Historia del peronismo
Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 18 de Marzo de 2011
Por Roberto Bongiorno
Por Roberto Bongiorno
Escritor.
Autor de "Tiza y carbón".
Después del golpe militar del 16 de septiembre de 1955 que depone al presidente Perón, el justicialismo proscripto vive su hora más negra pero también la más heroica: la denominada Resistencia.
“Ni debajo del agua voy a aflojar, como no aflojó él tampoco... nunca.”Cristina
Fernández de Kirchner 17 de noviembre de 2010 – Curuzú Cuatiá.
En entregas anteriores decía que el peronismo tiene su gestación, su fecha de nacimiento, y un desarrollo que dura hasta nuestros días. Por consiguiente, tiene sus principios y una doctrina para llevarlos adelante con componentes muy fuertes anclados en lo social, lo económico, lo político y lo cultural, entre otros aspectos.Precisamente quiero hacer hincapié en estos dos últimos para darle forma a un espacio que ronda permanentemente la memoria popular y es un aspecto político de orgullo: la Resistencia, y como soporte de ello usar esa veta de la cultura que deja en la Historia su huella, que a veces se torna más importante que el propio camino como pasa con las anécdotas. El Día del Renunciamiento establecido el 22 de agosto de 1951, se constituyó en una de las fechas claves de la liturgia justicialista. Después del golpe militar del 16 de septiembre de 1955 que depone al presidente Perón, pero más aun después del golpe palaciego contra el presidente de facto Eduardo Lonardi con que los sectores más duros del antiperonismo llevan al poder a Pedro E. Aramburu y al almirante Isaac Rojas, el justicialismo proscripto vive su hora más negra pero también la más heroica: la denominada Resistencia. Si nos guiamos por el caudal electoral con que contaba el peronismo antes de ser desalojado del gobierno en 1955, más de la mitad de los argentinos habían perdido el derecho constitucional a votar y expresarse. Una feroz política represiva y de persecusión ideológica –semejante a la campaña de ‘desnazificación’ ejecutada por los aliados en la Alemania derrotada en 1945, como si la Argentina fuera un país enemigo ocupado– se desencadenó en el país. Entonces el rumor, la anécdota incierta, el volante artesanal, la tiza, el carbón y el explosivo casero, fueron las formas de lucha que adoptó un pueblo amordazado. Es más; hay un país dentro de otro. Con sus códigos y medios de comunicación; con su proyecto de Nación y una vasta comunidad que resiste al país formal, sostenido por las bayonetas. Los diarios del sistema no son confiables, entonces se busca información en publicaciones artesanales y panfletos; pero sobre todo en esa formidable red integrada por cientos de miles de propaladores que arriman la noticia considerada veraz. Allí la anécdota cumple un papel clave.Es así que llegan hasta nuestros días historias y hechos que en forma de anécdota nos cuentan las vicisitudes de quienes se le animaron a los proscriptores, tal el caso de Julio Morresi que narra “Cuando vino el golpe sufrimos muchísimo, yo ya tenía 25 años, y todo ese odio que sentíamos por la oligarquía vacuna, como le decíamos en ese entonces, lo capitalizábamos para militar cada vez más. Y acá no había ningún capo que quisiera hacer algo, no, militábamos por militar, la militancia pura. Nos reuníamos en Chiclana y Urquiza, y alguien decía ‘che, hoy salimos a pintar’, y salíamos. Y después comenzó el ‘Luche y vuelve’. En aquella época, las organizaciones católicas salían a escribir la cruz y la V. ‘Cristo vence’. Y siempre en el barrio aparecía uno que decía ‘che, los gorilas están pintando’, y entonces íbamos con un tachito de pintura y donde estaba la cruz le hacíamos la P, entonces quedaba ‘Perón vuelve’ , o ‘Perón vence’: una vez se avivaron que íbamos atrás, y como eran estos gorilas de guita, todos estos nenes bien, venían en auto y se ve que se adelantaron y les avisaron a los que estaban pintando y nos esperaron, eran como treinta, y nosotros diez o doce. Pero con nosotros estaban el Gato y Tobi, dos hermanos que tenían un físico bárbaro, eran unos toros, y agarraron el tacho de pintura y se lo dieron vuelta en la cabeza a uno de estos, que empezó a llorar y decía ‘Y ahora qué le digo a mi mamá’ y se armó una de piñas hasta que uno de los que estaban en el auto sacó un fierro, y salimos de raje.” Como se puede ver, la épica y la inconciencia se juntan detrás de una fuerte sensación de impotencia. Otros fueron perseguidos por su compromiso con la causa como lo cuenta Pablo Hernández en Compañeros: “Es el 24 de octubre del ’55, también, cuando es detenido Hugo del Carril. La orden la dio el almirante Isaac Rojas, titular de una Comisión Nacional de Investigaciones: ‘Fue tremendo’, recuerda Hugo del Carril, ‘entraron a mi casa comandos civiles y rompieron todo’. En la prisión de la calle Las Heras, la misma en la que había sido fusilado en junio Juan José Valle, fue alojado el cantor que no cesó, pese a todo, sus interpretaciones: todos los días, animando a sus compañeros de presidio y reafirmando sus convicciones, cantaba tras las rejas la marcha cuya versión había inmortalizado al grabarla, en 1949, acompañado por la orquesta y el coro del Teatro Colón.” En igual sentido, es lo sufrido por la actriz Fanny Navarro, en esto se demuestra no solamente el ensañamiento de los proscriptores, sino también el otro aspecto, la ebullición subyacente de quienes eran resistentes quizá sin saberlo, así lo deja entrever el siguiente hecho: “Lo relatado, terrible en su macabra espectacularidad, era sólo un engranaje más en la aceitada maquinaria de destrucción que incluyó desde prohibiciones hasta el ‘ninguneo’ de los medios periodísticos. Fanny Navarro, quien resistió con enorme dignidad la despiadada persecución, tuvo en esos años, sin embargo, algunos momentos de felicidad. En su reaparición teatral, escondida tras su caracterización de payaso, fue sorprendida por una interminable ovación cuando el público la descubrió al escuchar su voz. En plena Resistencia, además, los integrantes de la Juventud Peronista la esperaban a la salida del teatro para vitorear su nombre.” Con un tono más jocoso, pero no por ello menos incisivo, es el recuerdo que hace María Eva Rearte de su padre, durante la época de resistente. Pero en esa vida agitada, en la militancia popular, en la clandestinidad y en la cárcel, Eva Rearte recuerda también a la persona que era su padre. “Siempre nos explicó todo lo que hacía y por qué y además nos hacía partícipes, a su manera, un poco cómo era la lucha de esos primeros años de la Resistencia, en plena prohibición del peronismo y sus símbolos. Me acuerdo cuando yo era chiquita; él me decía ‘Eva salí corriendo’ y cuando yo me alejaba empezaba a gritar a todo pulmón ‘¡Evita! ¡Evita!’, la gente se horrorizaba y él lo gozaba porque estaba llamando a su hija.” Otra vez en pleno San Justo, iban en un colectivo. Rearte le pedía a Eva que cantara la Marcha Peronista y cuando se armaba el revuelo, la sacaba por la ventanilla porque afuera ya había otro compañero para recibirla.Como colofón de este puñado de anécdotas que de una forma u otra destacan las vicisitudes de los compañeros en la época de la Resistencia y que queda más que marcada por lo que narra Manuel Gallardo, uno de los seis detenidos con condena desde la caída del general hasta la asunción de Arturo Illia, “Estaba preso con Diego Miranda, otro compañero, y él se escapó porque había muerto un familiar; lo dejaron salir custodiado y la hermana, que era muy linda, entretuvo al guardia. Cuando salí nos juntamos en una plaza de Villa Elisa, nos miramos y dijimos:’ ¿Qué hacemos? Volvamos a resistir…’.” Así transcurrió la epopeya de La Resistencia; abonada por muchísimos relatos que daban sustento a la voluntad corroborando la justicia de esa lucha emprendida por hombres y mujeres que parafraseando al líder chino Mao Tsé Tung, se movían “... en el seno del pueblo como el pez en el agua.”
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/resistencia-una-forma-de-lucha
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