Es posible una OPEP de granos
Publicado en el suplemento ECO de TIEMPO ARGENTINO el 13 de Marzo de 2011
Por Federico Bernal
Publicado en el suplemento ECO de TIEMPO ARGENTINO el 13 de Marzo de 2011
Por Federico Bernal
Director del Clicet.
La experiencia histórica acerca un ejemplo contundente: la batalla que los países productores de petróleo del Tercer Mundo libraron para regular su recurso estratégico recuperándolo de las garras de las multinacionales.
El alza en el precio internacional de los alimentos no es ninguna novedad. En realidad, y tal como acertadamente nos señala el ex consultor y asesor de la FAO y de la ONU, el australiano Philip McMichael (miembro además de La Vía Campesina, movimiento que nuclea a más de 148 organizaciones de campesinos y agricultores familiares en 69 países) la suba de precios de los alimentos es una consecuencia directa de la crisis alimentaria global, a su vez, consecuencia del deplorable estado del sistema capitalista a lo largo y a lo ancho del planeta. La inflación internacional de los alimentos de 2007-2008 –casi simultánea a la explosión de la crisis financiera en los Estados Unidos– afecta a miles de millones de almas. ¿Pero es realmente el incremento de los precios el causante de la hambruna generalizada? El orden alimentario mundial vigente y, dentro suyo, el modelo agrícola impuesto por la globalización neoliberal deben ser extirpados de una buena vez. Y el momento para hacerlo no puede ser más oportuno. El equilibrio entre naciones desarrolladas o semi-desarrolladas de la periferia y las naciones del centro debe aprovecharse también en este sentido. Hace pocas semanas, nuestro país se opuso con razón a la posición europea de fijar precios máximos a los alimentos, centrando el eje de la problemática en la financierización del sector. Ahora bien, y visto el poder y peso específico que la Argentina viene logrando en el concierto internacional, más aún cuando de lo que se habla es de producción-exportación de alimentos: ¿acaso nuestra voz y accionar debe limitarse a discutir sobre precios, o inclusive, a poner el acento en la especulación financiera? O por el contrario, ¿no debiera ir por mucho más, instaurando junto a economías emergentes como Brasil, China y otras, el debate para un cambio de época en materia agraria a nivel global, esto es, sentar las bases de un nuevo orden alimentario mundial? Y lo que es más trascendente aún: ¿puede utilizarse la crisis de los alimentos como una herramienta más a la hora de resolver la cuestión nacional en la Argentina?
CAUSAS DE LA CRISIS ALIMENTARIA.
Según el investigador McMichael, tres son las causas estructurales de la crisis por la que hoy atraviesan las materias primas alimentarias: 1) la financierización de las economías, que ha convertido a la agricultura en un activo más y a los alimentos en simples commodities; 2) la expansión de las políticas económicas privatizadoras en el sector agrícola a nivel mundial, políticas que engendraron los conflictos sociales y económicos vinculados con los alimentos en buena parte de la periferia sur; y 3) la creciente interrelación entre los precios de los alimentos y los precios de la energía, que como nunca antes han comenzado a moverse en tándem. Queda claro entonces que esta situación crítica que afecta a alrededor de mil millones de seres humanos (en especial mujeres, según la misma FAO), que ha desvirtuado el rol de la agricultura, que consolida el poder de las multinacionales de los agro-negocios y que perjudica fuertemente al medio ambiente, continuará. En palabras del especialista australiano: “Mientras el sistema alimentario mundial siga siendo monopolizado por las corporaciones financieras y las grandes compañías de los agro-negocios, incapaces de distinguir entre biocombustibles, petróleo y sus derivados, software o agricultura, la crisis no terminará”. Para McMichael existe además otra cuestión de alta peligrosidad: “Este nefasto sistema ha colocado al pequeño productor (y al agricultor familiar) como un eslabón más de la cadena de valor, de su cadena de valor. Es decir: son para el sistema meros compradores de sus fertilizantes, pesticidas, semillas y, por supuesto, productos alimentarios elaborados por estas grandes firmas”.
GANADORES Y PERDEDORES DEL ORDEN AGRARIO MUNDIAL.
Entre los primeros se ubican las élites económicas y políticas del Primer Mundo, junto a los sectores socioeconómicos más reaccionarios de los países del Tercer Mundo, estos últimos vinculados a la supervivencia de una economía local de tipo semicolonial. Entre los segundos, los países de la periferia: sudeste y sur asiático, África, Europa del Este y América Latina. El caso africano resulta emblemático. Este continente es en la actualidad un importador neto de alimentos (importa un 25% de lo que consume), y no porque no los pueda producir. Todo lo contrario. Veamos más en detalle. En Kenia y durante las últimas décadas –agudizada desde 2000 a esta parte– la producción de sus cultivos tradicionales ligados a su seguridad y soberanía alimentaria (sorgo y cereales) disminuyó drásticamente a expensas de cultivos no tradicionales con mero destino de exportación (té y hortalizas destinadas en un 90% al Reino Unido). Ocurre que las multinacionales de los agro-negocios, los fondos de inversión y los especuladores en general apuestan a la agricultura, en Kenia, en África como en el resto de la periferia. La Organización Mundial del Comercio se dicta por los postulados de Cargill: “Existe una falsa interpretación sobre las necesidades agrícolas de los países en vías de desarrollo. Su agricultura no debe estar al servicio del consumo local. Esto es un error. Los países deben producir lo que producen mejor… y comercializarlo” (Corporate Watch Nº7 – Cargill. 2001). Si bien la referencia es antigua, estas palabras de uno de los CEOs de Cargill más influyentes y poderosos de los últimos tiempos ilustran crudamente el centro de la problemática. Las reglas vigentes de la OMC (surgidas hasta hace poco de un G-20 omnipotente) son testigos no sólo del triunfo de este pensamiento y accionar, sino también de su profundización.
HACIA UNA SALIDA REVOLUCIONARIA.
En la última reunión del G20, la Argentina junto a otras economías emergentes, logró rechazar la fijación de precios máximos a los alimentos. Pero lo que la Argentina (el Estado argentino) debe intentar lograr es regular –junto a otros grandes productores y exportadores de la periferia– los precios internacionales, la producción, la comercialización, los insumos y las cadenas de valor de los alimentos y cultivos que ella misma exporta, así como también y fundamentalmente la renta que de ellos deviene. La situación amerita una solución revolucionaria, tanto en el orden local, como regional (Unasur) e internacional. Y nuestro país –en sintonía con sus socios estratégicos– está en condiciones de avanzar por este camino. En este sentido, la experiencia histórica acerca un ejemplo claro y contundente: la batalla que los países productores de petróleo del Tercer Mundo libraron a partir de 1950 (y siguen librando) para hacerse y regular su recurso estratégico (y la renta por él generada) recuperándolo o preservándolo de las garras de las multinacionales petroleras. En estos países, la soberanía petrolera está íntimamente vinculada a su soberanía económica y a la justicia social, de igual forma que la nuestra está fusionada con la cuestión agraria. Razones de espacio impiden proseguir con este análisis, desde ya reservado y prometido para la segunda parte de esta nota. Entonces: ¿por qué no pensar en una OPEP de Granos? Se enterará el lector que, lejos de ser una extravagancia de quien escribe tal iniciativa, supo alguna vez ser una propuesta más que seria e internacionalmente debatida. Y no sólo eso. Cuando fue presentada a la Argentina, la Sociedad Rural y la Federación Agraria la rechazaron de cuajo. Asimismo, ¿por qué no pensar en una Empresa Multiestatal Unasurina de Alimentos, con eje en la Argentina, que represente igual espíritu y se proponga iguales objetivos que el Banco del Sur, Petrosur o el Consejo de Defensa Sudamericano? A pensar.
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/una-salida-revolucionaria-los-ordenes-agrarios-mundial-y-nacional-parte-1
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