En el Frente Renovador, también en el
radicalismo con sus aliados, en la izquierda, en la derecha y hasta en
el oficialismo: aunque parezca prematuro, la carrera ya empezó.
El cordobés José Manuel de la Sota acaba de postularse para
hacerle la segunda a Sergio Massa. Había coqueteado con la posibilidad
de ir de eventual vice de Daniel Scioli pero, de acuerdo a la entrevista
que le concedió a El Tribuno de Salta, ahora cree mejor ir a las PASO
en el espacio del Frente Renovador. De la Sota afirma que este gobierno
no resuelve ni la inflación ni la inseguridad y quizá tenga razón, pero
ignora que él estaba en Panamá cuando se sublevó en diciembre la policía
de Córdoba y que la trifulca que se armó en la Argentina con los
saqueos está íntimamente ligada a su responsabilidad. Y de no haber sido
por el aguante que le hizo Jorge Capitanich ni siquiera hubiera
conseguido aportes de la Nación para fondear los aumentos sacados por
sus uniformados a punta de pistola.
Pero, aunque parezca muy prematuro para pensar en cómo se comportará el electorado en las internas del año próximo y menos aún en las presidenciales, lo cierto es que la mayoría de los que se ponen en la grilla recurren a algún eslogan de ocasión antes que a análisis o propuestas. Días pasados, un experimentado armador de campañas, le decía a este cronista: el peronismo está en la etapa de la confusión. Y agregaba. Son tres las etapas del peronismo: la lealtad, la confusión y la traición. Después se repite el ciclo.
Aún bizarra, esa definición podría extenderse a espacios políticos de otra tradición. Antes de volver al peronismo –y al kirchnerismo– se puede observar lo confuso que resultará la asamblea en el Teatro Brodway para el espacio Frente Amplio - UNEN. Allí se anotó, por ejemplo, Julio Cobos, que había quedado desplazado por la dirigencia radical, su partido de origen. La historia es interesante: Ernesto Sanz, mendocino como él, nunca vio con buenos ojos el entramado que desde 2006 hacían el entonces diputado nacional y actual intendente de Godoy Cruz para posicionar al entonces gobernador Cobos como vice de Cristina Kirchner. Mendoza es un distrito muy interesante, porque Cornejo tejía con Juan Carlos "el Chueco" Mazzon, un hombre que pasó por todas las estaciones del peronismo y que en ese entonces –y ahora también– armó y desarmó para Néstor y Cristina Kirchner. El entramado hecho por Cornejo y Mazzon puso en vilo a buena parte del radicalismo, porque la jugada era una herida gravísima para el partido de Alem e Yrigoyen convertido en una federación donde pesa más la prosapia radical que el armado y la representación política. Cornejo es un politólogo destacado, Mazzon tiene toda la experiencia encima y Cobos quiso abrirse paso y lo logró rompiendo con las tradiciones parroquiales. El tema es que Cobos no se sintió cómodo con la camiseta peronista y ató su futuro a la Mesa de Enlace. Curioso, un ingeniero de una provincia donde falta el agua y las viñas llevan un trabajo a destajo, atado a la economía primaria sojera. Pero así fue. Y no le fue mal. Está en el pool de los bien vistos. Eso sí, volver al radicalismo le cuesta demasiado.
Para entender la novela mendocina, hay que recordar a otro mendocino, José Luis Manzano, tan Guardia de Hierro como Mazzón, quien se sumó silenciosamente al kirchnerismo en los últimos años y no cabe dudas que sacó réditos para sus empresas. Junto a Daniel Vila se ocupan de energía, tragamonedas, diarios, canales de televisión y de cuanto contrato con el Estado pueda surgir. Es difícil precisar cómo son los acuerdos y desacuerdos entre Manzano y Mazzon, pero cabe recordar que la ruptura llegó en junio del año pasado cuando Sergio Massa saltó del Frente Para la Victoria. Manzano se puso a su lado. Para cualquier neófito, aquella ruptura de Massa prometía una de Montescos y Capuletos. Sin embargo, basta ver las fotos de la Vendimia Solidaria con tantos precandidatos juntos en una chacra de Vila y Manzano para darse cuenta que el peronismo es demasiado complejo como para encasillarlo.
Y si en el armado de Massa está Manzano, cabe recordar que Mazzon no dejó solo a Daniel Scioli. Una escena muy interesante durante la fiesta de la Vendimia –la noche del sábado, anterior a la solidaria- fue la entrada de Scioli al palco: todos lo saludaban, propios y ajenos, como cuando llega el "primus inter pares", pero lo más interesante es que le habían guardado un asiento entre el gobernador Francisco Paco Pérez y el vice Carlos Ciurca. A nadie pasa desapercibido que los anfitriones eran los mendocinos, lo cierto es que los buenos oficios de Mazzon con sus coprovincianos Pérez y Ciurca pusieron a Scioli en la pole position.
Después de este recorrido por el armado político institucional empresarial que atraviesa a buena parte del peronismo vale la pena recordar que este espacio Frente Amplio UNEN tiene también a un experimentado armador de buen vínculo con Manzano. Enrique Coti Nosiglia tuvo mucho que ver con la política de los últimos 30 años, no sólo con el acto de cierre de Raúl Alfonsín, en Plaza de Mayo, el 26 de octubre de 1983. Nosiglia fue clave en muchos armados, algunos de ellos como el Pacto de Olivos, tejidos con armadores justicialistas. Nunca se sabe cuánto brilla la estrella de Nosiglia porque precisamente sus puntos fuertes son el perfil bajo y los buenos oficios.
En el Teatro Brodway, el martes 22 de abril habrá muchos más caciques que indios. La nómina de radicales y ex radicales de distintos espacios y distritos que aspiran a ser candidatos tiene como protagonistas a Julio Cobos y a Ernesto Sanz que se anotan en la presidencial, más figuras que aspiran a distintos espacios como Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, Ricardo Gil Lavedra, Rodolfo Terragno y Oscar Aguad, que para lograr la unidad entre ellos mismos no hacen mucho más esfuerzo que presentarse a internas y sacarse la foto protocolar.
El espacio pan radical se completará con los socialistas de Hermes Binner, más los de Proyecto Sur de Pino Solanas, más los de Libres del Sur de Humberto Tumini. De allí saldrán, con tiempo y viento a favor, las candidaturas de Cobos y Binner para las PASO. Un espacio claramente no peronista con chances de jugar un papel importante en las presidenciales de octubre.
Está claro que Sergio Massa está armando para ser el candidato no kirchnerista que será atacado durante la campaña tanto por los panradicales y socialistas como por las huestes del PRO por haber sido parte sustantiva del Frente para la Victoria, un hecho que el ex intendente de Tigre trata de soslayar. Massa es el mayor dolor de cabeza del kirchnerismo. No pocos afirman que el oficialismo alienta silenciosamente la candidatura de Mauricio Macri como alguien que pueda restarle votos a Massa. Macri, que expresa una derecha de poca cintura y escaso armado nacional, apuesta todo a su propia figura. Esa derecha cree que en el resto de América Latina hay cada vez menos espacio para las fuerzas populares, progresistas o revolucionarias que iniciaron un ciclo fuertísimo desde 1999 con Hugo Chávez, en 2002 con Lula, en 2003 con Néstor Kirchner y así por otros países. Esa derecha debería ver lo mal que se retiró Sebastián Piñera de la presidencia en Chile y el poco arraigo de otras fuerzas con arraigo en empresarios o partidos conservadores. Para colmo, su olfato como dirigente deportivo, hace creer a Macri que se pueden mezclar humoristas y futbolistas junto a presidentes de bancos en un espacio cool. Si eso es posible en la Argentina, hay un espacio que tiene ya demasiada historia recorrida y es el peronismo. Muchos le ven posibilidades a Macri, pero su propia historia de desconfianzas lo lleva a que ni siquiera tendrá un muleto para hacerle el juego en las PASO.
Antes de pasar al oficialismo, en 2015, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores tiene muchas posibilidades de crecer, de disputar intendencias e incluso alguna gobernación, además de meter concejales y legisladores provinciales y nacionales. Los seguidores de Jorge Altamira y Cristian Castillo, por nombrar algunos de sus referentes, disputan espacios con fuerzas de la izquierda peronista y cristiana en la CTA y el trabajo territorial. Además, tienen estrategias electorales y son una fuerza nacional independiente de otras corrientes políticas.
El kirchnerismo, por ser la fuerza de gobierno, es lógico que se concentre en gobernar y no en sacar precandidatos al ruedo. El problema de no sacarlos es que hay un candidato con peso propio que es Daniel Scioli. El gobernador bonaerense pudo conjurar la protesta policial en diciembre pasado y acaba de sacarse una piedra del zapato con la resolución del conflicto docente. Dentro del Partido Justicialista se siente cómodo, apoya al gobierno de Cristina y su imagen no está atada al día a día de la gestión nacional. Se anotó claramente Florencio Randazzo, pero todavía no se puede ver cómo hará un armado nacional capaz de juntar aliados de peso y disputar con Scioli una interna peronista. Agustín Rossi y Sergio Urribarri se presentan como militantes del kirchnerismo y plantean medidas para profundizar la distribución de la riqueza pero no tienen, al menos todavía, un espacio político definido que los impulse. Difícil, por último, imaginar qué tiene en mente la presidenta. Quienes dialogan con ella afirman que Cristina dice que el futuro es La Cámpora y las organizaciones que expresan a otras agrupaciones juveniles. Ahora bien, no es fácil deducir de ese concepto si de allí saldrá un candidato o si ella considera que ese espacio debe seguir creciendo sin pretensiones electorales en 2015.
Muchos dirán, con obvias razones, que la dinámica electoral y política no es independiente de la economía y los conflictos sociales. Desde ya. Pero no deben olvidarse que, salvo momentos excepcionales como pudo ser el proceso abierto después de diciembre de 2001, el armado político tiene protagonistas conocidos y protocolos muy poco conocidos por las mayorías. Por eso, el armado temprano indica muchas cosas: opinión pública, opinión publicada, votos y factores de poder, líderes empresarios y sindicales y otros factores de poder económico.
Una última consideración. No faltan quienes creen que el Papa Francisco será un gran elector. Es probable que todos los que se calcen el traje de precandidato piensen en el Papa. Es difícil pensar que el Papa vaya a meterse en la agenda argentina más allá de lo que viene haciendo: recibir a todos, alentarlos a una agenda social, a dar muestras de austeridad personal y a bregar por la integración y la paz.
Eduardo Anguita
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http://www.infonews.com/2014/04/01/politica-132391-candidatos-y-armadores-de-cara-a-2015.php
Pero, aunque parezca muy prematuro para pensar en cómo se comportará el electorado en las internas del año próximo y menos aún en las presidenciales, lo cierto es que la mayoría de los que se ponen en la grilla recurren a algún eslogan de ocasión antes que a análisis o propuestas. Días pasados, un experimentado armador de campañas, le decía a este cronista: el peronismo está en la etapa de la confusión. Y agregaba. Son tres las etapas del peronismo: la lealtad, la confusión y la traición. Después se repite el ciclo.
Aún bizarra, esa definición podría extenderse a espacios políticos de otra tradición. Antes de volver al peronismo –y al kirchnerismo– se puede observar lo confuso que resultará la asamblea en el Teatro Brodway para el espacio Frente Amplio - UNEN. Allí se anotó, por ejemplo, Julio Cobos, que había quedado desplazado por la dirigencia radical, su partido de origen. La historia es interesante: Ernesto Sanz, mendocino como él, nunca vio con buenos ojos el entramado que desde 2006 hacían el entonces diputado nacional y actual intendente de Godoy Cruz para posicionar al entonces gobernador Cobos como vice de Cristina Kirchner. Mendoza es un distrito muy interesante, porque Cornejo tejía con Juan Carlos "el Chueco" Mazzon, un hombre que pasó por todas las estaciones del peronismo y que en ese entonces –y ahora también– armó y desarmó para Néstor y Cristina Kirchner. El entramado hecho por Cornejo y Mazzon puso en vilo a buena parte del radicalismo, porque la jugada era una herida gravísima para el partido de Alem e Yrigoyen convertido en una federación donde pesa más la prosapia radical que el armado y la representación política. Cornejo es un politólogo destacado, Mazzon tiene toda la experiencia encima y Cobos quiso abrirse paso y lo logró rompiendo con las tradiciones parroquiales. El tema es que Cobos no se sintió cómodo con la camiseta peronista y ató su futuro a la Mesa de Enlace. Curioso, un ingeniero de una provincia donde falta el agua y las viñas llevan un trabajo a destajo, atado a la economía primaria sojera. Pero así fue. Y no le fue mal. Está en el pool de los bien vistos. Eso sí, volver al radicalismo le cuesta demasiado.
Para entender la novela mendocina, hay que recordar a otro mendocino, José Luis Manzano, tan Guardia de Hierro como Mazzón, quien se sumó silenciosamente al kirchnerismo en los últimos años y no cabe dudas que sacó réditos para sus empresas. Junto a Daniel Vila se ocupan de energía, tragamonedas, diarios, canales de televisión y de cuanto contrato con el Estado pueda surgir. Es difícil precisar cómo son los acuerdos y desacuerdos entre Manzano y Mazzon, pero cabe recordar que la ruptura llegó en junio del año pasado cuando Sergio Massa saltó del Frente Para la Victoria. Manzano se puso a su lado. Para cualquier neófito, aquella ruptura de Massa prometía una de Montescos y Capuletos. Sin embargo, basta ver las fotos de la Vendimia Solidaria con tantos precandidatos juntos en una chacra de Vila y Manzano para darse cuenta que el peronismo es demasiado complejo como para encasillarlo.
Y si en el armado de Massa está Manzano, cabe recordar que Mazzon no dejó solo a Daniel Scioli. Una escena muy interesante durante la fiesta de la Vendimia –la noche del sábado, anterior a la solidaria- fue la entrada de Scioli al palco: todos lo saludaban, propios y ajenos, como cuando llega el "primus inter pares", pero lo más interesante es que le habían guardado un asiento entre el gobernador Francisco Paco Pérez y el vice Carlos Ciurca. A nadie pasa desapercibido que los anfitriones eran los mendocinos, lo cierto es que los buenos oficios de Mazzon con sus coprovincianos Pérez y Ciurca pusieron a Scioli en la pole position.
Después de este recorrido por el armado político institucional empresarial que atraviesa a buena parte del peronismo vale la pena recordar que este espacio Frente Amplio UNEN tiene también a un experimentado armador de buen vínculo con Manzano. Enrique Coti Nosiglia tuvo mucho que ver con la política de los últimos 30 años, no sólo con el acto de cierre de Raúl Alfonsín, en Plaza de Mayo, el 26 de octubre de 1983. Nosiglia fue clave en muchos armados, algunos de ellos como el Pacto de Olivos, tejidos con armadores justicialistas. Nunca se sabe cuánto brilla la estrella de Nosiglia porque precisamente sus puntos fuertes son el perfil bajo y los buenos oficios.
En el Teatro Brodway, el martes 22 de abril habrá muchos más caciques que indios. La nómina de radicales y ex radicales de distintos espacios y distritos que aspiran a ser candidatos tiene como protagonistas a Julio Cobos y a Ernesto Sanz que se anotan en la presidencial, más figuras que aspiran a distintos espacios como Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, Ricardo Gil Lavedra, Rodolfo Terragno y Oscar Aguad, que para lograr la unidad entre ellos mismos no hacen mucho más esfuerzo que presentarse a internas y sacarse la foto protocolar.
El espacio pan radical se completará con los socialistas de Hermes Binner, más los de Proyecto Sur de Pino Solanas, más los de Libres del Sur de Humberto Tumini. De allí saldrán, con tiempo y viento a favor, las candidaturas de Cobos y Binner para las PASO. Un espacio claramente no peronista con chances de jugar un papel importante en las presidenciales de octubre.
Está claro que Sergio Massa está armando para ser el candidato no kirchnerista que será atacado durante la campaña tanto por los panradicales y socialistas como por las huestes del PRO por haber sido parte sustantiva del Frente para la Victoria, un hecho que el ex intendente de Tigre trata de soslayar. Massa es el mayor dolor de cabeza del kirchnerismo. No pocos afirman que el oficialismo alienta silenciosamente la candidatura de Mauricio Macri como alguien que pueda restarle votos a Massa. Macri, que expresa una derecha de poca cintura y escaso armado nacional, apuesta todo a su propia figura. Esa derecha cree que en el resto de América Latina hay cada vez menos espacio para las fuerzas populares, progresistas o revolucionarias que iniciaron un ciclo fuertísimo desde 1999 con Hugo Chávez, en 2002 con Lula, en 2003 con Néstor Kirchner y así por otros países. Esa derecha debería ver lo mal que se retiró Sebastián Piñera de la presidencia en Chile y el poco arraigo de otras fuerzas con arraigo en empresarios o partidos conservadores. Para colmo, su olfato como dirigente deportivo, hace creer a Macri que se pueden mezclar humoristas y futbolistas junto a presidentes de bancos en un espacio cool. Si eso es posible en la Argentina, hay un espacio que tiene ya demasiada historia recorrida y es el peronismo. Muchos le ven posibilidades a Macri, pero su propia historia de desconfianzas lo lleva a que ni siquiera tendrá un muleto para hacerle el juego en las PASO.
Antes de pasar al oficialismo, en 2015, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores tiene muchas posibilidades de crecer, de disputar intendencias e incluso alguna gobernación, además de meter concejales y legisladores provinciales y nacionales. Los seguidores de Jorge Altamira y Cristian Castillo, por nombrar algunos de sus referentes, disputan espacios con fuerzas de la izquierda peronista y cristiana en la CTA y el trabajo territorial. Además, tienen estrategias electorales y son una fuerza nacional independiente de otras corrientes políticas.
El kirchnerismo, por ser la fuerza de gobierno, es lógico que se concentre en gobernar y no en sacar precandidatos al ruedo. El problema de no sacarlos es que hay un candidato con peso propio que es Daniel Scioli. El gobernador bonaerense pudo conjurar la protesta policial en diciembre pasado y acaba de sacarse una piedra del zapato con la resolución del conflicto docente. Dentro del Partido Justicialista se siente cómodo, apoya al gobierno de Cristina y su imagen no está atada al día a día de la gestión nacional. Se anotó claramente Florencio Randazzo, pero todavía no se puede ver cómo hará un armado nacional capaz de juntar aliados de peso y disputar con Scioli una interna peronista. Agustín Rossi y Sergio Urribarri se presentan como militantes del kirchnerismo y plantean medidas para profundizar la distribución de la riqueza pero no tienen, al menos todavía, un espacio político definido que los impulse. Difícil, por último, imaginar qué tiene en mente la presidenta. Quienes dialogan con ella afirman que Cristina dice que el futuro es La Cámpora y las organizaciones que expresan a otras agrupaciones juveniles. Ahora bien, no es fácil deducir de ese concepto si de allí saldrá un candidato o si ella considera que ese espacio debe seguir creciendo sin pretensiones electorales en 2015.
Muchos dirán, con obvias razones, que la dinámica electoral y política no es independiente de la economía y los conflictos sociales. Desde ya. Pero no deben olvidarse que, salvo momentos excepcionales como pudo ser el proceso abierto después de diciembre de 2001, el armado político tiene protagonistas conocidos y protocolos muy poco conocidos por las mayorías. Por eso, el armado temprano indica muchas cosas: opinión pública, opinión publicada, votos y factores de poder, líderes empresarios y sindicales y otros factores de poder económico.
Una última consideración. No faltan quienes creen que el Papa Francisco será un gran elector. Es probable que todos los que se calcen el traje de precandidato piensen en el Papa. Es difícil pensar que el Papa vaya a meterse en la agenda argentina más allá de lo que viene haciendo: recibir a todos, alentarlos a una agenda social, a dar muestras de austeridad personal y a bregar por la integración y la paz.
Eduardo Anguita
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