La pelea que está dando el gobierno
se enmarca en la histórica intención imperialista de colonizar nuestras
tierras.
La hipótesis de que la Argentina se derrumbaba por no tener acceso al
mercado financiero no está sucediendo." la frase contundente e irrefutable
de Aldo Ferrer transmitida a Página 12 en reciente entrevista. A pesar del
bloqueo del terrorismo financiero y especulador occidental, a pesar del "cepo"
de Tomás Griesa (avalado por la administración Obama), la Argentina no cede, ni se
cae a pedazos, ni se aísla de la civilización. Ferrer brindó además otro
importantísimo concepto: "En el único lugar en el mundo donde estos grupos
especulativos tienen amigos es en Argentina". Para ser más precisos, más
que amigos, socios. La tribuna de buitrina, el diario La Nación, critica al gobierno
por "malvinizar" el litigio con sus socios los buitres, por ligarlo a
las grandes gestas como Vuelta de Obligado. A propósito de ello fue que
escribió hace muy poco José Alberto Romero (ver nota "Entre Vuelta de
Obligado y los buitres"). ¡Y bien que lo hizo! Nada más oportuno pues que
referirnos a aquella epopeya, trayendo a colación la investigación que de ella
realizó un compatriota de Tomás Griesa, el historiador John F. Cady. Vaya la
lección para todos aquellos y aquellas que olvidaron, se avergüenzan o reniegan
del patriotismo, del coraje y la capacidad del pueblo argentino a la hora de
defender sus intereses y su porvenir, sin interferencias ni capitulaciones de
ningún tipo. Vaya la lección para todos aquellos y aquellas que, por falta
innata o adquirida de tales atributos prefieren siempre arrodillarse sin más
pretensiones que la de dejarse comer como empanadas.
VUELTA DE OBLIGADO
El pretexto de la invasión anglo-francesa de 1845 esgrimido
por las potencias invasoras, y replicado por sus socios locales, fue de tipo
humanitario. No obstante, se originó en la política económica soberana aplicada
por Rosas a partir de 1835. El historiador John F. Cady (EE UU en su notable
libro Intervención extranjera en el Río de la Plata - 1838-1950) exhibe impiadosamente los
móviles colonialistas de las burguesías mercantilistas, banqueras y
manufactureras de Francia y Gran Bretaña. Los comerciantes de las "plazas
de Liverpool y Manchester... bombardeaban al Foreign Office con cartas,
memoriales y peticiones declarando que, por el bien del comercio británico y la
causa de la civilización en América del Sur, la independencia de la Banda Oriental
debería mantenerse (...,) el control de la navegación de los ríos debería
arrebatarse de las manos de Rosas y tomarse las medidas necesarias para
eliminar las restricciones comerciales en el Plata. El bloqueo a Uruguay
debería terminar, así como asegurarse un acceso a los mercados de Paraguay y
las regiones interiores" (Págs. 100 y 123). El proteccionismo de Rosas,
único y genuino resabio del proteccionismo revolucionario de Mayo resultaban ya
insoportables a los talleres industriales de la época y sus intereses en el
Plata.
MR ROMERO
El bloqueo e invasión de 1845 contó con un apoyo inédito de
los socios comerciales domésticos, tanto criollos como de extranjeros
radicados. Más de siglo y medio después, el bloqueo del imperialismo financiero
y especulador sobre nuestra exitosa reestructuración de deuda soberana concita
igual apoyo (invadidos militarmente estamos desde 1833). En este sentido, vale
la pena recordar el artículo de Romero citado al comienzo. Dice este míster:
"Con los fondos buitre volvieron los viejos y remanidos discursos acerca
de nuestras victorias, reales o morales, sobre los enemigos de la patria. Lo
mismo que con la Vuelta
de Obligado o la Guerra
de Malvinas: perdemos, pero nos dicen que ganamos". De haber habido una
victoria británica, Mr. Romero –por cierto, refutado sin piedad por sus propios
lectores, incluso muchos de ellos manifestándose horrorizados de lo que leían
sus ojos–, Corrientes y Entre Ríos hubieran nacido como nuevos Estados tapones
en la Cuenca
del Plata. Ahora, que lo refuten los comunicados del Foreign Office (fuente
primigenia del trabajo de John Cady).
OBLIGADO Y EL SER NACIONAL
La invasión naval a las Provincias Unidas, compuesta por
"unos 15 a
20 buques arribaron a... la plaza fortificada de Obligado... Se entabló un duro
combate... Fue recién después de un prolongado cañoneo de más de siete horas de
duración, intercalada con explosiones que impactaron en las fuerzas europeas,
que las cadenas pudieron ser cortadas y silenciada la artillería emplazada en
las márgenes del río..." (Págs. 156 y 157). Y acá la gran lección
histórica, dirigida más que a los Romero, Carrió, Macri, etc., a los propios
buitres: "La actitud que los invasores encontraron en las provincias
interiores les resultó muy decepcionante. El Gobernador Madariaga de Corrientes
pareció muy amistoso; pero la población fue muy desconfiada de los
extranjeros.... La expedición rivereña no contribuyó en nada a los objetivos
esperados de la intervención. El esfuerzo fue, desde el punto de vista
comercial, igualmente frustrante. Pero la peor de las consecuencias fue haber
creado en el pueblo argentino un sentimiento patriótico en extremo nacional y
sin precedentes. Todos... se unieron en oposición a los extranjeros que
intentaban desmembrar su país..." (Pág. 159).
LOS ESTADOS TAPONES QUE NO FUERON
Con la intervención, las potencias invasoras soñaban, más
que con la libre navegación de los ríos, con la creación de las condiciones
económicas y comerciales que justificaran nuevos Estados tapones en el Plata.
En pleno auge de la maquinación intervencionista, los funcionarios del Foreign
Office comunicaban a Londres su preferencia por la fórmula balcanizadora de
George Canning: "Declarar (con urgencia) Estados independientes al
Paraguay, Entre Ríos y Corrientes, lo cual aseguraría la navegación del Paraná
y del Paraguay. La dificultad de insistir en la 'libre navegación', podría así
soslayarse". Por suerte para los argentinos que aman a su tierra, su
pueblo, su pertenencia latinoamericana y su derecho a vivir dignamente y libre
de ataduras foráneas, hubo quienes, al decir del General San Martín, con la
gesta de Obligado enseñaron a los invasores europeos que "los argentinos
no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca". No se
equivocaba el mayúsculo libertador. La derrota invasora fue, mal que le pese a
Romero, aplastante. Al respecto, agrega el compatriota historiador de Griesa
que "los intereses financieros y comerciales que tanto habían apostado a
la intervención se encontraron más avergonzados que nunca... Un reporte del
Parlamento agregaba que 'las grandes esperanzas generadas en Inglaterra antes
de la expedición al Plata, de inmensas ganancias que derivarían del comercio
por esa ruta fluvial, han terminado en su inmensa mayoría en desgracia; de hecho
muy pocos de los especuladores han escapado indemnes sin pérdidas
considerables'". ¿Derrota, Mr. Romero? Prosigue Cady: "El Foreign
Office fue inundado de peticiones desde diciembre (de 1845) pidiendo
discontinuar la intervención. Se le dio amplia circulación a un panfleto que
declaraba que las operaciones no hicieron sino prolongar la guerra, y que los
intereses de los comerciantes en la Argentina habían sido flagrantemente sacrificados
en beneficio de unos pocos especuladores... " (Pág. 196). La derrota y la
vergüenza fueron tal en Francia y Gran Bretaña que "el bloqueo fue
levantado, Martín García evacuada, devueltos los buques capturados y totalmente
reconocidos los derechos soberanos de la Argentina, incluyendo su control exclusivo del
río Paraná" (Pág. 202). ¿Derrota, Mr. Romero? ¿Unos "pocos
especuladores" le dice algo?
¡NO SOMOS EMPANADAS!
Sería recién a partir de 1853, luego de Caseros y con el
ascenso del mitrismo que la libre navegación de los ríos, la implantación del
libre comercio y la eliminación de las barreras proteccionistas y
"humanas" abriría las puertas de par en par a las manufacturas de
Europa. Aquí la derrota, Mr. Romero, como derrota sería acceder a los
bloqueadores contemporáneos que usted defiende. Cady coincide: "No fue
sino hasta julio de 1853, después de que el líder argentino (Urquiza)...
firmara tratados de libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay... y con
ellos la adquisición del privilegio de acceso directo a los puertos de la Argentina y mercados del
interior, que una de las causas primigenias de la intervención anglo-francesa
sería eliminada para siempre" (Pág. 268). El neoliberalismo criollo hace
yunta con el terrorismo financiero y especulador occidental. Su divorcio del
pueblo es cada vez mayor, por cierto, cada vez más proclive a apoyar al
gobierno nacional contra los buitres, tal y como se desprende de las últimas
encuestas. Los Héroes de Obligado, como los Héroes de Malvinas fueron apoyados
por las masas argentinas y latinoamericanas. Resulta lógico que el dispositivo
cultural del mitrismo contemporáneo ataque, como en 1845, al sentimiento y
accionar que por excelencia justifican la razón de ser de una Argentina en
calidad de Nación (y a la
Argentina en la Patria Grande como Nación inconclusa que busca su
definitiva independencia en la unidad suramericana). Por suerte en Obligado,
hubo compatriotas que, antes que dejarse comer como empanadas, dieron su vida
por la soberanía nacional, el interés popular y la no balcanización de las
Provincias Unidas. En buena medida se les debe a ellos que Corrientes y Entre
Ríos sean hoy provincias en lugar de Estados. Por suerte en la Argentina del
Bicentenario, hay compatriotas que, antes que dejarse comer como empanadas, se
negaron a pagar por la
Fragata Eva Perón, así como se niegan hoy a dejarse estafar
como pueblo por el imperialismo financiero y especulador occidental. Tiene
razón Ferrer cuando en la entrevista referida al inicio señaló: "esta
situación puede durar mucho o poco, pero ya no se pueden llevar por delante al
país." No se lo llevaron en 1845, ni en 1982. Queda no obstante y como
siempre, el sabor amargo de ver, coincidiendo con el General San Martín y en
relación a los traidores de Obligado, "americanos que por un indigno
espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su patria y reducirla
a una condición peor que la que sufríamos en tiempos de la dominación española.
Una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer." Ni el
sepulcro, es cierto; sólo el triunfo definitivo del pueblo argentino. –
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