Inauguración. Ante la asamblea legislativa, Cristina Fernández de Kirchner fijó posición en varios temas clave.
Miradas al Sur.Año 5. Edición número 198. Domingo 4 de marzo de 2012
Por
Eduardo Anguita
El discurso de la Presidenta puso blanco sobre negro, entre muchas otras cosas, las estrategias del Gobierno Nacional en tres áreas sensibles de la realidad argentina. Es necesario revisarlas para hacer cambios urgentes.
Al menos causó sorpresa en muchos la mención, en clave reivindicatoria, de José Estenssoro por parte de Cristina Fernández de Kirchner en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Nombrado por Carlos Menem al frente de YPF con la clara decisión del riojano de desguazar todo el Estado, incluyendo el subsuelo de la Patria, Estenssoro tuvo una muerte de lo más extraña. “Tengo mis propias teorías al respecto”, dijo la Presidenta con un gesto que sugería su descreimiento de la versión oficial; es decir, que se debió a una falla humana combinada con una mala respuesta de los instrumentos del avión. Estenssoro murió en la noche del 3 de mayo de 1995 junto otras 13 personas (siete pasajeros y siete tripulantes) en un jet alquilado por YPF para participar de una reunión de pesos pesados del petróleo en Quito, Ecuador. Junto al presidente de YPF estaba Ricardo Zinn, un economista ultraliberal que dos décadas antes había sido el cerebro del brutal ajuste del ministro Celestino Rodrigo. Zinn se sumó a la dictadura genocida y reapareció con el menemismo hasta terminar sentado al lado de Estenssoro en ese fatídico 3 de mayo. Eran días calientes por la guerra que mantenían Perú y Ecuador. Si se quieren buscar argumentos calientes para sospechar de una muerte accidental no puede dejar de llamar la atención que, en aquel momento, el presidente ecuatoriano Jaime Durán Ballén tenía una debilidad extrema y que el gobierno de Menem, a la par que participaba de los acuerdos de Río de Janeiro para lograr un armisticio, enviaba armas clandestinamente a Ecuador. Un reciente fallo liberó al riojano de cualquier responsabilidad en el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, lo cual hace más oscura aún esta historia.
Lo concreto es que Estenssoro nunca llegó a esa reunión de poderosos petroleros en Quito pero sí había cumplido con el pedido de Menem: desguazar YPF y entregarla a manos privadas. Lo primero excedía al petrolero pues lo cumplió con varias leyes del Congreso que le permitieron convertir una sociedad del Estado en una sociedad anónima para luego transferir la jurisdicción de los recursos hidrocarburíferos de la Nación a los estados provinciales. Finalmente fue la Constitución de 1994 la que consagró a las provincias como titulares del petróleo, el gas y las riquezas minerales.
Cuando la Presidenta habló sobre Estenssoro recordó que Néstor Kirchner, al frente de una provincia petrolera, había querido utilizar los fondos obtenidos por la provincialización con la idea de llegar a tener un 5% de las acciones lo cual le hubiera permitido tener un miembro en el directorio de la petrolera. Cristina situó esta historia hacia 1998; es decir, a tres años del accidente aéreo en Ecuador y apenas un año antes de que Repsol se quedara con la mayoría del paquete accionario de YPF S.A. Es bueno que la historia se recuerde con las particularidades de cada caso, porque también habría que agregar que Kirchner ya se lanzaba con discursos públicos diferenciados completamente del modelo neoliberal y se proponía liderar un proceso de recuperación de la dignidad política y de redistribución de la riqueza.
No obstante, para no ceder a una visión complaciente, hay que recordar lo que la memoria popular registra como los hitos de aquellos años de lucha antimenemista a los fogoneros y piqueteros que no eran otra cosa que desocupados de la sede de YPF en Cutral Co. Aquellas gestas populares comenzaron un 20 de junio, día de la bandera por la muerte de Manuel Belgrano. Lo de fogoneros hay que situarlo no sólo en desafiar a las fuerzas policiales a las que enfrentaron, sino en lo que significa mantener el calor en un corte de ruta en el crudo invierno patagónico.
¿Qué aportó Repsol? Algún especialista en petróleo quizá lo sepa. Se trataba de una empresa estatal en un país, España, sin petróleo, que fue privatizada para poder fondearse con dineros de la Comunidad Europea. Algo similar a otras empresas españolas que desembarcaban en América latina, pero con la diferencia de que YPF tenía trabajadores y cuadros técnicos muy calificados y estaba localizada en un país con bastantes recursos. Repsol es casi una excepción en el mundo de las pocas y poderosísimas corporaciones del oro negro porque no tiene expertise en petróleo. Sus cuadros y directivos saben cómo obtener fondos de bancos y de colocación de acciones. Algo que, en el contexto actual de la crisis brutal que atraviesa el llamado Primer Mundo, la deja al descubierto: la Argentina sirvió para posicionarse en otros lugares del mundo, pero sobre todo para hacer buenos negocios financieros y para trasladar la renta fuera de la Argentina. Y los socios privados argentinos, los Eskenazi, tampoco aportaron expertise petrolera sino que también son fuertes en el negocio financiero.
¿Cuál será el plan de la Presidenta? La referencia a tener a alguien en el directorio puede vincularse al reciente desplante del directorio de YPF al no dejar ingresar a uno de sus miembros (el secretario de Energía de la Argentina, Daniel Cameron), quien fue acompañado de quienes que secundan a los ministros de Economía y Planificación, Axel Kicillof y Roberto Baratta, que se quedaron en la puerta del lujoso edificio de YPF en Puerto Madero. No da para nada la impresión de que Cristina esté pensando en reestatizar YPF, pero sí es evidente que hay una apuesta al movimiento de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos, donde se agrupan las diez provincias con recursos de gas y petróleo.
Los comunicadores del establishment afirman que el Gobierno persigue la caída de las acciones de YPF para bajar su cotización y comprarla barata. La desvergüenza no tiene límites: jamás van a recordar que el desguace del Estado se hizo a precios vergonzosos y pagando con bonos del Estado que compraban por monedas. En este punto conviene recordar que en estos nueve años, tanto Néstor como Cristina Kirchner tomaron decisiones severas para recuperar sectores económicos en manos del Estado. Sin embargo, la complejidad de esas decisiones no puede responder al mero voluntarismo. Este año, seguramente, y pese a los esfuerzos que puedan realizarse, las importaciones en gas y petróleo van a significar muchos miles de millones de dólares. Y, como recordó la Presidenta, con un barril de crudo a más de 100 dólares y no a menos de 10 como a fines de los noventas cuando Kirchner pensaba en tener un director (de su provincia y no un privado) en YPF privatizado. Entonces, hay un componente político e ideológico, que tiene que ver con la soberanía en el uso de los recursos estratégicos. Y otro componente que es de recursos financieros y operativos. Uno tiene que ver con el otro: el objetivo debe ser recuperar la operación del petróleo en manos del Estado –o en un esquema mixto, con participación de las provincias y de capitales privados– pero el camino para llegar a eso tiene que ver con una madurez política de la sociedad argentina y no sólo de las ganas de que sea la Presidenta quien de el paso en esa dirección.
¿Qué tendrá que ver con este tema la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central? El mensaje de la Presidenta dejó, además del diagnóstico y el balance de lo actuado, algunas líneas para pensar futuras acciones de gobierno. Cristina desalentó la idea sostenida por varios diputados afines al kirchnerismo como Carlos Heller en el sentido de reformar la ley de entidades financieras que data de la época de José Martínez de Hoz. Cristina dijo que firmó un despacho para reformar la Carta Orgánica del Banco Central. Desde ya, hay varias iniciativas en ese sentido ya en las comisiones de ambas cámaras, una de ellas de cuando Mercedes Marcó del Pont, actual presidenta del Central, era diputada. En principio, la Presidenta habló de eliminar algunas rémoras de la Ley de Convertibilidad que están aún vigentes y que refieren a dejar en las arcas del Central un coeficiente de reservas en dólares para garantizar la moneda circulante. En el clima de tranquilidad que se vive eso es innecesario y, por otra parte, se trataba claramente de una medida tendiente a dejar cubiertos a los banqueros y descubiertos a los ahorristas tal como se demostró en diciembre de 2001. Esos recursos, una vez modificada la carta orgánica podrán utilizarse con otros fines, en principio para los compromisos externos en un año complejo. Pero también Cristina habló de “orientar el crédito” y quizá en un debate parlamentario pueda llegarse a agregar otras funciones. Cabe recordar que los fondos de las Afjp recuperados por el Estado sirvieron para fortalecer políticas de inclusión.
¿Pensará la Presidenta que la banca pública y privada puedan fondear a algunas provincias petroleras –y por qué no al Estado nacional– para comprar parte de las acciones de YPF? ¿Será una manera de dar por terminada la era de los Eskenazy y de recortar el poder de Repsol? El tema, mera especulación de quien escribe estas líneas, se asienta en que si, además de incumplir con sus compromisos, los actuales titulares de YPF no aportan fondos genuinos es más razonable meterse en el desafío de “vivir con lo nuestro”. Quizá con alguna fórmula novedosa pero eficaz. Un dato no menor es que los ingenieros de YPF no son cuadros españoles, sino que la mayoría son de cuño ypefiano.
Un último tema respecto de la energía proveniente del gas y del petróleo. Las reservas comprobadas en ambos recursos son bastante escasas. Pero en la categoría shale gas y shale oil la Argentina es una potencia. Se trata de rocas ricas en petróleo y gas llamadas esquistos bitominosos y su extracción es tecnológicamente compleja y mucho más costosa que los yacimientos tradicionales. Sin embargo, en un mundo donde la energía es un tema crítico, no es una mala noticia que la Argentina ocupa el tercer puesto en reservas mundiales detrás de China y de Estados Unidos. Así lo confirmó un informe de abril de 2011 proveniente de la Administración de Información Energética de los Estados Unidos (EIA) y son varias las empresas que están trabajando en la cuenca neuquina para volver competitiva la explotación de esos yacimientos. La lectura de un paper de Tudor, Pickering, Holt & Co (consultores en energía con base en Texas) respecto del shale oil y shale gas indica que los inversores externos ponen mucha atención a este tema. Sobre todo, porque consideran que el desbalance entre la demanda creciente de energía y la caída de la producción resulta una oportunidad. Entonces, si ellos no lo toman como una crisis, quizá también el Estado argentino tenga la chance de tomar decisiones que no dejen de rehenes a los millones de usuarios y consumidores. Otra vez, entre los factores a tener presentes, está la capacidad financiera. ¿Acaso la pueden garantizar los bancos y empresas que hicieron implotar las economías de los países centrales y dejaron a sus sociedades desamparadas de derechos?
Trenes. La tragedia de Once debe dejar enseñanzas en distintas órbitas. En los últimos días, entre quienes apoyan al Gobierno y también entre quienes lo critican, se habló de que deberían barajarse distintas alternativas con la concesión del Ferrocarril Sarmiento. No pocos hablaron de intervenir TBA, la operadora que el grupo Cirigliano logró en 1995 y que luego fue ratificada en 2005. Es interesante ver cómo fueron previstos los mecanismos de control del transporte ferroviario al momento del desguace del Estado y tratar de analizar cuáles son los cambios que se produjeron –o no se produjeron– en esta etapa de transformación del país iniciada por Néstor Kirchner en 2003 para poder ver si hay o no una deuda en materia ferroviaria en el plano institucional. Porque, quizá, la falta de mantenimiento, la poca seguridad, la falta de inversiones y tantas otras falencias que se señalan estos días, también tengan un anclaje en algunos lugares claves del Estado en esta materia.
La Comisión Nacional de Regulación del Transporte (Cnrt) surgió como “un ente autárquico” en junio de 1996 cuya misión es “el control y la fiscalización de los operadores de transporte automotor y ferroviario así como la protección de los derechos de los usuarios”. Ahora bien, su autarquía está limitada a reportar a la Secretaría de Transportes, lo cual la limita mucho a ser una oficina del Poder Ejecutivo. No se trata de una comisión con participación de los usuarios, los trabajadores y los legisladores, cosa que le daría otro oxígeno y la sacaría de ser una suerte de organismo de auditoría en cambio de una comisión de control y participación.
Ahora bien, pese al discurso y la práctica de rechazo a la destrucción del Estado durante el menemismo, la presentación de la Cnrt es chocante. Dice así: “A partir de los años ’90, el Estado argentino protagonizó, siguiendo las tendencias administrativas modernas, un proceso de transformación económica a través de políticas que sustancialmente pueden resumirse en la privatización de las empresas públicas, la desregulación económica y la descentralización administrativa”. Sería ingenuo, como afirmó Cristina, olvidarse que la destrucción del ferrocarril obedeció a políticas dictadas desde Estados Unidos con el Plan Larkin. Tan ingenuo como pensar que el ferricidio se debió a poner en marcha “las tendencias administrativas modernas”. Es posible que nadie se haya tomado el trabajo dentro de la Cnrt de reformular los estatutos del menemismo. Y no es una cuestión de forma o de maquillaje. La Cnrt no tiene un directorio como estableció su creación (con cinco directores “con antecedentes técnicos y profesionales”), sino que está intervenida, lo cual confirma su fragilidad como “ente autárquico”. Pese a las irregularidades, algunas veces sacó informes lapidarios sobre los operadores, especialmente sobre Trenes de Buenos Aires, de los hermanos Cirigliano.
La Presidenta afirmó que resulta difícil saber dónde van los subsidios y que la tarjeta Sube servirá para tener precisión en la materia. La eficacia de la Administración Federal de Ingresos Públicos con los pequeños contribuyentes –y no sólo con ellos– es suficiente referencia para darse cuenta de que el Estado nacional tiene suficientes recursos humanos y programas informáticos como para escanear dónde va el dinero. Todo indica que el debate de los ferrocarriles necesita muchas voces. La causa judicial en manos de Claudio Bonadío es un componente más, y no el fundamental. Más allá del juez mencionado, sobran ejemplos de manipulaciones y distorsiones en la Justicia como para creer que la bitácora esté en los tribunales. Basta recordar la vergüenza de la detención de Rubén Sobrero en septiembre pasado por orden de un juez subrogante de San Martín.
El Estado deberá tomar otro rumbo que el de dejar en manos de empresarios que hicieron negocios en los noventas y que flotan desde entonces con cada vez más poder. Tanto poder que les permitió acrecentar concesiones dadas por el actual gobierno y también tener la protección mediática de Héctor Magnetto a cambio de que La Razón sea repartido entre los miles y miles de usuarios del Sarmiento, el Mitre, el San Martín y el Roca.
La Presidenta tomó como razón de Estado a Aerolíneas Argentinas y la gestión a cargo de Mariano Recalde tuvo varias citas en el Congreso para rendir cuentas sin que los legisladores opositores encuentren una coma mal puesta. Es cierto que algunas decenas de miles se trasladan en avión. En trenes, ómnibus y colectivos se trasladan a diario millones. Más allá de la utilización canalla de cierta prensa sobre la tragedia de Once, el tema merece atención: no sólo son los concesionarios, sino el sistema de gestión privatizada el que parece haber llegado a un punto de no retorno.
Publicado en :
http://sur.infonews.com/notas/petroleo-bancos-y-transporte
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