La variación de precios que da un
índice, como el de precios al consumidor, responde al valor de cientos
de precios que son tomados en cuenta por las oficinas de estadísticas
acreditadas. Además, supone una verificación de los valores de esos
productos varias veces al mes.
Por otro lado, no sólo es importante analizar
el valor y la variación del precio de un producto, sino también la
participación que este bien o servicio tiene en el consumo de una
familia. Un ejemplo: no es igual la incidencia que pueda tener la
variación en el precio del transporte, a la que puede conllevar la del
queso brie. Porque incluso si se duplicara el valor del lácteo, es
probable que esto no afectase el índice de inflación, ya que es el 1% de
la población la que consume este producto.
Entonces, cuando se dice que la situación de la inflación está
adquiriendo matices desproporcionados o de expansión exagerada, y se
intenta comprobarla situación citando el precio de dos o tres productos,
no se está siguiendo un criterio técnico válido.
Incluso en el diario Clarín –medio para el cual colaboré durante muchos
años– trabajan economistas muy capaces, de muchos años de profesión, que
nunca dirían que la inflación se expandió porque aumentaron los precios
tres productos. Hay que tener esto claro, para que no se tergiverse el
criterio con el que se arma un índice.
Asimismo, cuando el gobierno de la Ciudad prepara su propio índice de
inflación, lo hace tomando en cuenta una canasta de bienes y servicios
que la oficina estadística porteña estima que consume la población media
de la Ciudad de Buenos Aires. Pero, ¿qué pasaría si uno comparara los
índices de precios que brinda la oficina porteña con, por ejemplo, el de
Santa Fe, Rosario o Córdoba? Notaría que existen diferencias en los
productos que cotejan, ya que cada uno arma un índice de acuerdo a lo
que estima que consume –en promedio– cada ciudadano de su territorio
todos los meses. Por otro lado, los precios de los productos dependen
de dónde se los escoge. Si uno compra en un negocio del barrio de
Recoleta y decide compararlo con el valor de ese mismo producto en
Marcos Paz, notará que el valor en el municipio cordobés es la mitad del
que tiene el producto en la Ciudad de Buenos Aires. Para terminar, una
anécdota: estuve hasta anteayer en San Miguel de Tucumán. Y puedo
afirmar que vi en grandes tiendas que el valor del bife angosto era de
$19 y que el estacionamiento costaba $4 la hora. Yo no puedo afirmar que
en Tucumán el costo de vida es mucho más bajo que en Buenos Aires,
porque sólo he tomado como referencia dos precios. Lo que sí puedo
marcar es que, en un mercado como el nuestro, se puede vender el kilo de
bife angosto a $19 y no cerrar al día siguiente por quiebra. Esto
indica que el problema de los precios tiene un fuerte componente de la
voluntad del empresario y de la rentabilidad que pretende obtener cuando
vende una mercadería.
Los súper aclararon su posición
La Asociación de Supermercados Unidos (ASU) sostuvo ayer en un
comunicado que "la comparación efectuada a partir de tomar precios en
góndola en una fecha originaria como base del cálculo omite considerar
que en la mayoría de los ejemplos marcados los precios referenciados
estaban impactados por la dinámica comercial, o sea, sujetos a algún
tipo de promoción". Frente a esto, para responder a la nota del diario
Clarín, agregaron que, "terminada dicha promoción, vuelven a su precio
real que es el que debió tomarse como precio base del cálculo."
Los supermercados aclararon además que durante aproximadamente el 70%
de los días del mes, los productos están sujetos a algún tipo de acción
comercial (descuentos por medios de pago, combos de productos,
etcétera).
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/06/29/economia-83641-quieren-mostrar-una-situacion-de-descalabro-citando-el-precio-de-tres-productos.php
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