está en riesgo. Pero quienes la ponen en riesgo no son poderes políticos : son poderes corporativos concentrados …, que no la tienen en su agenda…
Nuestros gobernantes son lo que deben ser : representantes del pueblo, de sus votantes, frente a poderes nada democráticos que nos amenazan.
La democracia está en riesgo.
Defendamos la democracia.
Adrián Corbella, 28 de noviembre de 2011.
adriancorbella.blogspot.com
1 comentario:
sencilloo didactico y al pie!!
qué jugador mister corbella!!!
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