Preguntar una vez más
Hoy vivimos en el kirchnerismo una nueva presentación del peronismo que ha vuelto a ligarlo con la centralidad del Estado y la preferencia de lo público y el trabajo por sobre lo privado y el capital.
por Paula Biglieri
Creemos que tenemos el derecho de decirle a nuestro gobierno qué es el peronismo y exigirle que cumpla con la doctrina del peronismo”, afirmó Hugo Moyano hace un tiempo atrás. La frase llegó en tiempos de distanciamiento con el gobierno nacional y se sumó al discurso de la recurrente sospecha sobre si el kirchnerismo es verdaderamente peronismo o no. Volvamos entonces sobre la remanida pregunta: ¿El kirchnerismo es peronismo?
Si consideramos los significantes a partir de los cuáles se ha articulado la identidad peronista, a saber: justicia social, soberanía política e independencia económica, encontramos que desde el mismísimo contexto inicial de su enunciación –aquel de la década del ’40– siempre han estado en discusión. Simplemente porque nunca un contexto agota el sentido del signo, su fuerza ruptural permite que sea citado en distintas situaciones, por lo tanto, lo que tenemos es una inagotable resignificación. Nunca su clausura. A modo de poder expresarme claramente vale la pena traer un ejemplo de la tradición política occidental: la democracia. Su contexto inicial de enunciación fue la democracia griega, sin embargo, seguimos hablando de democracia aunque su versión representativa –nacida en el siglo XIX– poco o nada tenga que ver con el modelo inicial griego. Aunque hoy en día tengamos una democracia de masas, con un cuerpo de ciudadanos que se ha expandido enormemente y los esclavos ya no sean esclavos; aunque la escala de la democracia se haya transformado radicalmente; aunque tengamos partidos políticos y un formato representativo y no la asamblea permanente de los ciudadanos, etcétera seguimos hablando de democracia. Entonces el contexto inaugural no agota al concepto. De la misma manera y volviendo sobre el peronismo podemos decir que siempre ha habido una polémica acerca de su sentido, que siempre ha sido objeto de disputa política, que en cada una de sus distintas presentaciones ha adquirido diferentes interpretaciones. Es decir, nunca ha habido una forma pura, prístina, fijada de manera clara e unívoca sobre su sentido. En otras palabras, el peronismo –como cualquier identidad– nunca alcanza la transparencia consigo mismo.
Ahora bien, podemos preguntarnos: ¿Cómo se ha expresado esta polémica sobre el sentido de los elementos que definen al peronismo a lo largo de los últimos años? Básicamente a través de la contraposición entre izquierda y derecha o progresismo y conservadurismo. Hay dentro del peronismo un proyecto político conservador y otro proyecto político progresista. Si lo que condensa una serie de pluralidades es, por ejemplo, el elemento justicia social, la disputa política es por el sentido que se le adosa a ese significante. Todo el mundo dentro del universo peronista está de acuerdo con ese significante, más: ¿qué entendemos por justicia social? ¿Cómo podemos alcanzarla? Allí está la disputa política: ¿Consideramos al mercado como asignador eficiente de los recursos o entendemos que es el Estado el que debe intervenir activamente? En este sentido, la dicotomía entre izquierda y derecha sigue vigente, porque la dicotomía capital–trabajo también lo está. Entonces, ¿qué privilegiamos el Estado sobre el mercado o viceversa? ¿Lo público o lo privado? ¿El trabajo o el capital? Estas opciones atraviesan el debate político actual de las democracias occidentales, del escenario político argentino general y del peronismo en particular.
En la década del ’90 todos sabemos qué lado de estos pares binarios prevaleció. Baste el ejemplo de Carlos Menem en oportunidad de la campaña para su reelección. Allá por el año 1995 se instalaba la demanda por combatir la desocupación. La respuesta, desde el peronismo, fue que para absorber tal demanda era necesario que la lucha en contra del desempleo estuviese aunada con la necesidad de modernizar y flexibilizar las leyes laborales, en pocas palabras, con la necesidad de recortar los derechos laborales para generar más empleo. Modelo neoliberal. Derecha.
Hoy vivimos en el kirchnerismo una nueva presentación del peronismo que ha vuelto a ligarlo con la centralidad del Estado y la preferencia de lo público y el trabajo por sobre lo privado y el capital. Desandar el modelo neoliberal. Izquierda. Pero el kirchnerismo también expresa una versión del peronismo anti statu quo a través de la interpelación por la igualdad que polemiza con expresiones –también actuales–como la del conservador católico Urtubey o en ciertos aspectos Gioja. Puntualmente me estoy refiriendo a la ley de matrimonio igualitario.
Pues bien, en todo caso, la doctrina peronista es siempre fuente de disputa. El que dice que es el peronismo es quien logra abrocharle un sentido –ya hemos visto que siempre es parcial– y ese será quien haya triunfado políticamente al menos por un cierto tiempo.
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http://tiempo.infonews.com/2012/03/25/editorial-71299-el-kirchnerismo--es-peronismo.php
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