Los resultados
de esta noche no cambian la tendencia. El paisaje actual es un calco del
de hace cuatro años, con una oposición que, aun en proceso de
unificación en clave Clarín, no llega al balotaje.
Mientras porteños y neuquinos vayan hoy a las PASO en las previsibles
elecciones de cada distrito, el país político que no está alcanzado por
la veda seguirá paladeando esa suerte de déjà vu de 2011 que arrimaron
los primeros resultados en Salta, Mendoza y Santa Fe, aunque en esta
última provincia el gobierno socialista se haya olvidado de computar un
cuarto de millón de votos.
Por ahora, enfrentando a oposiciones articuladas en frentes o alianzas comunes, y sin que haya tracción de parte de la boleta nacional con candidatos presidenciales definidos de su espacio, el oficialista Frente para la Victoria (FPV) volvió a tomar la delantera en Salta y repitió casi los mismos porcentajes que hace cuatro años en Mendoza (40 ahora, 42 antes) y en Santa Fe (22 ahora, 24 antes), lo que podría preanunciar iguales o superiores guarismos a los de hace cuatro años en las nacionales de octubre, tomando el país como distrito único.
La novedad en relación a 2011 es que los derrotados de aquella histórica votación que reeligió a Cristina Kirchner como presidenta con el 54% de los sufragios, tomaron esta vez la decisión de ir unidos en algunas provincias, un poco para escapar del desolador paisaje de 40 puntos de diferencia que la candidata del FPV le sacó al FAP del ahora autoproscripto Hermes Binner hace cuatro años, otro tanto para ir acumulando en el amontonamiento antikirchnerista que piensa probar suerte detrás de la candidatura de Mauricio Macri en octubre próximo.
Observando la tendencia, trazando una analogía con el comportamiento histórico, no resulta descabellado pensar que la voluntad de continuidad siga imponiéndose en las preferencias del electorado nacional frente al cambio que expresan los corrientes opositoras que confluyen en la Nueva Alianza integrada por el PRO, el radicalismo y, según la provincia, el socialismo y el massismo y otros sellos de menor cuantía.
De todos modos, aunque la Nueva Alianza podría obtener una mejor proyección que la de Binner en 2011, es dudoso que le alcance para asegurarse ya la entrada en un balotaje, al menos por ahora, según lo que se viene dando y el fuerte aroma a déjà vu que despiden los números. Ese escenario, el de una hipotética segunda vuelta, todavía es su objetivo, no un hecho.
Todo lo antedicho no es una predicción. Tampoco la síntesis de encuestas ultrasecretas. Se basa en dos hechos documentados: los números de la votación en las tres provincias que ya hicieron las PASO (se descuenta que hoy en Capital Federal y Neuquén no habrá sorpresas; quizá las haya en la general, como sucedió en 2011) y las notas de los panoramistas políticos de Clarín y La Nación, que no saben de qué manera decirle a Sergio Massa que se baje de su capricho presidencial y vaya a competir por la gobernación como simple reclutador de votos bonaerenses para la Nueva Alianza.
Si hay tanta desesperación es porque las cosas no vienen saliendo como ellos querían. Hoy ni siquiera llegan al todavía difuso balotaje de noviembre. También ellos hacen la analogía numérica con 2011 y se rinden ante lo evidente: la potencial electoral del FPV sigue prácticamente intacta, la implosión que vaticinaban tras el triunfo de Massa se desvaneció, la imagen de la presidenta volvió a crecer y, para que la Nueva Alianza no caiga en el fango del testimonialismo, necesitan urgente un candidato en el distrito que concentra cuatro de cada diez votos de los generales. No lo tienen.
Margarita Stolbizer no es. Podría serlo: el cóctel ideológico que armaron en Mendoza entre macristas, massistas, radicales, gansos, socialistas y Libres del Sur habilita cualquier tipo de sociedad extravagante antikirchnerista, pero Stolbizer no llega. No es peronista en un distrito peronista, es demasiado radical para atraer otro tipo de votantes, hay gente que no la conoce ni sabe cómo piensa y le faltan varios millones de pesos en publicidad para sostener una campaña proselitista con chances. Además, ella misma dijo que no quiere ir con Macri. Por ahora.
Massa tendría lo que la Nueva Alianza necesita como alimento de sus expectativas, pero sigue atrapado en su envión narcisista. Presidente o nada. Desde el Grupo Clarín SA, en las últimas semanas, le trataron de explicar que es joven y tiene toda una vida por delante para probar suerte. Se llevaron un pedido de más tiempo. El líder del Frente Renovador todavía cree que la gobernación le queda chica. Operadores macristas le volvieron a insistir estos días: Massa respondió que Macri tiene domicilio en Tandil, que lo mejor era que él se presentara en la provincia y que lo acompañara desde allí en su sueño hacia la Casa Rosada. El viernes 1 de abril, en el estadio de Vélez, el tigrense promete anunciar una nueva estrategia. Quizá José Manuel de la Sota vaya a internas con él. También podría ser de la partida Adolfo Rodríguez Saá. ¿Acaso usará el atril para ofrecerle a Macri una gran PASO común, en la que él aporte su propia pata peronista?
Tal vez. Mientras tanto, la única realidad, es que Massa se queda sin plata. Un acaudalado hombre de negocios, dueño de una de las diez fortunas más grandes del país, recibió su llamado hace dos semanas. Lo quería como aportante. El empresario quedó en responderle. Fue una gentileza. Ya está con Daniel Scioli. Hasta el momento, las arcas de Francisco de Narváez son las únicas en las que Massa puede abrevar, siempre y cuando respete lo que sellaron como acuerdo mutuamente conveniente: la candidatura a gobernador es para el ex dueño de Casa Tía y accionista de América TV, el único con alforjas llenas que alienta su fantasía de batallar por la presidencia.
Es un dilema renovador: si Massa le hace caso al monopolio Clarín, que lo quiere gobernador, se queda sin el sponsoreo económico de De Narváez y sin el grupo de ambiciosos intendentes al que le prometió cargos en el Gabinete nacional cuando todavía estaba convencido de que era él y no Macri el elegido por Clarín y el Foro de la Convergencia Empresarial para encabezar el poskirchnerismo. Terminar como ladero de Macri, hace un año, no figuraba ni en sus pronósticos menos optimistas.
Para peor, en su caso, si decidiera hacerle caso a Clarín, con su propia tropa en dispersión y algunos coroneles, incluso, retornando cual pródigos hijos al FPV, debería enfrentar a un peronismo unido como no lo estaba hace 12 meses, con encuestas reservadas –que él y Daniel Scioli conocen– donde puede leerse que, si Cristina Kirchner pudiera ir como candidata a presidenta de nuevo, obtendría el 64% de los votos bonaerenses. Es verdad, no puede. En la Argentina la reelección indefinida es sólo para Ricardo Lorenzetti, el rey del Palacio del Justicia. Pero eso la instala como gran electora para los comicios de octubre.
Y con su imagen en alza, sostenida en la iniciativa política constante, una inédita estrategia de retención de poder basada en la prescindencia de favoritos y el despliegue en abanico de toda la posibilidades del espacio que conduce en base a precandidaturas de amplio espectro, sumado a los anuncios de gestión habituales, el roce con estadistas en reuniones bilaterales y foros internacionales, y el halo colectivo de reconocimiento que la envuelve a siete meses de abandonar su cargo. Empoderada como viene, ¿está descartado que juegue como candidata bonaerense? "Sí", afirman los que discuten estos asuntos con ella. ¿Y si Clarín se sale con la suya y Massa va de furgón de Macri? "Eso no pasó", responden. Habrá que ver.
Volviendo a Massa, según parece, no le alcanza para ir por todo y tampoco le da para ir a menos, como le están proponiendo. A presidente no llega, a vice todavía no se lo ofrecieron, no pudo levantar la mano de ningún vencedor en Salta, ni en Mendoza, ni en Santa Fe y es probable que su candidato en Capital haga un papelón y, como hipotética ficha macrista a ocupar el despacho gubernamental de La Plata, los únicos beneficiados de los votos que consiga frente al candidato del FPV, serían Macri y Clarín, pero nunca él, ante un paisaje de eventual derrota que lo convertiría en diputado eterno de la República de Tigre.
El huracán Massa parece haber ido de la euforia a la desazón. De querer llevarse puesto a todos después de una elección de medio término más o menos rutilante, al consuelo amargo de perder acompañado o, algo más feo todavía, a la amargura desconsolada de derrotarse en soledad para que triunfe otro.
Pensar que 2015 viene tejiendo llamativas semejanzas con 2011 permite reflexionar también sobre el comportamiento que está teniendo "el peronismo" que, en la práctica concreta, se mantiene alineado con Cristina Kirchner en casi todo el territorio nacional. El entrecomillado previo es adrede. No hay nada más peronista que el kirchnerismo, pero también es cierto que hay peronistas que asumen el segundo apellido que se le incorporó en el siglo XXI con aires de fatalismo. Las elecciones en Mendoza, sobre todo, demostraron que este sector receloso, que alguna vez amenazó incluso con irse detrás de Massa, hoy se identifica dentro de los límites del FPV, aunque insista en mantener un perfil propio. En los hechos, mostrarse más "sciolista" que "cristinista". En eso, deberían prestarle más atención al último Scioli.
Lo ocurrido en Mendoza, donde el candidato de la estructura dura del PJ provincial Adolfo Bermejo ganó la interna del FPV, prueba que aún yendo como banca necesitan de los votos del kirchnerismo duro, en este caso, representado por Guillermo Carmona, de muy buena performance, para ganar de verdad. El enfriamiento de las relaciones entre el gobernador "Paco" Pérez con la Rosada del último tiempo, lejos de reforzar la autonomía del PJ mendocino, lesionó sus posibilidades en municipios que creían ganados frente a un tren fantasma que juntó cobistas, macristas, massistas y socialistas. Los votantes peronistas silvestres naturalmente asocian a sus estructuras clásicas de partido con el liderazgo de Cristina Kirchner y las políticas públicas nacionales. Cualquier decisión en contrario, no sólo los desorienta, sino que desalienta al activo militante del gigante invertebrado que es un sistema político en sí mismo.
Bermejo parece haber aprendido la lección, después de quedar a cuatro puntos del radical Cornejo. No estuvo mal, pero enseguida tendió puentes con la Rosada para garantizarse la visita de funcionarios nacionales y con Carmona, a quien sí o sí ahora deberá tratar como aliado, si es que pretende llevar al peronismo a la victoria en las generales que vienen. Lo único que no le van a perdonar es una derrota.
Eso mismo que ahora sabe Bermejo es lo que Scioli asimiló por olfato el día que llamó a bajar la ola naranja y regó de afiches la zona metropolitana con su fotografía y los colores del FPV. "Hay que pegarse a Cristina, son los votos seguros", le dijeron sus asesores. Scioli es pragmático: va casi de local a TN a defender a La Cámpora. No será un intelectual, pero es inteligente.
Y marca, a su modo, una estrategia exitosa para todos esos gobernadores e intendentes que navegan dentro del mar peronista y aceptan a CFK como capitana sin terminar de digerir del todo al "cristinismo" orgánico. Para que 2015 sea 2011, el mandato que se viene expresando en las urnas, es que todo eso vaya junto, en armoniosa convivencia. Sin fastidio y sin hacer olas.
La pregunta más interesante para hacerse, dando por descontado que Cristina decidió no interferir directamente en el proceso de selección del candidato definitivo a sucederla, es si el kirchnerismo duro cerrará las listas de diputados y senadores que acompañarán la boleta presidencial del postulante victorioso, cualquiera sea, para armar un bancada galvanizada en lo ideológico que defienda las banderas de estos años y no ceda el Estado al conservadurismo. O, por si hiciera falta, además de eso presentará un precandidato doctrinario, sin apoyo expreso de CFK, buscando delimitar el caudal propio en el ancho torrente del FPV. Esto último, todavía está en duda. Pero se discute.
Esta misma noche alguien hablará de cambio envuelto en globos de colores, seguro de haber ganado algo en un distrito vidriera y Massa volverá a ser derrotado, esta vez, por paliza. Pero la verdad se conocerá en octubre. Por ahora, aunque festejen, la única verdad es que no llegan a noviembre.
por Roberto Caballero
SUBNOTAS:
La primera clase se dictó desde el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y fue transmitida en directo por videoconferencia a siete provincias. Entre los profesores se destacan Juan Montes, Graciana Peñafort, Aracelli Bellota, Néstor Piccone, Gustavo Bulla, Daniel Coci, Osvaldo Nemirovsci, Mónica Bianchi y Cynthia Ottaviano.
En la Argentina, los periodistas no están colegiados. No hay otro lugar desde el cual expulsar a los cómplices comunicacionales del genocidio que no sea de nuestras cabezas. O esperar que el Poder Judicial los llame a indagatoria para que dejen de llamarse "independientes" y se los pueda catalogar de "imputados" por delitos de lesa humanidad.
Publicado en:
http://www.infonews.com/nota/196540/dej-vu-de-2011
Por ahora, enfrentando a oposiciones articuladas en frentes o alianzas comunes, y sin que haya tracción de parte de la boleta nacional con candidatos presidenciales definidos de su espacio, el oficialista Frente para la Victoria (FPV) volvió a tomar la delantera en Salta y repitió casi los mismos porcentajes que hace cuatro años en Mendoza (40 ahora, 42 antes) y en Santa Fe (22 ahora, 24 antes), lo que podría preanunciar iguales o superiores guarismos a los de hace cuatro años en las nacionales de octubre, tomando el país como distrito único.
La novedad en relación a 2011 es que los derrotados de aquella histórica votación que reeligió a Cristina Kirchner como presidenta con el 54% de los sufragios, tomaron esta vez la decisión de ir unidos en algunas provincias, un poco para escapar del desolador paisaje de 40 puntos de diferencia que la candidata del FPV le sacó al FAP del ahora autoproscripto Hermes Binner hace cuatro años, otro tanto para ir acumulando en el amontonamiento antikirchnerista que piensa probar suerte detrás de la candidatura de Mauricio Macri en octubre próximo.
Observando la tendencia, trazando una analogía con el comportamiento histórico, no resulta descabellado pensar que la voluntad de continuidad siga imponiéndose en las preferencias del electorado nacional frente al cambio que expresan los corrientes opositoras que confluyen en la Nueva Alianza integrada por el PRO, el radicalismo y, según la provincia, el socialismo y el massismo y otros sellos de menor cuantía.
De todos modos, aunque la Nueva Alianza podría obtener una mejor proyección que la de Binner en 2011, es dudoso que le alcance para asegurarse ya la entrada en un balotaje, al menos por ahora, según lo que se viene dando y el fuerte aroma a déjà vu que despiden los números. Ese escenario, el de una hipotética segunda vuelta, todavía es su objetivo, no un hecho.
Todo lo antedicho no es una predicción. Tampoco la síntesis de encuestas ultrasecretas. Se basa en dos hechos documentados: los números de la votación en las tres provincias que ya hicieron las PASO (se descuenta que hoy en Capital Federal y Neuquén no habrá sorpresas; quizá las haya en la general, como sucedió en 2011) y las notas de los panoramistas políticos de Clarín y La Nación, que no saben de qué manera decirle a Sergio Massa que se baje de su capricho presidencial y vaya a competir por la gobernación como simple reclutador de votos bonaerenses para la Nueva Alianza.
Si hay tanta desesperación es porque las cosas no vienen saliendo como ellos querían. Hoy ni siquiera llegan al todavía difuso balotaje de noviembre. También ellos hacen la analogía numérica con 2011 y se rinden ante lo evidente: la potencial electoral del FPV sigue prácticamente intacta, la implosión que vaticinaban tras el triunfo de Massa se desvaneció, la imagen de la presidenta volvió a crecer y, para que la Nueva Alianza no caiga en el fango del testimonialismo, necesitan urgente un candidato en el distrito que concentra cuatro de cada diez votos de los generales. No lo tienen.
Margarita Stolbizer no es. Podría serlo: el cóctel ideológico que armaron en Mendoza entre macristas, massistas, radicales, gansos, socialistas y Libres del Sur habilita cualquier tipo de sociedad extravagante antikirchnerista, pero Stolbizer no llega. No es peronista en un distrito peronista, es demasiado radical para atraer otro tipo de votantes, hay gente que no la conoce ni sabe cómo piensa y le faltan varios millones de pesos en publicidad para sostener una campaña proselitista con chances. Además, ella misma dijo que no quiere ir con Macri. Por ahora.
Massa tendría lo que la Nueva Alianza necesita como alimento de sus expectativas, pero sigue atrapado en su envión narcisista. Presidente o nada. Desde el Grupo Clarín SA, en las últimas semanas, le trataron de explicar que es joven y tiene toda una vida por delante para probar suerte. Se llevaron un pedido de más tiempo. El líder del Frente Renovador todavía cree que la gobernación le queda chica. Operadores macristas le volvieron a insistir estos días: Massa respondió que Macri tiene domicilio en Tandil, que lo mejor era que él se presentara en la provincia y que lo acompañara desde allí en su sueño hacia la Casa Rosada. El viernes 1 de abril, en el estadio de Vélez, el tigrense promete anunciar una nueva estrategia. Quizá José Manuel de la Sota vaya a internas con él. También podría ser de la partida Adolfo Rodríguez Saá. ¿Acaso usará el atril para ofrecerle a Macri una gran PASO común, en la que él aporte su propia pata peronista?
Tal vez. Mientras tanto, la única realidad, es que Massa se queda sin plata. Un acaudalado hombre de negocios, dueño de una de las diez fortunas más grandes del país, recibió su llamado hace dos semanas. Lo quería como aportante. El empresario quedó en responderle. Fue una gentileza. Ya está con Daniel Scioli. Hasta el momento, las arcas de Francisco de Narváez son las únicas en las que Massa puede abrevar, siempre y cuando respete lo que sellaron como acuerdo mutuamente conveniente: la candidatura a gobernador es para el ex dueño de Casa Tía y accionista de América TV, el único con alforjas llenas que alienta su fantasía de batallar por la presidencia.
Es un dilema renovador: si Massa le hace caso al monopolio Clarín, que lo quiere gobernador, se queda sin el sponsoreo económico de De Narváez y sin el grupo de ambiciosos intendentes al que le prometió cargos en el Gabinete nacional cuando todavía estaba convencido de que era él y no Macri el elegido por Clarín y el Foro de la Convergencia Empresarial para encabezar el poskirchnerismo. Terminar como ladero de Macri, hace un año, no figuraba ni en sus pronósticos menos optimistas.
Para peor, en su caso, si decidiera hacerle caso a Clarín, con su propia tropa en dispersión y algunos coroneles, incluso, retornando cual pródigos hijos al FPV, debería enfrentar a un peronismo unido como no lo estaba hace 12 meses, con encuestas reservadas –que él y Daniel Scioli conocen– donde puede leerse que, si Cristina Kirchner pudiera ir como candidata a presidenta de nuevo, obtendría el 64% de los votos bonaerenses. Es verdad, no puede. En la Argentina la reelección indefinida es sólo para Ricardo Lorenzetti, el rey del Palacio del Justicia. Pero eso la instala como gran electora para los comicios de octubre.
Y con su imagen en alza, sostenida en la iniciativa política constante, una inédita estrategia de retención de poder basada en la prescindencia de favoritos y el despliegue en abanico de toda la posibilidades del espacio que conduce en base a precandidaturas de amplio espectro, sumado a los anuncios de gestión habituales, el roce con estadistas en reuniones bilaterales y foros internacionales, y el halo colectivo de reconocimiento que la envuelve a siete meses de abandonar su cargo. Empoderada como viene, ¿está descartado que juegue como candidata bonaerense? "Sí", afirman los que discuten estos asuntos con ella. ¿Y si Clarín se sale con la suya y Massa va de furgón de Macri? "Eso no pasó", responden. Habrá que ver.
Volviendo a Massa, según parece, no le alcanza para ir por todo y tampoco le da para ir a menos, como le están proponiendo. A presidente no llega, a vice todavía no se lo ofrecieron, no pudo levantar la mano de ningún vencedor en Salta, ni en Mendoza, ni en Santa Fe y es probable que su candidato en Capital haga un papelón y, como hipotética ficha macrista a ocupar el despacho gubernamental de La Plata, los únicos beneficiados de los votos que consiga frente al candidato del FPV, serían Macri y Clarín, pero nunca él, ante un paisaje de eventual derrota que lo convertiría en diputado eterno de la República de Tigre.
El huracán Massa parece haber ido de la euforia a la desazón. De querer llevarse puesto a todos después de una elección de medio término más o menos rutilante, al consuelo amargo de perder acompañado o, algo más feo todavía, a la amargura desconsolada de derrotarse en soledad para que triunfe otro.
Pensar que 2015 viene tejiendo llamativas semejanzas con 2011 permite reflexionar también sobre el comportamiento que está teniendo "el peronismo" que, en la práctica concreta, se mantiene alineado con Cristina Kirchner en casi todo el territorio nacional. El entrecomillado previo es adrede. No hay nada más peronista que el kirchnerismo, pero también es cierto que hay peronistas que asumen el segundo apellido que se le incorporó en el siglo XXI con aires de fatalismo. Las elecciones en Mendoza, sobre todo, demostraron que este sector receloso, que alguna vez amenazó incluso con irse detrás de Massa, hoy se identifica dentro de los límites del FPV, aunque insista en mantener un perfil propio. En los hechos, mostrarse más "sciolista" que "cristinista". En eso, deberían prestarle más atención al último Scioli.
Lo ocurrido en Mendoza, donde el candidato de la estructura dura del PJ provincial Adolfo Bermejo ganó la interna del FPV, prueba que aún yendo como banca necesitan de los votos del kirchnerismo duro, en este caso, representado por Guillermo Carmona, de muy buena performance, para ganar de verdad. El enfriamiento de las relaciones entre el gobernador "Paco" Pérez con la Rosada del último tiempo, lejos de reforzar la autonomía del PJ mendocino, lesionó sus posibilidades en municipios que creían ganados frente a un tren fantasma que juntó cobistas, macristas, massistas y socialistas. Los votantes peronistas silvestres naturalmente asocian a sus estructuras clásicas de partido con el liderazgo de Cristina Kirchner y las políticas públicas nacionales. Cualquier decisión en contrario, no sólo los desorienta, sino que desalienta al activo militante del gigante invertebrado que es un sistema político en sí mismo.
Bermejo parece haber aprendido la lección, después de quedar a cuatro puntos del radical Cornejo. No estuvo mal, pero enseguida tendió puentes con la Rosada para garantizarse la visita de funcionarios nacionales y con Carmona, a quien sí o sí ahora deberá tratar como aliado, si es que pretende llevar al peronismo a la victoria en las generales que vienen. Lo único que no le van a perdonar es una derrota.
Eso mismo que ahora sabe Bermejo es lo que Scioli asimiló por olfato el día que llamó a bajar la ola naranja y regó de afiches la zona metropolitana con su fotografía y los colores del FPV. "Hay que pegarse a Cristina, son los votos seguros", le dijeron sus asesores. Scioli es pragmático: va casi de local a TN a defender a La Cámpora. No será un intelectual, pero es inteligente.
Y marca, a su modo, una estrategia exitosa para todos esos gobernadores e intendentes que navegan dentro del mar peronista y aceptan a CFK como capitana sin terminar de digerir del todo al "cristinismo" orgánico. Para que 2015 sea 2011, el mandato que se viene expresando en las urnas, es que todo eso vaya junto, en armoniosa convivencia. Sin fastidio y sin hacer olas.
La pregunta más interesante para hacerse, dando por descontado que Cristina decidió no interferir directamente en el proceso de selección del candidato definitivo a sucederla, es si el kirchnerismo duro cerrará las listas de diputados y senadores que acompañarán la boleta presidencial del postulante victorioso, cualquiera sea, para armar un bancada galvanizada en lo ideológico que defienda las banderas de estos años y no ceda el Estado al conservadurismo. O, por si hiciera falta, además de eso presentará un precandidato doctrinario, sin apoyo expreso de CFK, buscando delimitar el caudal propio en el ancho torrente del FPV. Esto último, todavía está en duda. Pero se discute.
Esta misma noche alguien hablará de cambio envuelto en globos de colores, seguro de haber ganado algo en un distrito vidriera y Massa volverá a ser derrotado, esta vez, por paliza. Pero la verdad se conocerá en octubre. Por ahora, aunque festejen, la única verdad es que no llegan a noviembre.
por Roberto Caballero
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Dos mil predicadores más
Más de 2000 alumnos comenzaron ayer a cursar la edición 2015 de la Diplomatura en Ley de Medios Audiovisuales y Reconversión Cultural creada por el Programa Universitario de Comunicación Audiovisual para la República Argentina (PUCARA), del que participan la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad de Villa María, la de Entre Ríos, la de Avellaneda, la de Río Negro, la del Nordeste, la de Misiones, y que cuenta, además, con el apoyo de la Defensoría del Público.La primera clase se dictó desde el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y fue transmitida en directo por videoconferencia a siete provincias. Entre los profesores se destacan Juan Montes, Graciana Peñafort, Aracelli Bellota, Néstor Piccone, Gustavo Bulla, Daniel Coci, Osvaldo Nemirovsci, Mónica Bianchi y Cynthia Ottaviano.
Expulsan al dueño de El Mercurio
El Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas de Chile decidió expulsar a Agustín Edwards, dueño del grupo El Mercurio SA, el Clarín trasandino. Las acusaciones se sostienen en dos ejemplos fundamentales. El primero contempla "el hecho de haberse hecho partícipe del proceso de desestabilización que provocó el golpe de Estado de 1973". El segundo se refiere al rol cumplido por las portadas de El Mercurio durante la visita del Papa Juan Pablo II a Chile, cuando ciudadanos comunes fueron indicados como culpables de desórdenes y fueron posteriormente detenidos, torturados y desaparecidos. Se trata de un hecho histórico.En la Argentina, los periodistas no están colegiados. No hay otro lugar desde el cual expulsar a los cómplices comunicacionales del genocidio que no sea de nuestras cabezas. O esperar que el Poder Judicial los llame a indagatoria para que dejen de llamarse "independientes" y se los pueda catalogar de "imputados" por delitos de lesa humanidad.
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http://www.infonews.com/nota/196540/dej-vu-de-2011
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