Como si fuera un anticipo de lo que sucederá en la reasunción del próximo 10 de diciembre, la presidenta se tomó ayer 57 minutos de discurso en la Conferencia de la UIA para lanzar la etapa de “la sintonía fina” del modelo de acumulación vigente, reafirmando que lo hacía desde la legitimidad surgida del 54% obtenido en octubre: “Yo respeto a los mercados, pero los que gobiernan son los elegidos por el voto popular.” Así, de entrada, Cristina Kirchner marcó la cancha ante el establishment reunido en el Hotel Hilton. Usó ejemplos internacionales para describir al estado de crisis del capitalismo (“nuevas ideas no escuché ninguna, ni adentro ni afuera (…) Tienen viejas recetas para problemas nuevos”), volvió a fustigar las políticas del Consenso de Washington (“que arrasó América Latina”), defendió la competitividad con inclusión social (“esto lo aclaro porque algunos interpretan que competitividad se hace a costa de salarios o a costa de la renuncia de impuestos por parte del Estado”), exigió a las empresas que reinviertan sus utilidades en el país (“es lo que nos va a permitir ampliar nuestra capacidad productiva, para sostener el mercado interno y un potente mercado intrazona de América del Sur. De allí van a venir las soluciones y no de ninguna otra parte”) y apeló a la historia revisionista para explicar por qué Estados Unidos llegó a ser una potencia industrial y la Argentina, en cambio, se extravió una y otra vez en el intento (“nosotros perdimos en Caseros y ellos ganaron en la Guerra de Secesión”).
Cristina se puso ayer por encima de todos. De los empresarios y de los sindicalistas. A todos los responsabilizó de la “sintonía fina” pendiente y abrió la agenda a discutir en 2012: inversiones, salarios, inflación, subsidios y utilidades. Sobre esto último, fue tajante; muy, si se tiene en cuenta el auditorio, que no era un acto de La Cámpora, precisamente: “Se intenta la fórmula de no tocar utilidades o preservarlas en lo que hace al sector financiero y que la crisis la paguen (así) los que menos tienen. Esta fórmula termina como terminó la Argentina del 2001”. Una vez más llamó a que abandonen prácticas sectoriales que no contribuyen al bien común. En el caso de los empresarios, les recordó que su gobierno se batió con cuatro corridas bancarias y reveló que del cruce de información entre organismos públicos surgió que empresas que habían recibido Créditos del Bicentenario a tasa cero habían comprado igual cantidad de dólares. Lo dijo en el Hilton, con los responsables en la platea. Algunos aplaudieron. Otros no sabían dónde meterse. En el caso de los sindicalistas, no fue más indulgente: a Hugo Moyano le pidió que no le mande más mensajes por los diarios y puntualizó que el proyecto de Reparto de Ganancias no debía discutirse en el Parlamento sino en las convenciones colectivas, es decir, en paritarias. En Azopardo, esta definición cayó como un baldazo de agua helada. El impulsor de la ley es nada menos que Héctor Recalde, abogado de la CGT y diputado del Frente para la Victoria. Suficiente para que los diarios del establishment titularan sus ediciones digitales con la ruptura definitiva del gobierno con Moyano, lo mismo que los zócalos de los canales de noticias controlados por Clarín. La tensión sindical por esta definición inesperada de Cristina inundó ayer las redes sociales. Como defensor de la reglamentación del artículo 14 bis que propone el laboralista Recalde, al autor de estas líneas se le impone un esfuerzo extra para evitar que el árbol le tape el bosque: Cristina fue elegida como conductora política del proceso en las urnas y ella marca los tiempos, y esto es tan cierto como que la ley sería un instrumento para lograr la distribución del ingreso, aunque no el único si se mira la cancha desde el Estado y no desde la central obrera. Al kirchnerismo se lo debe analizar en perspectiva: si se lo acusa de “populista” es porque sus políticas públicas generaron la mayor inclusión social de las últimas décadas, al mismo tiempo que crearon millones de puestos de trabajo, una recuperación salarial sin precedentes y sindicatos fuertes con afiliados dignos. No ha sido neutral en la puja distributiva. Y ayer mismo, la presidenta dijo que tampoco lo será en el futuro. Entre la confianza estratégica y la desconfianza táctica, siempre es más importante lo primero. Cristina tiene razón cuando le pide a Moyano que no la desafíe desde la tapa de los diarios. ¿Tendrá menos razón el cegetismo cuando se queja porque le exigen alineamiento y comprensión desde un cónclave empresario?
Es una pregunta, nomás. El resto de los interrogantes fueron respondidos por la presidenta en su discurso. El primero de su segundo mandato, que comenzó ayer mismo.
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http://tiempo.infonews.com/notas/comenzo-segundo-mandato-de-cristina
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