Prestigiosos expertos siguen destacando la política de expansión de la demanda e inclusión social. Por su parte, los países del norte hacen agua con sus iniciativas que impulsan la reestricción del gasto y la reducción de empleos. No obstante, los EE UU y España ya empiezan a bosquejar propuestas que gravan a los más ricos y alivian el peso fiscal de la clase media.
La vida ofrece sorpresas y paradojas. Más aun, lo hacen la política y la economía internacional. Nuevamente nuestro país se encuentra en el candelero de los debates económicos internacionales como lo había hecho, hace más de una década, bajo el gobierno de Carlos Menem. Sin embargo, entonces, los halagos se referían a la política de sumisión extrema a los dictámenes del FMI y los grandes monopolios que bregaban por la apertura de la economía y las finanzas, y la intromisión de ellos mismos en los asuntos de la economía doméstica. Fue la época de las privatizaciones, la entrega del patrimonio nacional y el endeudamiento por un lado y la desindustrialización y la desocupación, por otro.
La era de las “relaciones carnales” que, finalmente, derivaron en la bancarrota de 2001. Allá por el año 1998, el entonces titular del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus invitó a hacer uso de la palabra en la asamblea anual del organismo al presidente argentino para que explicara las claves de lo que consideraba “un ejemplo para imitar” caracterizado esencialmente por “la disciplina fiscal, el cambio estructural y una política monetaria mantenida con vigor”. Hoy, de nuevo, los elogios llueven sobre el modelo económico local pero caracterizado, paradójicamente, por su contrario.Académicos del mundo, funcionarios de organismos internacionales y hasta premios nobel como Joseph Stiglitz y Paul Krugman, en los últimos meses han destacado la política económica en contraposición con la crisis de los países centrales.
En la Asamblea de la ONU, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, conciente de que las miradas estarían puestas en su visión sobre el rumbo de la economía mundial, cautelosa, aclaró que “la Argentina no pretende erigirse como modelo de nadie”, aunque aprovechó para destacar que nuestro país logró “reducir la deuda externa desde un 160 a un 30% del PBI, bajar a un dígito la indigencia y la pobreza, y consolidar el ciclo de crecimiento más importante en 200 años”.Además reclamó avances en la regulación financiera como una asignatura pendiente de los organismos internacionales.El interés por el modelo argentino trasciende ideologías y regiones. El titular de la AEDA, el economista Matías Kulfas, fue invitado por la Universidad de Harvard para exponer las claves de la política oficial.
Cuando este cronista se comunicó con Mario Blejer para solicitarle la opinión que ilustra esta nota, el economista comentó que, “casualmente me encuentro en Londres invitado por Bloomberg y la BBC porque tienen interés en escuchar cómo son las cosas en la Argentina. Ellos tienen un vacío muy fuerte en términos de coherencia.”Consultado sobre la justeza de los halagos, Héctor Valle, economista de FIDE, explicó que “los elogios resultan de un análisis objetivo de los hechos. La economía creció al 8 o 9% anual durante una década, el doble del promedio regional. Es algo evidente para quien no tenga las anteojeras del modelo neoliberal.”Acerca de los motivos, el economista señaló que “existe una combinación de buenas condiciones internacionales con políticas dirigidas al desarrollo del mercado interno. Los precios de los metales crecieron más que los de la soja y, sin embargo, los países productores de la región crecieron la mitad que la Argentina.”
GIGANTES A LA DERIVA.
La coherencia y solidez del modelo productivo con inclusión social contrasta con el rumbo errático de las economías centrales. Barack Obama acaba de anunciar un plan que llamado Operación Twist que destina 400 mil millones de dólares para canjear bonos del Tesoro a más largo plazo con el propósito de bajar las tasas de interés y reactivar la economía estimulando la demanda para salir de la recesión. La semana anterior ya había anunciado su voluntad de proponer una reforma tributaria al Congreso, cargaría el peso del ajuste sobre los sectores privilegiados y estimula la demanda de los sectores medios y bajos. Esa política contrasta con el ajuste recesivo pautado un mes atrás en el congreso con los republicanos. Un giro similar adoptó el gobierno español de Rodríguez Zapatero que pasó, sin solución de continuidad, de una política de ajuste a una de estímulo a la demanda.Los motivos de semejante cambio de frente no pueden ser leídos apenas bajo la óptica de una presión electoralista como se han presentado sino que, de fondo, evidencian la ausencia de rumbo claro de las economías centrales que vacilan entre las viejas recetas de ajuste y la necesidad de un estímulo para salir de la recesión. Sobre el asunto, Héctor Valle, destacó que “el mundo está en una crisis del sistema capitalista que se instaló luego de la caída del muro y que se generalizó con la sobreexpansión del sistema financiero y la desindustrialización.
Hay un juego de pinzas porque insisten en exigir políticas de ajuste a los países periféricos pero, para adentro, buscan políticas que sirvan para salvar a sus bancos. Estados Unidos está tratando de reconstruir su mercado interno.”Tanto el Premio Nobel Paul Krugman como el economista Nouriel Roubini, destacado por prever la crisis financiera internacional antes de 2008, promueven una salida “a la Argentina” para Grecia, es decir, un default y una devaluación para renegociar una deuda con una fuerte quita y recuperar competitividad. Para Valle efectivamente “no hay otra solución que renegociar la deuda con una quita. Pero en economía no hay suma cero. Esto implicaría una gran pérdida para los bancos. La salida a la Argentina implicó también una devaluación que, en este caso, sería una salida del euro que unificó en un solo tipo de cambio economías con productividades diferentes, es decir que, de movida, estuvo sobrevaluado.” Aunque reconoció: “Una salida unilateral de Grecia es un problema severo para la región.” Blejer sostuvo que “el acuerdo de Grecia con el FMI es imposible de cumplir porque fija metas contradictorias con un desarrollo de la economía.” Queda como incógnita saber cuál es “el mundo del revés”, si el presente o el que ya pasó.
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