Arriba : Dos pinturas de Fernando VII de Borbón, en ambas con la banda albiceleste de su familia, los Borbones, y en la inferior con una capa del mismo color. En los extremos, dos banderas argentinas: la actual y la artiguista con azul claro y una franja roja representando al federalismo.
El 9 de julio de 1816 diputados que
representaban a varias provincias rioplatenses proclamaron, en la ciudad de San
Miguel de Tucumán, la independencia de
las “Provincias Unidas en Sud América ” (1). Esta histórica declaración, de la
que se cumplen 197 años, distó mucho de terminar con las dificultades y
contradicciones que estas provincias vivían desde el 25 de mayo de 1810.
La Primera Junta surgida
de la Revolución
de Mayo, como es vastamente sabido, juró por Fernando VII de Borbón, el rey
español que estaba preso en Francia, y el cambio de autoridades no significó
que la enseña española cesara de flamear en el Fuerte de Buenos Aires. El uso
de símbolos patrios se demoró enormemente: no debemos olvidar que cuando en
1812 Belgrano izó por primera vez la bandera celeste y blanca (los colores
familiares de los Borbones ) las autoridades de Buenos Aires le ordenaron
guardarla, y le enviaron la española.
Estas dudas tenían un fundamento: no había
un consenso claro acerca de la necesidad de proclamar la independencia, y
concretamente en aquellos países que lo habían hecho y en dónde las fuerzas realistas habían logrado controlar
la situación derrotando a los revolucionarios (como Chile y Venezuela, que caen
bajo control realista en 1812) la represión había sido feroz y despiadada. Esto
explica en parte porqué la
Asamblea del Año XIII, convocada para proclamar la
independencia y dictar una Constitución, no hizo ni una cosa ni la otra, y se
limitó a adoptar el himno y la escarapela, junto a medidas sociales como la
libertad de vientres.
La bandera nacional se izó oficialmente por
primera vez, curiosamente, en Montevideo -hoy capital de Uruguay-
en 1814, cuando las tropas
revolucionarias conquistaron la ciudad de manos de los españoles, y no flameó
en Buenos Aires hasta 1815. Pero, para ese entonces, la situación interna de
las provincias rioplatenses se había
deteriorado mucho, y en Santa Fe combatían las tropas del gobierno central
contra las fuerzas irregulares de gauchos federales que seguían a José Gervasio
Artigas.
Estas idas y venidas, estas
contradicciones, son el marco necesario para entender el proceso que concluye,
parcialmente, con la declaración del 9 de julio de 1816. Todo el proceso
revolucionario rioplatense estuvo plagado de contradicciones, y a medida que
los años fueron pasando, se despejaron dudas antiguas para dejar paso a
indecisiones nuevas.
Al principio, en 1810, no todos tenían en
claro que el objetivo del proceso revolucionario fuera la independencia; muchos
se conformaban con un gobierno con mayor participación popular dentro del marco
de la Corona
Española. Cuando fue quedando claro que la independencia era
el objetivo final, se empezaron a discutir otras cosas. Quizás la disputa
principal fue entre monárquicos y republicanos. Pero en ambas orientaciones
había disensiones. Algunos querían coronar un
príncipe europeo de la
Casa de Borbón, para así alcanzar una independencia
negociada. Otros soñaban con una monarquía americana, coronando un Príncipe de
sangre incaica que permitiera incorporar al proceso revolucionario a los
pueblos y territorios del Perú y el Alto Perú (lo que hoy llamamos “Bolivia”). Los dos grandes abogados de esta idea fueron
dos de nuestros principales próceres: José de San Martín y Manuel Belgrano.
Entre los republicanos los había quienes
pensaban en un sistema de voto restringido, en el que votara solamente, como
decían en la época, “la parte principal y más sana de la población”. Otros por
el contrario seguían la vieja consigna de las montoneras gauchas, “naides más
que naides”, y pensaban que debían votar todos, sin importar el color de su
piel, su situación económica, o su nivel cultural. Y a estos conflictos se
sumaron disputas regionales, que cristalizarían en las dos grandes tendencias
del federalismo y el centralismo (luego
mutado en “unitarismo”), que marcaron el tono de las disputas internas
argentinas durante buena parte del siglo XIX.
En junio de 1815 se reunieron en Arroyo de la China, hoy ciudad de
Concepción del Uruguay, representantes de varias provincias (Banda Oriental,
Santa Fe, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, las Misiones) en el llamado
“Congreso de Oriente” (2), y proclamaron la independencia del Río de la Plata (29-06-15). Cerca de
un año después, las restantes provincias argentinas (más Córdoba, que fue a
ambos Congresos), sumadas a varias provincias altoperuanas, se reunieron en
Tucumán para declarar otra vez la independencia. Evidentemente, las
contradicciones nos vienen desde el origen. Y quizás no hay que lamentar estas
diferencias de criterio, tan democráticas, sino valorar lo que se pudo
efectivamente construir pese a, o quizás debido a, ellas.
En estas tierras del Río de la Plata siempre se ha
discutido arduamente todo. Nunca supimos claramente quiénes somos. O a dónde
queremos ir. En el siglo XIX y parte del
XX estas disputas se resolvían arma en mano. Ahora hemos aprendido a intentar resolverlas pacíficamente, lo cual es un logro
que de ninguna manera debe despreciarse.
El 9 de julio de 1816 representantes de
estas tierras proclamaron en Tucumán la independencia de las “Provincias Unidas
en Sud América”.
Luego los argentinos atravesamos dos siglos
complejos de desencuentros, de disputas, con mucha pólvora y sangre, en torno a
que somos, a qué identidad asumimos, y dónde nos ubicamos. Tras tantos cambios
de rumbo, hoy nuevamente, como sucedía en esos lejanos años de 1816, los países
latinoamericanos caminamos juntos, vivimos experiencias similares y buscamos soluciones en común.
El 9 de julio de 1816 los habitantes de
estas tierras declaramos la
Independencia de las “Provincias Unidas en Sud América”. Quizás haya llegado la hora de ser,
exactamente, eso.
Adrián Corbella
5 de julio de 2013
Notas:
(1):
Leer el acta completa del 9 de julio en http://www.me.gov.ar/efeme/9dejulio/acta.htmlhttp://www.me.gov.ar/efeme/9dejulio/acta.htm
(2): Algunos discuten qué se resolvió
exactamente en este Congreso –que se llama también “de los Pueblos Libres” o
“de Paysandú”-, pues las actas originales se han perdido. Pero Artigas comenta
las resoluciones en algunas cartas http://www.redaccionpopular.com/content/el-congreso-de-oriente-o-congreso-de-los-pueblos-libres-de-1815http://www.redaccionpopular.com/content/el-congreso-de-oriente-o-congreso-de-los-pueblos-libres-de-1815
No hay comentarios:
Publicar un comentario