Dictadura cívico-militar
Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 28 de Septiembre de 2011
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Cavallo fue el presidente del Banco Central durante el gobierno del general Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue el responsable de la estatización de la deuda privada. Sí, así como suena.
Domingo Felipe Cavallo es un personaje oscuro de nuestra historia. Pero es una de las claves para comprenderla. Su nombre se repite en las altas esferas de la economía durante la dictadura genocida y la democracia condicionada. Y Cavallo es un mentor fundamental, precisamente, de ese condicionamiento.
Días atrás, la justicia argentina, a través del juez federal Marcelo Martínez de Giorgi, giró un expediente a la Procuración General del Tesoro para que evalúe si las acciones de Cavallo configuran un delito, a instancias de la valiente investigación del fiscal Federico Delgado. En otras palabras: la justicia argentina está poniendo la lupa en las responsabilidades de Cavallo en la última dictadura militar. ¿Es importante esta causa o es una investigación más de un gobierno que quiere vivir en el pasado? Quien no comprenda la transcendencia de esta causa, o ignora la historia o tiene algún nivel de complicidad con el entramado de intereses que pusieron de rodillas a la Argentina. Con el juzgamiento de Cavallo los argentinos terminamos de ponerle fin al pacto de impunidad.
La determinación de la responsabilidad de los genocidas culpables de crímenes de lesa humanidad se inició en los tiempos de Alfonsín, con el Juicio a las Juntas, en los albores de esta democracia, pero se paró en el mismo período presidencial luego de los alzamientos carapintadas, cuando la casa se puso “en orden” con el Punto Final y la Obediencia Debida. Con la derogación de estas normas y los indultos menemistas, el proceso político abierto por Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 empezó a escribir el epitafio de la impunidad. Los responsables de delitos de lesa humanidad comenzaron a pagar sus condenas. Con ello, nuestro país se inscribía entre los pocos que podían saldar su propia historia, ubicando a los responsables de uno de los más nefastos ciclos de nuestra historia. Pero esas responsabilidades no pueden completarse si sólo se condena a aquellos que fueron los ejecutores de una política genocida. Dicho en otros términos: los militares no actuaron solos. Todas las dictaduras fueron un entramado militar y civil, poniendo estos últimos gran parte de los intereses fundamentales que dieron impulso a cada golpe. La última dictadura no fue una excepción.
Por eso, si los Cavallos y los Martínez de Hoz son puestos en el banquillo, además de a los autores intelectuales de la dictadura, también se juzgará a aquellos que implementaron sus fines últimos. La dictadura desarrolló el genocidio para implementar el nuevo sistema de dependencia basado en la sujeción de la economía nacional en base a la deuda externa, la definitiva transnacionalización de nuestra economía, la destrucción del aparato industrial y la hegemonía del capital financiero. Este sistema tenía que ser implementado sobre la sangre y el exilio de miles de argentinos, que en su condición de hombres y mujeres comprometidos estaban dispuestos a darle pelea a ese modelo de entrega de la Patria y sumisión de su Pueblo. Esta es la causa real del genocidio.
Cavallo fue el presidente del Banco Central durante el gobierno del general Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue el responsable de la estatización de la deuda privada. Sí, así como suena.
De la deuda contraída por las empresas privadas, en su mayoría multinacionales (y en gran parte, con sus propias casas matrices), se hizo cargo el Estado. Se trata de aproximadamente 17 mil millones de dólares. Un vueltito. Todos los argentinos tuvimos que pagar de un día para otro esa deuda que contrajo un grupo de empresas. Con esto se completaba el ciclo de endeudamiento durante esa dictadura.
El autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” elevó la deuda externa de casi 8000 millones de dólares a 43 mil. Es decir, de un porcentaje menor a una incidencia considerable respecto del PBI. Ya teníamos puestas las cadenas que habrían de actuar como condicionantes de nuestras decisiones económicas hasta entrado el siglo XXI. El FMI se convertiría en el verdadero Ministerio de Economía y los acuerdos marco con este, en la fuente de imposición del modelo neoliberal de exclusión aplicado –salvo en breves períodos– desde la dictadura hasta el fin de la Convertibilidad.
Determinar la responsabilidad de Cavallo en la dictadura es también entender por qué este personaje volvió al gobierno de la mano de Menem y de De la Rúa. Es decir, saldar finalmente las cuentas de los años setenta y principios de los ochenta nos va a llevar, como la punta del hilo de una madeja, a empezar a desenredar la historia y las responsabilidades de los noventa. En efecto, Cavallo fue autor del Plan de Convertibilidad que, de la mano de un gobierno que se decía justicialista, completó muchas cosas que los militares golpistas no se habían animado a llevar a cabo. El ejemplo fundamental es el desguace del Estado. Además, la política de privatizaciones no se hizo reduciendo, sino aumentando, la deuda externa. Ello se debe a que ese modelo económico se sostenía sobre la entrada de divisas desde el exterior, basado en la hegemonía del capital financiero. Y por esto Cavallo también volvería a cumplir la máxima función de la economía durante la gestión radical, llegando de la mano del “progresismo”, para de nuevo endeudar fuertemente al país y prolongar la agonía del modelo.
Estamos ante un paso histórico. Los responsables civiles y económicos de la dictadura están en el banquillo. Es la posibilidad de hacer un revisionismo crítico de nuestra historia reciente, la que sumió al 60% de los argentinos bajo la línea de pobreza, a la mitad de ellos bajo la de indigencia, y que elevó la cifra de desocupación por encima del 25%, según cifras de 2002.
Cavallo es la punta del ovillo. Si nos animamos a tirar de ella, vamos a construir uno de los pilares sobre los cuales edificar la patria que soñamos, más justa, más libre y más soberana.
Publicado en :
http://tiempo.elargentino.com/notas/cavallo-y-punta-del-ovillo
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