Santiago Fraschina: “Pretendemos cambios en vías de popularizar nuevamente la ciencia económica. Los sectores populares deben recuperar la discusión económica para defender sus intereses”.
Entrevista exclusiva de Iniciativa.
17 Mayo, 2011 Iniciativa
Reportaje de Vicente Russo y Telémaco Subijana
Iniciativa entrevistó en exclusiva al Lic. Santiago Fraschina. Economista y Asesor del Ministerio de Economía de la Nación, analiza el proceso iniciado en 2003, da cuenta de los desafíos económicos y presenta la discusión en torno a los dos modelos que se ponen en juego en este año electoral.
Iniciativa- Algunos economistas señalan la emergencia, desde 2003, de un proceso de desarrollo de valorización productiva, que comienza a revertir el modelo rentístico-financiero-neoliberal iniciado en los ´70 con la última dictadura militar ¿Cuáles son los puntos sobresalientes de esta nueva configuración?
Santiago Fraschina -La característica central, y que tiene que ver con el eje de los debates económicos, deviene de la pregunta ¿hacia dónde va el excedente que genera la economía argentina?. En términos de sectores sociales y productivos, si uno recorre la historia argentina se observan distintos modelos económicos que conducían los excedentes hacia un sector productivo en particular. Durante el modelo agro-exportador, que fue de 1880 a 1930, la mayor parte del excedente económico iba hacia el sector agrario. Cuando se inicia la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) parte del excedente se fue volcando hacia la industria. Con Martínez de Hoz, y con la reforma financiera implementada en 1977 por la dictadura, el sector financiero pasó a ser el más rentable de la economía argentina. El excedente de la economía empezó a ir hacia el sector financiero y rentístico provocando un proceso de des-industrialización de la economía argentina.
A partir de la asunción de Néstor Kirchner el sector industrial empezó a recuperar rentabilidad y gran parte del excedente de la economía argentina, que no quiere decir todo, se volcó nuevamente hacia la industria. Siendo ésta un eje central, una consecuencia importante de ello ha sido la reducción del desempleo (uno de los flagelos más importantes que nos dejo el modelo neoliberal- rentístico-financiero). Hay dos características importantes del modelo de re-industrialización iniciado en 2003: primero, que está basado en una ampliación del mercado interno. Por otro lado, impulsa la redistribución del ingreso. Lo que pretende este modelo es que la participación del salario en el producto interno crezca fuertemente. Entonces: re-industrialización de la economía argentina, crecimiento del mercado interno sin descuidar el externo y redistribución del ingreso. Estas son las claves del nuevo modelo de desarrollo.
Iniciativa : -¿Qué desafíos deben ser abordados en los próximos años?
S.F. -Considero que hay varios. Uno es profundizar este proceso de industrialización. Al analizar dónde se produjo la sustitución de importaciones, nos encontramos con bienes de consumo, lo que se denomina la “industrialización fácil”. No porque sea muy fácil sino porque es la más fácil de desarrollar al no requerir una ingeniería tan importante. Requiere de ciertos factores macro-económicos, como un tipo de cambio competitivo para poder crecer. El problema es que esta industria de bienes de consumo necesita bienes de capital y bienes intermedios para producir. En Argentina estos últimos se siguen importando en gran parte. En este sentido, tenemos que lograr producirlos; para ello se requiere de otra ingeniería de políticas intervencionistas, que se están comenzando a desarrollar, que se agregan al tipo de cambio competitivo.
Otra cuestión tiene que ver con reformar el sistema financiero para facilitar el acceso al crédito hipotecario y a los préstamos para las PyMES para que puedan capitalizarse y hacer más competitivo el mercado.
También necesitamos reformar la Ley de inversiones extranjeras. Esta devino de la profundización del modelo neo-liberal y permite que todas las empresas extranjeras inviertan en cualquier sector y remitan las utilidades que quieran al extranjero. Pienso que necesitamos una nueva ley que facilite encauzar las inversiones (ver dónde sí y dónde no, por ejemplo en la tierra y los recursos naturales) y que le ponga un cupo a la remisión de utilidades para evitar problemas en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
En conclusión, reforma financiera, profundizar el proceso de industrialización en los bienes intermedios y en los bienes de capital y una nueva ley de inversiones extranjeras. Todo esto de la mano de discusiones que lleven a reducir y eliminar el trabajo en negro en la Argentina, que se ha reducido del 49 al 34 % pero sigue siendo un valor alto para nuestro mercado de trabajo.
Es importante homogeneizar el mercado de trabajo en nuestro país. Se habla del “fifty-fifty” pero eso hoy no alcanza. Era importante en la década del ´70 porque había un mercado de trabajo homogéneo y eso bastaba para redistribuir. Hoy día, el mercado de trabajo heterogéneo, heredado de la década de los noventa y la dictadura, hace que convivan el gerente de la multinacional con el trabajador en negro. En este sentido, hoy llegar al “fifty-fifty” no es suficiente para redistribuir el ingreso. Se necesitan dos cosas: que mejore la participación de los salarios en el producto bruto interno y que el mercado de trabajo sea más homogéneo.
Iniciativa -A diferencia del denominado ISI, el actual proceso de re-industrialización no derivó en un estrangulamiento externo. ¿Existen riesgos al respecto? ¿Cómo evitarlos?
S.F. -Es cierto, en la ISI se daba el modelo de “stop and go” por el que, cuando crecía el país, producto del desarrollo de la industria, este sector importaba mucho y generaba un cuello de botella al producir déficit comercial que en ese momento no había otra forma de financiarlo sino a través de endeudamiento externo. Por lo tanto, en determinado momento había que ajustar y eso se hacía generando una crisis interna para que se desplomaran las importaciones y se volviera a un superávit comercial para asegurar la entrada de divisas. Ese fue el famoso modelo de “stop and go”.
Hoy, por suerte, tenemos un fuerte crecimiento económico y un importante proceso de re-industrialización asociados a un superávit comercial. Tener un déficit comercial es un problema importante porque genera salida de divisas y una distorsión de la política de acumulación de reservas, pero Argentina no va hacia un déficit comercial. Ante la posibilidad de que llegue a reducirse, necesitamos tomar medidas coyunturales a la par de medidas de mediano y largo plazo. Las coyunturales tienen que ver con las que se están tomando en cuanto a proteger el mercado interno a través de leyes antidumping, precios de referencia, licencias no automáticas, etc. que permiten parar alguna importación que erosione el superávit. Junto con estas medidas coyunturales, se debe continuar con medidas de mediano y largo plazo que permitan orientar el proceso de industrialización hacia bienes intermedios y de capital o restringir la remisión de utilidades de las empresas extranjeras para que no erosionen la cuenta corriente de la balanza de pagos. En definitiva, el modelo de desarrollo iniciado en 2003 debe continuar tomando medidas coyunturales y de mediano y largo plazo que permitan evitar el estrangulamiento externo que sufrió la Argentina en otras épocas. Otro ejemplo es el “Plan 2020” que lanzó el Ministerio de Industria a fin de estudiar dónde se puede orientar el proceso de industrialización para no tener que importar ciertos bienes.
Iniciativa -Usted ha hecho hincapié en solucionar los problemas de la deuda, ¿cómo evalúa lo realizado en esta materia desde el 2003? ¿Qué cuestiones quedan por resolver en este tema?
S.F. -Ese fue uno de los grandes logros del nuevo modelo. El problema de la deuda en Argentina empezó durante la dictadura militar con el proceso de valorización financiera iniciado con Martínez de Hoz, sobre todo basado en la deuda externa privada que en los ochenta Cavallo estatizó siendo Presidente del Banco Central de la República Argentina. A partir de ahí, y con la crisis de la deuda de 1982, se termina de consolidar el problema estructural de la Argentina de los últimos veinte años del siglo XX, y que no permitió que el país se desarrolle. Una muestra de ello son los planes de ajuste estructural de Alfonsín para pagar deuda externa y el modelo de convertibilidad del Consenso de Washington aplicado por Menem para pagar deuda externa, mientras, sin embargo, la deuda crecía. El resultado fue que el país llegó a tener una deuda de U$S 180.000 millones cuando en el año 1974 era de U$S 8.600 millones. En el año 2003 la participación de la deuda en el producto bruto era del 150%, es decir, equivalía a un producto y medio. El mismo Fondo Monetario Internacional recomienda que la participación de la deuda de un país no supere al monto del 60%. Hoy en día, la política de des-endeudamiento que comenzó Néstor Kirchner produjo que la participación de la deuda en el producto bruto interno sea del orden del 43%. Es una de las deudas más bajas, inclusive comparando con los países europeos. En definitiva, la deuda ya no es una restricción para el Estado argentino. El des-endeudamiento tuvo dos patas: una, la re-estructuración de la deuda que redujo la misma en U$S 60.000 millones y terminó siendo una de las más exitosas del mundo. La otra fue la política de des-endeudamiento con fondos del Banco Central, como por ejemplo el pago al FMI por la suma de U$S 10.000 millones. El gobierno ha sido exitoso, sobre todo porque hoy la mayor parte de la deuda es en moneda nacional, con el ANSES, con el Banco Nación, etc. Toda esta deuda es pasible de ser negociada. En definitiva, este nuevo modelo de desarrollo logró algo impensado en cuanto a solucionar una de las restricciones más importantes que tenía la economía argentina como era el problema de la deuda pública. En definitiva, la solución al problema de la deuda permitió superar la restricción económica más importante y profundizar el modelo de desarrollo. Esto nos permite seguir creciendo sin tener que realizar políticas de ajuste.
Iniciativa -¿Qué opina del uso de reservas para el pago de la deuda? ¿Cuáles son los pros y las contras?
S.F. -Se ha demostrado que no hay ninguna contra. La política de acumulación de reservas se hizo con este modelo; es este modelo el que generó que las reservas estuvieran próximas a los U$S 52.000 millones cuando antes eran de U$S 10.000 millones. Cuando se discutió esto con Redrado [ex Presidente del Banco Central] en el verano de 2010, lo que decía él era que nos íbamos a quedar sin reservas y por lo tanto iba a haber un espiral inflacionario. La realidad es que se utilizaron reservas para pagar la deuda externa y no solo que las reservas no bajaron sino que aumentaron de U$S 48.000 millones a U$S 52.000. Redrado quería que el Tesoro Nacional no tuviera acceso a las reservas para que hubiera que efectuar una política de ajuste, bajar el gasto público en infraestructura, en educación, salud y por lo tanto utilizar parte de esos recursos del Tesoro para pagar la deuda externa. El Gobierno Nacional tiene como uno de los principales pilares del modelo de desarrollo no hacer políticas de ajuste, porque sabemos que siempre las pagan los sectores populares. Lo que sí hay es crecimiento del gasto público en forma permanente y nosotros nos sentimos orgullosos. Otra “solución” que sugería Redrado era pagar el gasto público con endeudamiento en el sistema internacional volviendo a la bola de nieve de endeudamiento en el extranjero. El Gobierno elige incrementar el gasto público para favorecer a los sectores populares y aumentar su demanda. Las reservas generadas por este modelo económico deben ser utilizadas para pagar la deuda externa; lo que quedó demostrado que es un éxito. Las reservas fueron utilizadas: no hubo espiral inflacionario, las reservas no disminuyeron, sino que crecieron y la Argentina no tuvo que endeudarse nuevamente en el extranjero ni tuvo que hacer una política de ajuste para que paguen los sectores populares. Esa discusión no sale en los medios de comunicación pero demostró que la razón no la tenía Redrado sino la Presidenta. Ahí se demostró que prima la política sobre la economía. La Casa Rosada elige la política económica porque los argentinos no eligieron a la Presidenta para hacer una política de ajuste ni para endeudarse en el extranjero, sino para profundizar el modelo que se inició en el 2003.
S.F. -Creo que la ciencia económica se ha popularizado un poco. Nosotros, desde la agrupación “La Gran Makro” estamos dispuestos a salir a dar charlas con todos los compañeros porque uno de nuestros objetivos es popularizar la ciencia económica. El gran legado negativo que dejó el neoliberalismo, entre otras cosas, es haber privatizado la ciencia económica. Esto significa hacernos creer a todos que la economía es para unos pocos, que era una ciencia oculta, que los sectores populares no podían hablar de economía. Pretendemos que haya cambios en vías a popularizar nuevamente la ciencia económica. Los sectores populares deben recuperar la discusión económica para defender sus intereses. Cada vez que hay una charla lo notamos, los compañeros discuten sobre las ganancias y el salario de los trabajadores, la Ley de la Reforma Financiera, discuten sobre si hay que nacionalizar la exportación de granos, se está dando una mayor debate en la sociedad en general y en los militantes en particular sobre el modelo.
Lo que está claro es que lo que estamos viviendo nosotros y sobre todo a partir de la resolución 125 es la disputa de dos modelos económicos. Toda disputa de modelos económicos es una disputa política que se dirime en términos electorales. Hay un modelo económico encabezado hoy por Cristina Kirchner, que inicio Néstor en el 2003, y se caracteriza, como lo habíamos enunciado anteriormente, por: un proceso de industrialización, protección del mercado interno, por el equilibrio macroeconómico y por la distribución del ingreso. El otro modelo, representado por las entidades agrarias y que esgrime la oposición, busca volver a un modelo agroexportador basado en producir soja en la Argentina para exportar básicamente a China. Ese otro modelo trataría de volver a las políticas neoliberales con una reducción del intervencionismo estatal. Son dos modelos diametralmente opuestos. En la década del ´90 Duhalde o De La Rúa eran lo mismo. Había que aplicar casi el mismo modelo, no había diferencias. Había discusión de quién iba a gerenciar el modelo, nada más. No había debate sobre los modelos económicos. Hoy, por suerte, estamos discutiendo modelos económicos y eso es un avance fundamental. Y por eso yo creo también en la politización de la sociedad argentina, porque nuevamente la sociedad argentina y nuevamente los jóvenes están viendo a la política como una herramienta de transformación general. El gran cambio que impulsó Néstor Kirchner es que –diferenciándose del FMI- el modelo económico sale de Casa Rosada. Para nosotros es un honor que el presidente y Casa Rosada fije cual es el modelo económico a seguir porque en definitiva la sociedad argentina elige al presidente y no al Ministro de Economía.
Entonces, como señalé antes, lo que hizo el kirchnerismo fue poner a la política sobre la economía. No como en la década del 90 en donde la economía predominaba sobre la política y era más importante el Ministro de Economía que el Presidente de la Nación. En esa época, las políticas económicas las elegía el FMI y, en ese contexto, no era posible politizar la sociedad argentina porque la política no era una herramienta de transformación. Creo que los momentos más felices de la sociedad argentina se dan cuando la política está por sobre la economía. No queremos ni que el FMI ni que los grandes grupos económicos impongan las políticas económicas en la Argentina. Esto no quiere decir que no nos sentemos a hablar con los grupos económicos y el FMI, pero en definitiva el que tiene que tener la última decisión es el poder ejecutivo. Si gana la oposición, no solo vamos a un modelo económico distinto donde las dos terceras partes de los argentinos vamos a sobrar, sino que las decisiones de política económica las van a imponer los grupos económicos. La estrategia electoral de la oposición la están fijando los grupos económicos. Si asume la oposición van a ser los grupos económicos los que van a fijar la agenda en la Argentina nuevamente. Esas políticas nunca son a favor de los sectores más vulnerables de la sociedad argentina. No van a ir a profundizar la Asignación Universal por Hijo, ni terminar con el trabajo en negro, justamente lo contrario. Es la Sociedad Rural la que esclaviza a los trabajadores en el campo. Es un paso importante lo que se está dando, nuevamente los argentinos vamos a discutir un proyecto de país y eso se dirime políticamente en este 2011.
Iniciativa -Una de las mayores críticas de la oposición es en relación a la inflación ¿Qué opina al respecto? ¿Cree que va a repercutir en las elecciones de este año?
S.F. -La inflación es un fenómeno multicausal. No hay una sola causa que genere inflación. Primero hay que discutir que es lo que genera inflación, porque si no conocemos las causas, la política antiinflacionaria no va a tener efecto. La ortodoxia y los neoliberales sostienen que la inflación la generan dos cosas. Primero al aumento de la demanda, entonces le echan la culpa al aumento de la demanda porque hay inflación. Por otro lado, a la suba de salarios de los trabajadores. Entonces ¿qué dicen ellos? Si la demanda y la suba de salarios genera inflación, entonces la política antiinflacionaria ¿cuál es?. Desarticular el modelo que se inició en el 2003, dejar de aumentar la demanda, no emitir (porque genera más demanda y por lo tanto genera más demanda sobre los precios) y también terminar con las convenciones colectivas de trabajo, porque si suben los salarios genera inflación. Quieren desarticular los dos pilares del modelo de desarrollo que se inicio en el 2003: incremento de demanda y suba de salarios para la clase trabajadora para mejorar la distribución del ingreso.
En la visión neoliberal la culpa de la inflación es de la gente que quiere consumir y de los trabajadores que quieren ganar más. Pero ni la gente ni los trabajadores tienen capacidad de subir los precios. En cambio lo que nosotros decimos es que la inflación se da por otras causas: por el aumento de los commodities a nivel internacional y esa inflación internacional repercute en la inflación interna. Por eso son fundamentales las retenciones, porque desacoplan los precios internacionales de internos. Además, otro problema: como uno de los precios internacionales que más esta subiendo es la soja, lo que se está generando es un proceso de sojización del campo Argentino. Entonces cualquiera que tenga un campo en la Argentina hoy se pone a cultivar soja. ¿Cuál es el problema? Que el 92% de la producción de soja en Argentina es para exportar, entonces se produce soja pero no se produce trigo, no se produce lechería, no se produce ganadería. Es decir, se está expulsando del campo argentino a los productos que los argentinos consumen. Eso genera una reducción de la oferta y una suba de los precios. Entonces el proceso de sojización del campo argentino por culpa del aumento de los precios internacionales también es una causa de la inflación. En segundo lugar, tenemos que considerar la puja distributiva. En un modelo que crece, que se desarrolla, que se industrializa tratando de distribuir el ingreso genera puja distributiva. Algunos dicen que China crece pero no hay inflación. El tema es que en China no hay puja distributiva. El sindicalismo en China no tiene ningún poder político. Nosotros crecemos tratando de distribuir el ingreso y ese crecimiento con distribución del ingreso, que no es lo que sucede en China, genera puja distributiva. Entonces lo que decimos es que la inflación es por la inflación importada, sojización del campo Argentino y puja distributiva; ésas son las causas de la inflación.
S.F. -El tipo de cambio tiene que ser competitivo. En la década del noventa cuando teníamos un tipo de cambio no competitivo (1 a 1, bajo) era más barato importar el producto que la producción nacional. Obviamente hubo sectores que se beneficiaron con esa política, con la convertibilidad y el tipo de cambio bajo. Por ejemplo, estimuló los viajes al extranjero, era barato comprar productos importados, pero con ese tipo de cambio se quebraron las industrias nacionales. Entonces con el tipo de cambio de la convertibilidad, los viajes al extranjero de la clase media, clase media-alta, eran financiados por la clase trabajadora que perdía los puestos de trabajo como consecuencia del proceso de desindustrialización. Por eso no es casual que una de las consecuencias del modelo de convertibilidad es el incremento de la desigualdad social. Nosotros proponemos sostener un modelo con un tipo de cambio competitivo, por eso estamos a favor de la devaluación, porque ese tipo de cambio competitivo permite una medida proteccionista para la industria nacional. Con este tipo de cambio competitivo los productos importados ya no son tan baratos, por lo tanto una de las consecuencias del tipo de cambio competitivo fue la re-industrialización de la Argentina porque como no era barato importar se comenzó a fabricarlo nacionalmente. Empezamos a sustituir importaciones nuevamente, ese cambio competitivo permitió un proceso de industrialización y reducción del desempleo. La Argentina tiene que seguir sosteniendo un tipo de cambio competitivo. Si la inflación sigue tenemos que devaluar un poco más, para seguir teniendo un tipo de cambio competitivo. Pero tenemos que tener cuidado, porque también devaluar la moneda genera procesos inflacionarios. No vamos a cometer la locura de devaluar abruptamente para generar y estimular aun más la inflación. Porque ese tipo de cambio competitivo, de esa manera, lo va a terminar financiando la clase trabajadora, con la suba de precios y la caída de sus salarios reales. Hay que sostener el tipo de cambio competitivo, pero no haciendo una maxi-devaluación para no pulverizar el salario de los trabajadores, porque justamente lo que queremos es no solo que haya industria sino que haya redistribución del ingreso. Entonces lo que está haciendo el Gobierno es lo correcto y el tipo de cambio hoy en la Argentina sigue siendo altamente competitivo, sobre todo por lo que está pasando con las monedas internacionales. Además hay que rediscutir otra cuestión: la industria nacional no puede ser competitiva solamente con el tipo de cambio; entonces es necesario el tipo de cambio competitivo pero también tenemos que estimular innovaciones tecnológicas en la industria, porque necesitamos una industria competitiva, pero no solo por el tipo de cambio, sino por la competitividad y productividad de la industria Argentina.
Iniciativa -Siempre se hablaba de las condiciones estructurales de dependencia ¿Cómo ve hoy por hoy el escenario a partir de la implementación del nuevo modelo?
S.F. -En este sentido, el proceso de integración latinoamericano es fundamental. Por eso, Néstor Kirchner fue el gran creador de la UNASUR porque el tenía claro la importancia de la integración en América Latina. La Patria Grande es importante desde dos puntos de vista. Uno político para contrarrestar los intereses del Imperio, y eso lo vimos con Evo Morales: ¿cuál hubiera sido el resultado del gobierno de Evo Morales sin la integración latinoamericana? Lo mismo que pasó en Honduras, lo mismo que pasó con Correa en Ecuador. Ahora hasta los gobiernos de derecha registran este proceso. Gana la derecha en Colombia, gana la derecha en Chile, pero no se van de la UNASUR; saben que la integración latinoamericana es importante. Esa integración latinoamericana es fundamental desde el punto de vista de la política, pero también es importante desde el punto de vista económico. Si nosotros queremos re-industrializar la economía Argentina, necesitamos exportar bienes industriales con valor agregado. Europa y Estados Unidos no compra industria Argentina. China tampoco. Los que compran industria Argentina son los países latinoamericanos. Es por eso que creció muchísimo la exportación de productos industriales en América latina. Lo que estamos haciendo ahí es exportando trabajo argentino. Por lo tanto, la integración latinoamericana también es fundamental para profundizar el modelo de re-industrialización. Si vamos hacia el modelo sojero-exportador, como quiere gran parte de la oposición y las entidades agrarias, necesitamos relaciones carnales con el centro y con China y no te va a interesar la integración latinoamericana.
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