La Presidenta encontrará un país con no pocas diferencias en relación al que dejó apenas treinta días atrás.
La presidenta Cristina Fernández recibió ayer el alta
"neurológica y quirúrgica" a un mes de su operación en la Fundación
Favaloro. Todavía no está claro cuándo la primera mandataria se
reincorporará a la actividad plena de sus funciones, aunque no quedan
dudas de que hace rato que ejerce el control total de la gestión del
gobierno, pero se mantiene al margen de las actividades públicas y
limita sus reuniones a la mínima expresión.
La realidad nacional es tan dinámica que, cuando reasuma su cargo,
Cristina encontrará un país con no pocas diferencias en relación al que
dejó apenas treinta días atrás. La presidenta ingresó al quirófano a una
semana de las elecciones de medio término que le depararon al Frente
para la Victoria una dura derrota en la provincia de Buenos Aires (que
prohijó el surgimiento del Frente Renovador) y en los grandes centros
urbanos, y como contrapartida ratificaron al oficialismo como la primera
fuerza nacional con control del Congreso para los últimos dos años de
mandato de Cristina Fernández.
Pero sin lugar a dudas, el cambio más sustancial se produjo en el
plano judicial, a partir de la declaración de la Corte Suprema de
Justicia de la constitucionalidad de Ley de Medios de la democracia
luego de cuatro años de un interminable pleito jurídico.
Fueron casi cincuenta meses en los que la principal empresa de
medios de la Argentina construyó una disputa para defender sus intereses
económicos sustentada en argumentos de defensa de la libertad de
expresión.
Esa inercia llevó a varios referentes de la oposición a cuestionar
el fallo de la Corte y a poner incluso en duda la legitimidad del máximo
tribunal que hasta ayer nomás presentaban como el último bastión de la
democracia mancillada en la Argentina, la trinchera final en la defensa
por la institucionalidad frente al avance imparable de la dictadura
kirchnerista.
Envueltos en esa fiebre institucional, por caso, un grupo de
diputados nacionales del PRO llegó al extremo de plantear ante la Corte
un recurso para que falle en contra del fallo de la misma Corte. El
máximo tribunal ocupó apenas cinco líneas esta semana para declarar
inadmisible el planteo.
Y cuando políticos de la oposición y comunicadores varios se
lanzaron a la defensa irrestricta del multimedios, el Grupo dio a
conocer su propuesta de adecuación a la ley de medios, con las
implicancias que ello conlleva en términos de reconocimiento de la ley
más impugnada desde el poder económico de la historia moderna.
Desde esa perspectiva, el fallo de la Corte tuvo un impacto
disruptivo de la agenda política que se fagocitó al resultado electoral y
cambió radicalmente el escenario. Buena parte de la dirigencia política
se quedó de la noche a la mañana desconcertada y sin libreto.
En el mes de ausencia de Cristina Fernández de la Casa Rosada, el gobierno estuvo lejos de la parálisis
que auguraban algunos analistas, y más lejos aun de las proyecciones
apocalípticas. Se alcanzó un acuerdo con empresas que contaban con un
fallo definitivo en el tribunal del Banco Mundial, se estatizó el
ferrocarril Sarmiento, se cerró un crédito con el BID por 3.000 millones
de dólares. Se retomaron las negociaciones con el Club de París y se
inició la exploración de un acuerdo con los fondos buitres que no
aceptaron el canje de la deuda. Además, el ministerio de Defensa dio a
conocer las actas secretas de la Junta de la última dictadura
cívico-militar, cuyas implicancias legales (las históricas son
innegables) son difíciles de mensurar a esta altura.
A días de iniciar los últimos dos años de su segundo mandato,
Cristina reingresará en la escena política con una agenda interesante
por delante. Despejado el control parlamentario, sin embargo se presentan otros interrogantes de cara a los próximos veinticuatro meses de la gestión.
Los rumores de una eventual renovación en el gabinete nacional
sonaron con fuerza en las últimas semanas, aunque si mantiene la
tradición kirchnerista, es difícil que la presidenta mueva los trebejos
al calor de las especulaciones mediáticas. Son varios los nombres
anotados en el tablero, pero la mención reiterada nunca garantizó en la
última década un puesto en el gobierno, más bien todo lo contrario.
La lotería de nombres se juega en dos planos: el político y el
económico. El primero se abastece de la pelea por la sucesión, uno de
los nudos centrales que deberá enfrentar el kirchnerismo de aquí a 2015.
El gobernador Daniel Scioli se juega a ser el candidato del
oficialismo, pero el kirchnerismo de paladar negro no lo considera como
tal y por eso se estima que un eventual recambio en el gabinete puede
dar señales sobre la voluntad de la presidenta.
En el equipo económico no son nuevas las miradas diversas sobre
las medidas que se requieren para resolver los crecientes problemas que
genera la restricción externa de divisas. Inflación, tipo de cambio y
financiamiento son los ejes centrales de esas discrepancias.
No hay quien, tanto en el oficialismo como en la oposición,
arriesgue que Cristina Fernández regresará a la Casa Rosada con el único
objetivo de admnistrar la transición hacia un nuevo gobierno. Hay que
esperar, más tarde o más temprano, a que el oficialismo recupere la
intensidad política necesaria para mantener la iniciativa que le
devolvió el fallo de la Corte Suprema tras los comicios de octubre.
Sería saludable que esa intensidad se dirija a profundizar aquellas medidas de gobierno que sirvieron para mejorar la calidad de vida de los sectores menos favorecidos.
La semana pasada se cumplieron cuatro años de la implementación de
la Asignación Universal por Hijo (AUH), quizás la medida con mayor
respaldo político de las adoptadas por el kirchnerismo en toda la década
de gestión.
La asignación explica por sí sola una porción significativa de los
argentinos que abandonaron la indigencia. A cuatro años de su
implementación, la AUH cubre 1,8 millones de hogares y más de 3,3
millones de chicos y adolescentes de todo el país en situación de
vulnerabilidad.
La AUH fue una decisión central en la mejora de la distribución del
ingreso. Pero es también la prueba palmaria de que luego de diez años de
crecimiento económico y mejora de los indicadores sociales, la tarea
que tiene por delante el gobierno para revertir el nucleo duro de la
pobreza que dejó el neoliberarlismo tiene una dimensión titánica.Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/11/10/politica-108119-la-agenda-del-regreso-la-salud-de-cristina.php
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