Los medios de comunicación estuvieron a la vanguardia de una época dominada por la mercadolatría.
Por:
Ricardo Forster
Nunca está de más recordar que uno de los instrumentos centrales para garantizar la hegemonía neoliberal han sido los medios de comunicación concentrados. Su papel ha sido, y lo sigue siendo, decisivo a la hora de darle forma a un modelo de construcción de opinión pública y de sentido común que se correspondan con los objetivos del establishment. La expansión del capital- liberalismo se hizo no sólo bajo las pautas draconianas de las mutaciones económicas y los cambios en las legislaciones sino que, también y fundamentalmente, se pudo hacer utilizando la potencia de la máquina mediática, una potencia capaz de apuntalar desde la dimensión cultural-simbólica las transformaciones estructurales de una sociedad que vio de qué manera también se modificaban las pautas políticas, institucionales y, en especial, aquellas que buscaban definir nuevas formas de subjetividad y un nuevo relato articulador del giro neoliberal. Los grandes medios de comunicación estuvieron a la vanguardia de una época absolutamente dominada por la mercadolatría y la horadación de cualquier tradición política inclinada a la reivindicación de un proyecto popular-democrático.
Cuando los vientos comenzaron a cambiar en Sudamérica lo que inmediatamente se constituyó en el eje de la oposición no fueron las fuerzas políticas tradicionales sino las grandes empresas comunicacionales. Fueron ellos, los medios hegemónicos, portadores de una maquinaria poderosa desplegada hacia cada rincón de la vida social, los que se encargaron de tomar la ofensiva sistemática contra los gobiernos populares y lo hicieron movilizando toda su capacidad económica y tecnológica sabiendo, como sabían, que ellos jugarían un papel indelegable a la hora de generar una opinión pública opositora sostenida sobre un relato basado en el avance, en nuestro continente, de fuerzas políticas autoritarias, populistas, demagógicas y corruptas. Fueron, y lo siguen siendo, la vanguardia de choque del establishment neoliberal y siguen, en la mayoría de los casos, dominando ampliamente la escena comunicacional.
Contra esa hegemonía muy difícil de quebrar es que los distintos gobiernos populares de Sudamérica han utilizado estrategias comunicacionales para romper el cerco y ofrecer a las poblaciones un relato de la realidad permanentemente bloqueado por las grandes cadenas mediáticas. Chávez, Lula, Evo, Correa, Mujica y, en nuestro país, Cristina se han visto obligados a construir otros canales de comunicación sin los cuales se vuelve muy difícil sostener las políticas de cambio. Cristina eligió usar la cadena nacional como respuesta a la asfixia informativa y a las recurrentes falsedades con las que los medios concentrados bombardean sistemáticamente a la sociedad. Usar la cadena nacional es un modo de romper ese cerco y de explicitar lo que viene haciendo el gobierno nacional y constituye una clara y contundente decisión política que de ningún modo es atentatoria de derechos ni de libertades públicas. Es, nada más y nada menos, que avanzar con la palabra presidencial sorteando el feroz mecanismo de invisibilización desplegado por la corporación mediática.
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http://www.infonews.com/2012/08/15/politica-34279-la-cadena-nacional-y-el-cerco-informativo.php
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