El 25 de mayo de 1810 no es una fecha exclusivamente “argentina”. Ese día un grupo de “vecinos” de Buenos Aires destituyó al Virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Pero ese Virreinato, además de nuestro actual territorio comprendía también las modernas Repúblicas de Uruguay, Paraguay y Bolivia . Por esos días, hubo movimientos similares contra las autoridades españolas en muchas de las ciudades de Hispanoamérica, como Caracas, Bogotá y Santiago de Chile. En otras palabras, resulta imposible no inscribir nuestra independencia en un proceso de magnitud continental.
La independencia de la América Española es un proceso complejo, con causas diversas, con factores de discrepancia que introducían divisiones, y con múltiples consecuencias.
Por eso se encuentra en casi todos los casos una serie de elementos que se repiten, y que permiten construir las semejanzas.
En primer lugar, los criollos estaban disconformes porque se les imposibilitaba el libre comercio con Inglaterra, ya que los españoles mantenían una estructura comercial cerrada en la que la metrópoli era un oneroso intermediario. El deseo de comerciar libremente con Inglaterra fue un poderoso incentivo para las rebeliones. (1)
La segunda causa de descontento era el creciente control español sobre las colonias, que se manifestaba en una mayor participación en el gobierno colonial de funcionarios llegados directamente desde España, quienes desplazaban a los integrantes de la elite criolla de cargos que hasta ese momento siempre ocupaban. (2)
La tercer causa de descontento era la estructura de poder absolutista. Muchos hispanoamericanos querían un gobierno más liberal, con un grado algo mayor de participación “popular”, y por eso nos encontramos muchas veces a españoles luchando a favor de los rebeldes y a americanos con los realistas. Es decir, la lucha no fue al principio un combate entre “españoles” y “americanos” sino entre “absolutistas” y partidarios de las Nuevas Ideas. Durante mucho tiempo, y en muchas partes fue una auténtica “guerra civil” que enfrentaba a los habitantes del Imperio Español.
Y esta causa, muchas veces desdeñada, tuvo un peso considerable. (3)
Junto a estos elementos comunes, existieron factores que generaron divisiones a veces muy importantes.
En primer lugar hay un factor geográfico, ya que en muchos lugares, como sucedió en el Río de la Plata y en la actual Colombia, se produjeron conflictos entre regiones con intereses y problemáticas distintas, que generaron algunas secesiones (Uruguay, Bolivia, Paraguay, Ecuador) y graves conflictos internos entre los sectores centralistas afincados en la ciudad principal y los sectores federalistas de las provincias (Argentina, Colombia).
En segundo lugar, y con una importancia fundamental , existió un problema social, y a veces casi étnico, ya que la mayoría de las rebeliones fueron encabezadas por criollos de las ciudades. La integración a esos procesos de los sectores más pobres de la sociedad, sectores mayoritariamente rurales que tenían mucha más sangre americana originaria y africana que europea, va a generar diversas disputas, que no siempre se resolverán pacíficamente. Y, en aquellos lugares en los cuales esas masas intentaron protagonizar las rebeliones (como fue el caso de México), los criollos se refugiaron en el poder español para evitar el alzamiento de los más desfavorecidos. (4)
Finalmente, debemos señalar que, mientras que para muchos el proceso de independencia fue siempre algo continental, en donde cada sociedad latinoamericana necesitaba y dependía de la otra, y por ello planearon procesos de gran alcance, como los planes de un San Martín o un Bolívar, otros miraban sólo su realidad local, y pretendían una salvación individual, “nacional”.
En Argentina vemos todos estos conflictos con mucha claridad. En el conflicto entre Mariano Moreno y Cornelio Saavedra se muestra esta oposición entre los criollos revolucionarios e independentistas , fuertemente influidos por la Revolución Francesa (Moreno), y los criollos más moderados, que no descartaban la independencia, pero quizás estaban dispuestos a conformarse con menos (Saavedra).
Este conflicto irá cambiando de forma, pero seguirá existiendo hasta los albores de la década del ’20, cuando aún existen grupos monárquicos dispuestos a coronar en el Plata a un Príncipe europeo emparentado con los reyes de España.
Lo social también aparece rápidamente en el conflicto entre directoriales o “centralistas” (más tarde unitarios) y las primeras montoneras federales de caudillos como José Gervasio Artigas, Francisco “Pancho” Ramírez, o Estanislao López, e incluso con las dificultades que enfrenta con las autoridades nacionales un personaje del calibre de Martín Miguel de Güemes (5). También se vinculan con esta cuestión las ideas y proyecto de un Manuel Dorrego, que intenta transformar la guerra de Argentina con el Imperio del Brasil por la Banda Oriental, en una cruzada continental argentino-bolivariana, sudamericana, en contra de la monarquía y la esclavitud…(6)
Respecto al carácter continental o local del proceso, el que fue un icono de esa segunda posición se llama en Argentina Bernardino Rivadavia. Y a él podría claramente contraponerse la figura de San Martín. (7)
Estos conflictos no son tan viejos como parecen, porque seguimos en las mismas discusiones. Seguimos dudando respecto a que posición adoptar frente a los poderes mundiales. Tampoco tenemos todos tan claro nuestra unidad continental. Y sigue siendo problemático para los sectores más desfavorecidos ser parte de los procesos generales.
Como siempre la Historia nos plantea problemas y dudas que son del ayer, y también del hoy…o incluso del mañana.
El ser humano tiene tendencia a repetir conductas, a reiterar errores, a tropezar varias veces con la misma piedra.
Esa reflexión sobre el pasado a la que llamamos Historia no tiene demasiado que ver con el Pasado.
La Historia es hoy, y todos tenemos que escribirla.
Adrián Corbella, 23 de mayo de 2011
NOTAS :
(1) : Esta causa es muy destacada por historiadores de raigambre liberal. Desde otras perspectivas muchas veces se la cuestiona ; Norberto Galasso ha destacado recientemente que, por ejemplo, en el Río de la Plata, el virrey Cisneros había liberalizado el comercio en 1809, por lo que esta cuestión pasa a ocupar un lugar secundario. (Norberto Galasso : “La Revolución de Mayo (el pueblo quiere saber de qué se trató)”, Ediciones del Pensamiento Nacional-Colihue, Buenos Aires, 2009, Cap.I )
(2) : Esta causa ha sido destacada por diversos historiadores, incluso extranjeros (Ver por ejemplo la “Enciclopedia de Latinoamérica” publicada por la Universidad de Cambridge. Hay versión española : Debate, Barcelona, 1987).
(3) : Galasso , en el libro citado en la primera nota, pone especial énfasis en esto. Y menciona a españoles luchando del lado “patriota” (los vocales de nuestra Primera Junta Matheu y Larrea, o el propio San Martín, nacido en Yapeyú pero que había vivido cinco sextos de su vida en España, y luchado por su bandera). O el de muchos americanos en el lado realista (los generales Pío Tristán y Goyeneche eran peruanos ; Olañeta, el gran enemigo de Güemes, era jujeño).
(4) : México se independiza recién en 1820, cuando una revolución liberal en España amenaza con democratizar un poco la aristocrática sociedad colonial del país azteca. En 1810 hay alzamientos indígenas acaudillados por los curas Hidalgo y Morelos, sangrientamente reprimidos por los mismos dirigentes criollos que diez años después proclamaron la independencia.
(5) : Ver al respecto Pacho O’Donnell : “Caudillos Federales. El grito del interior”, Grupo Editorial Norma, Buenos Aires, 2008, Cap. 3.
(6) : Ver al respecto Hernán Brienza : “El loco Dorrego. El último revolucionario” (Ed.Marea, Buenos Aires, 2010). Dorrego intentó convencer a Bolívar de lanzar al ejército de la Gran Colombia en contra de las fuerzas imperiales y esclavistas del Brasil, no en una guerra de conquista sino libertadora.
(7) Y por eso San Martín recibía en Perú una ayuda casi nula de las autoridades de Buenos Aires. Esto lo obliga alejarse y dejar su lugar a Bolívar.
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