El pulso de la semana: Cristina, la emoción y la razón
Miradas al Sur. Año 3. Edición número 156. Domingo 15 de mayo de 2011
Por
Eduardo Anguita
octubre@miradasalsur.com
La desaparición física de Néstor Kirchner llevó, de manera progresiva, a que la relación entre Cristina Kirchner y el pueblo haya sido no sólo más directa sino mucho más emocional. Las cámaras de televisión y la desgrabación de los discursos sirven para ver y leer lo que la Presidenta expresa. Falta el relato de cómo es vivido por quienes están presentes en las actividades en las que ella habla. Falta conocer y reconocer lo que le transmiten a ella. Falta entender el vínculo. Esto fue observado con acierto durante el prolongado velorio de Kirchner, en el que ella se quedó a sentir y escuchar lo que cada uno de los miles de asistentes tenía para transmitirle. Sin la perspectiva de estos casi siete meses de diálogo entre una líder y un pueblo, es imposible abordar con seriedad lo que pasó el jueves en José C. Paz. Fue allí a lanzar un plan de abaratamiento de alimentos. Les habló a las miles de mujeres que tienen que soportar la manipulación de los precios. Para graficarlo: sus destinatarios, como en la mayoría de los actos, son personas del pueblo, que sufren y gambetean a diario, que padecen necesidades y que, al mismo tiempo, son el sujeto social del cambio. O, como le gusta llamarlo a ella, de la profundización del modelo. Ese nuevo centro de compras es un predio de nueve hectáreas al costado de la ruta 24 donde se construyeron una serie de naves industriales donde los alimentos serán mucho más baratos que en los supermercados que llenan de avisos las páginas de La Nación y Clarín. “En José C. Paz hemos construido más de 8000 viviendas –dijo Cristina–, desde el año ’45, con Eva Perón, no se construía en este distrito”.Lo otro que hizo la Presidenta, mientras estaba allí, fue comunicarse con un equipo del Centro de Documentación Rápida que había ido a Gregorio de Laferrere y con el intendente de Florencio Varela, que inauguraba la Expo Industrial Varela 2011. Hace poco, Cristina asistió al primer día de clases de la Universidad Nacional de ese distrito.
La agenda presidencial.
Conviene tomar dimensión sobre el punto de vista que tiene la Presidenta. Así como participa de las reuniones internacionales del G-20 o propone reformar el Código Civil y nacionalizar las tierras, también sabe la diferencia entre una calle asfaltada y una de tierra. Probablemente sepa, mejor que muchos, que el conglomerado llamado pueblo no está sólo compuesto por quienes viven de un trabajo formal y tienen asegurado un piso de justicia social a través de un convenio colectivo de trabajo.Está claro que uno de los logros más contundentes del proceso iniciado por Néstor Kirchner fue el del trabajo registrado y el de la actividad gremial. Hacia el año 2000, la cantidad de trabajadores sindicalizados no superaba los 3,5 millones. Hoy se calcula que son siete millones. Pero si se duplicó la cantidad de afiliados, se multiplicó por seis la firma de convenios colectivos. La tasa de afiliación, en relación con la población económicamente activa, es del 40 por ciento. La más alta de la región y del continente. Esto es una introducción indispensable para ponderar las palabras de la Presidenta cuando habló de la explotación y la extorsión. Porque, antes de hacer referencia a que un sindicato puede convertirse en una corporación, ella recordó: “En estos ocho años se han generado millones de puestos de trabajo y se ha retornado la negociación entre trabajadores y empresarios que nos coloca al frente de América latina en materia de salarios y organización sindical”.Pero, en José C. Paz, como en muchos otros lugares de la Argentina, existe el tercero, el cuarto y el quinto mundo. Además del trabajador formal, está el que va al taller en negro y su patrón no tiene recursos –materiales y culturales– para blanquear su actividad, y también está el que tiene un caballo flaco y un carrito y sale a revolver basura o buscar chatarra. La verdad es que la agenda de la Presidenta tiene en cuenta que las empresas chinas vienen con ganas de quedarse –y de quedarse con la tierra– (ver entrevista a Eduardo Barcesat), que la relación con Brasil es estratégica pero requiere del monitoreo de Cancillería para evitar desequilibrios, y por supuesto de la importancia vital de las organizaciones gremiales y también de una porción importantísima de la población cuya pertenencia social es frágil.
Un jueves cargado.
Por
Eduardo Anguita
octubre@miradasalsur.com
La desaparición física de Néstor Kirchner llevó, de manera progresiva, a que la relación entre Cristina Kirchner y el pueblo haya sido no sólo más directa sino mucho más emocional. Las cámaras de televisión y la desgrabación de los discursos sirven para ver y leer lo que la Presidenta expresa. Falta el relato de cómo es vivido por quienes están presentes en las actividades en las que ella habla. Falta conocer y reconocer lo que le transmiten a ella. Falta entender el vínculo. Esto fue observado con acierto durante el prolongado velorio de Kirchner, en el que ella se quedó a sentir y escuchar lo que cada uno de los miles de asistentes tenía para transmitirle. Sin la perspectiva de estos casi siete meses de diálogo entre una líder y un pueblo, es imposible abordar con seriedad lo que pasó el jueves en José C. Paz. Fue allí a lanzar un plan de abaratamiento de alimentos. Les habló a las miles de mujeres que tienen que soportar la manipulación de los precios. Para graficarlo: sus destinatarios, como en la mayoría de los actos, son personas del pueblo, que sufren y gambetean a diario, que padecen necesidades y que, al mismo tiempo, son el sujeto social del cambio. O, como le gusta llamarlo a ella, de la profundización del modelo. Ese nuevo centro de compras es un predio de nueve hectáreas al costado de la ruta 24 donde se construyeron una serie de naves industriales donde los alimentos serán mucho más baratos que en los supermercados que llenan de avisos las páginas de La Nación y Clarín. “En José C. Paz hemos construido más de 8000 viviendas –dijo Cristina–, desde el año ’45, con Eva Perón, no se construía en este distrito”.Lo otro que hizo la Presidenta, mientras estaba allí, fue comunicarse con un equipo del Centro de Documentación Rápida que había ido a Gregorio de Laferrere y con el intendente de Florencio Varela, que inauguraba la Expo Industrial Varela 2011. Hace poco, Cristina asistió al primer día de clases de la Universidad Nacional de ese distrito.
La agenda presidencial.
Conviene tomar dimensión sobre el punto de vista que tiene la Presidenta. Así como participa de las reuniones internacionales del G-20 o propone reformar el Código Civil y nacionalizar las tierras, también sabe la diferencia entre una calle asfaltada y una de tierra. Probablemente sepa, mejor que muchos, que el conglomerado llamado pueblo no está sólo compuesto por quienes viven de un trabajo formal y tienen asegurado un piso de justicia social a través de un convenio colectivo de trabajo.Está claro que uno de los logros más contundentes del proceso iniciado por Néstor Kirchner fue el del trabajo registrado y el de la actividad gremial. Hacia el año 2000, la cantidad de trabajadores sindicalizados no superaba los 3,5 millones. Hoy se calcula que son siete millones. Pero si se duplicó la cantidad de afiliados, se multiplicó por seis la firma de convenios colectivos. La tasa de afiliación, en relación con la población económicamente activa, es del 40 por ciento. La más alta de la región y del continente. Esto es una introducción indispensable para ponderar las palabras de la Presidenta cuando habló de la explotación y la extorsión. Porque, antes de hacer referencia a que un sindicato puede convertirse en una corporación, ella recordó: “En estos ocho años se han generado millones de puestos de trabajo y se ha retornado la negociación entre trabajadores y empresarios que nos coloca al frente de América latina en materia de salarios y organización sindical”.Pero, en José C. Paz, como en muchos otros lugares de la Argentina, existe el tercero, el cuarto y el quinto mundo. Además del trabajador formal, está el que va al taller en negro y su patrón no tiene recursos –materiales y culturales– para blanquear su actividad, y también está el que tiene un caballo flaco y un carrito y sale a revolver basura o buscar chatarra. La verdad es que la agenda de la Presidenta tiene en cuenta que las empresas chinas vienen con ganas de quedarse –y de quedarse con la tierra– (ver entrevista a Eduardo Barcesat), que la relación con Brasil es estratégica pero requiere del monitoreo de Cancillería para evitar desequilibrios, y por supuesto de la importancia vital de las organizaciones gremiales y también de una porción importantísima de la población cuya pertenencia social es frágil.
Un jueves cargado.
Ese día, antes de ir a José C. Paz, Cristina debía estar muy bien informada de que la Unión del Personal Superior y Profesional de Empresas Aerocomerciales (un gremio minúsculo) había paralizado 12 horas los vuelos de Ezeiza y Aeroparque en reclamo de la recategorización del personal jerárquico. También que la Federación Argentina del Petróleo, el Gas y el Biocombustible había paralizado las refinerías de todo el país y que los medios opositores aterrorizaban televidentes con que no habría nafta en las estaciones de servicio. Ni hablar del conflicto docente de Santa Cruz, que lleva un mes, o de los petroleros de esa provincia, que por disputas intergremiales paralizan la actividad. Hasta aquí, conflictos que no involucran a la conducción de la CGT. Sin embargo, una semana atrás, la Federación de Camioneros había bloqueado las refinerías. El motivo no involucra al conjunto de choferes, sino al reclamo de un plus –adicional– para los que transportan combustibles. Y como todo esto se da en un contexto de crecimiento económico, no represión a la protesta social y época electoral, no estuvo ajeno a esto que los diarios del jueves tenían a Omar Viviani, del gremio de taxistas, contando que la CGT apoyaría a Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires.No se trata de imaginar a Cristina asustada por unos pocos –y diferentes– conflictos sindicales. Se trata de entender tres cosas que parecen básicas. La primera es que profundizar el modelo requiere de racionalidad, rumbo y conducción. La segunda es que profundizar el modelo no equivale a quién ocupa un cargo en la lista de concejales o diputados. Y la tercera –la más importante– es que para que Cristina Kirchner siga al frente del cambio tiene como requisito que no se la tironee. Pidió que los sindicatos fueran solidarios con todos los argentinos. “Siempre me van a tener del lado de los trabajadores –dijo–. Este es un Gobierno que quiere que siga mejorando el poder adquisitivo de los trabajadores. No podemos ser rehenes de aquellos que por ser de una determinada actividad pueden perjudicar a toda la sociedad.”Su llamado a la reflexión estuvo dirigido más a los propios que a los ajenos. Pidió “a todos aquellos que comparten este modelo” que “debemos comprender que un país no lo puede hacer solamente un Presidente o una Presidenta, se necesita de la responsabilidad y madurez sobre todo de aquellos que comparten este modelo”. Recién después de esto, advirtió que ella también hace un sacrificio físico y emocional. Sintetizado en una frase que parece muy clara. Cristina no se muere por ser electa nuevamente. Quienes la acompañan, quienes la apoyan, deberán entender que lo construido estos años le permite afirmar que el rumbo del país no lo toman las corporaciones. El rumbo, con ella al frente, es soberano. Por eso puede hacerse cargo de una agenda diversa, sin ataduras. Por eso, más que a buscar los puntos de diferencia entre Cristina y la CGT, la convocatoria fue a respetar las reglas de un proceso popular y colectivo.
Por Eduardo Anguita.
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