Aseguran que la suba de precios no debe ser abordada con recetas ortodoxas
Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 13 de Marzo de 2011
Por Federico Schmalen
Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 13 de Marzo de 2011
Por Federico Schmalen
Diferentes economistas atribuyen a la crisis internacional las
raíces de los aumentos en los alimentos. Coinciden en la existencia de medidas que aborden la problemática sin alterar el círculo virtuoso de consumo y producción.
"A nuevos problemas, nuevas soluciones”. Ese podría ser el refrán al que economistas consultados por Tiempo Argentino podrían recurrir para homogeneizar una respuesta en común a la suba de precios. Una alternativa a las tradicionales recetas monetaristas recomendadas para bajar la inflación a costa del consumo popular. Según coincidieron, el fenómeno reciente no responde a los estándares clásicos y tiene su raíz en aspectos irresueltos de la actual crisis financiera internacional.
ÁFRICA Y LOS EMERGENTES.
De hecho, la crisis que atraviesa el norte de África y el mundo árabe está signada por el malestar creciente en la región frente al incremento del precio de los alimentos. Por ese motivo, precisamente, el asunto se ha ganado un lugar destacado en el temario de la cumbre del G-20 realizada en París, donde los países emergentes y productores de materias primas, con la Argentina a la cabeza, lograron rechazar la fijación de precios máximos para los productos agrícolas, lo que hubiera afectado especialmente sus saldos comerciales y sus cuentas fiscales.
La tesis que guía el pensamiento dominante es el supuesto recalentamiento de las economías emergentes. Lo particular y novedoso de la situación es que el valor de los productos agrícolas y las materias primas a nivel internacional han sufrido una escalada que se explica a partir de la propia crisis mundial y la enorme emisión monetaria promovida por la Reserva Federal de los EE.UU. con el objetivo de rescatar su sistema bancario y parte sensible de su industria. Esos fondos, sin embargo, se han destinado a un nuevo ciclo de especulación financiera ahora asociado a un bien de consumo tan sensible como son los commodities agrícolas, disparando su precio. Esa misma emisión, a su vez, ha provocado una devaluación creciente de la divisa norteamericana que, claro, presiona a su turno sobre los precios internacionales medidos en monedas locales.
ORTODOXOS Y HETERODOXOS.
La tesis que guía el pensamiento dominante es el supuesto recalentamiento de las economías emergentes. Lo particular y novedoso de la situación es que el valor de los productos agrícolas y las materias primas a nivel internacional han sufrido una escalada que se explica a partir de la propia crisis mundial y la enorme emisión monetaria promovida por la Reserva Federal de los EE.UU. con el objetivo de rescatar su sistema bancario y parte sensible de su industria. Esos fondos, sin embargo, se han destinado a un nuevo ciclo de especulación financiera ahora asociado a un bien de consumo tan sensible como son los commodities agrícolas, disparando su precio. Esa misma emisión, a su vez, ha provocado una devaluación creciente de la divisa norteamericana que, claro, presiona a su turno sobre los precios internacionales medidos en monedas locales.
ORTODOXOS Y HETERODOXOS.
Este escenario se extiende a más de un país emergente y en particular a China donde la inflación está alcanzando un 5% anual. Como parte de la política para controlarla, el gobierno del PCCh acaba de recurrir a una receta de la ortodoxia tradicional, optando por subir su tasa de interés un 0,25% que, aunque parecezca marginal, tiene un impacto sensible si se toma en cuenta la envergadura y el crecimiento sostenido de la economía de ese país.
En recientes declaraciones al diario argentino Ámbito Financiero, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, cuestionó la viabilidad de este tipo de medidas ortodoxas para afrontar la suba de los precios de los alimentos. El economista descartó que una vía de salida para la presente etapa pase por los preceptos del Consenso de Washington aplicados una y otra vez por el FMI y cuyo común denominador es el de enfriar la economía a través de medidas de retracción del consumo. La concepción de fondo pasa por atribuir el proceso inflacionario a un exceso de demanda y un exceso de masa monetaria circulante. Por eso, las recetas clásicas apuntan a un ajuste fiscal, restricción monetaria, aumento de los encajes bancarios, suba de las tasas de interés o retracción del consumo (salarios).
Los economistas consultados por Tiempo, coincidieron en señalar que existen muchas variantes heterodoxas para controlar los precios, y que son aplicables en esta coyuntura en la medida en que la presión es de índole internacional y no resulado de la dinámica interna. A su turno, el vice ministro de economía Roberto Feletti descartó tomar medidas que alteren la política fiscal expansiva.
El propio Stiglitz señaló que “hay que ser creativos y pragmáticos” y deshechar las recetas tradicionales del FMI que “ya demostraron que van al fracaso”. En línea con ese argumento, el Nobel destacó la política desarrollada por Turquía que “en vez de subir la tasa de interés la bajó y aumentó las limitaciones al ingreso de capitales”.
Los economistas consultados por este diario coinciden en que, efectivamente, es posible y deseable tomar medidas no tradicionales para contener los niveles de precios que, aseguran, son el resultado de la especulación financiera internacional con los commodities, un fenómeno novedoso para la política económica local. Así, tal como dicen las columnas de opinión que ilustran esta nota, las variantes son muchas y combinables entre sí.
EL MITO DEL SALARIO.
En recientes declaraciones al diario argentino Ámbito Financiero, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, cuestionó la viabilidad de este tipo de medidas ortodoxas para afrontar la suba de los precios de los alimentos. El economista descartó que una vía de salida para la presente etapa pase por los preceptos del Consenso de Washington aplicados una y otra vez por el FMI y cuyo común denominador es el de enfriar la economía a través de medidas de retracción del consumo. La concepción de fondo pasa por atribuir el proceso inflacionario a un exceso de demanda y un exceso de masa monetaria circulante. Por eso, las recetas clásicas apuntan a un ajuste fiscal, restricción monetaria, aumento de los encajes bancarios, suba de las tasas de interés o retracción del consumo (salarios).
Los economistas consultados por Tiempo, coincidieron en señalar que existen muchas variantes heterodoxas para controlar los precios, y que son aplicables en esta coyuntura en la medida en que la presión es de índole internacional y no resulado de la dinámica interna. A su turno, el vice ministro de economía Roberto Feletti descartó tomar medidas que alteren la política fiscal expansiva.
El propio Stiglitz señaló que “hay que ser creativos y pragmáticos” y deshechar las recetas tradicionales del FMI que “ya demostraron que van al fracaso”. En línea con ese argumento, el Nobel destacó la política desarrollada por Turquía que “en vez de subir la tasa de interés la bajó y aumentó las limitaciones al ingreso de capitales”.
Los economistas consultados por este diario coinciden en que, efectivamente, es posible y deseable tomar medidas no tradicionales para contener los niveles de precios que, aseguran, son el resultado de la especulación financiera internacional con los commodities, un fenómeno novedoso para la política económica local. Así, tal como dicen las columnas de opinión que ilustran esta nota, las variantes son muchas y combinables entre sí.
EL MITO DEL SALARIO.
Los representantes empresariales atribuyen el aumento de precios a los reclamos salariales. Se trata de un embuste que ya fue despejado hace más de 150 años por uno de los fundadores de la economía política, David Ricardo. En su obra descartó la teoría de los “costos de producción” para establecer el valor de una mercancía que, demostró, emanaba de la cantidad de trabajo necesario. El salario y la ganancia, a su turno, distribuirían ese monto en función de una puja que no alteraría ese valor propio del producto. Se trata de una maniobra para ocultar la puja distributiva que los formadores de precios desenvuelven para contener los reclamos y conservar sus ganancias. El economista de AEDA, Esteban Kiper, señaló a este diario que es necesario “fijar alguna pauta de cómo se reparten las ganancias y las pérdidas en función de cómo evolucionan los precios de los commodities, coordinar la puja distributiva”, para eso, aclaró, “hace falta desarrollar más instrumentos de intervención pública”.
POLÍTICA TRIBUTARIA E INVERSIÓN.
POLÍTICA TRIBUTARIA E INVERSIÓN.
Otro abordaje sugerido por los heterodoxos es a través de la política impositiva. El ejemplo más célebre ha sido el de las retenciones agropecuarias que, más allá de su motivación recaudatoria, sirven como mecanismo para evitar que los precios internacionales se trasladen al mercado interno. En línea con esta política, el diputado de Nuevo Encuentro, Carlos Heller, propone gravar progresivamente la rentabilidad empresaria para poner un tope a los formadores de precios.
Otro factor que según la ortodoxia económica presiona sobre el nivel de precios, está asociado al uso de la capacidad instalada en la industria. Claro que, en su propuesta, el “cuello de botella” se resolvería deprimiendo el consumo cuando, en realidad, la salida puede ser hacia adelante sobre la base de impulsar la inversión productiva.
La necesidad de regular el ingreso de capitales a corto plazo es otro punto en la agenda heterodoxa capaz de controlar el recalentamiento especulativo sin necesidad de enfriar la economía real.
Son variantes para abordar un mismo fenómeno que demuestran, otra vez, que la economía no es una ciencia dura y admite matices y combinaciones que, en definitiva, expresan la relación entre los intereses existentes, en general, contrapuestos.
Otro factor que según la ortodoxia económica presiona sobre el nivel de precios, está asociado al uso de la capacidad instalada en la industria. Claro que, en su propuesta, el “cuello de botella” se resolvería deprimiendo el consumo cuando, en realidad, la salida puede ser hacia adelante sobre la base de impulsar la inversión productiva.
La necesidad de regular el ingreso de capitales a corto plazo es otro punto en la agenda heterodoxa capaz de controlar el recalentamiento especulativo sin necesidad de enfriar la economía real.
Son variantes para abordar un mismo fenómeno que demuestran, otra vez, que la economía no es una ciencia dura y admite matices y combinaciones que, en definitiva, expresan la relación entre los intereses existentes, en general, contrapuestos.
por Federico Schmalen, para "Tiempo Argentino".
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/aseguran-que-suba-de-precios-no-debe-ser-abordada-con-recetas-ortodoxas
NOTAS :
(1) : "Mirando hacia adentro" alteró el título original de la nota. Este era :
"Se puede resolver sin enfriar la economía
Aseguran que la suba de precios no debe ser abordada con recetas ortodoxas"
Aseguran que la suba de precios no debe ser abordada con recetas ortodoxas"
Nos pareció más claro unirlos en un sólo título, que pensamos no altera ni la letra ni el espíritu del título original.
A.C.
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