Tiene dicho Maquiavelo que ni bien un conquistador
extranjero se adueña de un Estado, las minorías de ese Estado conquistado se
pasan al bando del vencedor; y ello ocurre debido al rencor que años de
sometimiento al príncipe bajo cuya férula gemían, había hecho germinar en el
ánimo de aquellas minorías sometidas.
También dice el sombrío florentino que todos los principados
que han existido en el mundo han sido monarquías o repúblicas.
Nuestra querida Argentina no es una monarquía -como quería
Belgrano-, sino una república –como quería Dorrego- y, por otra parte, y en la
hipótesis de que nos invadiera un Estado extranjero, aquí hay muchos que
pasarían, gozosos, a prestar servicios a ese vil invasor (como dice el Himno),
sin que les importase mucho su vileza ni los colores de su bandera; se pasarían
al enemigo extranjero sólo por el odio de que están imbuidos. El odio al actual
gobierno, por supuesto.
Se suele escuchar que en las alforjas de la variopinta
oposición no hay propuestas sino sólo ánimo de destruir y/o impedir todo lo que
provenga, en forma de idea o hecho concreto, del gobierno de Cristina Fernández
Kirchner. Esto no es así. En la realidad de las cosas, la oposición quiere
endeudarse de nuevo y dejar de gastar dinero en fruslerías tales como fabricar
acá lo que muy bien podríamos importar o en insuflar poder adquisitivo y
posibilidades de mejora material en los pobres del país, ya que pobres hubo
siempre y la industria argentina es una ensoñación de utopistas patológicos.
Son sus propuestas. Y si no les gustan… no tengo otras,
dirían. Son propuestas impresentables y, por ello, las ocultan. Y cuando se les
escapa algo tienen que recular y desdecirse al día siguiente, pues se han dado
cuenta de que, por ese camino, la gilada no los vota. Le acaba de pasar al
inefable Macri con el fútbol para todos.
Si comparamos el estado de la economía del país hace una
década con el que exhibe hoy las diferencias favorecen ampliamente al presente,
tanto en lo económico, como en lo político y en lo social. Ello explica que hoy
abunden los candidatos a sentarse en la poltrona principal de la Casa Rosada, cuando
ayer huían a sus madrigueras, renunciaban casi a escondidas y no querían pasar
ni cerca de la vereda de Balcarce 50.
Agarrar este país así como está vale la pena. Hay guita en
el Banco; la deuda casi se evaporó y lo que queda es pagable; la masa humana
configurativa de la materia de un Estado se halla integrada a niveles más que
aceptables; ello ocurre porque hay más trabajo en blanco y la precarización
está estancada, aunque en niveles demasiado altos.
Y los obstáculos en el frente externo son solucionables ni
bien se aplique la ortodoxia que están reclamándole al país precisamente los
mismos que le crean esos obstáculos. Aquí sobran los candidatos que, lo primero
que harían, sería ir a pedir que la inspección del artículo 4º de la Carta constitutiva del FMI
se aplique inmediatamente; los que ahorrarían gastando menos para poder pagar
todo lo que nos reclaman en el CIADI; y los que se apresurarían a explorar las
vías para firmar un TLC con los EE.UU., ya que vivir sin los EE.UU. les da
cuiqui y no conviene a sus negocios personales.
El recién repasado es un marco general sobre el que se
recortan políticas y actores que dan cuerpo a una coyuntura que presagia nuevos
ventarrones con centro anticiclónico en la derecha y acólitos que, con
prontuario semiprogre, en realidad son conservadores desairados por un
kirchnerismo que se permitió prescindir de su erudición académica. Tal vez
Lavagna y el resucitado Caputo calcen en este guante.
Todo lo que ocurre en la coyuntura apunta a las legislativas
del 2013. Es imperioso que el gobierno no domine la inflación pues de lo
contrario a la oposición de acá le puede pasar lo que el pasó a la de Ecuador o
Venezuela.
Moyano bloquea Maxiconsumo con el objeto explícito de
afanarse unos afiliados más y el implícito de emerger como referente opositor
con visibilidad en todo el país. En realidad, a los empleados de Maxiconsumo
les viene mejor lo que gana un camionero que lo que embolsa por mes un empleado
de comercio, lo que pone vidrioso el resultado del conflicto, diferido por diez
días.
Y se difirió por diez días gracias a la intervención de
Macri, que fue bien resaltada por Hugo Moyano. Macri-Moyano, sin embargo, no
suena ganadora para el 2015. Mucho mejor viene Scioli-Cobos pero es de dudosa
realización como fórmula porque Cobos ya fue vice y ahora va por más y, por si
fuera poco, ya le avisaron sus correligionarios mendocinos (Fayad e Iglesias)
que todavía no olvidaron que una vez se alió con… los peronistas…! Otra vez no,
che.
Todo va mejor con De la Sota. Incluso Scioli
va mejor con De la Sota. Y
aquí sí puede haber acuerdo porque De la Sota tranquilamente se allana a ser vice de un
Scioli que, a estas alturas de la vida política nacional, entiende que la
fortuna y la virtud se aúnan para ungirlo como evidente relevo de Cristina
dentro del lema “cambio con continuidad”, esto es, dejar todo lo que el
kirchnerismo hizo bien y corregir todo lo que está mal. Así de fácil. Por
ejemplo: está mal moverse cerca de Chávez y lejos de Piñera. Habría que invertir
los términos. Si quiere ir con el cordobés parecería que tendría que hacerlo
por fuera del FpV, es decir, rompiendo.
Claro que primero “el motonauta” debería garantizar el
comienzo de las clases. Si todos los años le pasa lo mismo, qué no le ocurriría
instalado al timón de la lancha nacional…! Scioli no tiene plata porque la
plata la tienen los productores rurales de su provincia que además tienen la
soja en los silos y no la quieren vender porque el Estado les paga una miseria
cuando liquidan exportaciones. Etchevehere, el nuevo presidente de la Sociedad Rural, una
monada de muchacho, un ejemplo de altruismo y solidaridad, lo ha dicho con
todas las letras, las palabras y las oraciones: “La guita no la van a encontrar
en el campo...”.
Moyano dice que a él le tienen “un poquito de miedo”. Parece
que a la SRA
también. En Ecuador, Bolivia y Venezuela, la reforma agraria es un capítulo del
programa nacional antiimperialista. En la Argentina deberíamos trabajar para que el modelo
nacional y popular sea también antiimperialista y declare que la tierra fértil
del país es un recurso natural que, como el petróleo y el gas, puede
concesionarse, pero siempre el dominio eminente del Estado queda a salvo. Con
una reforma constitucional, listo el pollo. Pero, claro, con la espalda
política con que ha podido dotarse el kirchnerismo el pollo y nosotros vamos
derecho al horno. Y eso que ninguna reforma agraria significa socialismo. Las
reformas agrarias son un capítulo esencial del programa democrático y nacional.
Nada más.
El otro tema grosso no ya de la coyuntura sino de la etapa,
es la inflación. Los controles de precios sirven pero deberán ir hasta octubre
por lo menos. De lo contrario, en abril se dispara todo. Y luego encarar el
problema por el cogote. Un político no kirchnerista como Heller, al cual le han
cajoneado esa buena iniciativa de “Ley de Servicios Financieros”, ha dicho que,
en la Argentina,
20 empresas alimentarias abastecen el 80 % del consumo total de los argentinos.
Y agrega: “Ahí están los formadores de precios”. Dice, entonces, que ahí hay
que pegar. ¿Cómo? Yo me inclino por la vía tributaria, contesta. Es decir, está
proponiendo una reforma impositiva progresiva que recaude allí donde “está la
guita”, según el benemérito Etchevehere. Cautelosa y todo, la propuesta de
Heller no parece que vaya a tener eco. Pero entonces, tampoco habrá futuro.
Las relaciones con Irán nunca lucieron más aceitadas que con
el gobierno de la Alianza
-aseveró Daniel Filmus-. Pero la
Alianza endeudaba al país y la finanza internacional hacía
pingües negocios aquí. De modo que nada era tan grave como ahora. Y siempre en
el terreno internacional, el armado continental en el que está jugando la Argentina kirchnerista
es un activo fijo que hay que valorar en su justa medida. Es un armado que
EE.UU. quiere romper. Hay que preservarlo y no juzgarlo en función de la
cartera que Felisa Miceli se olvidó en el baño. Esto es otra cosa. Y, ya que
estamos, los autores de la tragedia de Once van a ir en cana, incluidos Jaime y
Schiavi; Miceli también; ídem Pedraza. Hay corrupción y, hasta donde se sabe,
los corruptos enfrentan sus juicios orales.
En suma, en las últimas dos décadas, el espíritu de la
política y de la economía mundiales se desplegó en la Argentina como
Afirmación de un único camino posible: el neoliberalismo. La Negación de cuanto había
ocurrido hasta 2003 la encarnó el kirchnerismo. La negación de aquella Negación
implicaría afirmar un modelo profundizado y echado a andar a toda máquina en
pos de un horizonte no capitalista. Si esto no ocurre, en 2015 no habrá cambio
de gobierno sino regresión. Y más arriba hemos dicho que sin construcción
política sólida y territorialmente extendida los riesgos los corremos todos. Si
agregamos que los dueños de la agroganadería, las Fuerzas Armadas y la Justicia no son ámbitos
afines al kirchnerismo, la weltanschaung que dibuja esta nota, es decir, la
visión de conjunto de la etapa que atravesamos, da para un optimismo más bien
módico, dicho esto de este modo para no caer en pesimismos inconducentes.
Juan Chaneton
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1 comentario:
Un texto muy claro y sintético. Con este artículo, Todos deberíamos aprender otra vez a leer. Excelente publicación, Adrián.
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