Dignidad histórica
Obama reconoce que su país no pudo derrotar a la revolución tras 53 años de bloqueo.
Han pasado 53 años desde que el presidente demócrata John F. Kennedy
impusiera a Cuba un brutal bloqueo. Eran los tiempos más duros de la
Guerra Fría. El bloqueo, comercial, financiero, político, militar, de
acceso a medicamentos y tecnología, provocó pérdidas multimillonarias a
la isla y sacrificios y dolor a sus 11 millones de habitantes. Ahora, en
2014, otro presidente, también demócrata, reconoce que Estados Unidos
no ha conseguido su objetivo: derrotar la revolución cubana.
“En la actualidad, Cuba está gobernada por los hermanos Castro como en 1961”, dijo Barack Obama compungido.
El inédito reconocimiento sorprendió a todos, un presidente estadounidense reconociendo que el bloqueo que asfixió a la pequeña isla caribeña situada a sólo 90 millas de sus costas no había funcionado. Obama parecía compartir con los diez presidentes anteriores la culpa, la humillación por no haber logrado destruir el estado revolucionario cubano; pero nada de culpa sin embargo por la pesadilla que se hizo vivir a la población cubana durante más de cinco décadas.
Barack Obama no ofreció disculpas al pueblo cubano por las penurias que tuvo que vivir medio siglo por la decisión unilateral de su país. Obama no se comprometió a compensar económicamente las cuantiosas pérdidas provocadas a la economía cubana ni sintió necesario tampoco disculparse ante Naciones Unidas por desoír los constantes llamamientos hechos año tras año por la mayoría de sus países miembro para que levantara el bloqueo.
Obama se limitó a decir que “los cincuenta años transcurridos han mostrado que el aislamiento no funcionó” y que “es hora de un nuevo enfoque”.
Y ahora, a pasar página, a probar otra estrategia para intentar enderezar a Cuba, para conducirla en el buen camino de la libertad de mercado, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, el de la democracia del racismo y la expulsión de emigrantes; la democracia del espionaje masivo mundial y los bombardeos a lejanos países ricos en materias primas; la democracia de la tortura a los prisioneros, la que mantiene el campo de concentración de Guantánamo; la democracia de las cárceles secretas y los secuestros y vuelos clandestinos de la CIA trasladando prisioneros en aviones camuflados por todo el mundo, con más de 1.000 escalas en aeropuertos europeos con complicidad de sus gobiernos.
Obama anunció que había dado instrucciones a su secretario de Estado, John Kerry, para que de inmediato se inicien conversaciones con Cuba sobre temas de migración, lucha contra las drogas y contra el terrorismo, salud, deporte, cultura y otras áreas. Kerry se convertirá pronto en el primer secretario de Estado de Estados Unidos en pisar Cuba en más de 60 años.
The Washington Post recordaba que si Obama llegara a visitar Cuba sería el primer presidente estadounidense en hacerlo desde Calvin Coolidge en 1928.
Asimismo, Estados Unidos establecerá hasta doce tipos de visa diferentes para poder viajar a la isla desde territorio estadounidense; se eliminarán las licencias que necesitan ahora aquellas personas que quieren hacer remesas de dinero a sus familiares en Cuba; se autorizará a los estadounidenses que viajen a Cuba a importar productos de ese país por un importe no superior a 400 dólares, al tiempo que se autorizará la exportación de ciertos productos limitados desde Estados Unidos.
Pero Cuba comenzará realmente a notar que se afloja la soga que tiene puesta en el cuello si se cancelan algunas de las medidas más duras del bloqueo: si Estados Unidos deja de impedir que utilice el dólar para las transacciones comerciales internacionales, si cancela las sanciones a las empresas extranjeras que comercian con la isla, si permite que se utilicen tarjetas de crédito estadounidenses, si elimina la prohibición de que entren en Cuba artículos de cualquier tipo que contengan más de un 10% de componentes con patentes de Estados Unidos; si autoriza el acceso de la isla a los servidores de internet norteamericanos. Esas medidas ya de por sí supondrían un balón de oxígeno decisivo para la población cubana, aunque el bloqueo es mucho más que eso.
El plan adelantado por Obama prevé igualmente “revisar el estatus que designa a Cuba como un Estado que apoya al terrorismo”, vigente desde 1982.
Por su parte, el presidente cubano, Raúl Castro, valoró en su discurso en La Habana, paralelo al realizado por Barack Obama en Washington, el paso dado por éste y agradeció la mediación de Canadá y especialmente el papel jugado por el papa Francisco.
Pero Raúl Castro aclaró: “Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos a nuestro país debe cesar. Aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el presidente de Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas”.
Castro se adelantaba así a las declaraciones que poco después del acuerdo hicieron en contra del mismo distintos congresistas republicanos e incluso algunos demócratas, dispuestos a impedir una apertura hacia Cuba.
Jebb Bush, hermano menor de George W.Bush y posible candidato de su partido para las presidenciales de 2016, fue de los primeros en pronunciarse en contra. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, al igual que otros significativas figuras del Partido Republicano como el ex candidato presidencial John McCain, repudiaron también de inmediato las declaraciones de Obama y aseguraron que impedirán que el presidente desbloquee las relaciones con Cuba.
Los republicanos podrían boicotear ese proceso negando a Obama los recursos económicos necesarios para poder abrir la embajada en La Habana; rechazando el nombramiento del nuevo embajador estadounidense en la capital cubana, o votando en contra de cualquier otra legislación para desmontar el bloqueo.
Obama tendría que hacer malabares y concesiones en otros terrenos a los republicanos y a sectores del propio Partido Demócrata para poder sortear esas dificultades, y recurrir también a las órdenes ejecutivas para sacar adelante la reforma migratoria u otras medidas en estos dos años de mandato que le restan.
El presidente estadounidense tiene oposición de parte de no pocos congresistas de su propio partido, pero cuenta con el respaldo de otros de peso como Hillary Clinton o Nancy Pelosi. La división en las filas demócratas añadirá más dolores de cabeza a Obama.
A pesar de las reservas del Gobierno y la población cubana sobre cómo y cuándo se concretará el desbloqueo a la isla, tienen razones para festejar. Cuba ha recuperado a los tres presos que permanecían en cárceles de Estados Unidos desde hace 16 años; ha recibido el apoyo unánime de los gobiernos progresistas latinoamericanos por haber alcanzado ese pacto histórico sin ceder un milímetro en su dignidad y soberanía, e inicia esta nueva etapa con bríos y esperanza.
“En la actualidad, Cuba está gobernada por los hermanos Castro como en 1961”, dijo Barack Obama compungido.
El inédito reconocimiento sorprendió a todos, un presidente estadounidense reconociendo que el bloqueo que asfixió a la pequeña isla caribeña situada a sólo 90 millas de sus costas no había funcionado. Obama parecía compartir con los diez presidentes anteriores la culpa, la humillación por no haber logrado destruir el estado revolucionario cubano; pero nada de culpa sin embargo por la pesadilla que se hizo vivir a la población cubana durante más de cinco décadas.
Barack Obama no ofreció disculpas al pueblo cubano por las penurias que tuvo que vivir medio siglo por la decisión unilateral de su país. Obama no se comprometió a compensar económicamente las cuantiosas pérdidas provocadas a la economía cubana ni sintió necesario tampoco disculparse ante Naciones Unidas por desoír los constantes llamamientos hechos año tras año por la mayoría de sus países miembro para que levantara el bloqueo.
Obama se limitó a decir que “los cincuenta años transcurridos han mostrado que el aislamiento no funcionó” y que “es hora de un nuevo enfoque”.
Y ahora, a pasar página, a probar otra estrategia para intentar enderezar a Cuba, para conducirla en el buen camino de la libertad de mercado, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, el de la democracia del racismo y la expulsión de emigrantes; la democracia del espionaje masivo mundial y los bombardeos a lejanos países ricos en materias primas; la democracia de la tortura a los prisioneros, la que mantiene el campo de concentración de Guantánamo; la democracia de las cárceles secretas y los secuestros y vuelos clandestinos de la CIA trasladando prisioneros en aviones camuflados por todo el mundo, con más de 1.000 escalas en aeropuertos europeos con complicidad de sus gobiernos.
Obama anunció que había dado instrucciones a su secretario de Estado, John Kerry, para que de inmediato se inicien conversaciones con Cuba sobre temas de migración, lucha contra las drogas y contra el terrorismo, salud, deporte, cultura y otras áreas. Kerry se convertirá pronto en el primer secretario de Estado de Estados Unidos en pisar Cuba en más de 60 años.
The Washington Post recordaba que si Obama llegara a visitar Cuba sería el primer presidente estadounidense en hacerlo desde Calvin Coolidge en 1928.
Asimismo, Estados Unidos establecerá hasta doce tipos de visa diferentes para poder viajar a la isla desde territorio estadounidense; se eliminarán las licencias que necesitan ahora aquellas personas que quieren hacer remesas de dinero a sus familiares en Cuba; se autorizará a los estadounidenses que viajen a Cuba a importar productos de ese país por un importe no superior a 400 dólares, al tiempo que se autorizará la exportación de ciertos productos limitados desde Estados Unidos.
Pero Cuba comenzará realmente a notar que se afloja la soga que tiene puesta en el cuello si se cancelan algunas de las medidas más duras del bloqueo: si Estados Unidos deja de impedir que utilice el dólar para las transacciones comerciales internacionales, si cancela las sanciones a las empresas extranjeras que comercian con la isla, si permite que se utilicen tarjetas de crédito estadounidenses, si elimina la prohibición de que entren en Cuba artículos de cualquier tipo que contengan más de un 10% de componentes con patentes de Estados Unidos; si autoriza el acceso de la isla a los servidores de internet norteamericanos. Esas medidas ya de por sí supondrían un balón de oxígeno decisivo para la población cubana, aunque el bloqueo es mucho más que eso.
El plan adelantado por Obama prevé igualmente “revisar el estatus que designa a Cuba como un Estado que apoya al terrorismo”, vigente desde 1982.
Por su parte, el presidente cubano, Raúl Castro, valoró en su discurso en La Habana, paralelo al realizado por Barack Obama en Washington, el paso dado por éste y agradeció la mediación de Canadá y especialmente el papel jugado por el papa Francisco.
Pero Raúl Castro aclaró: “Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos a nuestro país debe cesar. Aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el presidente de Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas”.
Castro se adelantaba así a las declaraciones que poco después del acuerdo hicieron en contra del mismo distintos congresistas republicanos e incluso algunos demócratas, dispuestos a impedir una apertura hacia Cuba.
Jebb Bush, hermano menor de George W.Bush y posible candidato de su partido para las presidenciales de 2016, fue de los primeros en pronunciarse en contra. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, al igual que otros significativas figuras del Partido Republicano como el ex candidato presidencial John McCain, repudiaron también de inmediato las declaraciones de Obama y aseguraron que impedirán que el presidente desbloquee las relaciones con Cuba.
Los republicanos podrían boicotear ese proceso negando a Obama los recursos económicos necesarios para poder abrir la embajada en La Habana; rechazando el nombramiento del nuevo embajador estadounidense en la capital cubana, o votando en contra de cualquier otra legislación para desmontar el bloqueo.
Obama tendría que hacer malabares y concesiones en otros terrenos a los republicanos y a sectores del propio Partido Demócrata para poder sortear esas dificultades, y recurrir también a las órdenes ejecutivas para sacar adelante la reforma migratoria u otras medidas en estos dos años de mandato que le restan.
El presidente estadounidense tiene oposición de parte de no pocos congresistas de su propio partido, pero cuenta con el respaldo de otros de peso como Hillary Clinton o Nancy Pelosi. La división en las filas demócratas añadirá más dolores de cabeza a Obama.
A pesar de las reservas del Gobierno y la población cubana sobre cómo y cuándo se concretará el desbloqueo a la isla, tienen razones para festejar. Cuba ha recuperado a los tres presos que permanecían en cárceles de Estados Unidos desde hace 16 años; ha recibido el apoyo unánime de los gobiernos progresistas latinoamericanos por haber alcanzado ese pacto histórico sin ceder un milímetro en su dignidad y soberanía, e inicia esta nueva etapa con bríos y esperanza.
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