“Tenemos que seguir el modelo brasilero” actúa
como un slogan de los sectores opositores para realizar una comparación con el
modelo de desarrollo argentino, pero de repente hace unas semanas atrás, se
visibilizaron una serie de movilizaciones en las principales ciudades del país
hermano, cuyo principal pedido era la reducción del aumento transporte público,
de repente las calles de las ciudades se
encontraron con la irrupción de los jóvenes, muchos de los cuales provenientes
de las “nuevas clases medias”, el movimiento comenzó a expandirse, aumentando
el nivel de reclamos, sumando el apoyo de los medios concentrados de
comunicación, quienes enfrentan la posibilidad de la sanción de una ley de
medios, y los grupos concentrados económicos, puso en tensión la coalición de
Gobierno encabezada por la actual mandataria Dilma Rousseff, quien envió al
Parlamento un conjunto de medidas que apuntan a la reforma política, y hasta
enunció la posibilidad del llamado de un plebiscito para realizar una reforma
constitucional, en cercanías de las elecciones presidenciales del año próximo,
donde ella buscara su re-elección.
En el paquete de medidas del
ejecutivo, sobresalen dos principales medidas, las cuales son las nuevas
reglas de financiación de campañas electorales y un sistema de votación para
elegir diputados que los acerque más a los designios de los electores.
Rousseff también
propuso que los brasileños definan si acaban con el voto secreto en el
Parlamento, autorizado actualmente para la destitución de legisladores, entre
otras decisiones y con la elección de suplentes de senador, así como reglas
para las coaliciones electorales de partidos.
Este paquete de medidas ha encontrado resistencia incluso en
sectores parlamentarios aliados al gobierno del PT, además del partido de Lula, el apoyo a las
medidas se encuentra en el Demócratas Laboristas y los comunistas
del PCdoB.[1]
El 3 de Julio, los sindicatos que aglutinan a los médicos y enfermeros,
protestaron contra la posible llegada de equipos de salud cubanos, en 23
estados, en la misma sintonía el 11 de Julio,
las cinco principales entidades sindicales del Brasil, realizaron una
serie de corte de rutas en catorce estados, dentro de los reclamos de los sindicatos
se encuentra la reducción de las horas laborables, y la recuperación de los
reclamos del mes anterior, mas inversión en transporte, educación y salud
publica, lo cual plantea tensiones en el armado social del gobierno del Partido
de los Trabajadores.
Así mismo, desde el sector industrial paulista, se pronuncian contra la
presencia del país en el MERCOSUR, "Precisamos librarnos de esta
camisa de fuerza, puesto que no vamos a concluir ningún acuerdo teniendo a la Argentina y Venezuela
como socios", dijo Roberto Giannetti da Fonseca, director del
Departamento de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de la Federación de
Industrias del Estado de Sao Paulo, ya que le niega al Brasil la posibilidad de
firma de acuerdo bilaterales.[2] Así
mismo, ya se comienza a agitar el fantasma inflacionario.[3]
Desde la llegada de Lula al gobierno, ha generado la incorporación
de 40 millones de personas a la clase media, a través de un conjunto de
reformas sociales, pero aun, el modelo brasilero, contiene altos niveles de
contradicciones: mantiene aun el nivel mas alto de desigualdad del
subcontinente, ha entrado en una re-primarización de la economía, una fuerte
centralidad del capitalismo financiero, y tasas de crecimiento bajas, tiene un
déficit comercial de mas de 680 millones de dólares, en el presente trimestre recién
se nota alguna recuperación en los índices económicos, el conjunto de protestas
sociales pueden enmarcarse en este contexto, aun como afirma Sader, que
cualquiera que intente realizar un análisis de los sucesos corre el riesgo de
caer en reduccionismos.
Ahora bien en la línea anterior, Boron plantea:
“. El disparador, el aumento en el precio del boleto del transporte
urbano, tuvo eficacia porque según algunos cálculos para un trabajador que gana
apenas el salario mínimo en Sao Paulo el costo diario de la transportación para
concurrir a su trabajo equivale a poco más de la cuarta parte de sus ingresos.
Pero esto sólo pudo desencadenar la oleada de protestas porque se
combinaba con la pésima situación de los servicios de salud pública; el sesgo
clasista y racista del acceso a la educación; la corrupción gubernamental
(un indicador: la presidenta Dilma Rousseff ha echado a varios ministros por
esta causa), la ferocidad represiva impropia de un estado que se reclama como
democrático y la arrogancia tecnocrática de los gobernantes, en todos sus
niveles, ante las demandas populares que son desoídas sistemáticamente: caso de
la reforma de la previsión social, o de la paralizada Reforma Agraria o los
reclamos de los pueblos originarios ante la construcciones de grandes represas
en la Amazonía”
[4]
Ahora en este clima de las
contradicciones propias de cualquier modelo de desarrollo, los sectores
dominantes paulistas, apoyados por otros sectores políticos, encontraron en
estas movilizaciones, y la respuesta de las policías estaduales (que no
responden al gobierno nacional), ante este proceso vemos que los grupos
económicos empiezan a jugar fuerte con presionar al gobierno del PT, los medios
de comunicación hegemónicos, como
mencionamos con anterioridad se enfrentan a una posible ley de medios, hacen su
papel de erosionador de la figura de la actual mandataria.
Sader dice:
“La oposición -los medios privados,
que hacen como de partido da la oposición- pasó de condenar a las movilizaciones
a promoverlas de manera desproporcionada, cuando se dio cuenta que podría
desgastar al gobierno, buscando introducir sus consignas. Así como, desde otro
lado, sectores extremistas trataron de terminar con las marchas, con actos
generalizados de violencia, con la destrucción de espacios públicos.” [5]
Sin entrar en analogías, Brasil se encuentra afrontando su propio 2008,
un momento que puede significar un desplazamiento de apoyarse mas hacia la
izquierda de su coalición de gobierno, o entrar en nuevo pacto de dominación
favorable para las clases dominantes brasileras, aun como dice Sader, es
temprano para interpretaciones, pero si podemos afirmar, que el gobierno del PT
se encuentra en la encrucijada de profundizar o negociar con los poderes
concetrados.
Mientras los gobiernos se parecen mas a sus pueblos, y las oposiciones
se parecen mas a los grupos concentrados, también podemos afirmar que mientras
los pueblos de Latinoamérica se sienten unificados en sus victorias y en sus
derrotas, las clases dominante continentales hacen del silencio y la presencia
una unidad de una ofensiva neo-conservadora.
[1] Políticos le niegan la posibilidad de un plebiscito a Dilma Rousseff en
http://espanol.upi.com/Politica/2013/07/16/Pol%C3%ADticos-le-niegan-la-posibilidad-de-un-plebiscito-a-Dilma-Rousseff/UPI-23151373972400/
[2]
Ver
http://www.eleconomistaamerica.com.ar/economia-eAm-argentina/noticias/4888649/06/13/Para-la-industria-brasilena-el-Mercosur-es-una-camisa-de-fuerza.html
[3]
Ver
http://www.eleconomistaamerica.com.br/economia-eAm-brasil/noticias/4999595/07/13/Inflao-em-So-Paulo-volta-a-ter-forte-queda.html
[4] BORON, Atilio, Brasil, un
nuevo ciclo de luchas populares en http://www.atilioboron.com.ar/2013/06/brasil-un-nuevo-ciclo-de-luchas.html
[5] SADER, Emir, Brasil: un movimiento inédito y sorprendente,
en http://www.telam.com.ar/notas/201306/22068-brasil-un-movimiento-inedito-y-sorprendente.html
Publicado en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario