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sábado, 7 de marzo de 2015

UNA CONEXIÓN EL DÍA EN QUE FUE HALLADO MUERTO, por Irina Hauser (para "Página 12" del 07-03-15)

Arriba: Alberto Nisman, Fiscal cuyo método de investigación preferido eran las escuchas teléfonicas. Su viuda, la Jueza Federal Sandra Arroyo Salgado denuncia que su muerte fue "un magnicidio" pero se niega a aceptar que la PC y los celulares del difunto sean investigados, para "preservar la intimidad"... No se entiende... ¿A quiénes se quiere "preservar" de ser investigados?


LA COMPUTADORA DE NISMAN REGISTRA UN ACCESO A INTERNET EL DOMINGO 18 DE ENERO A PRIMERA HORA DE LA MAÑANA

Los peritos informáticos comprobaron una navegación por cuatro diarios y la apertura del e-mail personal del fiscal fallecido. La pericia vendría a refutar la data de la muerte que sostiene la querella y no avanzó más porque Arroyo Salgado pidió frenarla.


Por Irina Hauser

En cuanto abrieron la computadora de Alberto Nisman para empezar a analizar la información que tenía, los peritos informáticos de la causa pudieron ver que se había conectado a Internet el domingo 18 de enero cerca de las siete de la mañana. Primero aparece una navegación por los diarios Perfil, Clarín, La Nación y un cuarto diario, en forma pausada, un rato por cada portal. Después, cerca de las ocho, se abre el e-mail personal. Según la autopsia del Cuerpo Médico Forense, el fiscal del caso AMIA falleció entre las 11 y las 14 de ese mismo día. En cambio, de acuerdo con los forenses de la querella de la ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, la muerte se produjo antes, el sábado, en un horario que sitúan cerca de las 20 (o cuatro horas antes o cuatro después). Los expertos en tecnología, que recién comenzaban el peritaje después de un mes de idas y vueltas, no pudieron avanzar. Un comisario entró a la sala donde estaban trabajando y les entregó una orden de la jueza Fabiana Palmaghini que les impedía estudiar el contenido de los aparatos secuestrados, entre los que también hay al menos cuatro celulares, teléfonos de línea, un iPad, una palm y un disco rígido. Hacía lugar, así, a un pedido de Arroyo Salgado que había llegado al juzgado en medio del procedimiento el miércoles último con el argumento de preservar la intimidad.
La fiscal a cargo de la causa, Viviana Fein, había ordenado el 5 de febrero último el análisis de todos los documentos y archivos que hubiera en los artefactos. Les pidió a la querella –que integran la mamá de Nisman, Sara Garfunkel, y Arroyo Salgado, en nombre de las hijas– y a la defensa del informático Diego Lagomarsino que designaran peritos de parte. Lagomarsino, quien estaba contratado por la Unidad AMIA aunque no iba a la oficina, declaró que le prestó a Nisman el arma de la que salió el disparo que lo mató, una pistola Bersa calibre 22. Por eso está imputado: por darle un arma a alguien que no es legítimo usuario. La fiscal Fein dijo más de una vez, incluso en dos entrevistas de Página/12, que acceder y estudiar el contenido de los teléfonos, computadoras y otros artefactos es “muy importante” en su investigación para “saber qué pasó en las últimas horas de Nisman”. Lo que planteó es que podría ser relevante para entender el móvil de su muerte, ya que hasta el momento, según ella, no tiene elementos para inclinarse por una hipótesis de suicidio o de homicidio.
Pasó casi un mes hasta que los peritos se reunieron por primera vez, el lunes último. En esa ocasión organizaron el trabajo. El miércoles se encontraron en el Departamento Central de Policía y comenzaron por la computadora. A poco de abrirla –según relataron dos fuentes de la causa– surgió que registraba una conexión a la web desde cerca de las siete de la mañana y que era una conexión local. Es decir, no era una conexión remota (desde otro lugar o aparato) sino que se había originado en el propio departamento de Nisman en el piso 13 de las Torres Le Parc, en Puerto Madero. Todo indicaría, según estos datos, que el propio fiscal operó la computadora. En ese momento, Marcelo Torok, perito de la defensa de Lagomarsino, dice en medio de la reunión: “Nisman estaba con vida el domingo”. En ese contexto, el perito de la querella, Gustavo Pressman, se retiró por un rato y regresó. No más de media hora después, llegó la notificación de la jueza Palmaghini, que ordenaba a los peritos que dejaran lo que estaban haciendo y no analizaran el contenido de nada (que podía abarcar, además de las navegaciones, mensajes de texto, mails, documentos, fotos, entre otras cosas). El subcomisario Carlos Albamonte, de la División Apoyo Tecnológico de la Policía Federal, es quien coordinaba el procedimiento.
Palmaghini no instruye la causa mientras esté caratulada como muerte dudosa, sin un autor en vista, pero puede tomar determinadas decisiones. Arroyo Salgado le planteó que quería preservar la privacidad de Nisman y de sus hijas, que podía verse afectada por el material informático, e invocó también la inviolabilidad de correspondencia y papeles privados prevista en la Constitución. En su resolución, la jueza advierte que había una “contradicción” en el planteo de Arroyo Salgado, ya que al proponer los “puntos de pericia” había pedido que se hiciera “visible el contenido de los archivos” mientras que esta vez pedía “que se tutele”. De todos modos, accedió al pedido, ordenó que el estudio continúe “sin que las partes visualicen el contenido de la información que pudiera obtenerse”, pidió que sea todo copiado y enviado a su juzgado. Cómo seguirá el peritaje es un misterio. Todo hace pensar que el juzgado podría hacer una selección de la información que se podría utilizar y la que no. En el texto la jueza les advierte a las partes que deben hacer sus presentaciones en “tiempo oportuno” y cuestiona las dilaciones.
Con este asunto en suspenso, Arroyo Salgado brindó al día siguiente una conferencia de prensa donde aseguró que sus peritos llegaron a una “verdad confirmada científicamente”: “Nisman no sufrió un accidente, Nisman no se suicidó. A Nisman lo mataron y su muerte es un magnicidio de proporciones desconocidas”, dijo la ex esposa del fiscal fallecido, que es jueza federal de San Isidro. Un rato antes había hecho llegar a la fiscalía de Fein el dictamen de 98 páginas que señala la teoría del homicidio, firmado por el criminalista Daniel Salcedo y los forenses Julio Ravioli y Osvaldo Raffo. Algunas diferencias clave que planteaban respecto de la autopsia oficial, hecha por el Cuerpo Médico Forense que depende de la Corte Suprema, son: el horario de la muerte (que la querella sitúa el sábado entre la tarde y la noche, y la autopsia oficial estima el domingo al mediodía o tarde); los peritos de Arroyo Salgado dicen que el fiscal agonizó y que su cuerpo fue movido; que no exhibía “espasmo cadavérico” en la mano (como dicen los médicos oficiales). Lo que sí admiten es que la muerte se produjo en el baño, que el disparo fue a una distancia de un centímetro de la cabeza, apenas por encima de la oreja y en dirección ascendente. Arroyo Salgado dijo que la fiscalía le impidió participar en la autopsia. Fein le contestó públicamente que el único pedido suyo llegó cuando la autopsia ya había terminado, que tampoco nadie se había presentado en nombre de ella.
La cuestión de la diferencia horaria no es menor. Fue evidente que Arroyo Salgado apuntó a sembrar dudas sobre la figura de Lagomarsino. El técnico de 35 años, que estaba contratado desde 2008 por la UFI-AMIA supuestamente para trabajos informáticos, resultó ser el dueño de la pistola que produjo la muerte de Nisman. El mismo fue a la fiscalía y lo declaró. Según su versión, Nisman lo convocó a su departamento el sábado a la tarde y fue ahí, cerca de las 17, que le pidió el arma prestada, con el argumento de que no confiaba en la custodia y temía por sus hijas. El joven relató que volvió a su casa, buscó el arma y regresó a Puerto Madero para dársela a Nisman alrededor de las 20. Las cámaras de Autopistas Urbanas y Autopistas del Sol corroborarían esas referencias. Hay una que lo registra de regreso hacia zona norte, a las 20.46. Según la teoría de la querella, el informático podría haber estado en el departamento en el horario en que se produjo la muerte. Los defensores de Lagomarsino refutan que habría sido torpe de su parte dejar el revólver a su nombre en la escena de la muerte y reconocer su presencia física en el lugar en el horario en que se produjo. La querella pone énfasis en que la versión de que le prestó el arma es sólo de Lagomarsino. Pero una posible prueba de que Nisman buscaba un arma también es la declaración de su custodio Rubén Benítez, quien dijo que a él también le pidió una y él no se la dio.
“Arroyo Salgado sabe que Nisman entró a su computadora el domingo a las ocho de la mañana”, dijo ayer el abogado de Lagomarsino, Maximiliano Rusconi, quien describió que “la navegación” por páginas de diarios y el correo “es compatible con las características del doctor Nisman”. Mientras tanto, ayer circulaban teorías que ponían en duda que haya sido el propio Nisman quien utilizó la computadora. “Es evidente que los primeros avances de la actividad pericial contradicen los horarios de deceso según el informe de la querella. No aparecieron rastros de una tercera persona en la computadora. No hay nadie”, insistió Rusconi a este diario. Se quejó también por lo que consideró que se maneja como “una instrucción paralela” y dijo que “la producción de prueba debe producirse en el ámbito oficial, con un cuerpo pericial unificado”. El lunes apelará la decisión de Palmaghini y la Cámara del Crimen tendrá que resolver la suerte de la pericia que la fiscalía considera fundamental.

Publicado en:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-267598-2015-03-07.html

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