ELECCIONES LEGISLATIVAS:
IDENTIDAD O SINDROME DE ZELIG*
(*ZELIG: Excelente película de Woody Allen, donde el
protagonista toma los rasgos, gestos, apariencia física y hasta el discurso del
circunstancial interlocutor)
Si hay algo que caracteriza al peronismo desde su
nacimiento, es la clara identidad Nacional, Popular y Revolucionaria. Nació
para transformar la realidad a favor de los desposeídos. De quienes fueron
dejados de lado por el sistema liberal de poder. Instaurando derechos inéditos
para su época. Constituyéndose de esa manera, como continuidad histórica del
espíritu emancipador de nuestros grandes próceres y caudillos federales.
Por eso es un protagonista irreemplazable del
Movimiento Nacional.
Como sentenció una de sus máximas y recordadas
figuras “…el peronismo será revolucionario o no será nada…”
Esa es su impronta de nacimiento. Revolucionar los
valores establecidos, a favor de los que menos tienen.
¿En qué se apoya ese espíritu revolucionario? Cómo
se construye esa realidad. Nada más y nada menos que llevando a la práctica,
poniendo en acto las banderas fundacionales del peronismo: Soberanía Política,
Independencia Económica y Justicia Social.
Este es precisamente el ADN de identidad peronista.
Un estado soberano para fijas políticas, entre ellas la política económica,
independiente de cualquier organismo o intervención extranjera y corporativa,
defendiendo un solo interés que es el del pueblo, para construir la justicia
social.
Este, es el método más eficaz para reconocer a un
gobierno peronista. No basta pues, con autodefinirse peronista. La prueba que
determina la identidad peronista, es la implementación de esas tres banderas.
Que a su vez le dan el carácter de Revolucionario al peronismo.
En base a esta premisa, no podemos otorgarle
identidad peronista al gobierno que asumió arrogándose ese carácter, durante la
década del 90, utilizando la herramienta del Partido Justicialista.
En todo caso, desde el gobierno continuó con la
tarea de demolición de las obras y derechos consagrados desde antes de 1945.
Tarea que comenzara la tiranía fusiladota de 1955.
Ese período conducido por Carlos Saúl Menem, logró
lo que J. W. Cooke caracterizó durante la resistencia peronista como “…intentos
de domesticar al peronismo…” “…de integrarlo
al sistema…”
Esa traición al pueblo protagonizada por el entonces
presidente elegido en 1989, pudo llevarse a cabo debido al genocidio producido
desde el 24 de Marzo de 1976 por la dictadura cívica, militar y mediática. Que
masacró a una generación de militantes políticos que de ser parte de la nueva
resistencia peronista, estaban destinados a ser protagonistas insoslayables en
la democracia recuperada. Dentro de los treinta mil hermanos desaparecidos
estaban las futuras conducciones del peronismo. Nada es casual en la historia
de los pueblos.
El 25 de Mayo de 2003, con la asunción de Néstor
Kirchner, se produce una profunda recuperación de la mejor tradición peronista.
Hoy, la conducción del Movimiento Nacional está en
manos de Cristina Fernández de Kirchner. Quien desde el gobierno, y en todos
los foros nacionales e internacionales coloca bien alto las históricas banderas
peronistas.
Banderas que como un sentimiento profundo, atraviesa
los corazones y las almas de una inmensa mayoría de argentinos (y compatriotas
de la Patria Grande )
Por eso, no llama la atención que tantos dirigentes
de diversa calaña pretendan maquillarse de peronistas.
Estas recientes elecciones legislativas, nos
muestran otro intento de engañar al pueblo con un nuevo caballo de Troya. Basta
revisar los nombres de los dirigentes que adhieren al Frente Renovador, para
encontrar viejos conocidos que brillaron en los 90.
Estamos ante un nuevo intento de crear un peronismo
“integrado al sistema” un “peronismo domesticado” y dócil ante el sistema de
poder.
No debemos dejar pasar el engaño.
Lo peor que podemos hacer los militantes y
dirigentes es replicar “los modos domesticados” del nuevo títere de quienes
manejan los hilos del sistema de poder. Menos aún, seguir la agenda que propone.
El peronismo se caracteriza por tener siempre una
propuesta superadora.
No caigamos víctimas de lo que llamo “el síndrome de
Zelig”.
Reivindiquemos la identidad peronista del gobierno y
sigamos profundizando este proyecto nacional y popular en marcha.
Es el más claro y honesto camino hacia la Liberación.
Daniel Mojica
Daniel Mojica
Escritor Miembro de COMUNAwww.cuestioncultural.blogspot.com.ar
Columnista político de "Tejiendo Redes" Radio
GráficaPublicado en:
http://cuestioncultural.blogspot.com.ar/2013/10/apuntes-desde-el-peronismo-elecciones.html
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