ISRAEL ADRIAN CAETANO Y SU DOCUMENTAL SOBRE NESTOR KIRCHNER
El cineasta asegura que aceptó el encargo porque le interesa abordar la figura del ex presidente. “No quiero hacer una película biográfica, tampoco partidaria ni excluyente. Mi mirada como independiente puede llegar a aportarle muchísimo al proyecto”, afirma.
Por Oscar Ranzani, para "Página 12".
El fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner motivó una serie de homenajes que abarcaron no sólo el terreno político sino también el campo cultural. Ahora, el cine nacional rendirá un tributo a su vida y a su obra política mediante un documental. Y el encargado será el cineasta Israel Adrián Caetano quien, si bien es uruguayo, es también un nombre ineludible cuando se menciona el Nuevo Cine Argentino. Director de películas que hicieron historia como Pizza, birra, faso y Crónica de una fuga, Caetano recibió la propuesta hace unos quince días. “La idea no vino de mi parte sino que me convocaron. Yo soy ya un asalariado del cine. Son más las veces que me han convocado que las que encaré cosas propias”, confiesa el director, jugando con la ironía. Y cuenta que primero se comunicó con él la presidenta del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales (Incaa), Liliana Mazure, quien le preguntó si aceptaba que ella lo sugiriera como probable director para una probable película. Caetano recuerda que, en ese momento, Mazure no le dijo de qué se trataba. “Y yo le dije que sí, que estaba encantado y le agradecí por haber pensado en mí.”
El proyecto es muy fresco y el guión estará a cargo del filósofo Ricardo Forster y el periodista Carlos Polimeni. Y también está participando del proyecto Florencia Kirchner, la hija de la Presidenta y del ex presidente. Caetano comenta que Florencia lo está ayudando “de una manera muy activa, con el compromiso casi a diario”. “La veo casi a diario también. Me está ayudando muchísimo con la recolección de imágenes, pero es también una instancia en la cual todos estamos un poco en eso. Estamos todos ahora recolectando imágenes.”
El proyecto es muy fresco y el guión estará a cargo del filósofo Ricardo Forster y el periodista Carlos Polimeni. Y también está participando del proyecto Florencia Kirchner, la hija de la Presidenta y del ex presidente. Caetano comenta que Florencia lo está ayudando “de una manera muy activa, con el compromiso casi a diario”. “La veo casi a diario también. Me está ayudando muchísimo con la recolección de imágenes, pero es también una instancia en la cual todos estamos un poco en eso. Estamos todos ahora recolectando imágenes.”
–¿Qué lo motivó a formar parte del proyecto?
–Primero, hacer un largometraje documental, algo que nunca había hecho. Y hacer una película. Es como si uno fuera futbolista y lo llaman para jugar en un club. Uno va a decir que sí y después va a ver cuáles son las condiciones. Y en cuanto a razones políticas, bueno, soy un bicho político, me interesa mucho la política, me interesa abordar un tema político. Y por otro lado, la figura de Néstor me parece algo muy atractivo para poder abordar. La verdad es que de los políticos que pude conocer en vida, aunque no personalmente, el loco me parece el más interesante.
–Hay que tener en cuenta que se trata de un proyecto que tendrá carácter histórico. ¿Lo toma como un desafío como cineasta o como una película más?
–Todas las películas me las tomo como un trabajo, en el mejor sentido de la palabra “trabajo”. Y ninguna película es una más. Todas las que hago son diferentes y por obligación tengo que abordarlas con el caso particular que cada una amerita. En éste, lo primero que hice fue empezar a ponerme límites. Y me costó unos cuantos días la idea acerca de por dónde encararla. No me interesaba hacer una película biográfica, tampoco partidaria ni excluyente. Mi mirada como independiente puede llegar a aportarle muchísimo a la película. Y lo mejor que puedo hacer es mantener ese espacio independiente a la hora de mirar la figura de Kirchner y de su obra política. Quiero contar su vida política desde que yo la conocí. Ya sé cómo será el comienzo de la película, pero aún no tengo el final. Obviamente, para mí el fin no es la muerte de él, no tengo ganas de caer en esa necrofilia muy argenta, muy nuestra, de que todo termina con la muerte. No tengo ganas de que la película termine ahí, así que estoy buscándole el final y el punto más interesante para poder cerrarla. Pero no me interesa usar ningún tipo de testimonio, nada registrado post mortem, ni grabar ni filmar nada, sino hacer una película con lo que hay: investigar, buscar, encontrar. El otro día alguien se me acercó con una entrevista que le había hecho para un canal de cable en el 2000, antes de que todo se fuera al demonio. Tengo ganas de contar con imágenes que nunca se vieron y con algunos discursos que escuchamos pero a los cuales no les prestamos atención debidamente, porque los discursos proselitistas o políticos son tan extensos que, a veces, uno termina aburriéndose o no prestando atención concretamente. Y con eso, la idea es que él se explique en sus propias palabras y sus imágenes. O sea, articular eso para poder contar algo con una estructura dramática que funcione, pero que cuente él mismo. No quiero contar solamente que era un tipo que caminaba por la calle y que hablaba con la gente sino también que era un estratega político. Y, a través de él, se puede contar algo mucho más interesante que es la Argentina. Gobernar la Argentina no es sencillo; es más fácil salir a venderla y rematarla como hizo el Turco que gobernarla.
–¿Por qué prefiere no contar con entrevistados?
–Porque quiero guardar la mayor objetividad posible. Y aparte, también hay algo que es inevitable: hoy por hoy, todos los entrevistados estarían hablando de una persona que ya no está. Entonces, hay como una precaución y un respeto que en la objetividad en que quiero narrar no me serviría. Me parece mucho más interesante hablar de él en vida y con testimonios de él en vida.
–¿La definiría como una película política?
–Sí, en general todas mis películas son un poco políticas. Este es un documental político de movida y el gran desafío es convertirlo en una historia. Intentaré universalizar el relato para que no sea algo que solamente podamos ver en la Argentina y comprenderlo solamente nosotros, sino que sea la figura de un tipo que agarró un país deshecho para poder sacarlo a flote haciendo malabares, alianzas a veces no tan gratas pero inevitables. Así también ha sido su vida política: alianzas con gente que después se le dio vuelta, alianzas con gente que le fue coyuntural y útil para pasar a un momento de la historia argentina. Pero eso es la política acá, en Cuba, Rusia, Brasil y en Uruguay. La política es tratar de ver cómo se gobierna de la mejor manera posible.
–¿Y tiene pensado hablar con la Presidenta sobre el proyecto?
–Viajo la semana próxima al Sur, y espero que ella pueda y que también tenga interés. Me parece que es una pieza fundamental, principalmente porque tengo ganas de contarle de qué va. Y puede llegar a orientarme un montón acerca de cómo son las cuestiones políticas acá y de lo difícil que es manejar un país.
–¿Qué aspectos de la vida de Kirchner cree que sí o sí deben resaltarse en el film?
–Me parece que el loco era un trabajador de la política, obsesivo. Era como la antítesis de lo que nosotros veníamos concibiendo como un presidente. Cero frivolidad. Tengo esa imagen. Yo estaba muy desvinculado de la política hasta hace casi menos de un año. Mire lo que le digo. Y tenía la imagen de los políticos juntándose con gente para jugar al golf, corriendo en Ferraris, boludeando, inaugurando y diciendo estupideces. La imagen que tengo de él, por lo que recuerdo, es la de un tipo totalmente activo todo el tiempo, yendo y viniendo, dando discursos, peleándose. Una actitud belicosa que a veces puede entenderse como rebelde y a veces como belicosa a secas. Todo ese costado políticamente incorrecto y de ir al choque es algo que a mí me gusta mucho de su parte. Siempre se le reclamó que iba al choque todo el tiempo, pero es algo que a mí me atrae mucho. No estoy haciendo un juicio de valor político ni moral. Pero me atrae mucho un tipo que está peleando y laburando todo el tiempo.
–¿A qué tipo de espectador va a apuntar el documental?
–No sé, creo que a cualquiera que tenga ganas de ver un documental. Seguro que va a haber un sector de la sociedad que tiene prejuicios enormes, tan corto de vista como para no ver el documental. Honestamente, me considero más de la izquierda que de la derecha, pero si mañana alguien hace un documental de Bush, por decirle algo, iría a verlo. La idea es que sea una película documental y dista muchísimo de mí hacer un panfleto o una película obsecuente. La verdad es que podrían haber llamado a muchísima otra gente y no a mí para eso.
–Los grandes medios se dedicaron a atacar y a denostar a los artistas que coinciden ideológicamente con el Gobierno, como si eso fuera inmoral. Si bien usted siempre tuvo una postura independiente, ¿cree que puede pasar algo similar en su caso? ¿Es algo que le preocupa?
–No, no me preocupa. Preocuparme, cero. Diría que me chupa un huevo lo que piensen los demás sobre eso. Veo que los medios de comunicación se han convertido en algo tan previsible que lo más probable es que suceda eso que usted menciona. Pero la verdad es que nunca fui a ningún acto del Gobierno. No tengo tiempo ni ganas, me da fiaca. Soy un tipo muy fóbico con respecto a las multitudes. Sí he militado de joven y he ido a marchas. Por ejemplo, marcho cada 24 de marzo. Es una actitud política. Creo que debería marchar mucha más gente en esa fecha. A veces hay cierta obsecuencia con el poder de parte de algunos artistas que me da un poco de vergüenza ajena. Pero, bueno, no creo que sea inmoral que alguien esté de acuerdo con el Gobierno. No me parece para nada. Clint Eastwood es un chupamedias de los republicanos y nadie que hace críticas de cine acerca de sus películas menciona eso.
–Por otro lado, ¿qué hubiera sido de la resistencia cultural a la dictadura si no hubiera habido artistas politizados, no?
–Sí, eso es verdad. Lo que pasa es que algo de real hay: estar cercano al poder (y no me refiero al gobierno) no necesariamente es algo muy productivo para un artista. Se puede estar cerca del gobierno y mantener una actitud rebelde, eso también es cierto. Pero esa polarización que hasta hace un tiempo yo pensaba que venía solamente del Gobierno, ahora veo que en realidad no es así, porque la verdad es que mí el Gobierno me llama y soy una persona que nunca salió a tirarle flores al Gobierno ni tampoco a tirarle basura. Los dos productores me dijeron que me estaban llamando porque soy un director de cine. Nada más. No me dijeron: “Che, vas a tener que estar en los actos, venir acá, vas a tener que poner la trucha acá”. Me parece que la gente que hace eso va por voluntad propia. No sufrí ningún tipo de extorsión ni mucho menos y sigo diciendo lo que pienso. Nunca me bajaron línea sobre lo que tengo que decir. La verdad es que estoy trabajando, por ahora –espero que así se mantenga y creo que así va a ser–, en un ámbito de mucha libertad. Y me parece que es la mejor manera de trabajar, porque también van a enterarse si no es así.
–¿Cómo le pegó la muerte de Kirchner?
–Lo que me pasaba con el Gobierno hasta ese momento era que me parecía que había muchas cosas que estaban en el debe y muchas en el haber. Cuando falleció este loco, la verdad es que me pegó. Se ve que había algo adentro que me estaba pasando. No estuvo bueno. La verdad es que no me pegó nada bien. Más de algún perejil debe haber salido a festejar. Yo no festejo, en general, la ausencia de nadie. Pero me pareció raro y dije: “Uy, ¿y ahora qué mierda va a pasar?”. Gracias a Dios pasó como el síndrome Cuba: todo el mundo dice que el día que Fidel se muera se va a caer Cuba, y Fidel, pobre, está más muerto que vivo y Cuba sigue ahí. Y entonces me di cuenta también de que lo construido era tan sólido que, políticamente hablando, este tipo había hecho bien las cosas.
–¿Qué coincidencias ideológicas y políticas tuvo con el gobierno de Néstor Kirchner?
–Tengo una familia en la que son todos laburantes. Mi viejo y mi hermano laburan en una fábrica, en relación de dependencia. Mi vieja labura como empleada doméstica. Y yo soy cineasta. O sea, si hay un tipo que está descolgado de la realidad de los trabajadores soy yo. Soy un tipo independiente, laburo por mi cuenta, soy yo mismo una empresa. Entonces, mis viejos y mis hermanos me cuentan que las cosas están mejor y que hay más trabajo. Me parece que este Gobierno, en un punto, debe gobernar para los trabajadores y los pobres, que son los que menos voz tienen en este país. Cuando uno escucha hablar a la clase media, que es la clase de la que yo más desconfío, realmente no es parámetro. O sea que me parece que si mi vieja y mi hermano, que son laburantes, dicen que hay logros de este Gobierno, yo les creo.
–¿Y cuál cree usted que fue la principal medida, la más destacada de las que impulsó Néstor Kirchner?
–La ley de medios, no me cabe ninguna. Desgraciadamente, todavía no se termina de implementar. También el tema de los derechos humanos. Hubo un montón de cosas que uno se había acostumbrado a olvidar.
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