Todavía flotan en el aire los humos de los choripanes y los micros de la falsa manifestación del domingo pasado, y ya consiguieron que algunos de nosotros –los falsos impostores, diría Gilespi– nos olvidemos de todo. Pero ojo, no nos comamos la pavada y mejor sigamos saboreando nuestro choripán. Paremos un cacho que la oposición necesita hacernos vivir en su mundo paralelo para volvernos infelices como ellos, que son unos infelices. Su mundo de cosas paralelas donde vivir sufriendo. Ahí está el Indec paralelo, donde todo es más caro. Está el Congreso paralelo, ese que sesionó aparte el día de la ley de inteligencia –ley que no votaron, capaz porque creyeron que obligaba a los políticos a ser inteligentes.
"Que no nos quieran llevar a vivir a Gorilandia porque con nuestra alegría se la vamos a terminar arruinando".
Está el presidente paralelo, su excelentísimo Lorenzetti que abre las sesiones opositoras con una película donde es lo mismo Nisman que Kosteki y Santillán, y que Ángeles Rawson. Y le faltó poner a Rodrigo, a Ringo Bonavena, y a Olmedo para completar su idea de "muertes que confirman que al Poder Judicial hay que dejarlo hacer lo que quiera". También está el Poder Judicial paralelo, ese que quiere hacer justicia junto con los muchachos de los servicios, y si no: te queman el rancho. Y hasta tienen su pueblo paralelo, un pueblo de ciudadanos buenos que quieren echar a Cristina y que marchan con los dientes y el corega apretados por la bronca. Y ahora apareció la investigación paralela de la fiscalía paralela de Arroyo Salgado. Donde también, todo es peor que en la fiscalía de verdad.
El país paralelo es un recurso extraño de la oposición. En lugar de ganar elecciones para tener el manejo legítimo de los resortes institucionales, se arman sus propias instituciones paralelas y así pueden jugar a que gobiernan un país. Van der Kooy, que sabe mejor que yo cómo funciona todo esto, abrió el paraguas –todavía mojado por la noche del 18– para acusar a Cristina de vivir en un país de ensueño, en una supuesta Cristilandia. Pero eso fue otra de sus mentiras. Él sabe muy bien que todo lo que miente es para construir ciudadanía en la República de Gorilandia donde vive con sus paisanos.
Gorilandia no necesita de elecciones democráticas para existir como Estado independiente, sólo necesita de periodistas independientes y de políticos dependientes del jefe de esos periodistas independientes. Gorilandia no necesita de un Indec con decenas de investigadores y relevamiento de datos en todo el país, necesita a Pato Bullrich. Gorilandia no precisa de concursos para nombrar jueces y fiscales, ni una ley que democratice al poder judicial, necesita a cuatro chantas en tribunales con buenos contactos en la Side. Gorilandia no precisa argumentar sus políticas ni su ideología, le alcanza con que en su Boletín Oficial escriban "K, ultraoficialista o polémico". Gorilandia es un país donde todo es muy simple y la justicia funciona a la velocidad de tipeo de cualquier redactor. Ahí se sabe inmediatamente quién es el culpable de cualquier delito: Boudou. O puede ser el gobierno, o Cristina, o Cristina y Boudou, o La Cámpora y Boudou.
En Gorilandia los pobres mueren de hambre, y los ricos no tienen libertad para hacer laburar gratis a los pobres antes de que mueran. En Gorilandia las playas se llenan de gente que la pasa mal porque no tiene plata. En Gorilandia cuando no te mata una tercera persona, es porque te mató una segunda persona. O sea: tú. En Gorilandia los países que bombardean a poblaciones de otros países son serios, y Cristina los critica porque es bipolar. Gorilandia tiene un congreso que sesiona los miércoles a las 22, que es cuando Bonelli convoca a sus representantes.
En Gorilandia A Dos Voces es definido como "El programa político por excelencia de la televisión, donde se hacen los debates más importantes de la última década. Un espacio de pluralidad que se renueva en un año electoral. Una cita obligada para entender lo que pasa" (sic, se lo juro que es sic, se lo re-juro: sic). En Gorilandia Milani quiere matar a Carrió, y no porque ella sea inaguantable, sino porque él es kirchnerista y según Carrió los kirchneristas matan. En Gorilandia que alguien se compre un auto 0 Km es la prueba de que la crisis económica lo está llevando al abismo –y lo lleva en un 0 Km, lo cual es peor porque va más rápido.
Como se ve, Gorilandia no es un país lindo para vivir. Ahí la gente sufre injusticias indecibles, una tiranía los domina, el mal los abruma, todo los amenaza. Y no hay manera de que los habitantes de ese país quieran venir a vivir al nuestro donde nadie sufre tanto. Así que habrá que dejarlos en su triste y extraña tierra. Si a ellos les gusta, cosa de ellos. Pero guarda, que no nos quieran llevar a vivir a Gorilandia porque con nuestra alegría se la vamos a terminar arruinando.
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http://www.infonews.com/2015/03/08/politica-189021-gorilandia.php
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