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sábado, 5 de octubre de 2013
Democracia verdadera o falso republicanismo, POR Juan Carlos Junio (para "INFOnews" del 04-10-13)
Las comparaciones acerca de las
tácticas de las derechas son muy útiles, ya que desnudan sus puntos en
común y los modos engañosos y velados que van adoptando.
Una de las noticias internacionales
destacadas de esta semana está referida a la decisión del Congreso de
Estados Unidos de negarle al presidente Barak Obama la aprobación del
presupuesto para el nuevo año fiscal. Medios de todo el mundo
consignaron títulos similares: "EE UU: el gobierno se quedó sin fondos y
cierra oficinas ante el fracaso de la negociación en el Congreso." El motivo se explicitó sin eufemismos: es una oposición cerrada de
los republicanos a la implementación de un plan de salud que ofrece a
los ciudadanos la posibilidad de inscribirse en varios planes privados,
antes de que en enero se decrete la obligatoriedad del seguro médico. En
este punto resulta muy útil traer a la memoria el documental Sicko de
Michael Moore. La obra revela con crudo realismo la naturaleza de una
medicina concebida con una idea mercantilizada, por la cual 50 millones
de estadounidenses carecen de seguridad sanitaria y el resto está
sometido a diversos abusos por parte de las poderosísimas corporaciones
de la salud. La reforma que propone Obama es juzgada por muchos como una mejora
muy débil para los derechos ciudadanos, teniendo en cuenta que una parte
significativa de la población se halla indefensa frente a la
enfermedad. Sin embargo, el proyecto del presidente es caracterizado por
los sectores más recalcitrantes de la derecha conservadora como
"socialista" y para boicotearlo han llegado al punto de bloquear la
sanción del Presupuesto Nacional para el ejercicio entrante. Veamos algunas consecuencias de esta situación: más de 800 mil
empleados están cesantes mientras dura la medida. Sólo el personal
militar está eximido de marcharse a su casa a esperar –sin salario– que
la tormenta amaine. El diario La Nación avisa que una de las
consecuencias es que numerosos centros públicos deben "cerrar sus
puertas con las únicas excepciones de los servicios de emergencia y los
encargados de la seguridad del país". Página/12 difunde declaraciones del presidente estadounidense: "Nadie
puede amenazar la imagen y el crédito de Estados Unidos para beneficio
propio. Nadie puede dañar nuestra economía y la de millones de personas
inocentes sólo porque hay un par de leyes que no le gustan." Lo cierto
es que si no hay acuerdo antes del 17 de octubre próximo, el país caerá
en default. Digámoslo claramente: para la oposición republicana se puede
amenazar la imagen y el crédito de Estados Unidos para beneficio
político propio, aunque dañe la economía nacional y la de millones de
personas inocentes. Obama aprendió duramente la lección de intentar
transformar la trama de poder fáctico que impide la ampliación de
derechos, aunque esta sea modesta. ¿Qué tiene que ver esta situación en Estados Unidos con lo que está
pasando en Argentina? La asociación es lógica y útil, si tenemos en
cuenta que estamos a las puertas de elecciones y que la coalición
opositora, orientada y potenciada en su accionar por los grandes medios
monopólicos, viene amenazando con acciones que por sus consecuencias
políticas la emparentan con el Tea Party, que constituye el ala
ultramontana y conservadora del Partido Republicano. Las comparaciones
acerca de las tácticas de las derechas son muy útiles, ya que desnudan
sus puntos en común y los modos engañosos y velados que van adoptando. Recordemos que en Venezuela el candidato Henrique Capriles decía en
su campaña electoral, contra Chávez primero, y contra Maduro después,
que haría lo mismo que el chavismo… ¡pero bien! Ya no podía seguir
diciendo la verdad sobre su verdadero pensamiento. Esa retórica liviana, "políticamente correcta", supone que ya no es
electoralmente "rentable" defender de manera dura y pura las viejas
fórmulas opositoras sustentadas en doctrinas perimidas. Mauricio Macri
es un claro ejemplo del ejercicio de una suerte de cínico minué. Habla
del diálogo como expresión de la nueva política, pero salda los
conflictos a través de recursos que poco tienen que ver con soluciones
consensuadas: la golpiza de la UCEP a indigentes, por la cual está
procesado; la actuación represiva y brutal de la Policía Metropolitana;
la presentación de demandas penales contra menores por la toma de
colegios; o el veto de más de un centenar de leyes votadas por la
Legislatura, son todo un mentís a la proclama dialoguista. La nueva promesa del establishment, Sergio Massa, habla poco pero
alcanza para que muestre la hilacha. El caso más contundente fue su
alocución frente a grandes empresarios. A ellos les propuso volver al
endeudamiento externo, habilitar vías de privatización de las
jubilaciones, revisar las retenciones como reclama la Sociedad Rural, y
reformular las alianzas internacionales. Ergo: Consenso de Washington y
relaciones carnales. La crítica a las computadoras entregadas por el
gobierno nacional, falseando además los recursos con los que se financia
este derecho, filtra su matriz neoliberal. Y la amplitud de la
convocatoria a una "nueva y renovada política" choca de frente con el
elenco de personajes patéticos que lo apoyan, que son la contracara de
una renovación, desde Luis Barrionuevo a Aldo Rico y Eduardo Amadeo (y
siguen las firmas). Por su parte, las sucesivas declaraciones de Hermes Binner ponen en
cuestión los viejos principios del Partido Socialista. El llamado a
pagar frente a la presión de los fondos buitre, obedeciendo a la
justicia títere de Ghana, la confesión de que votaría al golpista
Capriles, y la culpabilización "al populismo" por los muertos
venezolanos tras la elección de abril de 2013, expresan un claro
deslizamiento hacia posiciones que se enlazan con la lógica política de
la derecha internacional. Finalmente, en el campo de los hechos concretos la oposición
desmiente sus planteos verbalistas de defensa de la democracia
republicana. Los debates parlamentarios en los que se impulsa la
ampliación de derechos para las mayorías o minorías ciudadanas han
contado con la ausencia, la abstención o la negativa de las fuerzas
opositoras. La amenaza de reeditar al Grupo A ensombrece el panorama
institucional en Argentina. Lejos de incentivar la profundización de la
democracia, lo que puede ofrecer el mapa mayoritario de las fuerzas
opositoras es la vuelta a un pasado de inoperancia política y
fragmentación social. Aunque resulte odioso, muchos de nuestros
televisivos políticos opositores se parecen cada vez más a los
teapartistas norteamericanos.
Soy "Profesor de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en Historia" recibido en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Ejerzo desde 1991 como docente en escuelas secundarias de Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Desde marzo de 2010 edito el Blog "Mirando hacia adentro", cuyas imagenes originales serán publicadas en esta página satélite.
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