viernes, 18 de octubre de 2019
Yemen. La guerra que el mundo silenció, por Luz Marina López Espinoza (para "Kaos en la Red" del 16-10-19)
Por Luz Marina López Espinosa
En medio de singulares construcciones donde el alabastro y las coloridas vidrieras remiten al encanto y el misterio de las mil y una noches, Sana`a la ciudad a la que muchos entendidos consideran la más bella del mundo, declarada por la Unesco patrimonio de la humanidad, el visitante da de manos a boca con un paisaje ya no bucólico, sino de horror.
El hambre ensañada principalmente en miles de niños, el cólera, la falta de agua y de electricidad, las escuelas y los hospitales destruidos, son la nueva realidad de este inspirado trazado urbano. Muerte y destrucción traídas por las impiadosas bombas que un día sí y otro también caen sobre sus habitantes y continente por cuenta de una alianza del terror encabezada por Arabia Saudita y firmemente apoyada por Israel, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, y en general el Occidente “cristiano y civilizado”.
Lo anterior sin embargo, no fue óbice sino ocasión para que el presidente Donald Trump durante su visita a Riad en mayo del año 2017 felicitara al príncipe heredero saudí y de hecho gobernante Mohammed bin Salman –el mismo que impunemente ordenó descuartizar en Estambul al periodista opositor Kashogi –“por su campaña contra el terror”. ¿Qué hacemos si este es el mundo que en suerte nos tocó vivir?
Yemen vive una sangrienta y compleja guerra civil a raíz del derrocamiento del presidente Rabbuh Mansur –al-Hadi perteneciente a la rama Sunita del islam. Él, sus partidarios y leales, desde Aden la antigua capital de Yemen del Sur a donde huyó, apoyado por Arabia Saudita y las señaladas potencias, enfrentan a la poderosa guerrilla de los Hutis que se reclama poder, y se hizo al control de la capital Sana´a. Esta milicia, leal a un anterior presidente derrocado Ali Abdala Salé, y que desde el norte llegó a la capital controlando casi todo el país, es de la línea Chiita, la misma que gobierna Irán. Razón suficiente para ser combatida por esas naciones juradas enemigas del antiguo imperio persa desde que la Revolución Islámica derrocó en 1979 al Sha Reza Pavlevi obsecuente servidor de Estados Unidos e Israel. Esos países aliados del derrocado al-Hadi, sueñan con la destrucción de Irán, y ven –falsamente- en el predominio militar de los Hutís, la mano de este país. Coligen que esa supremacía fortalece a este Estado como poder regional. Y que las bombas sobre los barrios, hospitales y escuelas entre otros actos de barbarie, es el precio que deben pagar los yemenís por el mayoritario apoyo a esa guerrilla.
Ya era bastante trágico para ese legendario pueblo el hallarse en guerra civil. Pero esa tragedia se acrecentó tornándose catástrofe y genocidio, cuando el racismo anti islamista de Occidente, focalizado en el Islam Chiita el que adulteran identificándolo con “el terrorismo islámico” y este a su vez con las milicias de Hizbolá presentes en Líbano, Siria e Irak, les sirve de excusa para armar una coalición e intervenir en esa guerra. Esa filiación Chiita de los Hutís es entonces motivo para que la casa real de Arabia –Sunita-, que tiene por enemigos a sus hermanos de fe, encabece una alianza de dictaduras y monarquías árabes e inicie el 25 de marzo de 2015 la “Operación tormenta decisiva”. Una feroz campaña de bombardeos contra la guerrilla Hutí. ¿Objetivo y víctima principal? La población yemení porque los ataques van dirigidos a las ciudades e instalaciones civiles incluidos hospitales y escuelas ya que los agresores consideran que al estar bajo el control del adversario, son objetivo militar. Producto de ello, no hay agua ni electricidad, y el cólera de esta manera inducido, hace estragos. Crimen de guerra llama esto el Derecho Internacional, pero la comunidad ídem supuesta garante de ese derecho, mira hacia otro lado. Todo a conveniencia. Así, esa cínica “coalición contra el terror”, lo que en realidad persigue es a través del mismo destruir un país de hecho gobernado por amigos del odiado Irán. Es para los atacantes, apenas una jugada en la partida de la geopolítica mundial, que consideran legítima en tanto de rédito a sus intereses políticos, militares y económicos.
Lo más insólito es que esta guerra que une a potencias de tres continentes contra un pobre país que a nadie está agrediendo, incluye un bloqueo marítimo, aéreo y terrestre. La gente desesperada pugna por salir, pero no se lo permiten. Parece que el designio es que mueran de guerra. Mala muerte. Es decir, si no es por las bombas, que sea por el hambre o la enfermedad. Porque nadie puede entrar ni salir libremente de Yemen, y esto incluye la ayuda humanitaria. Crimen de guerra frente al cual las potencias que se abrogaron el poder de fungir como jueces y fiscales de la Corte Penal Internacional, miran hacia Venezuela….
Y en cuanto al artificio para odiar y perseguir a la guerrilla Huti, de que profesa la misma fe de las milicias de Hezbolá -como si luchar por la liberación de Palestina, lucha basada en el derecho internacional, fuera un crimen-, las potencias que hacen esta guerra y tal dicen, no reparan es que la fe Sunita -la de la casta gobernante en Arabia Saudita- en su versión fundamentalista es la que ha dado origen a Al Qaeda y al Estado Islámico. Ambos con las manos metidas en Yemen, y aliados suyos contra los Hutís. Como lo son y están también numerosos mercenarios europeos y latinoamericanos, incluidos ex militares colombianos. La hipocresía de Occidente en esta materia es proverbial.
Las potencias occidentales han utilizado su poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para bloquear cualquier medida contra los saudíes, lo que sería indefectible en aplicación de la Carta de las Naciones. El mismo Alto Comisionado para los Derechos Humanos Zeid Al-Hussein reprochó el desprecio de la comunidad internacional por las víctimas yemeníes. Y la respetada Amnistía Internacional, denunció cómo las potencias occidentales son cómplices –por lo menos- de tres delitos internacionales: castigo colectivo, castigo contra la población civil, y uso de armas prohibidas. Igualmente ha evidenciado los crímenes de guerra cometidos por los nacionales partidarios del fugitivo Rabbuh Manzur al-Hadi a quien Occidente pretende restaurar. La misma Comisión Europea, la más alta instancia de la Unión Europea, estimó en diciembre del 2018, en sesenta mil las víctimas mortales de esta guerra de agresión. Y de ellos, muchos miles son menores.
Se tiene entonces que el Yihadismo con presencia en Yemen es una de las razones del alineamiento del Occidente anti islamista al lado de Arabia Saudita en esta agresión, y de su indolencia ante el sufrimiento de ese pueblo. Pero claro, según el orden de valores que gobierna el mundo, no puede dejar de contar como otro factor cardinal para justificar este asalto que lo es también contra la humanidad, el tintineo de la caja registradora. No sólo el monto abismal -inconcebible convertido en moneda de cualquier país- que alcanzan las compras de armas de Arabia sobre todo a Estados Unidos, sino el interés en proteger de gobiernos independientes con jurisdicción sobre las rutas que conducen al canal de Suez, el paso por este de los tanques que llevan el petróleo a Occidente. Otro trayecto que debieran tomar, gravaría duramente las multimillonarias utilidades que les reporta el petróleo de países ajenos transportado por mares también ajenos, pero como si no porque igual controlan. “Aliados” se llama en la terminología de la globalización imperial a estos países satélites. Y en el capitalismo imperialista como en el gansterismo extorsionista, el dinero es lo que cuenta y sus quebrantos se cobran con sangre.
#StopGenocidioYemen
Alianza de Medios por la Paz
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Publicado en:
https://kaosenlared.net/yemen-la-guerra-que-el-mundo-silencio/
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