Crónicas a Flor de Piel
por Florencia Peña
La derecha está tan nerviosa... y el nerviosismo los vulnera, los deja expuestos. Escriben editoriales y tapas en sus diarios y revistas, creando una realidad, instalando una realidad que los libere de culpa y cargo y, lo que es peor, que los muestre como héroes: los verdaderos patriotas están por salvarnos a todos de los archienemigos, que no son otros que los ‘K’. Pero para salvarnos, no debemos preguntarnos nada. Simplemente, dejarnos llevar. Lo que pasó, que quede bien enterrado.
Sigamos amando pese a todo. El amor es el poder real entre todos los poderes.”Silvio Rodríguez Lo que contaré a continuación me da mucha vergüenza, porque entra de lleno en el patetismo ilustrado. El miércoles me tomé un taxi. Un hombre corpulento, con mirada rígida, nos observó sentarnos por el espejo retrovisor. Le dijimos la dirección y, sin decir palabra, arrancó. La radio se escuchaba muy fuerte. Sintonizaba el programa de Lage. ¿Se acuerdan de este periodista, allá por 2001, cuando vaticinaba que el dólar iba a valer 10 pesos, y no se le movía una pestaña? Cada vez que lo escuchaba me quedaba muy asombrada de sus afirmaciones contundentes, y sus datos tan precisos, sobre una Argentina que, según él y su coequiper Feinmann, se estaba desplomando para convertirse en polvo.
Ahí estábamos mi amiga Leti y yo, escuchando cosas que me duelen y me preocupan. Hablaban de los Derechos Humanos. Leían la tapa de Perfil, que explicaba cómo el gobierno convirtió en negocio este tema. Cómo los “K” se apropiaron de esta lucha con fines meramente políticos. Que lástima que vuelquen sin pudores sus pensamientos tan fascistas y derechosos, cagándose, y perdón por la expresión, en todos los argentinos que fueron condenados a muerte, torturados, y robados por el “Estado”. Por un Estado genocida que tenía miedo de las ideas, de que los “subversivos” despertaran a tantos que estaban ciegos, dormidos o simplemente mirando a otro lado.
Que las Madres y Abuelas, por primera vez, sientan que un gobierno se interesa en que haya justicia, en que los genocidas y cómplices paguen por sus delitos, eso los retuerce. Los retuerce que quede claro que la dueña del multimedio más grande del país oculta todo lo que puede, con artilugios legales y no tanto, para que nunca se sepa la verdad. Pero la Verdad, señores, tarde o temprano se deja ver, se muestra, y acecha tanto que enloquece. Y ahora que las máscaras van cayendo, y queda en evidencia que el golpe no fue sólo militar, que muchos civiles −entre ellos empresarios, periodistas y jueces− ayudaron, ocultaron y entregaron. Ahora que con nombre y apellido podemos sentar y enjuiciar a estos imorales y traidores, ahora vuelven a tener miedo. Y salen de sus madrigueras, desesperados, utilizando cualquier artilugio para defenderse.
El viaje continuaba, y Lage y su staff iban por más. Hablaban de Moyano y la CGT, las críticas y los fracasos de este dirigente: “Qué loco, ¿no? Cómo avanza el sindicalismo en este país...” Claro, los representantes de los trabajadores en el Congreso proponen una ley del Primer Mundo: que los empleados participen en las ganancias. Y los empresarios se ponen de los pelos: ¡la cabeza de la UIA nos compara con Cuba! Y salen a reivindicar con énfasis la propiedad privada y los valores más nefastos del capitalismo. Y los representantes de las corporaciones en el Congreso... ¿de qué lado van a estar? Inmediatamente y como un acto reflejo, la miré a Leti y le dije: “Menos mal. Si no, los trabajadores no tendrían respaldo. Volveríamos al Menemato.” Y ¡¡¡chan!!! La frase maldita caló hondo en el taxista, que sin parpadear me miró por el espejo de una manera que me dio miedo. La radio seguía a tope, y le pedí que por favor bajara un poco el volumen. ¡¡¡Channn!!! ¡La frase maldita: el regreso! Me volvió a mirar por el espejo, siniestro el hombre, y bajó apenas el volumen. Yo no pude resistirme y le pregunté: ¿Usted por qué me mira así? Solamente le pedí que baje el volumen.
“El taxi es mío, querida, yo acá escucho como quiero.” “Sí, claro”, le respondí, “el taxi es suyo pero el viaje lo estoy pagando yo, y esta radio, y tan fuerte, me está contracturando”. Y ahí, la hiedra venenosa largó su veneno: “Te escuché, nena, lo que dijiste sobre el sindicalismo.” ¡¡¡Ah, bué!!! Cantamos línea para bingo. Parece que el señor era un poquito intolerante. “Perdón, yo no hablaba con usted, hablaba con mi amiga.” “Qué me importa, te escuché igual.” Por suerte habíamos parado en un semáforo. Abrí la puerta, saqué la plata y le pagué. Le dije que por gente con ese tipo de maneras y pensamientos la Argentina se volvía cada vez más intolerante. “Yo soy democrático”, me gritó desaforado. Y cuando estaba por cerrar la puerta, me arrojó la mejor de todas: “Y no me extraña lo que decís, nena, si mirá como estás vestida.” ¡¡Chan!!! La última cruzada.
Quizás así contado no suene tan terrible, pero les aseguro que eran aterradores su actitud y su patoterismo. ¿Qué significa “mirá cómo estás vestida”? Yo tenía un saco de abrigo largo, un vestido que me dejaba ver un poco las piernas y unas botas. Supongo que para este tipo de especímenes, las mujeres que muestran un poco de piel, son indefectiblemente “prostitutas”. Y pensé que no sería nada raro que este hombre sea un maltratador. Que sea violento con su mujer y sus hijos. Recordé un documental que estuve haciendo la semana pasada sobre violencia de género, que saldrá por Cosmopolitan. Tuve contacto con muchas mujeres que sufren por esta problemática, y este es el prototipo de “macho” que un día termina mandando a su mujer al hospital, producto de una paliza.
Cambiando de tema, pero no tanto, ayer recibí un mail, de esas cadenas, que pretenden instalar irrealidades, con un tinte netamente ideológico. Lo transcribo:
PARA TENER EN CUENTA
Es muy cortito, tremendamente claro y se aplica 100% a nuestra realidad social:
“Planes Trabajar”, “Jefes y Jefas de familia”, “Asignación por hijos”, “Prebendas Políticas”
Pensamiento de A. Rogers: Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado, para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona. Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas; y cuando ésta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso... mi querido amigo...es el fin de cualquier Nación.
“No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”.
Dr. Adrian Rogers, 1931
Googleé su nombre y... ¿a que no saben lo que descubrí? Que Adrian es un conservador evangelista que, en nombre de Jesucristo, pregona todo tipo de ideas que se ajustan a este tipo de ideología que arriba describe. Los invito a que lo investiguen un poco. Les va a resultar más que interesante. No sé por qué, pero me hace acordar a unos cuantos que conocemos. ¿Se acuerdan del debate del matrimonio entre personas del mismo sexo? Cuánto cuesta cada avance, ¿no? Hace tiempo de la sanción de la ley, y todavía hay funcionarios que insisten en perpetuar la discriminación.
No caben dudas. Desde 2003 nuestro país está atravesando un período de cambios profundos y significativos. Cambios en áreas distintas como salud, educación, economía, infraestructura, cultura, pero con un denominador común: una fuerte participación del Estado para implementar políticas sociales y garantizar una mayor distribución de la riqueza.
Recordemos lo que pasaba poco antes, en los dorados ‘90s: seguíamos el mandato del FMI al pie de la letra, entrábamos en el primer mundo, mientras la brecha entre ricos y pobres se ampliaba, la concentración crecía, el Estado se ausentaba de la educación, la salud, la seguridad, las jubilaciones, y se cocinaba la crisis de 2001.
Sin embargo, parece que algunos sectores insisten en negar las evidencias: consideran los logros de esta gestión como una exageración de los oficialistas, y siempre encuentran un índice negativo para mostrar. Si citan a algún especialista extranjero, es un vocero recalcitrante del neoliberalismo, y cuando nos elogian en el foro internacional lo pasan por alto, o ningunean los méritos y los reducen a simple coyuntura.
En este sentido la última semana vuelve a ser significativa. Por ejemplo, las Abuelas anunciaron la recuperación de la identidad del nieto número 102. Otro gran avance en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. El caso es similar al de Marcela y Felipe Noble Herrera : el chico se negó a realizarse análisis de ADN, y el juez ordenó tomar muestras de su ropa. Tal vez por eso “algunos medios” no le dieron la importancia que se merece. Por suerte, el viernes una persona que recibe bastante atención de la prensa, Barack Obama, se ocupó de poner las cosas en su lugar: elogió la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, la importancia de su militancia como forma de resistencia a la dictadura. ¿Estarán orgullosos de este “logro argentino” los que defendieron los indultos, los que insiten en que no se revise su oscuro pasado, los que cuestionan al Banco de Datos Genéticos? Esta semana también (¡qué semanita!), procesaron al jefe del centro de detención clandestino El Vesubio, y se presentó una querella contra Videla, Martínez de Hoz y Magnetto en la causa por Papel Prensa. Es increíble que, pasados tantos años de la última dictadura, haya estructuras que continúan vigentes. Cosas que recién salen a la luz.
La derecha está tan nerviosa... y el nerviosismo los vulnera, los deja expuestos. Escriben editoriales y tapas en sus diarios y revistas, creando una realidad, instalando una realidad que los libere de culpa y cargo, y lo que es peor, que los muestre como héroes: los verdaderos patriotas están por salvarnos a todos de los archienemigos, que no son otros que los “K”. Pero para salvarnos, no debemos preguntarnos nada. Simplemente, dejarnos llevar. Lo que pasó, que quede bien enterrado. Así seremos libres. Me dan vergüenza los Fontevecchia, los Gelblung, los Magnetto. Y los Lanata y los Caparrós, que no son lo mismo, pero que con sus dichos confusos ayudan a no aclarar, a no sanar.
¿Será que el patetismo ilustrado de a poco irá desapareciendo, y el tiempo y nuestra lucha nos darán la razón? Que vamos acercándonos a nuestro sueño: tener una Argentina más soberana y más justa.
por Florencia Peña