Como siempre, a contramano de la inteligencia y fiel a su oportunismo, el ex gobernador santafesino, ex candidato a presidente y ex anestesista, Hermes Binner, salió a exhibir su brillantez declamatoria. Como un abuelito extraviado en sus divagues, pero siempre amable en su sabiduría extemporánea, aconsejó a La Presidenta que convoque a “un gobierno de coalición o se va a encontrar en una situación dificultosa”. Consejo, amenaza o delirio. En cualquiera de estas tres versiones cae tan mal como las adhesiones recibidas por el camionero rebelde a su equívoca convocatoria del miércoles. Los nuevos amiguitos de Moyano embarran aún más la protesta en Plaza de Mayo y sugieren intenciones que van mucho más allá de una reivindicación gremial. No es casualidad que todo tenga un sospechoso hedor amenazante. El golpe institucional en Paraguay y las revueltas policiales en Bolivia aparecen como intentos quirúrgicos de los poderes fácticos para volver a gobernar el destino de los países sudamericanos. El Norte quiere desagotar su crisis en estas latitudes y para eso necesita aliados y cómplices locales, que lentamente están saliendo de los rincones más oscuros. El miedo no es la mejor respuesta ante los mordiscones de las fieras acorraladas, sino la convicción y la memoria.
Que es lo que le falta al líder del FAP, entre otras cosas. “Si no ponemos los problemas sobre la mesa, no hay diálogo”, señaló, como siempre, comprometido con el des-compromiso. Y portavoz de la nada que representa, destacó que "todavía no hemos aprendido a vivir en democracia. Eso significa la Constitución plena, el respeto por las leyes, el federalismo. Significa que cada uno de los poderes que integran la república tienen que hacer lo que dicen la Constitución y las leyes". Brillante y conmovedor, pero nada dice de los estancieros que se resisten a tributar, de los grupos económicos concentrados que especulan a cuatro manos o las corporaciones que nunca respetan las leyes. No están en su estrecha mira los que siempre han gobernado sin ser votados, los que explotan los recursos nacionales a su antojo ni los que voltean gobiernos cuando no sirven a sus intereses. Híbrido a más no poder y cínico hasta el límite, para este exponente de la no política el único diálogo posible es el de la obediencia a los poderes fácticos. Las declaraciones de Binner, además de absurdas, son despreciables. Y como muestra de su labia insulsa, un trabalenguas y casi una confesión: "la situación económica no está tan bien como estaba, pero no tan mal como estaba. Es una economía que puede recuperarse rápidamente y funcionar adecuadamente. Tenemos una gran traba que es la política”. Eso es lo que le molesta. Aún no comprendió –y ni siquiera lo intenta- que sólo La Política puede contener y dirigir la economía hacia el desarrollo con equidad.
Quien simulaba comprenderlo pero ahora se esfuerza por demostrar lo contrario es el líder de la CGT, Hugo Moyano. Desbordado por su ambición tanto personal como política –es un decir- no duda en denostar todo lo que había considerado como propio hace apenas un año. Y no conforme con eso, sus nuevos amigos son los nostálgicos del pasado más cruento que sueñan con un país para pocos con multitudes empobrecidas y de rodillas al servicio de los intereses más mezquinos. Mientras la consigna que clama el colectivo es vamos por más, la del hijo más fiel del camionero es vamos por ellos. Que digan que esto es peor que la dictadura militar no sólo es una muestra de la más absoluta ignorancia sino una falta de respeto hacia las miles y miles de víctimas del período más sangriento de nuestra historia reciente. Ya no quedan dudas: tienen como objetivo retomar el poder y como no lo han podido hacer a través del voto popular, apelan a la prepotencia que manejan tan bien, aunque cada vez con menor eficacia.
Pero eso sí, con mucha soledad. Aunque desde las propaladoras de estiércol traten de instalar que la movida del miércoles será un paro nacional, sólo se circunscribirá a los camioneros y algunos resentidos y enojados perpetuos. Nueve sindicatos firmaron un comunicado de repudio a la protesta de los Moyano y sus secuaces. “La medida de fuerza convocada para el 27 nos parece, cuanto menos, inoportuna –advierten- Y nos alarma la adhesión entusiasta que manifiestan los directos responsables de la debacle neoliberal de 2001. Y la misma alegría expresan quienes fracasaron en su intentona golpista en el 2008, motorizados entonces por las patronales agrarias”. “No adherimos al paro. Porque defendemos el proyecto nacional y popular”, es la consigna central del documento que acordaron Foetra (telefónicos), Fatel (federación de las telecomunicaciones), Sadop (docentes privados), Fatida (trabajadores de imprenta), UOMA (molineros), Satsaid (televisión), Fatpren (federación trabajadores de prensa), capitanes de ultramar y Secasfpi (trabajadores de la seguridad social en ANSES). Y no son los únicos moyanistas que abandonan esta inexplicable oposición. Hasta la CTA de Micheli le da la espalda. También dejan en soledad al futuro ex Secretario General de la CGT sindicatos de peso, como Luz y Fuerza, UOCRA, comercio, Sanidad, UOM, UPCN y Obras Sanitarias. Aunque no es momento de analizar la transparencia de los representantes gremiales que manifiestan su apoyo al Gobierno Nacional, resulta tentador dejar sentada una sospecha hacia aquellos que desde hace décadas permanecen atornillados en las sillas, gracias a un no tan democrático sistema de elección. Más allá de esto, el gran paro y movilización del miércoles estará tan despoblado como un encuentro de combatientes de la guerra del 14. Casi fantasmagórico.
Aunque no quieran reconocerlo, envidian la facilidad para el golpe en otros países. En 2008 estuvieron a punto de destituir al primer gobierno de CFK y sólo levantaron un poco de polvo. Hace unos años tuvieron una mayoría ocasional en el Congreso y no lograron más que entrevistas en los canales opositores. Cacerolas, cajeros vaciados de billetes y surtidores sin combustible tampoco bastan para tomar la Casa Rosada. Años y años intentando socavar un modelo que a todas luces, se consolida cada vez más. Y aunque copien recetas de otros países de la región, mientan y exageren hasta límites obscenos, dibujen la tapa de los diarios con las imaginaciones más descabelladas, no han podido convencer al pueblo con la horrenda pesadilla que destilan desde sus usinas destructivas, porque el camino que se está recorriendo es el más prometedor de las últimas décadas. Casi envidian las pocas horas que ocuparon los legisladores opositores para echar al –todavía- Presidente Fernando Lugo. Casi anhelan tener un público tan contradictorio en su visión de la dictadura como en Chile o una policía tan obediente como la de Honduras, Bolivia o Ecuador.
Nada pueden. La memoria ayuda a contrarrestar tan perversos planes. La realidad sensible está al alcance de muchos ciudadanos que comparan lo que viven con lo que les cuentan desde las propaladoras de estiércol. Eso conforma algo cercano a la conciencia. Aunque falta mucho. Pero el recuerdo de lo vivido en diciembre de 2001 y el asesinato de los militantes sociales Maxi y Darío, y el oscuro pozo que parecía sin fondo ayudan a fortalecer esta construcción colectiva. El miércoles se transformará en anécdota y quedará en claro quiénes son los choferes del túnel del tiempo. Derecho de huelga, libertad de expresión, institucionalidad, justicia son términos que no deben confundirse con intentos destituyentes. Tampoco subjetividad con manipulación o mentira. Después de la experiencia de Paraguay está claro que hay sectores con los que no se puede convivir porque su avidez y mezquindad los desborda. Y en estas tierras, también. Tal vez habría que aplicar con ellos un todo o nada. O se los pone de rodillas o los padecemos eternamente. Parece que no queda otra opción, si es que los pueblos quieren seguir adelante.
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