estudiante de Comunicación Social, periodista de accesoglobal.info
Nota correspondiente a la edición n° 311 del semanario La Jornada, del 06 de abril de 2014.
Los recientes “linchamientos” a diferentes personas, entre ellas presuntos delincuentes y otros sin antecedentes, cuyo único pecado fue parecerse al prototipo de “ladrones” que instalan, entre otras cosas, los medios de comunicación, ha desatado una fuerte discusión que nunca debería haber existido. Acompañando la polémica y en una suerte de oportunismo electoral, se sitúan las declaraciones de políticos como Sergio Massa, quien además de haberse reunido recientemente con el “padre” de la Tolerancia Cero, el ex intendente de Nueva York, Rudy Giuliani, afirmó que “los vecinos lo hacen (refiriéndose a los linchamientos) porque hay un Estado ausente”.
El pasado 24 de Marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia en Argentina, Sergio Massa, diputado por el Frente Renovador, eligió viajar a Washington para reunirse en el Departamento de Estado de los Estados Unidos con Roberta Jacobson, Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental y Ricardo Zuñiga, director de Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos. Días después, el diputado argentino se reunió con Rudy Giuliani, ex intendente de Nueva York y quien fue junto con William Bratton, ex jefe de la policía de Nueva York, fundadores de la doctrina de la “Tolerancia Cero” como política de seguridad. Rudy Giuliani le habría pedido a Sergio Massa que en Argentina aumenten las penas contra el narcotráfico y propuso la adopción de la ley norteamericana conocida como Three Strikes Out según por la cual, quien comete un delito por tercera vez, debe pasar el resto de su vida en la cárcel.
Ausencia de Estado Social: presencia del Estado Penal
El prestigioso investigador Loïc Wacquant, describe en su libro “Las Cárceles de la Miseria”, cómo Estados Unidos logró trasladar la doctrina de la Tolerancia Cero a nivel mundial. Mediante la “evangelización” por parte de William Bratton, el ex jefe de policía de Nueva York, en América Latina; la inyección de dinero y poder a políticos que el mismo autor define como mediocres, por ejemplo Charles Murray, y el fortalecimiento de las ideas de un personaje como Rudy Giuliani, el país del norte pudo hacer de la cuestión de la seguridad una política neoliberal, imperial, y comercial. Los Chicago Boys de Milton Friedman, sucedidos por los New York Boys de Rudolph Giuliani y el Manhattan Institute, aseguraron instalar en el inconsciente aquella premisa que se caracteriza por “más Estado” policial y penal, como en las décadas del setenta y del ochenta, bajo las dictaduras de derecha.
Según Wacquant, la Tolerancia Cero en Nueva York implicó el pago de un pesado tributo financiero y cívico: elevación del presupuesto y el número de efectivos de las fuerzas del orden, escalada de las denuncias por abuso y violencias policiales, crecimiento continuo de la cantidad de personas detenidas y encarceladas, desconfianza y temor crecientes de la población de los barrios pobres y notable deterioro de las relaciones entre la comunidad afroamericana (e hispanohablante) y la policía.
¿Es efectiva la Tolerancia Cero? Los datos afirman que no. Siguiendo en Estados Unidos, tierra donde se ha experimentado este tipo de medidas, podemos citar el ejemplo de San Diego, ciudad que en oposición a la “Tolerancia Cero”, eligió optar por una policía denominada “de cercanías”, que pone el acento en la resolución de los problemas mediante la cooperación activa y regular con los residentes. En esta ciudad, la criminalidad bajó, pero lo más importante, es que la baja del delito estuvo acompañada por una reducción de la cantidad de detenciones, disminución de las denuncias y una nítida recuperación de la popularidad policial.
La técnica de la Tolerancia Cero conocida como “stop and frisk”, semejante a la detención por “portación de rostro” que establece el Código de Faltas cordobés, muestran que por ejemplo en el año 1998, los negros representan la mitad de las 175 mil personas “demoradas y cacheadas”.
La justificación “científica”
“¿Dónde está la ‘tolerancia cero’ de los delitos administrativos, el fraude comercial, la contaminación ilegal y las infracciones contra la salud y la seguridad?”, se preguntaba el criminólogo Adam Crawford, frente al hostigamiento policial de los barrios pobres de Nueva York.
Basándose en justificaciones que intentan ser científicas pero solamente demuestran su rasgo racista, los creadores de la Tolerancia Cero junto a psicólogos de Harvard formadores de The Bell Curve: Intelligence and Class Structure in American Life, afirman que el coeficiente intelectual determina no sólo quién ingresa a la universidad y tiene éxito en ella, sino además quién queda desocupado o se hace millonario, quién vive en los sacramentos del matrimonio y no en una unión libre: “uno se convierte en criminal no porque padezca privaciones materiales en una sociedad no igualitaria, sino porque sufre carencias mentales y morales.”
Argumentos que nos llevan a lugares comunes y absurdos, tal vez como aquel que predica “no son negros de piel, sino de alma”, forman el sustento o justificación de reacciones violentas. Respecto a la burocracia judicial, Wacquant comenta cómo durante una audiencia, un juez puede examinar hasta mil casos en la jornada sin que ninguno se resuelva, el problema de contar con un abogado de oficio en caso de no poder pagar uno, el caso de acusados hartos de lidiar que se resignan a declararse culpables o por lo contrario, a especular con las demoras y postergaciones a fin de obtener la eventual anulación de los cargos presentados contra ellos.
La intolerancia internacional
“Cruzada nacional contra el crimen” en México, “tolerancia cero” en Argentina, “tolerancia cero a la francesa” en Francia, “Null Toleranz” en Alemania, “Moda repressive” en Italia (a su vez, “tolleranza zero” en Nápoles), con esos nombres fue penetrando la política neoyorquina en distintos países del mundo a fines de los 90, principio de 2000.
Repitiendo que no debe confundirse sociología con derecho, afirmando que “un sistema judicial no tiene que preocuparse por las razones que impulsan a alguien a cometer un delito” sino que “la justicia está para castigar a los culpables, absolver a los inocentes y defender los intereses de los ciudadanos respetuosos de la ley”, distintos ministros de Estados Unidos han justificado este sistema. Cabe destacar que el concepto de “inseguridad” trae consigo un gran negocio de cámaras, móviles policiales, sistemas de seguridad e inteligencia, que conviene a distintos empresarios y políticos.
La construcción de un enemigo, de un “otro peligroso” por parte de la mayoría de los medios de comunicación, parece constituir el cotidiano de los argentinos volviéndolo histérico y paranoico. Titulares definiendo con cierta liviandad “justicia por mano propia” cuando se trata de hechos delictivos. Rótulos de “delincuentes” fácilmente utilizados cuando aún la Justicia no ha dictaminado que así sea, o “vecinos” cuando se trata de personas que han golpeado y, en el peor de los casos, asesinado grupalmente a otras.
Muertes que parecen ser justificadas en ciertos casos y no en otros. Muerte que parece ser justificada con más muerte. Dejando de lado la prudencia (quizás, hace tiempo la han perdido) los medios masivos de comunicación exacerban la violencia como modo de resolver las cosas. Frente a esto conviene preguntarnos: ¿Qué es la inseguridad? ¿A quiénes les conviene? ¿Quién puede pensar que ciertas personas tienen una predisposición genética a ser delincuentes?
Más allá de lo que diversos ‘think thanks’ funcionales a quiénes quieren instaurar definitivamente la Tolerancia Cero en nuestro país (véase políticos, periodistas, analistas), los hechos han demostrado que ese sistema de “seguridad” no da buenos resultados y que por el contrario tenemos que apostar por disminuir la delincuencia de la mano del decrecimiento de la desigualdad social. Con más trabajo y dignidad; no obligando a que las clases desposeídas deban optar por trabajos precarios o la aceptación de la vulnerabilidad de sus derechos.
Quizás sea hora de dejar de confundir “Estado” con “Gobierno” y entender que al primero lo componen tres Poderes igualmente responsables: Ejecutivo, Judicial y Legislativo.
Fuentes: Loïc Wacquant, “Las Cárceles de la Miseria”
Loïc Wacquant: Investigador del Centre de Sociologie Europeénne del College de France, Profesor Asociado en la Universidad de California-Berkeley, en la que obtuvo su Ph.D. en sociología, Profesor Invitado en Río de Janeiro, París, Berlín, Los Ángeles y Nueva York, y miembro fundador del grupo de activistas académicos franceses “Raisons d’agir”. Publicó “An Invitation to Reflexive Sociology” (junto a Pierre Bourdieu).
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