viernes, 13 de mayo de 2011
TODOS CONTRA CRISTINA O EL RETORNO DE LA UNIÓN DEMOCRÁTICA , por "Corriente Política Enrique Santos Discépolo" (para www.discepolo.org.ar)
por CORRIENTE POLÍTICA ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO
Por fin, las cosas empiezan a clarificarse, rumbo a las elecciones de octubre. Es que ya falta poco y ninguna de las profecías apocalípticas se han cumplido hasta ahora Y tampoco parece haber dado resultado nada de lo que la oposición ha intentado hacer para alfombrar de piedras ese camino: desde las cacerolas de barrio norte a la intentona de congelar las reservas del Banco Central, de la crispación mediática a las medidas cautelares de jueces adeptos a Clarín, de los pedidos de represión a las provocaciones violentas, de los titulares apócrifos que pronostican el caso a la visita de la SIP. Para colmo, la Mesa de Enlace ya no es lo que era y ni siquiera convoca a las banderas rojas del seudo troskismo porteñista o de los “pro chinos” que, melancólicos, hasta deben extrañar a su Mao Tse Tung local. Es que ese ha sido su único objetivo político en los últimos años: impedir más que proponer, destruir antes que construir, ser un obstáculo al país productivo en movimiento, al desarrollo de las fuerzas nacionales y de los sectores populares. Pero además, la imagen de la Presidenta Cristina Fernández crece al calor de los logros incontrastables de un gobierno –si se considera su gestión como una continuidad de la de Néstor Kirchner– que lleva ocho años de transformaciones. Entonces, poco a poco desaparecen los límites ideológicos. Alfonsín, que antes decía que “no tenían que juntarse los que piensan distinto, porque luego no se puede gobernar”, ahora afirma que nunca dijo que Macri fuera su límite. La alianza de centroizquierda, con Hermes Binner y el GEN de Margarita Stolbizer ya no es la única alianza posible, sino que se concibe como una confluencia más vasta donde tendría cabida De Narváez. Y el mismo gobernador de Santa Fe –siempre tan parco que compite con Reuteman en el uso de los silencios– que hasta ayer nomás señalaba que había sumas que restaban, ahora amenaza con dejar de lado el álgebra para aceptar las fórmulas dictadas por el pragmatismo. Es que lo de Macri, al convocar a todos los opositores a unirse –aunque no haya encontrado buena acogida inicial– era un sinceramiento colectivo. Hay que ir contra el gobierno. Contra este gobierno, en defensa de las sagradas instituciones republicanas.En la mejor tradición de la Unión Democrática de 1946, hay que juntarse, desde la izquierda hasta la derecha, desde la derecha hasta la izquierda, de atrás para adelante y de adelante para atrás (si ello es preciso) para cerrar el paso a este proceso en marcha. Hay que polarizar la sociedad, como único modo de detenerlo entre la disyuntiva libertad o autocracia, consigna que se revela tan vacía como falsa, justo cuando nunca antes en la historia hubo tanta democracia y respeto a los derechos constitucionales.Pero no es que la oposición carezca de planes para gobernar, sino que son inconfesables a los ojos de la mayoría de los argentinos: volver al ajuste permanente, al achique del Estado, a la recesión económica y a la dependencia internacional forman parte de sus fines. En este contraste se avizoran con claridad las formas de los dos modelos de país contrapuestos. Y el radicalismo parece aprestarse, una vez más, a jugar el lamentable rol histórico de encabezar esa unidad espuria. Aquella vez, al igual que ahora, las elecciones presidenciales expresaron la opción de hierro que tenía el país. De un lado, el frente nacional liderado por Juan Perón que, impulsado por las masas populares (esos “criollos alegres” como decía Jauretche), sostenía el proyecto de país con justicia social. Del otro, una coalición que mezclaba radicales, socialistas y comunistas, que los unía su lealtad al país oligárquico y el espanto por el pueblo. Eso es así –y Macri ha sido de los primeros en manifestarlo, junto con Duhalde– porque advierten que mañana será tarde: hay una dialéctica de los hechos que los impulsa y se va realimentando. Que cobra una autonomía impredecible ¿Dónde nos llevará? Cristina es –para todos ellos– el verdadero límite.Esos son los tiempos que se vienen. Hay dos alternativas en pugna: solo dos, aunque muchos no quieran verlo. Es una encrucijada: de un lado, la construcción nacional y popular, de crecimiento con creciente autonomía e inclusión social cada vez mayor, junto a las naciones hermanas de la región. Del otro, los que procuran cerrar el paso a eso, todos juntos, sin un programa alternativo que no sea impedir la profundización del rumbo. Esa es la batalla política que queda por delante y que hay que librar en los días que correrán de aquí a octubre. La Nación, esa tribuna de doctrina mitrista que permanece congelada en el tiempo, ya optó pero la Patria, lo que llamamos la verdadera Patria es otra cosa distinta y está en su mejor momento. No habrá seguramente –porque los tiempos son otros– un embajador de Estados Unidos encabezando la Unión Democrática, como lo hubo hace ya 65 años. Pero las cosas son igual de claras. Quienes estamos del lado de los sectores populares debemos redoblar esfuerzos en esta hora crucial.
CORRIENTE POLÍTICA ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO
SECRETARÍA POLÍTICA
Mayo de 2011
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PJE. RIVAROLA 154 (entre PERÓN y Mitre)
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