La reelección del presidente Juan Manual Santos es un mandato popular contundente a que se continúen los diálogos con la guerrilla y se ponga fin --por la vía política y no por la vía armada-- a 50 años de guerra civil en Colombia.
Santos (Bogotá-1951) revirtió la derrota sufrida en la primera vuelta electoral el pasado 25 de mayo y se impuso este domingo (15 de junio) al uribista Óscar Iván Zuluaga con el 50,95 % de los votos (7.8 millones de electores). Su rival, un ultra conservador que anunció el fin de los diálogos de paz con la guerrilla de ganar la presidencia de Colombia, obtuvo el 45 % de respaldo electoral (6.9 millones de votos).
Las paradojas
El senador Antonio Navarro (del partido Alianza Verde) recordó que Santos ganó la presidencia de Colombia por primera vez en 2010 "con los votos de la derecha", pero fue reelecto el domingo pasado "con los votos de la izquierda", dijo. Reconocía así el respaldo decisivo de la ex candidata presidencial del Polo Patriótico (centro izquierda) Clara López y del Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, en el triunfo de Santos en segunda vuelta con unos 900 mil votos de ventaja sobre Zuluaga. En la primera vuelta, Santos se ubicó por debajo de Zuluaga, por casi 500 mil votos.
De este modo, Santos remontó una empinada cuesta en 20 días de campaña electoral y esto fue posible, entre otras razones, por el respaldo del Polo Patriótico que obtuvo casi 2 millones de votos en la primera vuelta electoral. Otras importantes alianzas, que salieron al paso al discurso belicista del uribismo, resultaron determinantes en el triunfo de Santos. Esto quiere decir que el voto "anti uribe" tuvo su peso a favor de Santos, mientras que la abstención --que rondó el 60 por ciento en la primera vuelta-- cayó en la segunda, logrando movilizar a 2,4 millones de colombianos que se habían quedado en sus casas el 25 de mayo.
En su primera rueda de prensa, tras resultar reelecto el domingo, Santos dijo que exigirá a las multinacionales mineras y petroleras que operan en su país, "responsabilidad ambiental y social" en un discurso que parece ponerse a tono con el resto de sus vecinos en Unasur.
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