La
presentación de un proyecto al poder ejecutivo, realizado por un
conjunto de los mas importantes juristas de todos los extractos
ideológicos y partidarios, de reforma del código penal, ha
permitido a la derecha a través de los medios masivos de
comunicación hegemonicos presentarse como protectora de los
supuestos valores de fracciones de las clases medias de la sociedad
argentina ante la posible presencia de esa otredad proveniente de los
sectores populares, de esta manera, la derecha, que no encontraba un
elemento seguro sobre cual corroer un gobierno, logro movilizar el
imaginario enfierecido de las clases medias urbanas, de esa
subjetividad política constituidas por los constructores del
sentido común, a través de la masiva cataratas de repeticiones de
cuanto hecho de inseguridad, construyendo una sociedad del miedo,
para configurar en estos grupos la idea de la “justicia inmediata”,
es decir, la constitución de especies de tribunales clase-medieros,
que se convierten en jueces, fiscales, que sin mas código penal que
el sentido común, donde se manifiesta ese secular miedo y
resentimiento, que nos habita y transita como sujetos de una
sociedad, produce los “linchamientos” de aquellos que son
poseedores de un rostro estigmatizado.
Como
afirma Forster:
“A la derecha, a la que ejerce
el poder económico y político, no a los restos retóricos de
personajes anti-diluvianos, no le interesa la cuestión moral ni la
defensa de las venerables tradiciones; lo que le importa, aquí y
ahora, es captar adecuadamente los reflejos espontáneos de la gente,
hacerse cargo de sus secretos más íntimos, apropiarse de sus
prejuicios y de sus exigencias no siempre expresadas pero intactas en
sus deseos.”1
Para
la derecha la delincuencia solo posee rostro moreno, habitante de los
suburbios excluyentes de las grandes metrópolis, un conjunto de
personas preparadas para realizar una invasión silenciosa sobre ese
espacio publico del cual durante décadas fueron excluidos, un
espacio llenado por la ausencia de la explicación de como se llegó
al momento de la exclusión, la interrogación sospechosa sobre
quienes son los culpables de los mecanismos que durante el periodo
que se inicia en con el golpe cívico-militar, profundizados durante
la década neoliberal, ya que la búsqueda de esa respuesta es posar
las miradas sobre los miembros ocultos del poder real, del cual un
conjunto de voceros políticos son la garantía de un retorno
neo-conservador si logran ganar elecciones.
Derecha que no le importa pensarse históricamente, que pretende
mostrar como nuevo un mensaje que moviliza las fibras de una sociedad
que se constituye sobre el “terror”, ese estado que paraliza a
una sociedad para que no reaccione ante proyectos políticos que
generen exclusión social, donde los pobres son nuevamente sujetos
ocultos detrás de las paredes de un country que los separa de lo
real, derecha que busca el retorno del estado punitivo contra los
sectores populares, apela a esas fracciones de clases medias, que
añoran viajar a Miami, el uno a uno, individuos que se cierran en el
espacio privado de sus casas, preparados para consumir televisión,
el consenso sin conflictos, una democracia que no se presente en su
faz de litigio, sin importar que en los barrios pobres haya casos de
gatillo fácil, con cárceles llenas de sujetos estigmatizados por
las dudas, mientras no ocupen el espacio publico como rostro que
devuelve las consecuencias de la aplicación de determinadas
políticas económicas.
Pensar la inseguridad, implica un proceso multicausal, tomar la
distancia necesaria para la constitución de políticas inclusivas
que a su vez son preventivas, pensar en una temporalidad que incluya
el pasado, el presente y una proyección hacia el futuro, pero
sobretodo, pensar que la delincuencia no solo posee el rostro de los
perdedores de la historia sino también, el rostro de quienes son los
vencedores.
NOTAS:
1FORSTER,
Ricardo, El laberinto de las voces argentinas.
Ensayos políticos, Buenos
Aires, Colihue, 2008, p. 60
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