Noviembre de 2011
En un pasaje de Cien años de soledad Gabriel García Márquez identifica al cáncer con el cangrejo; animal que camina para atrás, tal vez simbolizando el siempre recomenzado triunfo de la muerte sobre la vida. Durante siglos, era sinónimo de final doloroso e inevitable. Si bien el desarrollo científico ha permitido que la citada patología dejara de estar necesariamente ligada a la llegada de la parca de un modo rápido, seguro e inevitable no puede dejar de resultar preocupante que el año que ya casi termina fuera el que se le descubriera la enfermedad a dos colosales gladiadores de la segunda independencia de nuestra América: primero Hugo Chávez y luego Lula. A ellos es preciso agregar- aunque la evolución de sus cuadros clínicos aparece como favorable- que padecen la enfermedad el presidente de Paraguay Fernando Lugo y su colega brasileña Dilma Roussef. Pareciera un sino trágico que cuando las condiciones para nuestra causa presentan una situación excepcional, como nunca a lo largo de la historia, la biología nos juegue tan mala pasada. Agreguemos a este cuadro la muerte el año pasado del gran constructor de la patria grande Néstor Kirchner. Pero sin dudas que no debemos resignarnos pasivamente ante los embates de la desgracia.
Existe una posibilidad de reemplazar de modo eficaz y orgánico las bajas: se trata de construir organizaciones políticas poderosas que actuaren como garantía de no extraviar el rumbo en caso de producirse bajas individuales irreparables. No se trata sólo de movimientos sociales- que los hay y muy dinámicos- sino de fuerzas con una finalidad clara y precisa: asegurar un poder popular realmente efectivo, duradero y transformador y no sólo la capacidad de contestar abusos tramados por el poder. Señalada la hipotética solución no pueden omitirse algunos déficits.
La construcción política referida muestra sensibles retrasos. En la Argentina no hay factor más profundamente transformador… que la figura de Kristina. Los movimientos sociales han perdido densidad social, los sindicatos no pueden ir medio milímetro más allá que la defensa corporativa, los partidos de izquierda festejan pasar del 0.24 % al 0.50 como si se tratara de un triunfo de la revolución mundial y - por añadidura- en caso de sufrir algún percance la presidente el Peronismo tornaría a su condición de cancerbero político del orden neoliberal. Tal vez sea el país con mayor retraso en la edificación que mencionamos. Brasil cuenta con el partido de izquierda más grande del mundo… sólo que reducido a gestor de las tímidas y mínimas reformas sociales impulsadas por las presidencias de Lula y sucesora. Al ser la única fuerza política de alcance nacional es la que mejor puede gestionar la fuerza del estado brasileño, en tanto estado nacional. En Ecuador la centralidad de la figura del presidente Rafael Correa resulta sumamente similar al caso argentino. Sólo en Bolivia y Venezuela se ha avanzado un poco más en la construcción de la organización requerida. Pero el estado incipiente de la misma tiende una sombra de duda e interrogación sobre el futuro, máxime cuando el imperialismo extrema sus agresiones y recursos para desestabilizar a los gobiernos populares.
Publicado en :
No hay comentarios:
Publicar un comentario