TEMAS DE DEBATE: COMO SE ENSEñA ECONOMIA EN LAS UNIVERSIDADES PUBLICAS
Las carreras de economía de las universidades nacionales de Buenos Aires y La Plata están debatiendo sus planes de estudio. Las autoridades buscan reforzar un paradigma que reniega de la economía política y disimula su condición de ciencia social.
FALENCIAS EN LA FORMACIÓN
Por Karina L. Angeletti y Pablo Lavarello *
La reformulación del Plan de Estudios de la carrera Licenciatura en Economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata propuesta por parte de las autoridades del Departamento de Economía deja una vez más postergado el debate respecto de cuál debiera ser la formación de los economistas en un país como el nuestro.
En los últimos treinta años esta facultad ha estado sesgada hacia una formación según la cual se busca explicar cómo es posible alcanzar el máximo bienestar de la sociedad a partir de una concepción utópica de mercado. Cualquier desviación que exista entre esa concepción utópica y el funcionamiento real de los mercados es considerada una “distorsión” que debe corregirse mediante la apertura, desregulación y liberalización de la economía. Sólo en aquellos casos puntuales en que existan “fallas de mercado” (ejemplo: la presencia de bienes públicos) se justificaría algún tipo de política.
La propuesta de reforma que plantean las autoridades de la Facultad consolida esta visión, transformando en opcionales a las pocas materias aún existentes que permitirían explicar los problemas económicos desde otras perspectivas. Asimismo, se elimina Sociología como materia, se reduce a un solo curso obligatorio la historia económica y se envía a cursar a la Facultad de Humanidades a aquellos estudiantes que consideren necesario ampliar la temática.
La propuesta de reforma que plantean las autoridades de la Facultad consolida esta visión, transformando en opcionales a las pocas materias aún existentes que permitirían explicar los problemas económicos desde otras perspectivas. Asimismo, se elimina Sociología como materia, se reduce a un solo curso obligatorio la historia económica y se envía a cursar a la Facultad de Humanidades a aquellos estudiantes que consideren necesario ampliar la temática.
Al mismo tiempo que se reducen estos contenidos, se busca interpretar los conflictos reforzando la formación en Teoría de los Juegos. Si bien se mantiene una fuerte formación en herramientas econométricas y matemáticas, las falencias en una formación teórica crítica desperdician su potencial para plantearse interrogantes y contrastar hipótesis. La formación del graduado pierde densidad teórica y se vuelve ahistórica y asocial, profundizando las falencias que el plan vigente posee.
La preeminencia de esta visión, que denominamos Teoría Económica Estándar (TEE), lleva a una suerte de esquizofrenia en la formación del economista. Esta visión no sólo impide interpretar las crisis internacionales sino que muchas veces se encuentra en su origen. Tampoco permite explicar cómo un país como la Argentina que no sigue sus recomendaciones logró minimizar los efectos de la crisis internacional en el año 2009 y mantener nueve años de crecimiento iniciado en 2003. Mucho menos logra identificar los posibles límites estructurales, como la limitada diversificación y la persistente heterogeneidad de la estructura productiva, que pueden atentar contra la sustentabilidad de dicho sendero. Problemas estructurales que reaparecen en el debate económico y que constituyen el síntoma de una nueva realidad a la cual una universidad debe responder con cabeza propia.
Creemos que es necesario avanzar hacia una verdadera reformulación de los Planes de Estudio introduciendo una orientación que denominamos Teoría Estructural del Desarrollo (TED), que busca ir más allá de un conjunto acotado de contenidos heterodoxos, permitiendo también la incorporación a la planta docente de profesores con formaciones diferentes a la dominante. Para ello proponemos un tronco común de tres años y dos orientaciones para los dos últimos años, una en TEE y otra en TED, cada una con una coherencia propia. Ambas orientaciones compartirían varios cursos, posibilitando el debate entre ambas.
Es de destacar que en nuestra región ya existen desde los años ‘50 un conjunto coherente de aportes que buscaron explicar los problemas estructurales que plantea todo proceso de desarrollo en un país periférico. Es el caso de los trabajos de los pioneros del desarrollo como Prebisch, Furtado, Hirschmann, Pinto, entre otros. En esta orientación, se incorporan los aportes de los poskeynesianos, regulacionistas, institucionalistas y evolucionistas, entre otros, que permiten introducir las dinámicas de cambio estructural, acumulación de capital y los comportamientos en desequilibrio en los fundamentos mismos de la formación del economista.
Entendemos que es imprescindible avanzar en esta dirección a fin de recuperar una formación del economista, cualquiera sea su ámbito de inserción laboral, que le permita contribuir al desarrollo de nuestros países y nuestros pueblos, alejándose para siempre de la aplicación irreflexiva de recomendaciones de política que desconocen especificidades históricas y estructurales de la región.
La preeminencia de esta visión, que denominamos Teoría Económica Estándar (TEE), lleva a una suerte de esquizofrenia en la formación del economista. Esta visión no sólo impide interpretar las crisis internacionales sino que muchas veces se encuentra en su origen. Tampoco permite explicar cómo un país como la Argentina que no sigue sus recomendaciones logró minimizar los efectos de la crisis internacional en el año 2009 y mantener nueve años de crecimiento iniciado en 2003. Mucho menos logra identificar los posibles límites estructurales, como la limitada diversificación y la persistente heterogeneidad de la estructura productiva, que pueden atentar contra la sustentabilidad de dicho sendero. Problemas estructurales que reaparecen en el debate económico y que constituyen el síntoma de una nueva realidad a la cual una universidad debe responder con cabeza propia.
Creemos que es necesario avanzar hacia una verdadera reformulación de los Planes de Estudio introduciendo una orientación que denominamos Teoría Estructural del Desarrollo (TED), que busca ir más allá de un conjunto acotado de contenidos heterodoxos, permitiendo también la incorporación a la planta docente de profesores con formaciones diferentes a la dominante. Para ello proponemos un tronco común de tres años y dos orientaciones para los dos últimos años, una en TEE y otra en TED, cada una con una coherencia propia. Ambas orientaciones compartirían varios cursos, posibilitando el debate entre ambas.
Es de destacar que en nuestra región ya existen desde los años ‘50 un conjunto coherente de aportes que buscaron explicar los problemas estructurales que plantea todo proceso de desarrollo en un país periférico. Es el caso de los trabajos de los pioneros del desarrollo como Prebisch, Furtado, Hirschmann, Pinto, entre otros. En esta orientación, se incorporan los aportes de los poskeynesianos, regulacionistas, institucionalistas y evolucionistas, entre otros, que permiten introducir las dinámicas de cambio estructural, acumulación de capital y los comportamientos en desequilibrio en los fundamentos mismos de la formación del economista.
Entendemos que es imprescindible avanzar en esta dirección a fin de recuperar una formación del economista, cualquiera sea su ámbito de inserción laboral, que le permita contribuir al desarrollo de nuestros países y nuestros pueblos, alejándose para siempre de la aplicación irreflexiva de recomendaciones de política que desconocen especificidades históricas y estructurales de la región.
* Cátedras Nacionales y Populares, FCE-UNLP.
FALSO PLURALISMO
Por Martín Kalos * y Martín Gonilski **
La crisis mundial desatada en 2008 y sus actuales manifestaciones no sólo le recordaron al mundo que el sistema capitalista no es una forma de producción social armónica. También pusieron sobre el tapete las enormes falencias y atraso de la teoría económica contemporánea que tiene como expresión dominante la doctrina neoclásica para explicar un fenómeno tan propio del capitalismo actual como son las crisis.
En este contexto aparece la necesidad de revisar las escuelas económicas que estudian los mismos problemas que atraviesan las economías del mundo hoy. Con esta motivación, estudiantes y docentes de la Licenciatura en Economía de la UBA han propuesto en los últimos años cambios concretos en la estructura del plan de estudios de la carrera, que incorporen teorías relevantes que hoy son dejadas de lado por el mainstream neoclásico bajo el falso argumento de que “pertenecen al pasado”.
Mientras tanto, las autoridades de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE-UBA) abrieron un proceso de revisión parcial de las materias de la carrera, aunque intentan restringirlo a modificaciones menores que no afecten su actual estructura neoclásica. Desde esta postura, se aduce que el Plan vigente es pluralista porque existen cursos con profesores críticos a la teoría dominante. Sin embargo, al estar la carrera estructurada en torno de un tronco central de materias neoclásicas, cualquier docente que quiera introducir escuelas alternativas tiene muy poco margen para hacerlo de manera integral y efectiva. Así, un estudiante de economía puede llegar al final de su carrera sin haber leído, por ejemplo, a Adam Smith, Karl Marx, Joseph Schumpeter o John Keynes.
El actual Plan de Estudios fue instituido en 1997 e ignoró un amplio movimiento estudiantil que reclamaba un debate serio y se oponía al cercenamiento de contenidos y abordajes. En un contexto general de achicamiento del gasto público, la reforma implicó una reducción de la carga horaria de la carrera, menos materias “sociales” y más matemáticas, reforzando una estructura de corte marcadamente neoclásico. La propuesta actual de sólo “retocar” este plan implica desconocer que sus contenidos y formas nunca han sido debatidos adecuadamente en la propia FCE-UBA.
El actual Plan de Estudios fue instituido en 1997 e ignoró un amplio movimiento estudiantil que reclamaba un debate serio y se oponía al cercenamiento de contenidos y abordajes. En un contexto general de achicamiento del gasto público, la reforma implicó una reducción de la carga horaria de la carrera, menos materias “sociales” y más matemáticas, reforzando una estructura de corte marcadamente neoclásico. La propuesta actual de sólo “retocar” este plan implica desconocer que sus contenidos y formas nunca han sido debatidos adecuadamente en la propia FCE-UBA.
Hoy en día no existen mecanismos institucionales para el diálogo en la Carrera de Economía que permita un análisis de dichas reformas mientras que en otras Facultades existen Juntas por Carrera que permiten la participación de los tres claustros en la toma de decisiones. Esa situación impide que las autoridades escuchen a los docentes y estudiantes, que en los últimos años han planteado numerosas críticas y propuestas integrales alternativas, desde espacios como la Escuela de Economía Política (EsEP-UBA), las Jornadas de Economía Crítica (JEC) y la Asociación Gremial Docente (AGD).
A la vez, tiende a pensarse a la Universidad como un elemento deslindado de la sociedad. Sin embargo, la Universidad es un espacio vital en el que debe generarse pensamiento crítico que permita a la sociedad repensarse a sí misma continuamente, para transformarse. La sociedad argentina en su conjunto debería ser el actor fundamental a la hora de decidir qué clase de economistas necesita y desea que formen las universidades públicas. Hace falta pues que el debate se abra también a la comunidad; esto incluye a empresas, por supuesto, pero además (y crucialmente) a los diversos organismos del Estado, ONG, sindicatos de trabajadores y movimientos sociales. El Plan de Estudios, las líneas de investigación y las formas pedagógicas en la Universidad no pueden estar vinculados con ningún interés particular, sino con el de la sociedad en general.
La FCE-UBA no puede darse el lujo de decidir que sólo una cierta ideología debe enseñarse a sus futuros licenciados en Economía. Es necesario que los graduados posean un amplio y plural bagaje de herramientas y teorías que les permita, por un lado, encarar con éxito los problemas que enfrenten en cualquiera de sus ámbitos de desempeño profesional y, por otro, avanzar en el desarrollo de nuevo conocimiento científico que pueda dar respuesta a los problemas del mundo actual. Sólo una formación plural, amplia y de calidad puede brindarles las herramientas para analizar, entender y transformar la realidad.
A la vez, tiende a pensarse a la Universidad como un elemento deslindado de la sociedad. Sin embargo, la Universidad es un espacio vital en el que debe generarse pensamiento crítico que permita a la sociedad repensarse a sí misma continuamente, para transformarse. La sociedad argentina en su conjunto debería ser el actor fundamental a la hora de decidir qué clase de economistas necesita y desea que formen las universidades públicas. Hace falta pues que el debate se abra también a la comunidad; esto incluye a empresas, por supuesto, pero además (y crucialmente) a los diversos organismos del Estado, ONG, sindicatos de trabajadores y movimientos sociales. El Plan de Estudios, las líneas de investigación y las formas pedagógicas en la Universidad no pueden estar vinculados con ningún interés particular, sino con el de la sociedad en general.
La FCE-UBA no puede darse el lujo de decidir que sólo una cierta ideología debe enseñarse a sus futuros licenciados en Economía. Es necesario que los graduados posean un amplio y plural bagaje de herramientas y teorías que les permita, por un lado, encarar con éxito los problemas que enfrenten en cualquiera de sus ámbitos de desempeño profesional y, por otro, avanzar en el desarrollo de nuevo conocimiento científico que pueda dar respuesta a los problemas del mundo actual. Sólo una formación plural, amplia y de calidad puede brindarles las herramientas para analizar, entender y transformar la realidad.
* Docente FCE-UBA, miembro de la EsEP-UBA.
** Becario de investigación IIE-FCE-UBA.
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