Arriba: Miserable traidor a la
patria igual que sus antepasados
.
No nos cansamos de repetir que si olvidamos la historia estaremos
fatalmente condenados a repetir los errores. La historia es un profeta que mira
hacia atrás, especie de oráculo cuyas luces sobre el futuro las toma de la
interpretación del pasado y no de la caprichosa voluntad de los “dioses”. La
grave situación por la que pasa el proyecto integrador y liberador de Nuestra
América Latina agredido por la poderosa maquinaria deformadora de la conciencia
de nuestros pueblos nos obliga a ser particularmente eficaces en la comprensión
de la historia. Hacerlo nos mostrará claramente como las fuerzas, estrategias y
manipulaciones que dieron al traste con la Revolución Bolivariana iniciada de
la mano de Simón Bolívar en los albores del siglo XIX, son las mismas fuerzas,
estrategias y manipulaciones que hoy amenazan gravemente el proceso continuo de
esa misma Revolución Bolivariana en el siglo XXI.
A lo interno la clase dominante, esa petulante oligarquía criolla,
continua apoyándose en sus bien aprendidas mañas para derrotar –como lo han
hecho claramente a todo lo largo de nuestra historia- todo intento de soberanía
popular que ponga en peligro sus sacrosantos privilegios. Valiéndose de su
control y hegemonía sobre los cuatro grandes bloques productores de la fábrica
de la conformidad: la religión, la educación, las costumbres y los medios
creadores de la realidad virtual, lo han logrado para desgracia de la
humanidad. Con estas estrategias han logrado –y continúan logrando en
demasiados casos- que el pueblo trabajador termine aceptándolos, incluso
admirándolos y actuando en contra de sus propios intereses.
Así lo hicieron con Bolívar, al que llevaron hasta el total abandono de
su pueblo en San Pedro Alejandrino y así lo hicieron con Zamora asesinado en
San Carlos, cuya muerte fue letal para las aspiraciones populares y de las
clases asalariadas, favoreciendo fatalmente la permanencia de los privilegios
de los oligarcas. Así lo hacen hoy contra Chávez y la Revolución Bolivariana
por las mismas y sempiternas razones. A Bolívar lo llamaron “ese loco y
asesino”, a Zamora “engendro del infierno con nombre de profeta: genio del mal
y del fuego…”, a Chávez todo eso y más. Estos “godos cara colorá” junto a los
“trampularios federales”, así llamaba el pueblo a los godos de pedigrí y a los
federales o revolucionarios infiltrados (tal como hoy ocurre entre muchos de
nuestros “revolucionarios”) tienen clara conciencia de clase y saben hacer su
tarea.
Uno de sus más conspicuos representantes, ese godo que reclama exultante
para sí “haber llegado a Venezuela con la Compañía Güipuzcuana”, entiéndase que
llegó a explotar, robar y saquear una tierra suya por “la gracia de Dios”, toma
hoy el testigo de su clase y solicita en los salones del gobierno imperial que
se apresure a poner orden en esta tierra de gracia alborotada por un zambo
rebelde. De raza la viene a este galgo miserable, ya lo hizo antes que él uno
de sus antepasados más significativo: Nicomedes Zuloaga. El 22 de noviembre de
1861, los godos cara colorá constituyeron una comisión constituida por sus más
brillantes representantes: Nicomedes
Zuloaga, Manuel Felipe Tovar, Pedro Gual, Juan José Mendoza, Francisco La
Madrid, Federico Núñez Aguiar y otros (nótense los apellidos), con el
objeto de solicitar la intervención de Inglaterra para que pusiera orden entre
el populacho alzado a cambio de entregarle pedazos de la patria. La lectura de
algunos fragmentos de esta solicitud de intervención –a riesgo de las nauseas
por las que les ofrecemos disculpas- explica claramente la naturaleza de
esta godarria impenitente. Veamos:
… Es un deber que tienen las naciones civilizadas de Europa de tender la
vista a estos países e intervenir en ellos de una manera directa(…) Ninguna
de las naciones de Europa puede con más ventajas poseer a Venezuela como la
Gran Bretaña (…) Hay en Venezuela, entre los hombres pensadores, la opinión
de que conviene a esta desprenderse del territorio de Guayana y negociarlo
con la Gran Bretaña (…) Toca al gobierno inglés dar principio a esta
negociación de la que sacará felices resultados (…) La Guayana venezolana
es un territorio más extenso que un país como Francia (…) La posesión de
este territorio tiene inmensas ventajas para la nación que la ocupe (…)
Antes de terminar debemos manifestar y encarecidamente pedir al gobierno
británico la más pronta solución de esta materia, ya sea que se acojan nuestras
ideas respecto de la negociación de Guayana, o bien que se decida y se lleve
a cabo la intervención de una manera igual…”
Nota: Cómo sería el calibre repugnante de esta declaración que José
Antonio Páez –el protector de la oligarquía conservadora pero con resto aún de
aquel Centauro en sus venas- ordenó iniciar una investigación inmediata
para someter a juicio por traición a la Patria a los civiles y militares
responsables de semejante documento, exactamente como hoy debe hacerse con
estos descendientes de aquellos.
Así hablaban y actuaban los antepasados de Guillermo Zuloaga y María
Corina Machado, así lo hicieron antes que él otros miembros de la oligarquía y
así lo hace en estos días este “honrado” ciudadano que “especula pero da
empleo”. Es un problema de clases. La oligarquía asume como de su propiedad la
patria y el resto de sus habitantes mera mano de obra y consumidores de sus
negocios. Por eso es tan importante que la clase trabajadora se apropie del
carácter dialéctico de la historia, conozca de sus leyes y la convierta en
herramienta para su transformación. Resulta intolerable que este ciudadano
pueda desde el exterior, en la mismísima sede del imperio, traicionar en tal
forma la patria y que además cuente con un medio de difusión para manipular,
engañar a un significativo número de personas, justificar, y aún sumarse
a través del medio de su propiedad a la traición, sin que el Estado venezolano
pueda defenderse. La humanidad está en guerra de clases desde la aparición de
la propiedad privada de los medios de producción y con ello la explotación de
los hombres. En Venezuela estamos en guerra. Este no es un mero torneo entre
adversarios sino una guerra de clases. Sobran los ejemplos para demostrar la
naturaleza del oligarca y el burgués al momento de defender sus intereses. Ayer
entregaban Guayana, hoy entregarían PDVSA. El conocimiento nos hace libres. El
conocimiento es el único camino a la conciencia. Nuestro Sistema de Medios
Públicos, al menos por ahora, debería emprender un ataque más profundo, más
preñado de historia y hacerle frente a la manipulación oligárquica. Así como el
medio propiedad de Zuloaga montó un programa de una hora para mostrar la
“honradez y el patriotismo” de “los Zuloaga”, nuestros medios deberían
esmerarse en mostrar la verdad secuestrada por el positivismo histórico y
mostrar –al menos- este episodio.
Patria Socialista o muerte
¡VENCEREMOS!
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