Los argentinos hemos vivido muchos paros
parciales y generales. Tenemos una larga experiencia al respecto, y conocemos
las características de esos sucesos. Esperamos que los acontecimientos se
desarrollen de una manera que nos es familiar. Cuando hay un paro de colectivos
o trenes por ejemplo, siempre hay una minoría de unidades que salen a la calle,
conducidas generalmente por empleados jerárquicos. Es clásico que esas unidades
sufran “presiones” lindantes en lo criminal: clavos miguelitos “olvidados” en
el pavimento, piedras que impactan contra las ventanillas, piquetes sobre las
vías frente a las formaciones, disparos
de armas de fuego al aire con fines intimidatorios.
Sin embargo, el “paro” convocado ayer por las
centrales obreras opositoras (la
CGT conducida por Hugo Moyano y la CTA liderada por Pablo Michelli) tuvo
características atípicas… Las otras dos centrales obreras (la CGT conducida por Antonio Caló
y la CTA de Hugo
Yasky, más cercanas al kirchnerismo) no habían convocado a ninguna medida, y
allí se nuclean sindicatos muy poderosos, como SMATA, los metalúrgicos,
comercio, docentes, y otros.
Sin embargo, estaban de paro algunos sindicatos
clave: casi todo el transporte público de pasajeros (trenes y colectivos si,
subtes no), y los empleados de las estaciones de servicio. A esta concreta
dificultad para que un trabajador de un gremio que no estaba en paro fuera a
trabajar, se sumaron 50 piquetes levantados por partidos y organizaciones de
extrema izquierda ( como el Movimiento Socialista de los Trabajadores –MST-, la Corriente Clasista
y Combativa, o el Partido Obrero) en puntos neurálgicos para el tránsito
vehicular: accesos a la
Capital Federal y algunos puntos clave dentro de CABA y en el
Gran Buenos Aires. El único medio disponible serían los subtes, pero el
miércoles 9 a
la noche ingresaron a los túneles del sistema de subtes patotas no
identificadas –que el dirigente de los trabajadores del subte, Roberto Pianetti
(1), identificó con la UTA-
que rompieron los semáforos, vitales para el tránsito de las formaciones y
arrojaron objetos contundentes (bidones y latas de gran tamaño) a las vías,
impidiendo también que este medio funcionara.
El jueves 10 de abril la ciudad de Buenos Aires
amaneció como un domingo feriado… Muy poco tránsito, ningún chico concurriendo
a las escuelas, ni un solo colectivo en la calle…
La carencia absoluta de colectivos es algo sin
precedentes en los paros de transporte. Cuando las empresas lo desean, siempre
logran la salida de algunas unidades, que no alcanzan, que sufren agresiones,
pero que imponen su presencia. El hecho de que no hubiera ni un solo colectivo
sólo puede ser explicado por una extraña decisión patronal de adherir al “paro
obrero”… Los paros los realizan los trabajadores, cuando paran los empresarios
se llama lockout. No hace falta aclarar que los intereses de los empresarios
que hacen un lockout son distintos a los intereses de sus trabajadores.
Las estaciones de servicio cruzaron cintas de
plástico indicando que no funcionaban… aunque tenían combustibles y algunos
empleados. La estación de servicio donde el que escribe estas líneas carga
habitualmente combustible contaba con dos de sus tres empleados habituales. La
tarea a la que estaban abocados estos muchachos era… supervisar el pintado de la
playa. No se expendían combustibles. Evidentemente, el problema no era el
“paro” del sindicato que representa a estos trabajadores, sino una decisión
empresarial de no vender combustibles (que había en los depósitos, como me
reconoció uno de los empleados). Esta estación no fue una excepción, sino que
por el contrario esto fue lo que pasó en casi todos lados.
Termino los ejemplos con una actividad totalmente
distinta… las escuelas. El miércoles 9
virtualmente todas las escuelas (privadas… y públicas) les dictaron a los
alumnos o les dieron verbalmente una
nota que indicaba que el jueves 10 no se pasaría la falta (el que trabaja en
una escuela sabe que eso significa “escuela vacía”). Algunas fueron más allá y
directamente recomendaron no concurrir “por razones de seguridad”. Hubo
escuelas que abrieron sus puertas tarde, muchas que cerraron más temprano y
otras que simplemente no abrieron (situación que no se da siquiera en paros
docentes). Escuelas privadas de la provincia de Buenos Aires que habían
atravesado 17 días de paro docente manteniendo normalmente sus actividades, las vieron interrumpidas en forma completa por un paro de los
transportistas…
Por lo tanto la masividad del “paro” del día
diez tiene varias explicaciones: la ausencia total de transporte público de
pasajeros, las dificultades para circular en autos particulares o de alquiler
por los piquetes y la negativa empresarial a vender combustibles, y otras
decisiones empresariales de adherir al paro “obrero” (que mutó entonces en un
lockout).
Conociendo los antecedentes de los sindicalistas
que organizaron este extraño paro, sinceramente no llaman la atención sus
características. Sobre todo si tenemos en cuenta que dichos dirigentes apoyan
explícitamente a precandidatos presidenciales que tienen un excelente diálogo
con los sectores corporativos más concentrados (2).
Si sorprende (aunque ya no tanto), pero da mucha
pena (cada vez más), la colaboración en el mismo de fuerzas políticas y
movimientos sociales que se dicen marxistas, clasistas, obreras, socialistas y
combativas (3). Que un partido de estas características colabore con una medida a la que apoya explícitamente la Sociedad Rural
Argentina(4) y que está organizada por el brazo sindical de un diputado que pasó
el 24 de marzo de 2014 en Estados Unidos, reunido con funcionarios del
Departamento de Estado (5), de un diputado que es mencionado en Wikileaks como
informante de la Embajada
norteamericana (6), nos reafirma en algo que ya sabemos: No toda fuerza política
que se dice socialista y usa el color rojo como emblema partidario, es
auténticamente de izquierda… (7)
Adrián Corbella,
11 de abril de 2014
NOTAS:
(1):
Declaraciones del metrodelegado Roberto Pianetti en el programa 678 de la
TV Pública del 10-04-14.
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