Cristina introdujo cambios en el Gabinete con la mira puesta en 2015. La economía, el dólar y la oposición.
La política parece mirar con indiferencia el clima de fin de
año que impone diciembre: Cristina Fernández anunció un nuevo cambio de
Gabinete esta semana. No se trató de una renovación masiva de
colaboradores, sino de un cambio quirúrgico para atender un frente que
venía haciendo ruido desde hace tiempo puertas adentro de la Casa
Rosada.
Las designaciones de Oscar Parrilli como nuevo secretario de Inteligencia, y de Juan Carlos Mena como su segundo, se produjeron en medio de una escalada en la disputa que el gobierno mantiene con un sector del Poder Judicial, al que se vincula con referentes de esa dependencia. Los brindis de fin de año de los distintos sectores de la Justicia reflejaron esa tensión.
Para muchos, el desencadenante del último capítulo de la trama fue la intempestiva citación a indagatoria para el ministro de Justicia, Julio Alak, por su participación como director de Aerolíneas Argentinas en representación del Estado. La convocatoria se produjo a minutos del inicio del debate por la reforma del Código Procesal que resta poder a los jueces federales. Mena fue autor de ese código y además estrecho colaborador de Alak en la cartera de justicia. El mensaje de su designación en el cargo es bien claro. También lo es el hecho de que Parrilli, quien desde 2003 se desempeñó como secretario general de la Presidencia y es uno de los colaboradores más cercanos de Cristina, llegue a la conducción de la SI.
Esa dinámica hay que incluirla en movimientos anteriores como el que le permitió al oficialismo hacerse con la conducción del Consejo de la Magistratura, el organismo que evalúa el accionar de los jueces. A juzgar por los comentarios públicos y privados que se escucharon en las últimas semanas, es de esperar que la confrontación entre el sector "opositor" del Poder Judicial y el Ejecutivo se mantenga en el último año de gestión de Cristina Fernández.
Más relajado aparece el escenario económico. Pese al sistemático sonsonete que promete el estallido inexorable, el equipo económico está cerrando el 2014 con una mayor holgura de lo que lo empezó. Las reservas aparecen consolidadas nuevamente por encima de los 30 mil millones de dólares y el Banco Central consiguió estabilizar el valor del dólar tanto como despejar la expectativa de maxi-devaluación que se había instalado fuertemente a mediados de año cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos desechó analizar el caso argentino y dio por válida la sentencia de Thomas Griessa a favor de los fondos buitre.
El gobierno no consiguió resolver todavía la tradicional restricción externa, pero el clima es otro. El dólar ilegal redujo significativamente la brecha con el oficial, aunque persiste ese desdoblamiento de hecho del mercado cambiario.
Ayer, el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, (quien fue ratificado en su cargo esta semana por el Senado de la Nación) anticipó que el gobierno buscará en 2015 aflojar otro poco las restricciones cambiarias para buscar la normalización paulatina del mercado.
Sin mayores precisiones, Vanoli verbalizó un deseo que estaba en los planes del Palacio de Hacienda como parte de una estrategia que incluía el acuerdo con el Club de París y la resolución de los conflictos externos, pero la justicia de los Estados Unidos se interpuso en ese recorrido.
En cualquier caso, sería difícil pensar en una apertura total del mercado de cambios. Antes bien, podría ser una ampliación del cupo destinado para la compra del dólar ahorro. Este año se fueron más de 2000 millones de dólares de las reservas del Central sólo por la venta de dólar ahorro, es un número para tener en cuenta en un período como 2015 que enfrenta vencimientos de consideración en materia de deuda.
El otro mal que afecta a la economía argentina, la inflación, también cierra el año mejor de lo que lo empezó. En los últimos meses todos los analistas coinciden en que se produjo una desaceleración en la escalada de los precios que había empezado el 2014 con una disparada por la abrupta devaluación de enero.
Los propios industriales de la UIA salieron en los últimos días a advertir que la inflación anual podía no ser del 24% que mide el Indec, pero de ninguna manera llegaba al 42% que promedia el mal denominado "índice Congreso". El comentario de los empresarios no es desinteresado porque si desde las patronales convalidan una inflación superior al 40%, debería aceptar reclamos salariales por encima de esos valores.
Pero lo cierto es que en parte producto de la caída en la actividad y en parte porque el dólar estabilizado en torno a los $ 8,50 funciona como un ancla, la presión inflacionaria fue cediendo en los últimos meses.
Habrá que ver cómo impacta lo que se espera sea una buena temporada turística en los precios. Sin embargo, los últimos movimientos que impone la gestión antes del 31 de diciembre pueden servir de indicios para empezar a comprender la agenda de 2015.
Esas no son buenas noticias para los candidatos de la oposición. Mauricio Macri definió que las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires se harán separadas de las nacionales. El argumento es que de esa manera habrá un debate local y no en torno a la Presidencia. Lo cierto es que el líder del PRO aspira a poder mostrar un triunfo contundente de su fuerza política en la previa de las presidenciales. Antes tendrá que resolver la interna de su espacio político de cara a la sucesión en la Ciudad.
Ayer, el larretismo celebró un presunto acuerdo para que Gabriela Michetti sea la compañera de fórmula de Macri. Esa decisión le despejaría el camino al jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Pero desde los sectores que acompañan a la senadora advirtieron que si se le cierra la puerta a la jefatura de Gobierno, podría buscar ese cargo por afuera del PRO.
Los radicales alimentaron su razón de ser y le dieron una nueva rosca a la interna partidaria. El presidente de la UCR, Ernesto Sanz, terminó perdiendo la pulseada y anunció que pedirá licencia cuando termine el verano para dedicarse a su candidatura presidencial. La bruma que rodea al FAUNEN es cada vez más difícil de despejar. Esa tendencia se acrecentará en la medida en que se acerquen los tiempos de definiciones y las encuestas empiecen a profundizar la polarización que ya comienzan a exhibir con cierta claridad.
En el Frente Renovador aseguran que estarán en ese tramo final de la contienda, pero los datos de las encuestas ponen en dudas esa ecuación. Después de los cuestionamientos a las políticas de Derechos Humanos, Sergio Massa buscó relanzar su campaña. Apeló a un afiche en el que se explota su condición de joven y, por lo tanto renovador. Esa constante búsqueda de impacto le está costando caro al ex intendente de Tigre. Hace 15 días se frustró el spot protagonizado por un tigre que pedía "bife de motochorro" en un restaurante.
La semana pasada la emprendió contra las políticas de Derechos Humanos y en el medio desmintió que el Papa Francisco no lo reciba en Roma –es uno de los pocos políticos que no tiene su foto con el pontífice– y dijo en una entrevista que en realidad fue él quien declinó el convite para visitar el Vaticano. Al parecer, Jorge Bergoglio no le perdona a Massa algunas decisiones que tomó durante su paso por la Jefatura de Gabinete del gobierno nacional y ese sería el motivo por el cual el renovador es el único de los presidenciables que no tiene una foto con el Papa.
Francisco acrecentó su dimensión de estadista global esta semana. Tanto Washington como La Habana lo señalaron como uno de los artífices del acuerdo que llevará a la reconstrucción de las relaciones bilaterales entre Cuba y los Estados Unidos. Ese paso histórico es el resultado además de una política regional cimentada sobre la base de un acuerdo mayoritario de los países de América Latina. Un proceso político que tomó fuerza con el nuevo milenio y se consagró con el rechazo al ALCA en la Cumbre de Mar del Plata.
En la Argentina, ese proceso político es hijo de la crisis del neoliberalismo, que tuvo su estallido en las trágicas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Ayer, los familiares de las víctimas de la sangrienta represión, volvieron a recordar a sus seres queridos. Una imagen imprescindible para recordar de dónde venimos.
Las designaciones de Oscar Parrilli como nuevo secretario de Inteligencia, y de Juan Carlos Mena como su segundo, se produjeron en medio de una escalada en la disputa que el gobierno mantiene con un sector del Poder Judicial, al que se vincula con referentes de esa dependencia. Los brindis de fin de año de los distintos sectores de la Justicia reflejaron esa tensión.
Para muchos, el desencadenante del último capítulo de la trama fue la intempestiva citación a indagatoria para el ministro de Justicia, Julio Alak, por su participación como director de Aerolíneas Argentinas en representación del Estado. La convocatoria se produjo a minutos del inicio del debate por la reforma del Código Procesal que resta poder a los jueces federales. Mena fue autor de ese código y además estrecho colaborador de Alak en la cartera de justicia. El mensaje de su designación en el cargo es bien claro. También lo es el hecho de que Parrilli, quien desde 2003 se desempeñó como secretario general de la Presidencia y es uno de los colaboradores más cercanos de Cristina, llegue a la conducción de la SI.
Esa dinámica hay que incluirla en movimientos anteriores como el que le permitió al oficialismo hacerse con la conducción del Consejo de la Magistratura, el organismo que evalúa el accionar de los jueces. A juzgar por los comentarios públicos y privados que se escucharon en las últimas semanas, es de esperar que la confrontación entre el sector "opositor" del Poder Judicial y el Ejecutivo se mantenga en el último año de gestión de Cristina Fernández.
Más relajado aparece el escenario económico. Pese al sistemático sonsonete que promete el estallido inexorable, el equipo económico está cerrando el 2014 con una mayor holgura de lo que lo empezó. Las reservas aparecen consolidadas nuevamente por encima de los 30 mil millones de dólares y el Banco Central consiguió estabilizar el valor del dólar tanto como despejar la expectativa de maxi-devaluación que se había instalado fuertemente a mediados de año cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos desechó analizar el caso argentino y dio por válida la sentencia de Thomas Griessa a favor de los fondos buitre.
El gobierno no consiguió resolver todavía la tradicional restricción externa, pero el clima es otro. El dólar ilegal redujo significativamente la brecha con el oficial, aunque persiste ese desdoblamiento de hecho del mercado cambiario.
Ayer, el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, (quien fue ratificado en su cargo esta semana por el Senado de la Nación) anticipó que el gobierno buscará en 2015 aflojar otro poco las restricciones cambiarias para buscar la normalización paulatina del mercado.
Sin mayores precisiones, Vanoli verbalizó un deseo que estaba en los planes del Palacio de Hacienda como parte de una estrategia que incluía el acuerdo con el Club de París y la resolución de los conflictos externos, pero la justicia de los Estados Unidos se interpuso en ese recorrido.
En cualquier caso, sería difícil pensar en una apertura total del mercado de cambios. Antes bien, podría ser una ampliación del cupo destinado para la compra del dólar ahorro. Este año se fueron más de 2000 millones de dólares de las reservas del Central sólo por la venta de dólar ahorro, es un número para tener en cuenta en un período como 2015 que enfrenta vencimientos de consideración en materia de deuda.
El otro mal que afecta a la economía argentina, la inflación, también cierra el año mejor de lo que lo empezó. En los últimos meses todos los analistas coinciden en que se produjo una desaceleración en la escalada de los precios que había empezado el 2014 con una disparada por la abrupta devaluación de enero.
Los propios industriales de la UIA salieron en los últimos días a advertir que la inflación anual podía no ser del 24% que mide el Indec, pero de ninguna manera llegaba al 42% que promedia el mal denominado "índice Congreso". El comentario de los empresarios no es desinteresado porque si desde las patronales convalidan una inflación superior al 40%, debería aceptar reclamos salariales por encima de esos valores.
Pero lo cierto es que en parte producto de la caída en la actividad y en parte porque el dólar estabilizado en torno a los $ 8,50 funciona como un ancla, la presión inflacionaria fue cediendo en los últimos meses.
Habrá que ver cómo impacta lo que se espera sea una buena temporada turística en los precios. Sin embargo, los últimos movimientos que impone la gestión antes del 31 de diciembre pueden servir de indicios para empezar a comprender la agenda de 2015.
Esas no son buenas noticias para los candidatos de la oposición. Mauricio Macri definió que las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires se harán separadas de las nacionales. El argumento es que de esa manera habrá un debate local y no en torno a la Presidencia. Lo cierto es que el líder del PRO aspira a poder mostrar un triunfo contundente de su fuerza política en la previa de las presidenciales. Antes tendrá que resolver la interna de su espacio político de cara a la sucesión en la Ciudad.
Ayer, el larretismo celebró un presunto acuerdo para que Gabriela Michetti sea la compañera de fórmula de Macri. Esa decisión le despejaría el camino al jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Pero desde los sectores que acompañan a la senadora advirtieron que si se le cierra la puerta a la jefatura de Gobierno, podría buscar ese cargo por afuera del PRO.
Los radicales alimentaron su razón de ser y le dieron una nueva rosca a la interna partidaria. El presidente de la UCR, Ernesto Sanz, terminó perdiendo la pulseada y anunció que pedirá licencia cuando termine el verano para dedicarse a su candidatura presidencial. La bruma que rodea al FAUNEN es cada vez más difícil de despejar. Esa tendencia se acrecentará en la medida en que se acerquen los tiempos de definiciones y las encuestas empiecen a profundizar la polarización que ya comienzan a exhibir con cierta claridad.
En el Frente Renovador aseguran que estarán en ese tramo final de la contienda, pero los datos de las encuestas ponen en dudas esa ecuación. Después de los cuestionamientos a las políticas de Derechos Humanos, Sergio Massa buscó relanzar su campaña. Apeló a un afiche en el que se explota su condición de joven y, por lo tanto renovador. Esa constante búsqueda de impacto le está costando caro al ex intendente de Tigre. Hace 15 días se frustró el spot protagonizado por un tigre que pedía "bife de motochorro" en un restaurante.
La semana pasada la emprendió contra las políticas de Derechos Humanos y en el medio desmintió que el Papa Francisco no lo reciba en Roma –es uno de los pocos políticos que no tiene su foto con el pontífice– y dijo en una entrevista que en realidad fue él quien declinó el convite para visitar el Vaticano. Al parecer, Jorge Bergoglio no le perdona a Massa algunas decisiones que tomó durante su paso por la Jefatura de Gabinete del gobierno nacional y ese sería el motivo por el cual el renovador es el único de los presidenciables que no tiene una foto con el Papa.
Francisco acrecentó su dimensión de estadista global esta semana. Tanto Washington como La Habana lo señalaron como uno de los artífices del acuerdo que llevará a la reconstrucción de las relaciones bilaterales entre Cuba y los Estados Unidos. Ese paso histórico es el resultado además de una política regional cimentada sobre la base de un acuerdo mayoritario de los países de América Latina. Un proceso político que tomó fuerza con el nuevo milenio y se consagró con el rechazo al ALCA en la Cumbre de Mar del Plata.
En la Argentina, ese proceso político es hijo de la crisis del neoliberalismo, que tuvo su estallido en las trágicas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Ayer, los familiares de las víctimas de la sangrienta represión, volvieron a recordar a sus seres queridos. Una imagen imprescindible para recordar de dónde venimos.
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