Arriba : Greg Smith. Goldman Sachs es dueña del 18% del Grupo Clarín...
Cuando se hace público un “secreto a voces”
Una carta más que reveladora: “Por qué abandono Goldman Sachs”
El 14 de marzo Greg Smith presentó su renuncia como director de la firma y difundió, en el texto que reproducimos, los fundamentos de su decisión. Asegura que lo “enferma la frialdad con la que esta gente habla de cómo timar a sus clientes”.
Por:
Greg Smith
Hoy es mi último día en Goldman Sachs. Después de casi 12 años en la empresa –primero como pasante de verano en Stanford, luego en Nueva York durante diez años, y ahora en Londres. He trabajado aquí el tiempo suficiente para comprender la trayectoria de su cultura, su gente y su identidad. Y puedo decir honestamente que el ambiente actual es más tóxico y destructivo a como jamás lo he visto.
Para poner el problema en los términos más simples, los intereses del cliente siguen siendo dejados de lado por la forma en que piensa y opera la empresa a la hora de hacer dinero. Goldman Sachs es uno de los bancos de inversión más grandes e importantes del mundo y está demasiado integrado a las finanzas globales como para seguir actuando de esta manera. La empresa ha dado un giro tan profundo con relación a su posición original, por la cual yo decidí acompañarlo apenas egresado de la universidad, que ya no puedo decir que me identifico con lo que representa y quedarme con mi conciencia tranquila.
Puede parecer inverosímil para un público escéptico, pero su cultura siempre fue una parte vital del éxito de Goldman Sachs. Se estructuró en torno al trabajo en equipo, la integridad, el espíritu de humildad, y el esfuerzo por hacer siempre lo correcto para nuestros clientes. La cultura es el ingrediente secreto que hace a este gran lugar y lo que nos ha permitido ganar la confianza de nuestros clientes durante 143 años. No se trataba sólo de hacer dinero; esto no sería capaz, por sí solo, de sostener a una empresa durante tanto tiempo. Tenía que ver con el orgullo y la creencia en la organización. Me entristece decir que hoy miro a mi alrededor y no veo prácticamente ningún rastro de la cultura que hizo que me encantara trabajar para esta empresa durante tantos años. Ya no tengo ni el orgullo ni la confianza.
Pero esto no fue siempre así. Durante más de una década me dediqué a reclutar y ser mentor de candidatos a través de nuestro extenuante proceso de entrevistas. Yo mismo, he sido seleccionado como una de las diez personas (de una empresa de más de 30 mil) que aparecen en el video de reclutamiento que se difunde en todos los campus de las universidades que visitamos en todo el mundo.
En 2006 dirigí el programa de pasantías de verano en ventas y comercio en Nueva York destinado a 80 estudiantes universitarios que participaron seleccionados entre miles que aplicaron su solicitud.
Supe que era el momento de abrirme cuando me di cuenta de que ya no podía mirar a los estudiantes a los ojos y decirles lo bueno que es este lugar para trabajar.
Cuando los libros de historia escriban acerca de Goldman Sachs, podrán reflejar que el actual director ejecutivo, Lloyd C. Blankfein, y el presidente, Gary D. Cohn, fueron quienes abandonaron la óptica y el bagaje cultural de la propia empresa. Sinceramente, creo que esta disminución de la fibra moral de la empresa representa la amenaza más grave para su supervivencia a largo plazo.
En el transcurso de mi carrera he tenido el privilegio de asesorar a dos de los mayores fondos de cobertura en el planeta, cinco de los mayores gestores de activos en los Estados Unidos, y tres de los fondos de riqueza soberanos más importantes en Medio Oriente y Asia. Mis clientes tienen una base total de activos de más de un billón de dólares. Siempre he tenido un gran celo en el asesoramiento a mis clientes para que hicieran lo que yo creí correcto para ellos. Incluso si eso significara menos ganancias para la empresa. Esta manera de ver las cosas está siendo cada vez más impopular en Goldman Sachs. Otra señal de que ya era hora de irse.
¿Cómo llegamos hasta aquí? La empresa cambió su forma de pensar sobre lo que es el liderazgo. El liderazgo solía darse en el terreno de las ideas, ofreciendo el ejemplo y haciendo lo correcto. Hoy en día, si usted genera el dinero suficiente para la empresa (y no es un asesino en serie) será promovido a una posición de influencia.
¿Cuáles son tres maneras rápidas para convertirse en un líder? a) Ejecutar los “ejes” de la firma Goldman, que es la jerga utilizada que se refiere a persuadir a clientes en invertir en acciones u otros productos que está tratando de deshacerse por las estimaciones de bajas ganancias potenciales. b) “Cazar elefantes”, en Inglés: atraer clientes –sofisticados o no– a aquel negocio que traerá el mayor beneficio para Goldman. Llámenme anticuado, pero a mí no me gusta vender a mis clientes un producto que es malo para ellos. c) Encontrarse sentado en una silla, donde tu trabajo consiste en comerciar cualquier opaco producto carente de liquidez y con un acrónimo de tres letras.
Hoy en día, muchos de estos líderes de Goldman Sachs ostentan un cociente cultural de exactamente cero por ciento. Asisto a reuniones de ventas de derivados, donde no se dedica ni un solo minuto a preguntarse cómo podemos ayudar a nuestros clientes. El único asunto en discusión es cómo podemos hacer el mayor dinero posible a costa de ellos. Si usted fuera un extraterrestre de Marte y se sentara en una de estas reuniones, pensaría que el éxito de un cliente o su progreso no forman parte en lo absoluto del proceso de elaboración.
Me enferma la frialdad con la que esta gente habla acerca de cómo timar a sus clientes. En los últimos 12 meses he visto cómo cinco directores de gestión diferentes se refirieron a sus propios clientes como “Muppets”, a veces a través del correo electrónico interno. ¿Incluso después de la SEC, “Fabulous Fab”, Abacus, “la obra de Dios”, Carl Levin, “vampiros de calamar”? ¿No existe la humildad? Quiero decir... ¿No hay integridad? Se está erosionando... No sé de ningún comportamiento ilegal, pero estos líderes, ¿toman sobres y eligen productos lucrativos y complicados para los clientes, incluso no siendo las inversiones más sencillas o aquellas más directamente alineadas con los objetivos del cliente? Por supuesto. Se ve, de hecho, todos los días.
Asombra cómo la alta dirección llega a una verdad esencial: si el cliente no confía en usted finalmente dejará de hacer negocios con usted. No importa lo inteligente que eres.
En estos días, la pregunta más común que recibo de parte de los analistas más jóvenes acerca de los derivados es, “¿Cuánto dinero hicimos con este cliente?” Me molesta cada vez que lo oigo, porque es un claro reflejo de lo que están aprendiendo de sus los líderes sobre la manera en que deberían comportarse. Ahora proyectemos diez años a futuro: No hace falta ser un genio para darse cuenta de que el analista junior que sentado tranquilamente en la esquina de la sala escuchando frases como “Los Muppets”, “arrancando ojos hacia fuera” y “que me paguen” no se va a transformar precisamente en un ciudadano modelo.
Cuando yo era un analista de primer año que no sabía dónde estaba el baño, o cómo atarme los cordones de los zapatos, me enseñaron a preocuparme por comprender los temas, investigar lo que era un derivado, entender sobre finanzas, conocer a nuestros clientes y lo que los motivara tratando de comprender cómo ellos definían el éxito y pensando qué podíamos hacer para que ellos lo consiguieran.
Los momentos de mi vida de los cuales me enorgullezco –conseguir una beca completa para ir de Sudáfrica a la Universidad de Stanford; ser seleccionado como finalista nacional de la Rhodes Scholar; haber ganado una medalla de bronce en ping-pong en los Juegos Maccabi en Israel, conocidos como las Olimpíadas judías– son todos resultado de un duro trabajo, carente de atajos. Goldman Sachs, hoy en día, se ha convertido en lo que es a través de demasiados atajos y muy pocos logros. Simplemente ya no me hace sentir bien esta situación.
Espero que esta carta pueda ser un llamado de atención al directorio. Para que vuelva a hacer del cliente el punto focal del negocio. Sin clientes no van a ganar dinero. De hecho, no existirían. Que sirva para que prescindan de aquella gente que ya se encuentra en bancarrota moral sin importar cuánto dinero ganan para la empresa. Poner nuevamente en pie la concepción cultural correcta, porque la gente quiere trabajar aquí por motivos correctos. Quienes sólo se preocupan por ganar dinero no serán capaces de sostener la empresa –o la confianza de sus clientes– por mucho tiempo más. <
*Greg Smith, junto con esta carta, presentó su renuncia como director ejecutivo de Goldman Sachs y como representante de las acciones de la empresa en negocios derivados en Europa, Oriente Medio y África.
Por Grez Smith, Carta de renuncia a la empresa Goldman Sachs.
La respuesta del Banco
La carta fue publicada a través de Twitter en medio de la noche norteamericana. Sin embargo, se convirtió en trending topic. Por eso el equipo de comunicación de Goldman Sachs emitió un comunicado desde Londres tratando de desmentir lo versado por Greg Smith.
“Estamos en desacuerdo con la visión expresada, que pensamos que no refleja el modo en que gestionamos nuestro negocio. Bajo nuestro punto de vista, sólo tendremos éxito si nuestros clientes lo tienen. Esta verdad fundamental es el objeto principal de nuestro comportamiento”, argumentaron de manera lineal y poco convincente.
Además, en una carta dirigida a los empleados de la firma dicen: “Ni qué decir tiene que nos decepciona leer las afirmaciones realizadas por este individuo, que no reflejan nuestros valores, nuestra cultura y lo que piensa la amplia mayoría de los trabajadores de Goldman Sachs sobre la entidad y el trabajo que hace en nombre de nuestros clientes.” Goldman Sachs es dueña del 18% del Grupo Clarín.
Sobre llovido, mojado
Además del escándalo provocado por la difusión de la carta de Greg Smith que reproducimos, la empresa Goldman Sachs tuvo que atravesar otro trago amargo durante la semana. Según informó el periódico inglés Financial Times, una protesta inusual tuvo lugar en Japón el pasado jueves, protagonizada por ex empleados de la compañía que reclaman por sus puestos de trabajo. En una conferencia de prensa convocada a tal fin, un hombre enmasacarado, utilizando el seudónimo de Adam Lee, explicó: “Esta máscara representa a las entidades sin rostro que tratan a los trabajadores como a un número, sin nombre y también sin rostro.”
La protesta, dice FT “pone de relieve las tensiones que han surgido cuando los bancos de inversión redujeron un gran número de puestos de trabajo en Tokio. Se espera que comience una nueva ronda de despidos, de acuerdo con varios banqueros”. La disputa de Goldman proviene de un proceso de reestructuración inciado en agosto de 2011.
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