Lo que ocurra en
Hay quienes dicen que tal vez haya sido un error pelearse con Moyano. Lo que no dicen es cómo se hacía para no pelearse con Moyano. La vía hacia la armónica continuación de la relación era entregarle medio parlamento, poco menos. CFK habría devenido –en ese caso- presidenta rehén de un sindicato fuerte.
A lo que parece, la lógica histórica sigue su curso y alcanza también al peronismo (¿por qué habría,
Las cosas nunca son lo que parecen ser. Siempre hay una apariencia que oculta lo más sustantivo, lo principal. El fenómeno político sindical que enfrenta al gobierno con el moyanismo, hoy, parece indicar que Cristina se dispone a sustituir al camionero por el metalúrgico Caló.
Detrás de éste, vendrían, en una futura y presunta conducción de
En todo caso, la fractura es un hecho; y es esta fractura el dato que lleva a la sospecha de que detrás del fenómeno (apariencia) se mueve una realidad más proteica y, en última instancia, más de largo plazo, estratégica diríamos.
Puede parecer que, a primera vista, el gobierno sale beneficiado de esta ruptura, al menos en lo inmediato.
El escenario que se viene –si se viene- es un debilitamiento de ambas alas del sindicalismo. Moyano no ha obtenido aquiescencia ni siquiera para parar todo el transporte, algo impensable en sus días de alianza con Néstor Kirchner. Y acaba de insinuar que se va.
“Yo me voy –dijo- pero que el gobierno resuelva el tema de ganancias y de asignaciones familiares”, desafió por los micrófonos de Radio Mitre el viernes 22 de junio. Los “gordos”, por su parte, no dan, en la percepción popular, el perfil adecuado a los tiempos. Atrasan. Cargan con un pasado peor que el de Moyano. No sirven para el largo plazo.
En este contexto, asoman los “cuerpos orgánicos” –ubicados arriba pero con tendencia a la baja-, versus el “clasismo” –ubicado por debajo pero con tendencia al alza-. Se perfila esa configuración del movimiento obrero para los próximos años. Si esto es voluntad devenida acción por parte del gobierno o, por el contrario, es un efecto no querido de su política, es lo de menos. Importan los hechos. Estamos en el terreno de la política, no en el de la moral. Las últimas elecciones en Alimentación y Gráficos insinúan dar cierta base a la afirmación precedente.
Sin embargo, esta debilidad creciente de las conducciones obreras tradicionales darían al traste con la función históricamente inherente a las burocracias sindicales: la contención de las luchas y la mediación para resolver conflictos en términos funcionales a la continuación de la relación capital-trabajo propia del capitalismo.
Es una jugada peligrosa para el gobierno en la medida en que puede tener un costo estratégico. Y mucho más cuando la crisis capitalista mundial arrecia y no admite, ni siquiera en las mejores plantadas economías de la periferia, tironeos ni disputas en torno a la apropiación de la ganancia y de la renta de la tierra.
Tal vez el legado kirchnerista no sea otro que el de haber creado las condiciones para que, en el futuro, el desplazamiento de la burocracia de los sindicatos y su sustitución por conducciones obreras genuinas constituya el preludio de una construcción política que marche en línea con los mejores procesos revolucionarios que tienen lugar hoy en Sudamérica. Si es que estos duran. Y si no, también.
El enfrentamiento ha sido netamente político. Moyano transa en un 25,5 % de aumento salarial; deja vigente como demanda la suba del mínimo no imponible para ganancias; hace lo propio con las asignaciones familiares; y, como colofón, si se va de
Lo mismo puede hacer el inefable “Luisito” Barrionuevo. Cuentan con el anfibio Duhalde y con la iglesia católica. Y con el empresariado industrial más concentrado. Y con la “mesa de enlace”. Y con un 60 % del Poder Judicial proclive a terminar con los juicios a los genocidas y dispuestos a “mirar para adelante”. Y -esto es objetivo- con “Los Dragones” de Chubut que destruyeron a mansalva y con barbarie un yacimiento para desabastecer de combustible.
Genuinos trabajadores no hacen eso. Protestan, lucha, y hasta se arman como lo muestra la historia; pero jamás destruyen la fuente de trabajo. Pugnan por su propiedad, por ponerla en valor y hacerla producir.
Producir para todos. Eso hacen genuinos trabajadores clasistas. Salvo que estos dragones no lo sean o hayan mordido el anzuelo que les tiró alguien que de trabajador no tiene nada. En todo caso, juegan para el enemigo.
Es significativo el enfoque de los diarios
Lo probable, ahora, es que los puntos estrictamente gremiales (ganancias y asignaciones) se resuelvan después del 12 de julio, es decir, después de que una “nueva” conducción alumbre en
Pero la carta de la no convalidación de la convocatoria para el comicio gremial está disponible. Si el gobierno accede al pedido de Caló, el ministro Tomada podría muy bien hacer el anuncio un día de estos. Habría contrapartidas en toda esta rosca. Los apoyos gremiales que Cristina tiene -en potencial- contra Moyano no quieren que éste se apropie de banderas que aquéllos consideran que les pertenecen. Y estas banderas no son otras que aumento del mínimo no imponible de ganancias y asignaciones familiares.
Curiosamente (o, en realidad, no es tan curioso), nadie dice que el sueldo no es ganancia sino pérdida, lisa y llanamente. Y nadie repara, tampoco, en que una transacción financiera que reporta un beneficio de, digamos, un millón de pesos en un ratito, no paga ni ganancias ni nada.
Toda judialización del conflicto es estéril y, lo que es peor, sería un error político. No es eficaz por cuanto ese viejo e inepto instrumento que es la ley de abastecimiento ya ha demostrado su fracaso. Tampoco sirve acusar de coacción o extorsión a los trabajadores. No hay juez que se las pueda venir con el encarcelamiento de Pablo Moyano o de su padre cuando éstos conducen a 273.000 camioneros en todo el país.
El procesamiento no sería, precisamente, un paso en dirección a la gobernabilidad. Pero, fundamentalmente, se trataría de un error político por partida doble. No judicializar la protesta social ha sido, en la retórica del gobierno kirchnerista, docencia constante y sin fisuras desde 2003 hasta hoy. Está inhibido de hacerlo. Y, en segundo lugar, la aplicación de las normas no sería vista como eso, como aplicación del correctivo legal que irroga todo delito, sino como la obscena utilización de la ley para fines políticos.
De modo que lo más probable es que las andanzas de Randazo y otros en busca de correctivos leguleyos para este entuerto -que es político de cabo a rabo- no pasaría de ser una morisqueta pour la galerie, pues hay que mostrar que algo se hace y que no se está con los brazos cruzados cuando un dirigente sindical bloquea el retiro de dinero de los cajeros públicos, la carga de nafta para los autos de la clase media y, encima, amenaza con no recoger la basura y con no dejar leer los diarios a nadie.
La política es así. Al “monstruo” camionero lo creó el kirchnerismo. En 2003 había 50.000 choferes; cuando asumió Cristina ya ascendían a 70.000; hoy son 273.000. Sí. La anomalía es imputable al kirchnerismo. Pero, sin Moyano y con el 22 % de los votos la predicción del inefable Claudio Escribano, ideólogo del diario
Por otro lado, hay un aspecto puramente técnico del problema que no es menor. La cuarta categoría del impuesto a las ganancias -que es la que está en juego en esta disputa- reporta, en conjunto, seis mil millones de pesos al Tesoro nacional. Ese dinero es coparticipable, de modo que dejar de percibirlo afecta también a las provincias. No significa ello que Cristina Kirchner no esté dispuesta a considerar las vías alternativas correspondientes para salvar el escollo. Pero llevará su tiempo, medido en un mes o dos, probablemente.
El arsenal de gobierno orientado a obtener apoyo sustitutivo al de Moyano cuenta con dos misiles de grueso calibre. Uno está constituido por los fondos que el Estado retiene a las 302 obras sociales. Se trata –según afirma la propia CGT- de doce mil millones de pesos. El otro se llama “homologación”. Es la que todavía está pendiente respecto de más de 120 acuerdos salariales, muchos de ellos superiores al techo de 21% deseado por el Gobierno.
Y la pregunta surge sola: y luego de obtenido el apoyo de los gordos y los flacos y desplazado Moyano de
Es impensable de otro modo que no sea como hipótesis. Porque, si esa fuera la vía que eligió
El error no fue recostarse en lo único que había, que era Moyano. El error fue dejar venir un conflicto que se veía venir. Error de cálculo, nadie que asesore o sobreestimación del sentimiento patriótico de los argentinos. O todo eso junto. En
Nada cambia una movilización en
La afirmación inicial de esta nota no es ociosa y prologa el cierre. Se siente en el aire que lo que se decide en un país sudamericano depende de lo endógeno-interno propio de esos países, pero también -y en medida considerable- de la urdimbre de políticas de igual intensidad y sentido contrario que puedan gestarse en una dimensión “exógena” o exterior, en la cual las embajadas americanas, en tándem con su Departamento de Estado, con organismos como
La legitimidad de origen no alcanza ya que puede ser horadada con cierta eficacia en la medida en que los medios no adictos trabajen con persistencia y a mediano plazo en pos del descenso de la “imagen positiva” de un líder y del ascenso de la “positiva” de otro.
De este modo, Paraguay dista de parecerse a
Nuestro gobierno argentino tiene mucho pasado, en el que abreva y se inspira. Pero también exhibe un presente complejo. Y en cuanto a su futuro, tiene fecha de vencimiento en el 2015, salvo que Cristina siga. Y el relevo no será nacional y popular.
Juan Chaneton
Publicado en :
No hay comentarios:
Publicar un comentario