Por Eric Calcagno* y Alfredo Eric Calcagno**
Una de las transformaciones sociales más importantes de la última
década es la expansión de la clase media y las variaciones en su
composición. Este cambio es el resultado del Proyecto Nacional aplicado
desde 2003. Algunas de sus consecuencias económicas y políticas de
trascendencia fueron estudiadas por el Banco Mundial, que calculó que se
duplicó en número entre 2003 y 2009 (Economic mobility and the rise of
the Latin America middle class, Washington, 2012), y por Héctor Palomino
y Pablo Dalle (“El impacto de los cambios ocupacionales en la
estructura social de la Argentina, 2003-2011”, Revista de Trabajo, n°
10, 2012).
Cómo cambió la clase media argentina. El estudio
de Palomino y Dalle se refiere a la población ocupada, y para determinar
las posiciones de cada clase social considera varios tipos de
indicadores (entre otros, ingresos, tipo de trabajo, autoridad en la
organización, calificación, rama de actividad, propiedad de los
instrumentos de producción). Analiza los cambios sociales producidos en
la Argentina entre 2003 y 2011.
En primer lugar, establece que la movilidad producida no fue de
carácter individual, provocada por vacantes ocasionales, sino un
movimiento colectivo que favoreció a los estratos asalariados de la
clase media y a la clase obrera calificada, que incorporaron en conjunto
a 3 millones de personas.
Veamos algunas cifras. Entre 2003 y 2011, las
clases medias crecieron del 43% de la población ocupada al 46,4%;
incorporaron a 1,7 millones de personas, de las cuales 1,4 millones
corresponden a la clase media inferior. A su vez, las clases populares
disminuyeron su porcentaje del 56,1 al 52,8%, aunque aumentaron 1 millón
de personas en términos absolutos, dada la suba de la ocupación;
registraron además un hecho muy positivo: los obreros calificados
aumentaron en 1,3 millón, mientras los trabajadores manuales no
calificados disminuyeron en 0,7 millón.
Pero no sólo fue una suba en la escala, sino también una
consolidación de todo el sistema. El crecimiento del empleo asalariado y
el incremento de la participación de trabajadores registrados
fortaleció el sistema de relaciones laborales. Su núcleo es la relación
salarial que vincula a los trabajadores con un sistema de garantías,
tales como las jubilaciones y pensiones, la protección de la salud a
través de las obras sociales y la negociación colectiva de los salarios y
las condiciones de trabajo (Héctor Palomino, La nueva dinámica de las
relaciones laborales en la Argentina, 2010).
Reflexiones para los sectores medios. La clase
media argentina es muy heterogénea e incluye a personas con muy
diferentes valores, ocupaciones, intereses y aspiraciones. Es muy
difícil suponer opiniones y conductas análogas entre profesionales
autónomos, empresarios pequeños, oficinistas, docentes y técnicos
asalariados. Además, una parte de ella tiene una gran versatilidad
política, que la empuja muchas veces a adoptar visiones de la realidad
ajenas a sus intereses objetivos. Veamos algunos ejemplos.
1. Creen en la irreversibilidad de los cambios que
los favorecieron. Muchos integrantes de la clase media –en especial,
aquellos que mejoraron sustancialmente su situación durante la década
ganada– tienen la seguridad de que nadie podrá privarlos de las ventajas
que obtuvieron desde 2003. Que son inamovibles la inclusión jubilatoria
(que cubre el 96%), los dos ajustes anuales de jubilaciones, el casi
pleno empleo, las 1.600 convenciones colectivas de salarios (en 2002
eran 200). Ojalá fuera así. Porque si el establishment vuelve a manejar
el país, verán cómo se evaporan las conquistas obtenidas. Ya sucedió con
todos los logros de los gobiernos peronistas. ¿Se acuerdan –o les
contaron– cómo fueron las privatizaciones, las hiperinflaciones, el
corralito, el déficit cero y el FMI a cargo de la economía? ¿Se
enteraron de la pobreza (54%), el desempleo (21%), los chicos de la
calle y la comida de los tachos de basura? Quizá caigan en la idea que
luego de tantas transformaciones, éstas se deben consolidar, cuando la
política enseña que para mantener las conquistas hay que construir más
logros.
2. Problemas de ubicación. Existen varios
problemas de percepción que atañen vastos sectores medios. Fogoneados
por los medios de comunicación dominantes, tienden a adoptar posiciones
equivocas.
La primera desubicación consiste en querer parecerse a las clases
altas; pero como no pueden tener sus pautas de consumo, porque no les
alcanzan los ingresos, tratan de imitarlos a través de sus opiniones
reaccionarias; tal vez piensen que por algo se empieza. O porque en la
relación igualdad / subordinación repiten la opinión dominante. Los
caceroleos en la Ciudad de Buenos Aires mostraron, durante la 125, que
muchos carecen de patrones de comportamiento propios, por lo que adoptan
el comportamiento del patrón.
El segundo error, complementario del anterior, es el empeño en
querer diferenciarse de las clases populares, a la que muchos de ellos
pertenecieron hasta hace no mucho tiempo. Hablan con desprecio de “los
negros” y de los inmigrantes latinoamericanos. Los culpan a unos por
ordinariez y a los otros por quitarle trabajo a los argentinos, cuando
no por la inseguridad.
3. Suelen actuar en contra de sus intereses propios y de la Argentina.
Los integrantes de la clase media a los que nos referimos, suelen
no identificar correctamente sus propios intereses. ¿Practican acaso una
especie de masoquismo político o económico? En la era neoliberal hubo
muchos casos de pequeños empresarios que defendían con fervor la
política económica de Martínez de Hoz y Cavallo, que inexorablemente los
llevaba a la ruina (como ocurrió).
Ahora, hay quienes se oponen al gasto público en servicios
esenciales, al sistema jubilatorio (en especial a la moratoria), a la
asignación universal por hijo, a la ley de medios de comunicación
audiovisual, al fútbol para todos; todas, medidas de gobierno que los
beneficia en lo material y cultural.
Peor aún. Impulsados por la prensa hegemónica, quieren que le vaya
mal a la Argentina en todos los conflictos internacionales. Un caso
típico es la lucha contra los fondos buitre: primero deseaban que no
devolvieran la Fragata Libertad; en este momento anhelan que perdamos el
pleito en los tribunales de Estados Unidos. Sobreactúan la mimetización
con las clases altas: si no tienen los mismos ingresos, al menos
comparten los prejuicios.
4. Creen en falsos equilibrios políticos. Muchos
electores fluctuantes sostienen que en las elecciones parlamentarias hay
que votar por candidatos opositores para que contrapesen al Poder
Ejecutivo. Repiten una fábula que se origina en la elaboración de la
Constitución de Estados Unidos. Es el sistema liberal de “pesos y
contrapesos”; pero lo que se oculta es que más que evitar los abusos de
dictadores, se propone impedir que el pueblo gobierne (véase Adolfo
Gurrieri, Estado y democracia en la Constitución de Estados
Unidos). Tratan de frenar a los Poderes Ejecutivo y Legislativo mediante
las mayorías calificadas en el Senado y el control constitucional de la
Corte Suprema de Justicia (además de las chicanas cautelares). Así, por
someterse a los medios de comunicación hegemónicos, se oponen a
reformas que favorecen a las clases medias.
El programa para las clases populares y medias: el Estado de bienestar.
Pero no todo son errores y mezquindades. Si estuvieran a la altura de
las circunstancias, las clases medias podrían ser un puntal del
desarrollo argentino. El 3 de octubre, en San Juan, la presidenta de la
Nación subrayó que “ésta fue la década del crecimiento, pero ahora tiene
que venir la década del desarrollo, que es la de la consolidación y la
profundización con innovación tecnológica para todo el país, articulando
el país en su desarrollo”.
En ese sentido, la consolidación del ascenso social de gran parte
de las clases populares y medias lograda durante la década ganada,
requiere la institucionalización del Estado de bienestar. Existe una
coincidencia objetiva entre el desarrollo nacional y el bienestar de las
clases medias.
Esto significa darle a esos grupos sociales el conjunto de cosas
necesarias para que vivan bien (que eso es el bienestar para el
diccionario). Supone, ante todo, el pleno ejercicio de la soberanía
nacional y popular, el respeto de los derechos humanos y la democracia
política; la acción de un Estado justo, libre y soberano; todos estos
requisitos se cumplen con el Proyecto Nacional comenzado en 2003.
En lo económico y social implica el pleno empleo, salarios
determinados por convenciones colectivas, la construcción de una
infraestructura adecuada (vivienda, ferrocarriles, caminos, energía). Al
mismo tiempo, debe existir una seguridad que incluya la vida y la
propiedad, pero que también abarque a la seguridad en la alimentación,
la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la cultura. Así es el
Estado de bienestar.
Ojalá que la acción política de la mayor parte de la clase media se
encamine por ese rumbo, que no piensen ni sientan por ojos ajenos y
disfruten con plenitud del lugar que tienen en el modelo de
industrialización con justicia social.
*Diputado Nacional (FpV), **Doctor en Ciencias Políticas
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/10/06/economia-101679-algunas-consecuencias-politicas-de-la-expansion-de-las-clases-medias.php
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