Un lugar común de la oposición, una suerte de
moda, es hablar del "relato kirchnerista". Según esta teoría, los
kirchneristas –funcionarios, periodistas, intelectuales o militantes–
adhieren a un relato en el cual la Argentina es un país sin pobres, sin
aumentos de precios y donde todo lo malo surge desde las usinas del
Grupo Clarín.
Se burlan, exageran, chicanean con esta posición que
atribuyen socarronamente a todo aquel que reconozca su simpatía con el
gobierno de Cristina Fernández. Simplifican: si se apoya al FPV, se
apoya ciegamente el relato.
Claro que entonces existe otro relato: el opositor. Existe un país, según el relato anti-K, donde el clima se ha vuelto irrespirable, un país extremadamente peligroso, es imposible vivir en la Argentina, a menos que uno sea un corrupto que se haya vendido al oro kirchnerista.
Sin caer en el pensamiento extremo que describimos en las primeras líneas, señalando que todos los opositores tienen este relato extremo, diariamente se comprueba que hay muchos que sí lo sostienen. Y desde que la Corte Suprema declaró la constitucionalidad de la Ley de Medios, viene en aumento.
Pongamos algunos ejemplos del otro relato. Lo primero que surge es el discurso de la reelecta diputada Elisa "Lilita" Carrió, muy utilizada y convocada por medios opositores cuando esperan que alguien diga barbaridades que ellos no se animan a expresar.
De acuerdo al relato de Lilita, la Argentina es un país con un gobierno fascista, donde La Cámpora es una banda de jóvenes armados que ganan las calles con la idea de matar opositores, donde Néstor Kirchner y Cristina son los Ceaucescu del siglo XXI –Nicolae Ceaucescu gobernó con puño de hierro la Rumania comunista hasta que fue derrocado y ejecutado junto a su mujer, en 1989–, donde el apocalipsis está a la vuelta de la esquina, donde los opositores corren un permanente riesgo de vida, donde no existen las libertades civiles. Donde el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, se ha "vendido" al gobierno por "la caja" para así dar su voto favorable a la Ley de Medios. Ni los periodistas del Grupo Clarín se animaron a decirlo directamente, pero alcanzó con ponerle el micrófono a Lilita.
Refugiarse en Carrió es fácil, pero no es la única que alimenta el relato opositor. Se escucha a diario insistir con que la Argentina es un país aislado del mundo, peleado con los centros de poder. Como quienes aseguraban que el control de precios máximos en supermercados iba a traducirse en bandas de jóvenes violentos apretando a supermercadistas. Los llegaron a comparar con las juventudes hitlerianas, rompiendo y quemando negocios bajo las órdenes de Guillermo Moreno.
Un relato en el que se puede comparar al venezolano Hugo Chávez con Adolf Hitler, tal como lo hizo públicamente el principal asesor del jefe de gobierno porteño y precandidato presidencial para 2015, Mauricio Macri. Con tal de demonizar al chavismo, socio político y económico del kirchnerismo, se dijo que los enfrentamientos que el presidente venezolano tuvo con la comunidad judía en su país son comparables al Holocausto en Europa.
Para el relato opositor, no hay libertad de prensa. Escribir o hablar contra el gobierno es algo que sólo hacen los valientes, casi suicidas, que no tienen temor a terminar baleados en un descampado. Y sólo se puede hacer un periodismo decente si se tiene detrás a un grupo que mueve millones de dólares.
La AFIP es una suerte de mezcla entre la Gestapo y la Triple A. Un robo a un periodista hace que las sospechas caigan contra todo funcionario o intelectual K que haya criticado. Y la Corte Suprema de Justicia pasó de ser un ejemplo a un grupo de jueces comprables.
Sólo los periodistas opositores son independientes y correctos profesionales. Todo periodista que vea algo bueno en el gobierno es un corrupto que se ha vendido por tres monedas y que tiembla sólo de pensar que terminará el régimen K y volverá la democracia.
En el relato opositor hay que ir corriendo a pagar rescate por la Fragata Libertad cuando es retenida en el exterior, porque el tribunal de Ghana tiene razón. Se alegran cuando los fondos buitre tienen un fallo a su favor en los Estados Unidos. En el relato anti-K hay que pensar más en los empresarios turísticos de Punta del Este que en los de la costa argentina. Porque siempre los uruguayos tienen razón: cuando deciden contaminar más el río Uruguay o cuando un ex presidente repite que aquí son todos ladrones. El relato opositor se preocupa por los banqueros uruguayos que pueden dejar de recibir el dinero en negro de algunos argentinos.
Un país invivible. Que utiliza los derechos humanos para beneficio propio y hasta ha creado el problema de acabar con las leyes del perdón y nos obligan a hablar de la dictadura y los '70. Estábamos tan cómodos con la teoría de los dos demonios.
Para el relato opositor, Amado Boudou no puede ser vicepresidente porque está denunciado e investigado por la justicia, pero Macri puede ser jefe de gobierno y candidato presidencial pese a estar procesado por espionaje.
Periodistas perseguidos, dirigentes opositores amenazados, la Corte comprada, sin libertad de expresión, aislados, con niveles de inseguridad únicos en el mundo, con bandas de jóvenes violentos, corruptos y armados a las órdenes del fascismo. No todos los opositores sostienen este relato. Pero aun quienes no creen que estamos peor que en una dictadura, piensan que sólo hay un relato kirchnerista.
En la vereda del antikirchnerismo sólo hay lugar para una visión independiente, objetiva, republicana y valiente de la realidad. Y esta idea, piensan, no es un relato creado para su beneficio.
Porque relato hay uno solo. Lo otro es pensamiento independiente. Qué cosa, ¿no?
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/11/12/politica-108499-el-pais-del-otro-relato.php
Claro que entonces existe otro relato: el opositor. Existe un país, según el relato anti-K, donde el clima se ha vuelto irrespirable, un país extremadamente peligroso, es imposible vivir en la Argentina, a menos que uno sea un corrupto que se haya vendido al oro kirchnerista.
Sin caer en el pensamiento extremo que describimos en las primeras líneas, señalando que todos los opositores tienen este relato extremo, diariamente se comprueba que hay muchos que sí lo sostienen. Y desde que la Corte Suprema declaró la constitucionalidad de la Ley de Medios, viene en aumento.
Pongamos algunos ejemplos del otro relato. Lo primero que surge es el discurso de la reelecta diputada Elisa "Lilita" Carrió, muy utilizada y convocada por medios opositores cuando esperan que alguien diga barbaridades que ellos no se animan a expresar.
De acuerdo al relato de Lilita, la Argentina es un país con un gobierno fascista, donde La Cámpora es una banda de jóvenes armados que ganan las calles con la idea de matar opositores, donde Néstor Kirchner y Cristina son los Ceaucescu del siglo XXI –Nicolae Ceaucescu gobernó con puño de hierro la Rumania comunista hasta que fue derrocado y ejecutado junto a su mujer, en 1989–, donde el apocalipsis está a la vuelta de la esquina, donde los opositores corren un permanente riesgo de vida, donde no existen las libertades civiles. Donde el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, se ha "vendido" al gobierno por "la caja" para así dar su voto favorable a la Ley de Medios. Ni los periodistas del Grupo Clarín se animaron a decirlo directamente, pero alcanzó con ponerle el micrófono a Lilita.
Refugiarse en Carrió es fácil, pero no es la única que alimenta el relato opositor. Se escucha a diario insistir con que la Argentina es un país aislado del mundo, peleado con los centros de poder. Como quienes aseguraban que el control de precios máximos en supermercados iba a traducirse en bandas de jóvenes violentos apretando a supermercadistas. Los llegaron a comparar con las juventudes hitlerianas, rompiendo y quemando negocios bajo las órdenes de Guillermo Moreno.
Un relato en el que se puede comparar al venezolano Hugo Chávez con Adolf Hitler, tal como lo hizo públicamente el principal asesor del jefe de gobierno porteño y precandidato presidencial para 2015, Mauricio Macri. Con tal de demonizar al chavismo, socio político y económico del kirchnerismo, se dijo que los enfrentamientos que el presidente venezolano tuvo con la comunidad judía en su país son comparables al Holocausto en Europa.
Para el relato opositor, no hay libertad de prensa. Escribir o hablar contra el gobierno es algo que sólo hacen los valientes, casi suicidas, que no tienen temor a terminar baleados en un descampado. Y sólo se puede hacer un periodismo decente si se tiene detrás a un grupo que mueve millones de dólares.
La AFIP es una suerte de mezcla entre la Gestapo y la Triple A. Un robo a un periodista hace que las sospechas caigan contra todo funcionario o intelectual K que haya criticado. Y la Corte Suprema de Justicia pasó de ser un ejemplo a un grupo de jueces comprables.
Sólo los periodistas opositores son independientes y correctos profesionales. Todo periodista que vea algo bueno en el gobierno es un corrupto que se ha vendido por tres monedas y que tiembla sólo de pensar que terminará el régimen K y volverá la democracia.
En el relato opositor hay que ir corriendo a pagar rescate por la Fragata Libertad cuando es retenida en el exterior, porque el tribunal de Ghana tiene razón. Se alegran cuando los fondos buitre tienen un fallo a su favor en los Estados Unidos. En el relato anti-K hay que pensar más en los empresarios turísticos de Punta del Este que en los de la costa argentina. Porque siempre los uruguayos tienen razón: cuando deciden contaminar más el río Uruguay o cuando un ex presidente repite que aquí son todos ladrones. El relato opositor se preocupa por los banqueros uruguayos que pueden dejar de recibir el dinero en negro de algunos argentinos.
Un país invivible. Que utiliza los derechos humanos para beneficio propio y hasta ha creado el problema de acabar con las leyes del perdón y nos obligan a hablar de la dictadura y los '70. Estábamos tan cómodos con la teoría de los dos demonios.
Para el relato opositor, Amado Boudou no puede ser vicepresidente porque está denunciado e investigado por la justicia, pero Macri puede ser jefe de gobierno y candidato presidencial pese a estar procesado por espionaje.
Periodistas perseguidos, dirigentes opositores amenazados, la Corte comprada, sin libertad de expresión, aislados, con niveles de inseguridad únicos en el mundo, con bandas de jóvenes violentos, corruptos y armados a las órdenes del fascismo. No todos los opositores sostienen este relato. Pero aun quienes no creen que estamos peor que en una dictadura, piensan que sólo hay un relato kirchnerista.
En la vereda del antikirchnerismo sólo hay lugar para una visión independiente, objetiva, republicana y valiente de la realidad. Y esta idea, piensan, no es un relato creado para su beneficio.
Porque relato hay uno solo. Lo otro es pensamiento independiente. Qué cosa, ¿no?
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http://www.infonews.com/2013/11/12/politica-108499-el-pais-del-otro-relato.php
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