Miradas al Sur. Año 3. Edición número 149. Domingo 27 de marzo de 2011 Por Gabriel Bencivengo gbencivengo@miradasalsur.com
Todos contra todos. Los precandidatos presidenciales del arco anti-K agudizan sus diferencias al compás de la campaña electoral.
(La foto que se encuentra arriba es de TELAM) La UCR, el Pro y el PJ Federal apuran una estrategia para forzar un ballottage El triunfo del Frente para la Victoria en Catamarca y el fiasco electoral de Mario Das Neves en Chubut sumaron una nueva cuota de incertidumbre en una oposición que, sin proyecto político propio, y más diferencias que objetivos comunes, no alcanza a definir su rumbo. Hoy, sea en público o en privado, diversos referentes del PJ Federal, la UCR y el PRO admiten que sus críticas no alcanzan a mellar las posibilidades electorales de un Gobierno Nacional al que varias encuestas dan ganando en primera vuelta.
Enfrascados en revisar sus respectivas estrategias, los diversos sectores anti K intentan apurar definiciones que les permitan arribar a la presidencial de octubre con la esperanza de forzar una segunda vuelta electoral.
“Hay que rediscutirlo todo, porque se acabó el tiempo”, se sinceró el precandidato presidencial del PJ Federal Felipe Solá con relación a la preinterna que busca concretar Eduardo Duhalde.
No menos explícito sobre el estado de ánimo que reina entre sus correligionarios fue el jefe del bloque de senadores radicales: “Hay gente que entró en pánico y plantea cualquier cosa”, reconoció Gerardo Morales ante el planteo que alientan el vicepresidente Julio Cobos y, de manera solapada, Ernesto Sanz, dos de los que aspiran a suspender la interna radical del 14 de agosto, donde Ricardo Alfonsín aparece como el candidato mejor posicionado.
Tampoco el PRO, sumido en las ya clásicas dudas de su principal referente, parece encontrar un norte que, al menos desde lo formal, sea capaz de enmascarar la dura interna que mantienen Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta para suceder a Mauricio Macri en la Jefatura del Gobierno porteño.
La interna –según reconocen por lo bajo los seguidores de Michetti– se alimenta, en buena medida, de las cavilaciones de Macri, quien –pese a los reclamos de su potencial aliado Francisco de Narvez– no termina de anunciar con todas las letras su decisión de competir en la arena nacional. Para peor, ni siquiera la reunión que mantuvieron Macri y De Narváez el miércoles pasado en Barrio Parque sirvió para disipar las mutuas desconfianzas.
El desconcierto federal.
Sea cual fuere el resultado final del escrutinio, el duro traspié político que sufrió Das Neves en su propio territorio frente al candidato a gobernador del FpV Carlos Eliceche no sólo determinó su decisión de bajarse de la interna del PJ Federal. También obró como una señal de alerta para Solá.
Además de quitarle el cuerpo a la preinterna que alienta Duhalde, Solá apura por estas horas la consolidación de un espacio propio con la idea de preservarse frente a una ola de votos kirchneristas.
Mientras tanto, urgió a sus aliados duhaldistas por definiciones. Su argumento es simple: el FpV está en campaña y, a sólo tres meses de la constitución de las listas, las demoras favorecen las posibilidades del oficialismo.
“Si no hay margen para que nos sentemos a discutirlo todo, entonces estaremos equivocados en cuanto a estar en este lugar”, advirtió Solá.
Las decisiones de Das Neves y Solá terminaron por desdibujar la poco atractiva interna regional y escalonada que el ex caudillo de Lomas de Zamora pergeñó con la intención de instalarse en el ámbito nacional y que sostendrá con el puntano Alberto Rodríguez Saá.
En diálogo con Miradas al Sur, referentes del PJ Federal señalaron que “las deserciones no ayudan a darle volumen político a los comicios” y “atentan contra la movilización del aparato”. En la misma línea argumental, analizaron la afirmación de Rodríguez Saá, quien evaluó que de perder con Duhalde dejaría la arena nacional para recluirse en su provincia.
En las filas de Solá van más allá y estiman que la interna entre el puntano y el bonaerense no alumbrará ningún candidato con posibilidad de pelear mano a mano con el kirchnerismo.
Las dudas de Macri.
Sometido a una fuerte presión interna y externa, Macri prometió definiciones en el curso de la semana. Según le anticipó a su posible socio electoral, el viernes próximo a más tardar fijará la fecha de las elecciones para jefe de Gobierno en la Ciudad.
Los proyectos que baraja son dos. Una posibilidad es el 26 de junio. La otra, el 7 o el 28 de agosto. En cualquier caso, en su entorno subrayan la necesidad de reducir al mínimo una posible nacionalización de la elección porteña. En pocas palabras: la quieren bien alejada de la nacional. En los hechos, temen que Cristina Kirchner comience a caminar el distrito.
Macri, en cambio, cree que la imagen presidencial llegó a su máximo y que comenzará a caer con el correr de las semanas. Asegura, además, que la mala elección de Das Neves en Chubut y la derrota radical en Catamarca lo posicionan como el único candidato con chances de juntar el voto anti K.
Cualquiera sea la decisión de Macri, en las filas del PRO reconocen que las negociaciones con De Narváez seguirán estancadas hasta que el macrismo no defina las candidaturas a cargos legislativos para los distritos porteños y bonaerense.
La indefinición, en los hechos, colisiona con la posibilidad de tender puentes hacia el PJ Federal. El espacio, en el imaginario macrista, le aportaría estructura a escala nacional a la candidatura presidencial de Macri. Una teoría que no despierta entusiasmo en las filas de Michetti y que ven como “un mal necesario” en las huestes de Rodríguez Larreta, quien da por descontado que sucederá a Macri al frente de la administración porteña con el apoyo de sus colegas del gabinete y de los legisladores del bloque macrista de la ciudad.
La interna sin fin.
También el panorama del radicalismo exhibe tironeos y discordias que trascienden la habitual vocación internista del partido.
Al igual que en el PJ Federal, la piedra de la discordia es la preinterna planteada y defendida con uñas y dientes por Alfonsín para el 30 de abril próximo. Sus allegados, en especial tras el triunfo en los comicios partidarios del distrito bonaerense, estiman que se impondrá “con holgura” ante el mendocino Sanz.
Morales, uno de los principales operadores del Movimiento de Renovación Nacional que lidera Alfonsín, no dudó en disparar contra Cobos. “Está buscando debilitar la convocatoria”, soltó el senador. La desconfianza se hace extensiva a Sanz.
En los hechos, no descartan que el mendocino juegue la carta del abandono para presentarse, directamente, en las primarias abiertas y obligatorias.
En las filas de Alfonsín temen que una suspensión para definir la candidatura presidencial resulte en un avance de los grupos que responden a Enrique Nosiglia. Estiman que los operadores de Cobos y Sanz procuran ganar en la mesa de negociación lo que –según pronostican– les negarán las urnas partidarias. Además, sugieren que el resultado de una negociación podría terminar como en el distrito porteño, donde el consenso entre las diferentes líneas internas arrojó como ganador al nosiglismo, que colocó a Hernán Rossi al frente del Comité Capital y a tres referentes del sector en los primeros lugares de la boleta para legisladores porteños. Resultado al margen, los aliados de Cobos y Sanz insisten en que “el radicalismo no está para internas” y que la convocatoria resultará en un “ejercicio desgastante”.
Los hechos mandan.
El triunfo del FpV en Catamarca y el pobre resultado de Das Neves en Chubut dejaron en el heterogéneo arco opositor una conclusión compartida: la recuperación de la imagen presidencial está lejos de constituirse en un mero efecto del deceso de Néstor Kirchner. La identificación del electorado nacional con la gestión de Cristina Kirchner, ratificada por la mayoría de las encuestadoras, es un hecho de la realidad.
No es extraño que Cobos, Sanz y Solá aboguen por la suspensión de las preinternas, o que De Narváez apure a Macri por definiciones.
El tiempo corre y está a favor del Gobierno Nacional que, encolumnado detrás de un proyecto exitoso, hace cada vez más evidentes las diferencias de una oposición fragmentada y carente de propuestas.
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