Miradas al Sur.Año 5. Edición número 221. Domingo 12 de agosto de 2012
Por
Pablo Galand
La posición dominante de los hipermercados es una de los motivos que explica el alza de los precios alimenticios.
La inflación aparece desde hace un lustro como el principal problema al que todavía el actual modelo económico no ha podido encontrarle una solución. Se trata de un fenómeno que atraviesa históricamente a los argentinos y que por lo tanto genera encendidos debates tanto en la academia como en el ciudadano de a pie. Si bien es cierto que la recuperación de la macroeconomía por parte del Estado -a partir del desendeudamiento externo y el alto nivel de reservas- evitó un proceso de espirilización como sucedió en las décadas del setenta y ochenta, la vigencia de un alza permanente de precios provoca una erosión en el poder adquisitivo de los asalariados. Desde la ortodoxia económica, los motivos que explican este fenómeno son siempre los mismos: una exagerada emisión monetaria y un desmedido aumento de los salarios. Sin embargo, desde estas perspectivas no se soslaya el fenómeno que tiene que ver con la concentración en algunos sectores de la economía que les permite convertirse en formadores de precios y por lo tanto quedarse con “la parte del león” de toda la cadena.
El alimentario es uno de los sectores en los que se dan las subas más significativas de precios y al que justamente más destina sus ingresos las clases populares. Precisamente, en este rubro es donde existe una fuerte concentración en ciertos eslabones de la cadena de producción y fundamentalmente en la de comercialización. Por ejemplo, las seis principales cadenas de supermercados e hipermercados manejan el 89% de las ventas de los productos alimenticios. Se trata de un fenomenal proceso de concentración si se tiene en cuenta que a fines de la década del ’80 tenían su participación era del 50%. “El crecimiento del supermercadismo ha generado un enorme poder de decisión de este sector ya que cuenta con una ventaja financiera que no se da en ninguna otra actividad de la economía: compran a 90 días y cobran a 30”, asegura Roberto Dvoskin, economista de la Universidad de San Andres y ex Subsecretario de Comercio Interior en el gobierno de Raúl Alfonsín. “Por el grado de concentración que tienen y el manejo sobre las empresas medianas y chicas, hacen una fuerte presión sobre los productores y manejan el precio según los que les puede dar la demanda”, completa. Los datos del Indec son contundentes: la francesa Carrefour posee el 29% del mercado; le sigue el grupo chileno Cencosud (Jumbo) con el 21%; en tercer lugar figura Coto con el 20%; cuarto aparece la francesa Casino (supermercado Libertad) con el 7%; lo mismo que La Anónima y sexta se ubica la estadounidense Wal Mart con el 5% de participación en el mercado.
La concentración y la consecuente capacidad de formación de precios en el rubro alimenticio no sólo se da en la comercialización. Hay empresas productoras que también detentan un abuso de posición dominante. Por ejemplo, entre Molinos Río de la Plata y Aceitera Deheza se quedan con el 80% de la producción de aceite. En el rubro lechero, La Serenísimo y San Cor concentran el 75% y Ledesma monopoliza el 75% de la producción total del azúcar. Con todo, su influencia en la cadena de precios parecería ser inferior frente al poder que concentraron las cadenas de supermercados. “La concentración les dio tal poder a los súper, que incluso pueden imponerse frente al gran productor, ya que si éstos no colocan sus productos en las grandes cadenas, no tienen dónde venderlos”, asegura Dvoskin.
Lo cierto es que fenómenos como la concentración y monopolización se dan a escala global y sin embargo no en todos los países esto se traduce en un aumento de los precios. Para la economista Eugenia Crespo Armengol, ex Directora de Precios en los años 1987 y 1988, la economía argentina presenta ciertas particularidades que llevan a que estos fenómenos disparen un efecto inflacionario. “Una de las causas históricas que explica la inflación en la Argentina es la rentabilidad de nuestra tierra”, afirma. “Cuando hay que decidir entre producir soja y producir un bien de capital, rinde mucho más la soja. Tenemos, por lo tanto, un problema de base. Otro problema que tenemos, es la existencia de un mercado interno limitado. Con lo cual, hay algunas inversiones alternativas que se podrían hacer en la Argentina pero que al no tener los 200 millones de habitantes que tiene Brasil no garantizan que sean viables. Sobre estos dos asuntos se montan cuestiones más globales como la existencia de una economía muy concentrada y que impulsa la creación de inflación”, sentencia.
Controles y decisiones políticas. La Ley de Lealtad Comercial prohíbe la existencia de prácticas monopólicas. Pero las políticas neoliberales de los noventa debilitaron el poder de fuego del Estado. “Durante el menemismo se derogaron las leyes que obligaban a las empresas a presentar costos”, sostiene Crespo Armengol. Para la especialista, que el Estado vuelva a contar con esta herramienta es fundamental, ya que entiende que para combatir la inflación “hay que conocer todos los aspectos que tienen que ver con la formación de precios y conocer a fondo cómo se conforman los precios de cada cadena”. Dvoskin también cree que el Estado se encuentra en una situación de debilidad que se expresa en la falta de herramientas para llevar eficazmente una política de control de precios. “Si se quisieran poner en marcha este tipo de medidas, no hay forma de controlar que se cumplan por el desmantelamiento que sufrió el Estado desde la dictadura para acá. Además, es difícil que pueda establecer un precio a los productos ya que no tiene capacidad para estudiar la estructura de costo de los productos. No se ha podido reconstruir en estos años un aparato administrativo capaz de controlar los precios fijados”, sostiene.
Dvoskin entiende que la inflación no se ataca de raíz porque los sectores sectores involucrados terminan sacando alguna ventaja en el corto plazo. “Al Estado le conviene porque recauda más; a los empresarios les conviene porque mantienen los márgenes de rentabilidad y a la dirigencia gremial es su lucha, ya que pugnan por aumentos de salarios. Cada uno cumple su rol, los jodidos terminamos siendo todos como sociedad. Hay una telaraña difícil de desarmar porque los dirigentes están de acuerdo con este proceso inflacionario”, remata.
Es por eso que entiende que la solución no es económica, como plantean los neoliberales, sino política. “Ellos plantean que hay que bajar el gasto y el consumo. Obviamente que en los cementerios no hay inflación. Hay que hacer un acuerdo político. Ir convergiendo a precios más moderados en dos o tres años. Crear un pacto social que culmine en un marco legal y resolutivo. No en un apretón de manos. Si Fulano se sale de este marco, le cortamos el dedo. En la Argentina no hay un marco resolutivo para converger los precios en un marco razonable”, remata.
Concentración
El peso de los productores de bienes
Un reciente estudio de los investigadores de Flacso Martín Schorr, Pablo Manzanelli y Eduardo Basualdo señala que la maxidevaluación producida con la salida de la Convertibilidad generó “un reordenamiento de los precios relativos a favor, con sus matices, de los sectores productores de bienes y en detrimento de los sectores de servicios”. De esta manera, los precios relativos de aquéllos treparon el 113,3% y el 143,8% entre 20o1 y 2010, en contraste con los de los servicios, que cayeron el 14% en el mismo período.
Las ramas que más crecieron por encima de la media del sector son la de fabricación de máquinas y aparatos eléctricos (509,3%), de metales básicos (491,7%), de productos de caucho y plástico (301,5%) y la refinación de petróleo (298,2%). El informe señala que en estas actividades “prevalecen mercados con ciertos denominadores comunes (acentuadas economías de escala, intensivas en capital, con altas barreras al ingreso) que devienen en estructuras de oferta altamente concentradas. Tales son los casos, entre otros rubros fabriles, de la industria sidferúrgica, la de aluminio primario, la celulósica-papelera, la elaboración de vidrio plano y de envases de vidrio, la refinación de petróleo, la automotriz, la producción de neumáticos, la petroquímica y la fabricación de fibra óptica, hilos y cables aislados”.
En el caso específico de los productos alimenticios, indica que en las ramas que presentan mayor concentración se observan “incrementos en los precios mayoristas que se ubican por encima del promedio de la industria alimentaria durante la posconvertibilidad. Tales son los ejemplos que brindan la producción azucarera (391%), la aceitera (390,08%), la de chocolate y golosinas (333,1%), la cervecera (329,9%), la de alcohol etílico y bebidas alcohólicas destiladas (287%) y la de productos lácteos (284,45)”.
Los investigadores de Flacso aseguran que como en estos sectores “conviven fuertes e importantes oligopolios con capacidad decisiva en la fijación de precios en el ámbito local”, han conseguido “una considerable captación diferencial de excedentes en el ámbito fabril y en la economía en su conjunto”.
Publicado en :
http://sur.infonews.com/notas/los-super-formadores
No hay comentarios:
Publicar un comentario