Por Horacio Verbitsky
El
oficialismo utilizó mis últimas notas sobre el marasmo de la Corte
Suprema de Justicia para desatar una ofensiva sin tino ni posibilidades
de éxito sobre el ministro decano Carlos Fayt y el presidente del
tribunal, Ricardo Lorenzetti. El proceso de saneamiento institucional de
la Corte estuvo durante años entre los actos de los gobiernos
kirchneristas que mayor aprobación social concitaron. Con siete miembros
desde 2004, tres de ellos designados por Néstor Kirchner, dos por Raúl
Alfonsín y uno por el senador Eduardo Duhalde, la Corte logró una
apreciable armonía e independencia. Pero la muerte de sus miembros
Enrique Petracchi y Carmen Argibay, y la renuncia de Raúl Zaffaroni,
ocurridas en el lapso de pocos meses del año pasado, desequilibraron la
fórmula y concentraron todo el poder en Lorenzetti, el más joven de sus
integrantes, de buena salud e inocultable ambición política. El conjunto
de la oposición se coaligó para negar la confirmación a cualquier
candidato que enviara el actual gobierno y la Corte declaró nula la
lista de conjueces enviada por el Poder Ejecutivo y votada por el
Senado, en una causa en la que sus miembros estaban excusados, porque
trataba de salarios judiciales. A esto se sumó la rrrreelección de
Lorenzetti como presidente a partir del 1 de enero, decidida por sus
colegas cuando aún le quedaba un tercio de su tercer mandato. Según el
texto de la Acordada, sus ministros la firmaron el martes 21 de abril
“en la Sala de Acuerdos del Tribunal” y “frente a la próxima conclusión
del mandato”. Pero el débil trazo parecido a la que fuera la firma de
Carlos Fayt no fue hecho en la Sala de Acuerdos sino en su domicilio de
Recoleta, hasta donde le llevó la resolución el titular de la Secretaría
5ª de la Corte, Cristian Sergio Abritta. Dado su deterioro cognitivo,
Fayt no está en condiciones de estudiar ningún expediente, tarea que
delega en sus colaboradores. Nadie en la Corte ignora esta situación,
que Lorenzetti admite en diálogos privados pero oculta del escrutinio
público. La Corte respondió en forma oficial que la fórmula de la Sala
de Acuerdos se incluyó por error y reconoció que Fayt firmó en su casa.
Sin embargo, el texto también le atribuye un importante protagonismo en
la decisión, ya que pretende que Fayt habría propuesto la rrrreelección
de Lorenzetti y de Elena Highton de Nolasco como vice. El lunes 4, la
asesora de imagen de Lorenzetti comunicó a varios medios que su jefe
había decidido renunciar al nuevo mandato que debía comenzar en enero
próximo, porque sentía “cansancio moral”. A mí, en cambio, el propio
Lorenzetti me envió una carta por mano de un secretario de la Corte, en
la que me confiere “el inmerecido privilegio de saber que, siguiendo tus
consejos, voy a renunciar a la presidencia. En consecuencia, quedarán
Highton y Maqueda, probablemente hasta fin de año”, es decir que la
renuncia se haría efectiva de inmediato. Una aclaración necesaria es que
nunca le aconsejé renunciar ni hablé con él del tema, sólo describí en
esta página el procedimiento irregular que siguió para asegurarse un
nuevo mandato. La carta añade que “en estos momentos se está negociando
la integración de la Corte (la presidente ya ha dicho que no va a
ampliar) con el propuesto por el oficialismo (Carlés), y una mujer que
propone la oposición (Macri-Sanz). Antes de fin de año la Corte quedará
integrada y a fin de año tendrá un nuevo presidente, que probablemente
sea Carlés o Maqueda (Highton no desea el cargo y yo no quiero ser
reelecto”. Lorenzetti agrega que la idea de “consolidar mi presidencia”
se debió al propósito de manejar las presiones sobre la Corte, que
deberá decidir causas importantes, entre las que menciona “la situación
del padre Grassi, los juicios de lesa humanidad en campo
económico-empresarial, en los que el nuevo presidente tendrá un rol
decisivo”. Considera probable que en los próximos años “exista una
presión grande para el cambio de alguna jurisprudencia en temas de
derechos humanos, laboral (quieren dictar una ley de prescindibilidad
para todo el sector público) y otras que seguramente el nuevo presidente
sabrá manejar con firmeza. Te paso estos datos para que escribas que te
hicimos caso, que se concretará dentro de unos días”. También me
reprocha haber hecho silencio sobre la nominación de Carlés, “que ha
sido tomado como una aceptación”, y me pide que “si ves a Raúl, por
favor decile que recuerde que me votó tres veces ininterrumpidamente y
que en once años nunca propuso cambiar el número de la Corte, siempre le
pareció bien; por las dudas, porque no se acuerda”. Lorenzetti no
explica quiénes toman el silencio sobre Carlés por aceptación, pero me
consta que otros lo leyeron como un rechazo. Ninguna de esas
presunciones es válida. Uno es esclavo de sus palabras, pero dueño de
sus silencios. Con un texto en que la furia obnubila la sintaxis, un
comunicado sin firma dijo el martes que la Corte Suprema “ratifica total
y absolutamente las autoridades designadas mediante acordada 11 del 21
de abril de 2015”. Desde el oficialismo se planteó el análisis médico de
Fayt y se designó a la camporista mendocina Anabel Fernández Sagasti
como presidente de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de
Diputados. Esto es inconducente dado que no cuenta con los 2/3
necesarios para impulsarlo, y también provocativo, porque exacerba los
ánimos. Lorenzetti promovió una declaración de apoyo de la Sociedad
Rural, Confederaciones Rurales, la Asociación Empresaria, Coninagro,
IDEA, el Colegio de Abogados de la City de Buenos Aires, la Asociación
Cristiana de Dirigentes de Empresas, la Comisión de Propietarios de
Medios de Comunicación (CEMCI), la Cámara de Comercio estadounidense y
otras cámaras patronales, en una demostración esplendente de los
intereses contramayoritarios que la Corte representa. El barro judicial
se volverá más espeso cuanto más tarden el gobierno, la oposición y
Lorenzetti en entender que la única forma de rescatar a la Corte de una
vía muerta tan peligrosa es la indispensable negociación política, que
no se puede realizar por los diarios ni en las comisiones del Congreso.
Publicado en;
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/272368-72662-2015-05-10.html
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