Judiciales denuncian persecución sindical
El sindicato de trabajadores judiciales
cumplió un triste papel mientras el Congreso de la Nación debatía las
leyes de democratización.
La corporación judicial ganó por puntos de
dudosa legitimidad. Su triunfo por penales tiene un costo elevadísimo.
No tanto para el juez Recondo y Cía., quienes se anotaron un poroto con
el fallo cortesano y sobrevivirán políticamente hasta el segundo tiempo,
sino mucho más para la hegemonía disimulada de "progre" que Lorenzetti
construyó trabajosamente en el Máximo Tribunal.
El fallo a lo Lorenzetti tiene menos suspenso y carga dramática que el
voto no positivo de Julio Cobos. La resolución es igualmente reñida con
la democracia, pero menos flagrante. No se trata de un mérito de la
Corte, sino del tiempo político y sociohistórico que vivimos los
argentinos desde aquel voto no positivo: cuando las cosas se ponen
claras, un dictamen semejante sorprende menos. La sentencia de la Corte,
como cabeza del Poder Judicial, dándose razón a sí misma, es tan
forzada como salir campeón en un escritorio de la AFA.
Lorenzetti volvió a mostrarse enérgico ante el pueblo, y prescindente
ante el escenario más dramático de la democracia: las corporaciones que
insisten en querer cogobernar. Si algún día la cosa se pusiera
paraguaya u hondureña, ya todos sabemos de qué lado ha de situarse la
Corte. A partir de ahora serán muchos más quienes desconfíen del cuidado
interés del juez de Rafaela por los jubilados y el pueblo qom.
El Tribunal renovado en 2003 expresa así su techo, lo estrecho de sus
límites y lo férreos que terminaron siendo los compromisos que la atan
con pernos oxidados a lo más rancio de la juricatura argentina. Con la
honrosa excepción de Raúl Eugenio Zaffaroni, el fallo corrió al Poder
Judicial un paso más afuera de la historia. El pueblo sigue.
La Corte no demostró tener razón, sino, apenas, tener poder. Por
ahora a la derecha le alcanza. Pero sabe que con el tiempo será
insuficiente. La grieta abierta en la comunidad judicial es ostensible. Y
tenderá a profundizarse. La resolución fue el último gesto de
prepotencia, autoridad y autoprotección de una casta en retroceso, de un
sistema en crisis terminal, y que como tal asume su rostro más
peligroso cuanto más en retirada se encuentra. Ejemplo: la purga
ordenada por Julio Piumato al interior del gremio que todavía conduce,
la UEJN.
Se sabe: el sindicato de trabajadores judiciales cumplió un triste
papel mientras el Congreso de la Nación debatía las leyes de
democratización. Como los jueces no podían clausurar Tribunales, ni
adelantar su opinión sobre lo que estaba en juego (precisamente, para
poder hacerlo en las demandas sobre constitucionalidad de la reforma),
fue Piumato quien puso a su disposición las facultades legales del
gremio para llamar a "paro nacional" durante diez jornadas en menos de
un mes y cerrar ad hoc la justicia. La carta de la Corte a Cristina
reclamándole el manejo de los fondos del Poder Judicial para que la
actividad no se vea paralizada en los juzgados, incluía un delicado
apriete: el paro de Piumato.
Desde luego, el brutal giro ideológico de la UEJN trajo consecuencias
en su interior. Un creciente número de trabajadores alzó fuerte la voz
para denunciar que las huelgas en rechazo a la reforma eran en verdad un
lock-out de los magistrados, sus empleadores.
Una vez concretado el fallo de la Corte, Piumato cumple su parte en
el acuerdo tácito con la corporación: mientras se les suspenden
contratos a los trabajadores que participaron de Justicia Legítima, como
María Gabriela Ratti, del área de Notificaciones, la Comisión Directiva
de la UEJN expulsa de su seno a los dos únicos miembros de la
conducción nacional que hasta ahora se animaron a levantar la cabeza y
cuestionar al secretario general, Carlos Minella y Víctor Hugo
Dellarosa. Paradojas de un precandidato a diputado por el ala sindical
de la derecha peronista: su primer acto de campaña es la expulsión de
disidentes gremiales.
La parodia de "congreso extraordinario" que hoy viernes va a
refrendar la decisión tomada por Piumato constituye un compendio de las
manías de la vieja burocracia sindical. En vez de realizarse en las
cómodas instalaciones del hotel propio del gremio, el Congreso se hará
en el salón Felipe Vallese de la CGT. El escenario es el mensaje: qué
difícil será para los congresales que no estén dispuestos a acompañar la
maniobra alzar su mano y su voz para denunciarla ante la celosa mirada
de los normales habitués del edificio de la calle Azopardo. Camioneros,
por ejemplo.
Por supuesto, la irregular convocatoria no ahorró la delicadeza de
exceptuar de la correspondiente notificación formal a los congresales
que Piumato considera de riesgo. Nunca pasó que los representantes que
deseen asistir a una asamblea extraordinaria –varios de los cuales se
enterarán de su realización al leer esta nota– deban pasar previamente
por las oficinas de la UEJN a obtener su acreditación. Como suele hacer
cuando quiere que no todo el mundo se entere, Piumato no mandó a
promocionar el "congreso" en las carteleras de los edificios de
Tribunales. Como un heredero que quiere cobrar sin más trámite una
sucesión, el único llamado público lo hizo a través de un aviso en el
porteño diario La Prensa, tan centenario como desconocido entre la
militancia judicial. Naturalmente, les será muy difícil enterarse y
concurrir a los opositores que trabajen en dependencias judiciales del
interior del país, alejadísimas de Buenos Aires. ¿Cómo harán los
congresales de Resistencia o Tucumán para solicitarle al juez la
licencia gremial tan sólo un día antes de la asamblea? ¿Cómo viajar a
Buenos Aires el último día hábil del mes, antes de cobrar el sueldo, sin
haber percibido todavía el aguinaldo, sin el pasaje y la estadía pagos
por el gremio, como solía ocurrir en la UEJN?
Las disidencias en el gremio crecen, las desobediencias se
multiplican; Piumato teme perder a manos de quienes hoy ningunea y/o
expulsa la conducción de un gremio que dirige desde hace un cuarto de
siglo. Sabe que la democratización de la justicia, y también de las
organizaciones de trabajadores, son sólo cuestión de tiempo. Está visto:
contra el viento de la historia no alcanzan las polleras de una
corporación a la que entró tarde y por la puerta que sale al patio.
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/06/28/politica-83447-costos-de-no-pertenecer-a-la-familia-judicial.php
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